miércoles, 19 de enero de 2011

Asalto en Vigo a la sede de Falange


Aunque yo no suelo traspasar los límites de Umbilicus mundi, me ocupo de este hecho porque en él aparece el primer Caído de la Falange en Galicia. A su entierro asistió Juan Canalejo y otros dirigentes de la organización umbiliqueña, y es de suponer que esta muerte influiría y llenaría de indignación a los falangistas gallegos, que seguían recibiendo bofetadas. Por cierto, para los que hablan del apoyo económico que tenía Falange Española, ahí os dejo una foto de la casucha en la que estaba instalada su sede; y en una ciudad industrial como Vigo, ellos aún se alumbraban a la luz de una vela. El dinero y los apoyos les llegaron tras las elecciones de febrero cuando la gente se agarró a un clavo ardiente y fue un clamor nacional (el mismo del que se olvidan los de la memoria histórica) que la situación no podía continuar, que así no se podía vivir.

A finales de 1935, parece que las Juventudes Libertarias de Vigo se plantearon entrar en el local de Falange Española en la actual calle de Alfonso XIII, entonces general Riego, para obtener documentos sobre sus actividades. Por esas fechas, al parecer también, el sindicalista de Vigo Dalmacio Bragado, según Antón Briallos (en alguna fecha creo que se confunde, y alude a hechos posteriores o anteriores como si fuesen contemporáneos porque creo también que en febrero no hubo campaña alguna en el parlamento, disuelto, sobre ilegalizar la Falange), digo que al parecer Dalmacio Bragado, anarquista, escribió un artículo en el que señalaba que "a los fascistas hay que eliminarlos en sus covachas". El libertario Luis Quintas lo tomó al pie de la letra y organizó un ataque a la sede de Falange en Vigo con el propósito de hacerse con las supuestas armas y quemar el local. Como no podía ser menos, recibió una confidencia advirtiéndole que los falangistas iban a por ellos, y como tampoco podía ser menos, planifica el ataque al margen de la organización...

Según la versión más aproximada para El Pueblo Gallego, el día 7 (sic) de febrero de 1936, sobre las nueve y media de la noche, once falangistas, todos muchachos jóvenes, estaban reunidos en el local de Falange con la sola luz de una vela. De repente, notaron un gran estrépito en las escaleras cercanas a la sede y cuando quisieron reaccionar les habían derribado la puerta y tenían a los asaltantes encañonándolos con sendas pistolas. Los obligaron a levantar las manos y ponerse de frente a la pared. Uno de los falangistas, Mondina, fue acercándose a Luis Quintas y cuando estuvo lo cerca que debía le echó las manos y forcejeó para hacerse con la pistola. A la vez, Luis Quintas decía: "¡A este el primero!". De inmediato, sea de forma accidental o provocada, se apagó la vela, y comenzaron a sonar disparos. Los falangistas, se tiraron al suelo, motivo por el que los balazos les alcanzaron de medio cuerpo para abajo y no perecieron todos, en opinión de El Pueblo Gallego.

Algunos falangistas pudieron huir del local, y tras ellos salieron los asaltantes hacia García Barbón, disparando a la vez al creer que los perseguían. En este momento el guardia de Asalto José Fariñas se encontró con los libertarios y fue herido por Luis Quintas, pero el de Asalto también le disparó atravesándole un pulmón, y parece que también hizo fuego contra Robustiano Figueira Villar, que falleció. Un muerto y un herido por el bando libertario.

Por el bando falangista Luis Collazo, muerto, Primer caído gallego; y heridos, Arturo Domínguez Suárez, Enrique Cameselle y Constantino Cea Vilariño. Menos mal que los falangistas estaban desarmados, porque en opinión también de El Pueblo Gallego, de tener armas allí se hubiese producido una batalla espantosa. Otros medios también dan a entender que los falangistas estaban desarmados, o que todos los disparos fueron hechos por los libertarios. En la entrada del local se encontraron dos recipientes conteniendo líquidos inflamables, con los que se supone que los asaltantes pretendían incendiar la sede. La efervescencia generada hizo que las fuerzas de Seguridad patrullasen las calles con tercerolas.

Comentaba en otra anotación que para el P. Silva Ferreiro, las Juventudes Socialistas Unificadas de Umbilicus mundi buscaban sus prosélitos entre los vagos y sin trabajo, o entre los estudiantes sin libros. Esto parece una exageración, pero yo creo que no lo es tanto. Ya lo vimos en el caso de Emilio Veira, con 30 años de antecedentes delictivos en 1970, y lo atisbamos ahora con los jóvenes libertarios de Vigo, al menos para el delegado gubernativo, que publicó una nota en la que entre otras cosas, decía:

Sépanlo también, los que huyendo del trabajo honrado y dignificador han creído mejor y más conveniente habituarse al desorden, al crimen y a la vagancia, "academia" esta última próxima a extinguirse de cuajo. Y... "Deus super omnia".


No hay comentarios: