domingo, 8 de agosto de 2010

¿Quiénes eran los hermanos de la Lejía?


Unos jóvenes socialistas que, de acuerdo con lo que figuraba en los expedientes policiales de la brigada político-social republicana, aparecían entre los más peligrosos y extremistas de Umbilicus mundi. Alguno, como France, tanto por su forma de actuar como por su extremismo se le consideraba también comunista. En pocas palabras: eran unos terroristas a los que en Umbilicus mundi se dedican calles, homenajes, etc. Entre los muchos excesos que se cometieron por ambos bandos durante nuestra guerra, no entra para mí en ese saco la detención, proceso y posterior fusilamiento de dos de estos hermanos, al menos si se considera que la República restableció la pena de muerte y no la eliminó de las leyes penales militares para tiempos de guerra. No sé si visteis alguna vez la película de Martín Patino, Queridísimos verdugos. Uno de ellos dice que en cierta ocasión un reo que iba a ejecutar recriminaba a los presentes llamándoles ¡asesinos! ¡que me queréis matar! A lo que el verdugo repuso ¡y tú qué hiciste, granuja! ¡qué hiciste! Pues aquí, yo creo que más o menos se podría decir lo mismo. El que a hierro mata, ya se sabe lo que le ocurre.

PEPÍN, BÉBEL, FRANCE Y JAURÉS, LOS HERMANOS DE LA LEJÍA

Se trata de una familia de abolengo socialista. El padre de la saga, José García Iglesias, debía ser una buena pieza y fue desterrado de Ribadeo en torno a 1917-1918 estableciéndose en Umbulicus mundi con un negocio de fabricación, distribución y venta de lejía, que los propios hijos transportaban con ayuda de un burro que arrastraba un carrito. Entre otros, tuvo por hijos a Pepín, Bébel, France y Jaurés García García, los populares Hermanos de la Lejía, a los que las gentes de derechas o las que iban a misa, no es que les infundiesen temor, es que les tenían verdadero pánico. Será rara la familia umbiliqueña que no haya escuchado de labios de sus mayores el relato de algún acto violento o corajudo en el que tomaran parte estos hermanos, que se descararon completamente a raíz del triunfo del (funesto) Frente Popular y el ascendiente que al parecer ejercían sobre el gobernador... o sobre la "gobernadora", hasta el punto de hacer alarde de llevar armas sin que les pasase nada. Fueron los organizadores e instructores de las milicias de las juventudes socialistas. De los grupos que ellos acaudillaban y en ocasiones tomaban parte directamente, surgieron diversos incidentes como fue el grave apuñalamiento del falangista Manuel Pena, Francisco Pena Manso, registros de domicilios o de personas en plena vía pública, asaltos a centros de derecha, recreativos, o a la Asociación Patronal, okupación, coincidiendo con las elecciones de febrero del 36 y previo incendio de la iglesia, de dependencias de los Jesuitas en las que establecieron la Casa del Pueblo sin que nadie los desalojase hasta que se inició la guerra, etc.

Se les relaciona con el asesinato de los hermanos Freire en junio de 1936 y el atentado contra el general Carlos Bosch y Bosch en el Hotel de Francia, al que alguien disparó en su habitación y al parecer pretendían pintarle con una barrita de nitrato de plata el famoso U.H.P. en la cara u parte de su cuerpo. El general Bosch fue de los que se enviaron a Asturias para sofocar la revolución de octubre del 34. Se les relaciona con el incendio de iglesias y buen número palizas (eran deportistas, Bébel jugaba en el Deportivo) y agresiones a gentes de derechas, que les dieron fama y renombre en toda la ciudad. Quedaron impunes, no pudiendo probarse hechos que eran del dominio público, o se les impusieron castigos menores o fueron amnistiados.

PROTOTIPO DE JÓVENES SOCIALISTAS

Seguidores del decálogo de las juventudes socialistas, (pincha si no lo conoces, que está entretenido), eran tan conocidos como temidos. For example, el punto 4º decía:

Es necesario manifestarse en todas partes, aprovechando todos los momentos, no desaprovechando ninguna ocasión. Manifestarse militarmente, para que todas nuestras actuaciones lleven por delante una atmósfera de miedo o de respeto.


Y el 8º:

La única idea que hoy debe tener grabada el joven socialista en su cerebro es que el Socialismo sólo puede imponerse por la violencia, y que aquel compañero que propugne lo contrario, que tenga todavía sueños democráticos, sea alto, sea bajo, no pasa de ser un traidor, consciente o inconscientemente.

Casi me quedaba con el que habló del diálogo de puños y pistolas, porque al menos este último se refería a este diálogo tan poco civilizado, pero como último recurso.


JUZGADOS EN CONSEJO DE GUERRA

Al producirse el alzamiento de los nacionales, Bébel y France fueron juzgados y condenados a muerte, Jaurés a cadena perpetua, aunque fue paseado en enero de 1937 aprovechando un traslado. Una de tantas salvajadas en medio de lo irracional de una guerra.

