miércoles, 2 de junio de 2010

Me parto



Acabo de enterarme que a la estupenda ministra Chacón, la que iba a abrir a la consulta e investigación no sé qué fondos según serpiente de verano que circuló hace dos años, resulta que le ha dado por tocar el zueco y deja sin honores a las imágenes de las procesiones religiosas. La situación afecta sobre todo a Málaga en donde la Legión no podrá rendir honores al Cristo de la Buena Muerte, y a la procesión del Corpus que se celebra en Toledo, con el consiguiente cabreo de los vecinos. Tampoco se podrá hacer sonar el himno nacional en celebraciones religiosas.

Las medidas me parecen tan ridículas como la gloriosa victoria que obtuvimos con aquella banderita en la isla de Perejil y claro, me parto. Son ganas de tocar el zueco. Me queda más o menos cerca una parroquia castrense. Cuando acudía allí recuerdo que me llamaban la atención dos elementos que la distinguían de los demás templos: la presencia de una bandera española a la derecha del oficiante, y que se interpretaba el himno nacional en un momento de la misa, quiero recordar que cuando se alzaba. Hoy con otra forma de pensar, si tuviese que ir a esa iglesia y asistir a una misa ¿pero que me va a molestar a mi que toquen ese himno o que exhiban la bandera española?

Y porque ya no hay viáticos procesionales, que como les diese por montar otra guerra de yoyó también suprimían el viático. Les queda el toque de campanas, la prohibición de entierros procesionales y la secularización e incautación de cementerios parroquiales (respetando los particulares, of course), junto con la incautación también de casas rectorales y templos, para transformar los primeros en casas del pueblo y los segundos en after hours, que lo de salas de baile y cines hoy en día, psa.

El toque de campanas pueden eliminarlo con alguna disposición, alegando como en la república perfecta que tuvimos, que entenebrecía el ambiente. En cuanto a los entierros procesionales, han desaparecido en las ciudades, así que sólo les quedan los pueblos y será una nueva batalla ganada contra el mal (que no contra el capital). Por lo que se refiere a la secularización e incautación de cementerios, templos y casas rectorales, lo veo más complicao, pero algo podrán intentar. No estaría mal montar en alguna casa rectoral que ya no se habita un centro social. En fin, ganas de tocar el zueco para montar bulla y llamar la atención.

Yo conocí un archivo en el que había crucifijo. Quiero recordar que, según me contaron, un viejo ordenanza lo había traído del antiguo edificio cuando se produjo un cambio de ubicación, clavó una punta en un cuarto acristalado de la sala de consulta, desde la que se veía la cruz, y allí tenía este currito su crucifijo como lo había tenido toda la vida en su centro de trabajo ¿Y qué problema hay? No fue necesario prohibir nada ni meter el dedo en el ojo. En cuanto se jubiló, alguien descolgó el crucifijo y lo sustituyó por un póster, un cuadro o cualquier otra cosa, y nadie dijo ni mu. Quiero decir, en definitiva, que si hay militares que de forma voluntaria quieren acudir a este tipo de actos y rendir los honores que tradicionalmente se rinden ¿por qué no dejar las cosas como estaban? Se supone que a un no católico este tipo de actos ni le van ni le vienen ¿o es que en realidad todo se reduce a jugar al anticlericalismo de la cochambre de Largo Caballero y de Negrín?

2 comentarios:

Ramiro dijo...

Ésto es provocar directamente. No sé a qué viene mezclar el toque de campanas con la presencia de militares en las procesiones. Dudo mucho que los soldados vayan "voluntariamente". En todo caso, irán tan voluntarios como los que hace unos años acudían el domingo a misa (castrense) y luego eran recompensados con un chocolate con churros.
Yo vivo en una ciudad que está en perpetuo desfile. Y lo de Semana Santa es pasarse de la raya: una cosa es hacer un par de procesiones y otra ocupar la calle todo el santo día, durante tres días, con imágenes, por cierto, que ofenden el pudor. Porque el gusto por la carne poco hecha no lo ha inventado Mel Gibson.
Por otra parte, hay también alcaldes - conozco uno - que empiezan militando en el PC(r) y acaban militando en el BNG y comulgando con la Cofradía de Dolores. Sospechosa conversión. Y falta de vergüenza, al salir en procesión detrás de la virgen del Carmen, marcando el paso con el cura ¡y el presidente del Casino! Pero es de lo que se trata, de mantener a toda costa una presencia en la calle. Para lo mismo sirven las clases de religión, que generalmente no sirven para aprender religión, pero dan lustre, influencia y la posibilidad de mantener a sueldo a unos miles de amiguetes y de hacer unas cuantas excursiones a costa del Estado.
Prohibir que se toque el himno... una chorrada. No dejar que los legionarios vayan... Que vayan, pero que vayan también a las celebraciones islámicas, si los reclaman. Pero ya le digo, estas salidas de tono, comparadas con las de la Iglesia, me parecen "peccata minuta". Y si no, ¿qué vínculo tienen los curas con los militares? Nunca se ha visto desfilar a los bomberos, fontaneros, profesores, etc.

Ramiro dijo...

¡Vaya! Según la prensa de hoy, los cadetes sí pueden acudir voluntariamente a los actos "religiosos" ( o símilpiel) en Toledo. Pues no entiendo yo que con uniforme militar pueda ir uno a donde le dé la gana. Pero ya se sabe... desde el s.IV es así. Una cochambre. Tan cochambre, que a uno conozco yo que en los sesenta se las vió y se las deseó para emigrar a Venezuela sin el certificado de buena conducta, que su párroco se negaba a darle si no le llevaba los huevos.
Mi propio padre, que era hombre devoto (aunque dejo de serlo tras la confesión previa a su boda) fue borrado del registro bautismal por el cura de su parroquia, debido a las simpatías políticas de mi abuelo; de lo que se enteró cuando iba a casarse. Pero como era un hombre y no un meapilas, dijo que antes de volver a bautizarse se "arrimaba". Igual hay actitudes que tienen su porqué. Mi padre, que siempre creyó, afirmaba que prefería verme muerto antes que vestido con sotana. No apruebo sus palabras, pero sí el espíritu que las anima y la razón que las sustenta.