martes, 31 de marzo de 2015

Detención, juicio y ejecución de Alexandro Bóveda (IV)

¿FILGUEIRA TESTIGO?

Decía en otra anotación de esta serie que el "cargo" más serio que se hizo a Filgueira Valverde fue no acudir al jucio oral en el que se vio la causa instruida contra el Alexandro Bóveda. El hagiógrafo Álvarez Gallego repite en tres ocasiones que se le llamó y no se dignó acudir pese a estar citado. Tururú, mendaz, un despropósito como tantos otros de los contenidos en ese libelo que creen a pies juntillas los nacionalistas. Para que se vea lo poco fiable que es Vida, paixón e morte de Alexandre Bóveda (1972), hay que tener en cuenta el tono lírico y épico que Álvarez Gallego da a su obra para construir el mito, que como cualquier otro encierra muy poco de verdad. Algo parecido a aquella boutade de Castelao cuando afirmó que no enterraban hombres sino semillas de nuestra redención. No hay más que ver la composición sociológica de la sociedad gallega, o la indiferencia hacia el nacionalismo, Castelao o Bóveda por parte del pueblo gallego, que no los hace pasar de personajillos nacionalistas o nombres de calle, para entender que Castelao distó mucho de ser profeta.

Álvarez Gallego afirma que escribió su libro de un tirón, y pese a ello reproduce conversaciones largas, repletas de detalles, charlas mantenidas por Bóveda en las que el autor no estuvo presente y a más de 30 años de distancia de haber ocurrido... Pese a ello ofrece datos, pelos y señales. El autor se empeña en convencer al lector de que se detuvo a los compañeros de Bóveda "por republicanos" cuando el mismo nos cuenta que formaban parte del grupo que organizó la rebelión en Pontevedra. Desarrolla relatos que se asemejan a mentirijillas infantiles. Según uno de estos relatos el 25 de julio los presos en la cárcel de Pontevedra celebraron el Día de Galicia cantando a voz en grito el himno gallego. Como consecuencia de lo anterior una noche sacaron a Bóveda de la cárcel para pasearlo pero cuando paró el coche y los guardias civiles le dijeron que se alejara, se negó e inició un discurso sentimentaloide que el hagiógrafo reproduce con todo lujo de detalles con el que los convenció y no lo pasearon, entregándolo en la prisión del partido de Pontecaldelas... ¿Quién se puede creer algo así, incluso que un guardia del 36, que respondía al prototipo de tipo duro, se iba a dejar convencer por la demagogia cuando le daban una orden, que les enseñaban a cumplir sin rechistar?


El mismo hagiógrafo se empeña en afirmar que el juez, comandante José Vila Fano, sólo sometió a un interrogatorio a Bóveda, interrogatorio que por cierto reproduce de forma textual, con todo lujo de detalles pese a no haber estado presente, insisto que 30 años después de haberse producido... y que nada tiene que ver con el interrogatorio real que aparecen en la causa porque contra lo que afirma Álvarez Gallego, no sólo  le recibió la primera declaración el 3 de agosto, sino que una vez que le notifica el auto de procesamiento le recibe declaración indagatoria el día 6.

Álvarez Gallego no conoce el procedimiento de la justicia militar, se lía o no lo entiende y llama al miembro honorario del Cuerpo Jurídico Militar, Ramón Rivero de Aguilar, que ejerció funciones de fiscal ante el consejo de guerra, digo que lo llama de forma confusa auditor --otra cosa sería que en ese contexto le llamase jurídico--, y quienes auditaron la parte principal de este proceso fueron Tomás Garicano Goñi y José María Salvador y Merino, en ningún caso Rivero de Aguilar. Es tan indocumentado que hace capitán general al jefe de la media Brigada de La Coruña, general de brigada RogelioCaridad Pita --al que llama Pita Caridad-- cuya muerte endosa al mismo Rivero de Aguilar, que no intervino para nada en este proceso del que fue fiscal, incluso informando ante el consejo de guerra, Hernán de Martín-Barbadillo y Paúl, y auditor el de la División Eugenio Pereiro Courtier (Cf. causa 413/36 contra Enrique de Salcedo Molinuevo y Rogelio Caridad Pita por traición). También endosa a Rivero de Aguilar la muerte del gobernador civil de La Coruña y su mujer, el primero fusilado sin formación de causa y la segunda paseada. Endosa igualmente a Rivero de Aguilar la muerte de José Miñones, causa auditada por Pereiro Courtier y en la que fue fiscal, incluso ante el consejo de guerra, Hernán de Martín-Barbadillo (Cf. pieza separada de la causa 207/36 contra José Miñones Bernárdez por traición). También le achaca la muerte del secretario del ayuntamiento de La Coruña, Joaquín Martín Martínez, causa en la que tampoco intervino para nada Rivero de Aguilar (Cf. causa 207/36); la del alcalde de Ferrol, en la que tampoco intervino Rivero siendo notorio que ejerció funciones de fiscal incluso en la vista oral Martín-Barbadillo, etc. Y no será porque Ramón Rivero de Aguilar no fuese un activo fiscal honorario, pero es que Álvarez Gallego echa la lengua a pacer y no da una.

Por añadir algo más se empeña en enfrentar al fiscal Rivero de Aguilar con el comisario jefe de Pontevedra Florencio Enguita, del que se tomaría nota en el acta del juicio oral para dar parte sobre él. Ni la declaración del comisario puede ser más favorable al fiscal según el acta del juicio oral, ni por ello tuvo que haber enfrentamiento alguno, ni menos consta que se tomase nota de ninguna queja por parte del fiscal.

Llega al extremo de la mendacidad al afirmar que el Consejo de Guerra condenó a muerte a Guiance Pampín, pero debido a influencia de su familia, se le conmutó esta  pena por reclusión perpetua. Cualquiera que se lea la sentencia comprueba que el Consejo condenó a Amando Guiance a cadena perpetua (30 años), que la misma sentencia considera excesiva la pena impuesta y el tribunal pide que se le conmute por 20 años de reclusión menor.

Podría seguir con un nutrido etcétera de disparates, pero creo que los expuestos son suficientes. Me faltaba por indicar porqué Xerardo Álvarez Gallego se aparta de la verdad cuando señala que Filgueira Valverde se negó a acudir como testigo al consejo de guerra que vio y falló la causa contra Bóveda, pese a estar citado. Que no... Si Filgueira estuviese citado su citación aparecería en la diligencia de lectura de cargos del Alexandro Bóveda, y no aparece. Bóveda solicita que en descargo de los que se le hicieron se recibiese declaración en la fase de plenario a varias personas; en dos casos más (Virgós y García Vidal) se deja a voluntad del instructor que les tomase declaración durante la fase de plenario o que se les llamase al acto del juicio oral. Todas las pruebas solicitadas por Bóveda se aceptan por el instructor; consta en autos que se practican, y como el juez llama a todos aquellos interesados por el reo o formalmente su abogado, entre los que no está Filgueira Valverde, habrá que concluir que forma parte de las mentirijillas que pretende colar Álvarez Gallego la especie consistente en que se hubiese citado para comparecer ante el consejo de guerra a Filgueira Valverde.



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