viernes, 10 de agosto de 2012

Ir de meretrices con armas

Lo de meretrices va con eufemismo, pero es por no usar palabros gruesos aunque no sé si quedará muy remilgado. Los fans del republicanismo, la II República y su clímax con el Frente Popular en el poder, suelen decir que en este último período la gente tenía la sensación de haber alcanzado libertades y derechos sociales antes desconocidos. En mi experiencia cuando se les pregunta cuáles, citan uno o dos, por ejemplo a nivel local haber echado a las monjas de los establecimientos municipales de beneficencia. Si se les replica que menuda clase de avance social, o que va en la misma línea de odio que quemar iglesias, derribar cruceros, etcétera, suelen salir por cerros diversos que confluyen en esas sensaciones. Al parecer, las buenas gentes anarquistas y de izquierdas tenían la sensación con el Frente Popular en el poder de haber alcanzado unos (ignotos) grandes logros en cosa de libertades y derechos sociales. Mucho me temo que esas libertades, por ilícitas, resultan inconfesables y por eso no les salen. En mi opinión, lo que se consiguió durante este período fue apretar hasta el límite de lo soportable los resortes del miedo en católicos, derechistas, militares o trabajadores a los que tenían por esquiroles, resortes que mantenidos un cierto tiempo, de forma inevitable generan odio y se acaba como acabaron en una guerra en la que unos estaban ansiosos de echarse sobre los otros.

Entro en el surco de hoy que da idea de cómo estaban las cosas en aquella república por la que suspiran las buenas gentes de izquierdas en lo que a generalización en el uso de armas. Hasta unas modestísimas prostitutas podían ser objeto de un atraco a mano armada saliéndose los autores del mismo, de rositas.

Una de las zonas tradicionales de prostitución en La Coruña era y es la calle del Orzán, paralelas y perpendiculares. Me temo que nada tenían que ver estas modestísimas mujeres con las también modestas, pero algo más acomodadas prostitutas de la calle del Papagayo, lugar al que podía acudir Manuel Murguía o el secretario del Ayuntamiento. Más pobres eran las de la calle de Tabares y aún más las relleneras, que ejercían su oficio en la oscuridad del Relleno, en los jardines de Méndez Núñez, sin tomar precauciones, siendo más o menos frecuente que la muchachada que empleaba sus servicios saliese perjudicada con alguna enfermedad de transmisión sexual. Las prostitutas de la calle del Orzán, salvo uno o dos locales más o menos dignos (me suena la Casa de la Tambora), eran mujeres pobres. Seguramente estaban al mismo nivel que quienes ejercían el oficio en la calle de la Galera (lugar que ocupó el Cine Coruña) o las de la calle del Arco (me suena la Casa de la Mamona, con perdón pero se llamaba así XD). Como ya digo que en mi opinión el país estaba en cuestión de uso de armas, como el salvaje Oeste, hasta unas prostitutas pobres como las del Orzán podían ser objeto de un atraco a mano armada, que no sé si los que tienen a este período por un modelo considerarán también que es algo a imitar y no un ejemplo más del caos, de falta de imperio de la Ley y desquiciamiento de aquella sociedad.

En la madrugada de 19 de abril de 1936 dos jóvenes alegres --o tal vez con una toña de aúpa-- visitaron sendas casas de citas (más bien domicilios) de la calle del Vista. Fueron acusados Fernando Regueiro García, de 22 años, y Manuel Bujía Rodríguez, de 21 años, peón. Acudieron en primer lugar a la plazuela del Vista, al domicilio de Mercedes Millor González, y parece que uno de ellos la amenazó con una pistola: o les servía unas cervezas o "la asesinaban". A continuación visitaron la casa de Carmen Arias Ríos, en la plazuela de Mariñas, y amenazándola también con una pistola le robaron 75 pesetas que guardaba en una alacena. La primera de las atracadas, en cuanto salieron los clientes, se fue al cercano cuartelillo de la Prevención de Seguridad (aquí) de donde se destacó fuerza que pudo detener a Fernando, y no al otro por haberse dado a la fuga antes de que llegase la pareja de Seguridad.

A posteriori, Carmen Arias denunció que fue amenazada por el padrastro de Bujía para que no declarase la verdad de lo ocurrido, ofreciéndole cierta cantidad si no acusaba al muchacho. No se ocupó el arma y tampoco se pudo probar el atraco a mano armada ni la coacción, lo que no significa necesariamente que no ocurriesen, que a unas prostitutas modestas como aquellas es de suponer que lo que menos les interesaba era tener líos con la policía inventándose denuncias.

Mis notas.

Se lee en La Voz de Galicia correspondiente al 21 de abril de 1936:

Dos jóvenes trasnochadores

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¡LO QUE HACE LA BEBIDA!

El joven Fernando Regueiro García, de veintidós años, que vive en la calle de Orillamar, en unión de otro, que se dio a la fuga, entraron en la madrugada del domingo en la casa número 8 de la Plazuela del Vista, domicilio de Mercedes Millor González y amenazando a esta con una pistola, le exigieron les sirviese cerveza.

Después se dirigieron a la casa de otra individua llamada Carmen Arias Ríos, vecina de la Plazuela de Mariñas, 6, y amenazándola en igual forma, le robaron de una alacena 75 pesetas.

Mientras estaba con toda tranquilidad apoderándose del dinero en la casa de la Carmen Arias, la Mercedes Millor se dirigió corriendo al cuartelillo de Seguridad, y logró detener al Fernando Regueiro, ya que el otro se había dado a la fuga antes de que llegaran los agentes de la autoridad.

Pero al día siguiente también [sic]. Se llama Emilio Calvete Treviño, de veintiocho años de edad. Los detenidos, con el correspondiente atestado, pasaron a disposición del Juzgado de Instrucción de guardia. Parece que ambos habían bebido más de lo prudente.




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