sábado, 4 de julio de 2015

Secuestro de Pedro Abelenda

Pedro Abelenda era uno de aquellos millonarios que hubo durante el franquismo de los que hoy no se sabe prácticamente nada. Residía en esa vivienda unifamiliar de Ciudad Jardín. Hoy le llamamos chalé. En los 30 y 40 también se conocía a este tipo de inmuebles con la denominación hotel. Lo apodaban el millonario del wolfram, con lo cual entra dentro de lo posible que este fuese el origen de su fortuna. De todos modos la tradición oral no siempre responde a la verdad. Una señora, con toda su buena intención, sin duda, me comentó que la Guardia Civil supo que se quiso secuestrar a sus hijas y montó un dispositivo. Con la documentación que veremos me temo que a quien se quiso secuestrar fue al propio Pedro Abelenda. Este recibió en noviembre de 1945 una carta de uno de los animalitos de la época pretendiendo una extorsión. Por su peculiar ortografía y para que se perciba la extracción político social del autor, no me resisto a dejar de transcribirla:

Don Pedro Abelenda

Muy Sr. nuestro, después de saludarlo, respetuosamente, le comunicamos lo sigiente:

El comité de ayuda acordó solicitar de Vd. la cantidad de cuarenta mil pesetas, y en caso que las quiera entregar boluntariamente, colocará el papel, contra seña en la esquina de la farmacia de morgade, donde secoloca un ciego. esa contra seña, si Vd. dona ese dinero boluntariamente, tendrá que estar colocada el día 17 tan pronto como llegue el primer tren de la línia de Santiago.

Tanvién le rogamos, muy en carecidamente, que no dea conocimiento de este asunto, ni a la Policía ni a ninguna de sus familiares pues si estos se dan cuenta, nos entorpecen nuestra generosa labor, porlo tanto le repetimos que no se lo diga ni a su misma Señora. y en caso de que esto, ocurra, las responsabilidades será para Vd.

Nada más le molestamos deseando que esté bien en compañía de toda su familia.

el comité de ayuda [rubricado].

Esta esta carta rrompala que cuando le de amos las instruciones, para entregar el dinero, si es que lo entrega, le mandaremos un recibo acreditando Vd. entregó el dinero que se le solicita para ayuda.

¿Comité de ayuda a quién? Más parece la carta de un ingenuo que de un comunista. Cierto que los había muy ignorantes y muy fanáticos pero yo creo que en caso de una extorsión como la que se pretende en la carta, habrían confiado la redacción a alguien más acostumbrado a escribir, que también los tenían.

El caso es que Pedro Abelenda se fue a la Guardia Civil y le entregó la carta y su "contra seña", que es un papel de unos 5 cm en forma de estrella de cuatro puntas. La farmacia de Morgade era la que hace esquina entre San Andrés, plaza de Pontevedra y Juana de Vega. En esta imagen (ARG, Col. Fot., 321) se ve el edificio de la época.


Parece ser que la Policía y Guardia Civil, en el caso de delitos de terrorismo, tráfico de drogas, pederastia y otros, puede introducir topos que averigüen qué personas están predispuestas a cometer delitos, con lo cual están en condiciones de evitarlos cuando intentan cometerlos de verdad. Algo así creo que ocurrió en el intento de secuestro de Pedro Abelenda.

LOS SECUESTRADORES

Armando López Vila, vecino de La Coruña, de 37 años en 1946, plegador en la fábrica de telares La Primera Coruñesa (situada en donde hoy la Torre Dorada o de los Maestros en Juan Flórez), estaba conceptuado por la Policía como de mala conducta moral, escandaloso y camorrista. De hecho había sido condenado en sentencia de mayo de 1945 a seis meses y un día de presidio menor por cada uno de los delitos de hurto cuya comisión se le declaró probada.

Guillermo Suárez Alonso, vecino de Mera en Oleiros, de 39 años en 1946, panadero en la de Carro (calle de San Nicolás en el acceso a Marqués de Pontejos) estaba conceptuado como un destacado elemento anarcosindicalista, hombre de acción y peligroso en todos los conceptos habiendo tomado parte en actos de sabotaje y terrorismo. En julio de 1931 fue puesto a disposición del juzgado de instrucción por intervenir en actos de sabotaje a líneas telefónicas ocupándosele una pistola; en agosto siguiente fue denunciado por coacción; en noviembre ingresó en prisión por orden gubernativa; en febrero de 1933 el juzgado de instrucción solicitó su busca y captura e ingreso en prisión; también en febrero de 1933 se le hizo un registro en su domicilio interviniéndole documentos importantes y fórmulas para la fabricación de explosivos; en febrero de 1935 lo había condenado la Audiencia Provincial de La Coruña a cuatro años de presidio mayor por tenencia, por fabricación de explosivos; y como autor de otro delito de depósito de cuatro armas de fuego, a  la pena de tres años de prisión menor. Al iniciarse el Movimiento parece ser que anduvo con toda la chusma que hizo frente al Ejército, y huyó; en 1939 parece también que se fue a Francia habiéndose presentado en octubre de 1945 a las autoridades militares que lo dejaron en libertad sin cargos.

EL SECUESTRO

Un tal Emilio, que en mi opinión era un topo de la Guardia Civil, propuso a Armando López Vila, que lo conocía por haber hecho juntos el servicio militar, digo que propuso a Armando secuestrar a Pedro Abelenda, por cuyo rescate pedirían cuatrocientas mil pesetas de la época, todo un fortunón. El Armando por indicaciones del Emilio fue a Mera en donde se entrevistó con Guillermo Suárez Alonso, con el que se puso de acuerdo. Llegó este último a La Coruña en la vieja lancha de Mera sobre las 21 horas del domingo 19 de mayo de 1946, siendo recibido por el Armando y el Emilio. Se dirigieron a Ciudad Jardín adelantándose el Guillermo con objeto de hacer una exploración en las inmediaciones del chalé de Pedro Abelenda. Como advirtió que andaban por allí miembros de la Brigadilla de la Guardia Civil bajó hacia Riazor, avisó a los compañeros y todos desistieron del secuestro. El Guillermo se fue hacia los Cuatro Caminos, paró a tomar un vaso en O' Lionardo y luego tomó el tranvía de Sada refugiándose en su domicilio de Mera. El Emilio y el Armando bajaron por Rubine y entraron en el bar La Cepa (estaba aquí) en donde pidieron aguardiente. De repente se oyó un tiroteo coincidente con el asesinato de Arcadio Villela y  Avelino Pérez Pico, propietario de La Cepa, pidió a uno de sus clientes que cerrase la puerta. Al poco apareció por allí la Guardia Civil ordenando que se abriese. Detuvieron a los cinco clientes que había entonces en el bar. Tres vivían en Rubine, era un padre con dos de sus hijos que tenían una corresponsalía de novelas por entregas. Los otros dos eran el Emilio y el Armando. Cuando la Guardia Civil interroga al Emilio lo identifica como un tal Enrique Martínez Couto, de 25 años, vecino de los Castros. Cuando el juez militar ordena a la Guardia Civil la presentación de este individuo, resulta que era desconocido en la dirección que se anotó en el atestado de la Benemérita... Cuando el juez pide explicaciones a la Guardia Civil para conocer porqué lo dejaron en libertad, contestan que se dejó en libertad a todos aquellos que no ofrecían dudas sobre su nula relación con el secuestro... Todo esto me lleva a creer que tal vez el Emilio o Enrique era  un topo de la Guardia Civil.

CONSEJO DE GUERRA

El 1º de febrero de 1947 se reunió en la Sala de Justicia del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29, acuartelado en Atocha, el consejo de guerra ordinario de plaza para ver y fallar la causa instruida en procedimiento sumarísimo contra Armando López Vila, Guillermo Suárez Alonso y Eduardo González Pérez, sastre de Mera este último que propuso al segundo la venta de una pistola, aunque no tenía nada que ver con el secuestro. Presidió el teniente coronel de Infantería con destino en la Caja de Recluta nº 63, José Martínez Parada. Como vocales ejercieron los capitanes del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29 de guarnición en Atocha, Arturo Esteban Rodríguez; Anastasio Rollán García capitán de Artillería condestino en el Gobierno Militar; y José Luis Isabel Maestro, también capitán del Regimiento de Infantería mencionado. Ejerció funciones de vocal ponente el capitán auditor Eduardo Sanjurjo de Carricarte, alcalde de La Coruña en los 60. Informó como fiscal, el jurídico militar de la Región, comandante Rafael Vaamonde Mallo. Defendió al Guillermo y al Eduardo el capitán de Artillería Félix Estrada Gallardo. Como defensor del Armando informó el capitán de Infantería Rodrigo Bernal Morales.

Si bien con un voto particular discrepante del vocal Arturo Esteban Rodríguez, el consejo condenó a Eduardo González Pérez a seis meses y un día de prisión menor como autor de un delito de tenencia ilícita de armas. A Armando López Vila y Guillermo Suárez Alonso como autores de un delito de conspiración para el secuestro a la pena de quince años de extrañamiento.

Esta sentencia no se ejecutó como tal en los sentenciados a extrañamiento. Las circunstancias internacionales no permitían aplicar esta pena, que se sustituyó por confinamiento. Se les quiso confinar en nuestras posesiones de África pero en ellas no existía un servicio de libertad vigilada que pudiese controlar a los penados así que se les dio a elegir en qué punto de la península --excluida Galicia-- o islas querían cumplir el confinamiento. Ambos eligieron Las Palmas de Gran Canaria. Allí se pasaportó a Armando López Villa. Con Guillermo Suárez Alonso surgieron problemas porque padecía tuberculosis pulmonar y los médicos militares que lo examinaron junto con el auditor de la Región, que lo era Hernán de Martín-Barbadillo, desaconsejaron el traslado al no poder asegurarse que en Canarias pudiese llevar el régimen de vida y cuidados que tenía en su domicilio de Mera. Así las cosas acabó siendo indultado en 1951.





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