domingo, 22 de septiembre de 2013

Pedro Galán Calvete: mentira sobre mentira

Dice una frase popular que la historia nacionalista es toda inventada. Yo no sé si toda, pero desde luego se fabula de carafio... La izquierda extrema tiene por máxima que contra el cuerpo la violencia y contra el alma la mentira. Como la violencia resulta cada vez menos presentable, sin dejar de prestar apoyo y solidaridad a maleantes informativos y terroristas, lo que más abunda es la mentira, que en cuestiones como el culebrón de la finada memoria histórica, es mentira sobre mentira.

Me enteré a través de la prensa que un grupo político rendía homenaje a Pedro Galán Calvete presentando una publicación que se entregaba de forma gratuita a los asistentes. Me interesaría consultarla por si aparece algo relacionado con el Santo Pucherazo del plebiscito estatutario gallego, pero tampoco me da tan fuerte como para madrugar un sábado por la mañana. Lo que me sorprende sobre esta figura, que se quiere mitificar, sobre la que se hace hagiografía y a la que no me importa hacerle bucle, seguro de contar con la indiferencia del público en general, salvo a tres que nos interesa, es que se dice y repite que fue paseado en la Corveira (Culleredo), y visto lo anterior, se fabula conque lo encontraron varias lecheras en una cuneta. Esto entre otras afirmaciones literarias de las de no ganar para sustos, como considerar a la Mala Real Inglesa un buque y no la (archifamosa) marca española de la naviera británica Royal Mail Lines. Vamos, que tururú.

El 16 de septiembre de 1936, el juez de instrucción del Distrito del Instituto comunicó al presidente de la Audiencia Provincial de La Coruña que con esa fecha daba comienzo a la incoación de un sumario sobre "muerte de cuatro individuos desconocidos que aparecieron en el túnel del ferrocarril Coruña-Santiago". Todo ello en virtud de aviso telefónico recibido en el Juzgado. Es evidente que por Rutis no pasa ningún túnel de ferrocarril, y menos por la Corveira.

El sumario fue sobreseído provisionalmente y como tal no se conserva por ser objeto de expurgo. En el antedicho auto de sobreseimiento consta que los cadáveres correspondían a quienes en vida llevaban los nombres de Manuel Andrade Deibe, socialista según testimonio de Pedro de Llano, "Bocelo" (Carlos Fernández, 2007, 649); Pedro Galán Calvete, secretario de organización de las juventudes galleguistas; José Manuel Álvarez Álvarez; y Joaquín Iglesias Cabana, dirigente socialista y sobre el que contamos con una fuente policial que lo calificaba como peligroso (Lamela, 2002, 24, 137). Todos debieron ser considerados peligrosos para el mantenimiento del orden público, tal vez por haber intervenido de forma violenta contra las fuerzas militares en el Gobierno Civil, en barricadas, en el asalto a la Armería Eirea, al Hotel Palace, etc. Plácido Castro ocupaba el cargo político más destacado de los galleguistas locales: presidente del comité municipal del Partido Galeguista. Lo debieron considerar desafecto, siendo objeto de varias sanciones, pero no peligroso cuando conservó la vida y no sé que fuese encarcelado, que pudo haberlo sido en un primer momento. Si con Alejadro Bóveda o Alexandro Bóveda, al que no sé muy bien porqué dan en llamar Alexandre Bóveda, cuando firmaba como Alejandro o Alexandro, pero no como Alexandre, se cuidan muy mucho de ocultar las fuentes [causa 356 de 1936 de la Auditoría de Guerra de la Octava División Orgánica contra Alejandro Bóveda y otros por el delito de traición, depositada por el Tribunal Militar Territorial IV en el Archivo Intermedio Militar Noroeste de Ferrol] en donde aparece que daba órdenes en el Gobierno Civil de Pontevedra sobre transporte de bombas; cuando callan que fue tal vez el principal dirigente del comité que se encargó de repartir armas en dicha ciudad para hacer una oposición violenta a los militares; cuando silencian los testimonios que lo dibujan como un exaltado que decía que había que matar a D. Gonzalo Acosta, gobernador civil pontevedrés, por haber resignado el mando en los militares alzados; cuando se dan estos silencios, siendo como fueron los paseados en La Coruña un galleguista declarado marxista, o izquierdistas también jóvenes; cuando sabemos como acabo de indicar que Pedro Galán se consideraba marxista y separatista; que participó en un mitin con el troskista Eugenio Carré Naya, sujeto este relacionado con el apuñalamiento al falangista Francisco Pena Manso ¿a alguien le puede extrañar que el día 20 de julio, fecha en la que se declaró el estado de guerra en La Coruña, los paseados en uno de los túneles de la línea de ferrocarril Coruña-Santiago que se encuentran dentro del término municipal de La Coruña, se uniesen a la manada borreguil que hizo oposición violenta a los militares, y que estos por tal motivo los considerasen peligrosos para el mantenimiento del orden público, sin dignidad suficiente para pasar ante un consejo de guerra al haberse enfrentado desde su estatus de paisanos a hombres uniformados, y mirasen para otro lado ante una ejecución extrajudicial?

Si de los cuatro realmente paseados en Rutis, por cierto, tres de ellos una semana más tarde que Pedro Galán (me pregunto por la proximidad cronológica si alguien oiría campanas y se confundiría), sabemos que fue inscrita su defunción en el Juzgado Municipal de Culleredo, que a sus cadáveres se les dio sepultura en el cementerio de la parroquial de Rutis pese a ser todos vecinos de La Coruña (Lamela, 2002, 155); que salvo excepciones (generales Caridad Pita y Salcedo Molinuevo) no se permitían los traslados de los cuerpos de ejecutados al cementerio de la capital para no congestionar el trabajo de los enterradores; si también sabemos que las defunciones de Manuel Andrade Deibe, Pedro Galán Calvete, José Manuel Álvarez Álvarez y Joaquín Iglesias Cabana, se encuentran inscritas en los libros del Registro Civil de La Coruña, en donde consta que sus cadáveres aparecieron en el distrito coruñés (y no en el cullerdense); si también consta que cuando menos al cadáver de Pedro Galán Calvete se le dio sepultura en el cementerio de San Amaro de La Coruña (Monterroso, 1992, 88) ¿de dónde se saca la milonga de que a Pedro Galán Calvete lo pasearon en la Corveira (Culleredo) y subsiguiente fábula de que fue hallado en la consabidísima cuneta por unas lecheras?

Luego las obras de historia nacionalista y en particular sobre memoria histórica se ven en las librerías entre las publicaciones de oferta; o van a la trituradora en aquellos autores que no quieren pasar por el trago de verse de saldo; o se regalan en congresos y ferias de editoriales que las publican porque al estar en su mayoría escritas en gallego, cuentan con una subvención que las financia y no se pierde dinero. Aunque no las compre ni el Tato porque, por los inventos y fábulas que acabamos de ver, carecen de rigor, no ofreciendo confianza ni mereciendo credibilidad; porque el público, con muy buen criterio, sabe que por lo común son obras propagandísticas en las que lo racional es lo de menos y lo de más se reduce a buscar una respuesta emocional en el lector; excitar con demagogia a ver si la población se moviliza, con escaso éxito por cierto cuando las concentraciones y manifestaciones suelen contar con una asistencia ridícula, en la que se puede pasar lista. Tal vez por eso que dice la gente, que la historia nacionalista es (toda) in-ven-ta-da.




2 comentarios:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Ya sé porqué apareció muerto por violencia Pedro Galán Calvete. Tal y como sospechaba se unió a la manada borreguil que cometió todo tipo de desmanes asaltando armerías, hoteles como el Palace o el Europa, viviendas particulares, tiendas y hasta el trasatlántico Magallanes que se hallaba surto en el puerto.

En el caso de Pedro Galán Calvete consta que formó parte de un grupo armado que tomó posiciones en una terraza de una travesía de Juan Flórez que se nombra de forma reiterada como escalera del Cojo, y que yo supongo es más bien la escalera del Pozo, de la calle del Pozo. Todo ello con vistas a hostilizar al Ejército.

En la causa 937 de 1936, correspondiente a la Auditoría de Guerra de la Octava División Orgánica, instruida contra José Vázquez Rozas y tres más por el delito de rebelión aparece un atestado de la Comisaría de 13 de septiembre de 1936, y al folio 4 esta reveladora declaración:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

DECLARACIÓN DE FRANCISCO GARCÍA CACHAZA.

Acto seguido se procedió a tomar declaración al que dice llamarse lo que al margen se expresa de 19 años soltero natural de Coruña, cajonista, hijo de Manuel y Francista, con domicilio en la calle de Arturo Casares nº 28, piso 1º, quien interrogado convenientemente manifiesta:

Que el día veinte de julio último fecha en que se desarrollaron los sucesos revolucionarios en esta capital al salir del taller en que trabaja a eso de las doce y media marchó directamente al local de la Federación
[Local Obrera] como les habían ordenado trasladándose desde allí a la casa de armas Eirea, sita en la calle de San Andrés con el propósito de proveerse de armas como estaba previsto pero no encontrando ninguna en dicha casa por haber sido recogidas por orden del Gobierno Civil para repartirlas en el mismo se trasladaron a dicho departamento oficial donde le manifestó el secretario de la Federación Moreno Torres, que volvieran otra vez a la Federación donde le facilitarían las que hubiera, que como no había llegado ninguna remesa de armas por indicación de uno del sindicato se trasladó el compareciente en unión de unos 30 o 35 al Burgo en una de cuyas casas que no puede precisar le fueron entregadas unas 15 escopetas de caza con las que se trasladaron nuevamente a esta Capital, tomando posiciones en una casa de la Travesía de Juan Flórez, conocida por la Escalera del Cojo desde cuya azotea se disponían a batir a la tropa que se acercara, pero como por aquella zona no vieron a ningún soldado abandonaron la posición que tenían huyendo hacia el monte sobre las 22 horas de dicho día próximamente; que a las 5 de la mañana del día 21 se reunió con ellos el Bebel indicándoles que el que tuviera buen arma viniera a la Capital como así lo efectuaron uno conocido por EL CHAQUETILLA, por vestir chaqueta de gamuza, otro individuo llamado CESÁREO de la flota pesquera, otro individuo que trabajaba de mecánico en la Compañía de Tranvías cuyas señas personales son bajo, muy delgado, ignorando el nombre, y que escribía algunos artículos en Solidaridad Obrera; JOSÉ ROSENDE CALVO que fue encontrado muerto en San Pedro; y otros varios que conocían el manejo de las bombas y que desconoce sus nombres y filiaciones por no ser habitantes de esta Capital, quedando en el monte con el declarante PEDRO GALÁN CALVETE un tal CARIDAD de unos 18 años el cual tenía un revólver, otro individuo de profesión pintor de unos 18 años y que sólo sabe vive por la calle del Orzán; otro de unos 20 años, moreno, delgado, de oficio ignorado y que sólo sabe vive por la calle del Orzán, pero que es conocido del pintor; un camarero que trabajaba en el Cabaret New York de unos treinta y tantos años, bajo, moreno, más bien grueso, y otros varios cuyos nombres no recuerda, pero que puede dar noticias de ellos una chica de Santa Lucía y de nombre ignorado que estuvo suministrando víveres a los que se hallaban en la fábrica de Senra y en las casas inmediatas por espacio de unos siete días, que no tiene más que decir, que lo dicho es la verdad en lo que se afirma y ratifica firmando la presente después de serle leída por renunciar a hacerlo por si, en unión del Inspector y de mi el secretario de que certifico.

Víctor Peral, Francisco García, Hipólito Caramés.
Todos rubrican.

¿Algo haría? Pues claro que algo hizo.