Con fecha 26 de julio de 1936, el coronel Enrique Cánovas Lacruz, encargado del despacho de la 8ª División orgánica recibe sendos atestados de la Guardia Civil de Guitiriz (Lugo) y de Umbilicus mundi por los que se ponía a su disposición, entre otros, a Bébel, France y Jaurés García García, que habían sido detenidos en Corvite, término de Guitiriz, y trasladados a Umbilicus mundi. Cánovas dio orden de proceder mediante el correspondiente sumarísimo al juzgado militar permanente de la División, actuando como juez instructor el capitán de Infantería Ignacio Olavide Torres, que no se dio punto de reposo e hizo residir las actuaciones en la secretaría de justicia del brigada de Infantería Jesualdo Rodríguez Linares. Asesoró a la autoridad militar en lo que a elevación del juicio a plenario, aprobación de la sentencia y demás, el auditor y presidente del Deportivo (1935-1941), José María Salvador y Merino, cuya madre por cierto, había sido asesinada por socialistas al no encontrar en casa a su padre. Como fiscal actuó el teniente auditor de 1ª, Hernán Martín-Barbadillo. De la defensa se encargó el teniente de Artillería Esteban López Ipiéns.

El juicio sumarísimo instruido por el capitán Olavide fue elevado a plenario, siendo visto y fallado en Consejo de guerra ordinario de plaza, que condenó por unanimidad a Bébel y France García, junto con su amigo Enrique de Miguel Moscoso, más conocido por el Cristo de Vioño o el Tuerto, a sufrir la pena de muerte por un delito de traición, tras el intento de voladura de un puente (del que sólo volaron los antepechos) y hacer frente con las armas en la mano a los alzados en las calles de la ciudad. En la madrugada del día 29 de julio el capitán Olavide se trasladó con el secretario a la prisión en donde a las tres horas notificó la sentencia a los reos en presencia del defensor, siendo puestos en capilla y fusilados dos horas más tarde en el Campo de Praderas (Adormideras).

Y si la pena de muerte es de acuerdo con la mentalidad de nuestros días una salvajada, también hay que decir que nunca más volvieron incendiarse iglesias en Umbilicus mundi o su entorno, ni se volvieron a ocupar casas rectorales o edificios religiosos para montar en ellos la Casa del Pueblo, ni se echó a los curas de sus pueblos, ni volvió a saberse lo que eran los bombazos, las coacciones, los registros domiciliarios o de personas en la vía pública, o los palizones a los de derechas por el simple hecho de serlo. Como me decía una persona de edad: los de la Lejía zurraban a los de derechas, y los de derechas al llegar la guerra ajustaron las cuentas que tenían pendientes con ellos.
Eran tan temidos y odiados, que hubo quien brindó para celebrar su fusilamiento, aunque creo que la sensación o la actitud generalizada entre los ciudadanos amenazados por los disturbios que provocaban fue la de indiferencia, cuando no de alivio.

De los cuatro hermanos sólo se salvó Pepín, que se escondió unos meses y con ayuda de otros, secuestraron un barco pesquero, obligando a la tripulación a punta de pistola a poner rumbo a Francia. Parece que los secuestradores se repartieron entre ellos comida y bebida, manteniendo a dieta a la tripulación secuestrada. Desde Francia, Pepín se pasó al bando republicano e hizo la guerra. En 1977 volvió del exilio, y ocurrió lo que no había sucedido con ningún retornado. El Ideal Gallego le hizo una entrevista y este hecho produjo tal alarma social, que las fuerzas vivas de Umbilicus mundi se movilizaron y presionaron para evitar la publicación de ese reportaje, que consideraban escandaloso. Tenían a Pepín por un asesino e incendiario rojo. Y no se publicó en su día, sino mucho años más tarde en una obra de Fernández Santander.

¿ASESINOS? ¿INCENDIARIOS?

Por lo que atañe al carácter de asesinos, además de lo dicho tanto en esta anotación como en la anterior, a lo que cada cual dará el valor que considere oportuno, Germán Álvarez de Sotomayor, en sus agotadísimos e interesantísimos (pero con -ísimos, oye) Relatos apasionados de un tiempo de guerra, da testimonio de que estando él recluido en zona republicana, Pepín trató de hacer dos sacas de presos, tanto de un hospital en el que estaba internado, como en un campo de concentración en el también que se encontró posteriormente.

Por lo que se refiere a incendiarios, no creo que nadie ponga en duda que los socialistas quemaban iglesias, pero si alguien duda que este era uno de sus objetivos, que pinche aquí. En Umbilicus mundi ardieron durante la República: la iglesia y convento de los Capuchinos, San Pedro de Visma, San Vicente de Elviña (dos veces), Santa María de Oza, San Pedro de Mezonzo, San Pedro de Nos (dos veces), San Jorge de Iñás, los Redentoristas, Jesuitas, Almeiras, etc. Hubo intentos de quema y conatos de incendios o bombazos en la capilla de San Andrés, capilla de San Roque, Santo Domingo, Santiago, Santa María del Campo, Orden Tercera, edificio de los Tomasinos (Casa de Cornide, hoy de la familia Franco) o el colegio de las Josefinas.

Blanco Rey (p. 1125 y ss.) estudia con todo detalle el acoso, encarcelamiento (en un local usado como letrina) y posterior expulsión del párroco de Santiago de Arteixo. Por cierto que el entonces gobernador, Pérez Carballo, fusilado al iniciarse la guerra, esposo de Juana Capdevielle, tuvo a bien manifestar cuando le solicitaban que hiciese cumplir la ley, imponiendo su autoridad para evitar los atropellos que se cometían con este curilla: "no me molesten más, no quiero saber nada de ese cura, que se entienda con el alcalde que es el que lo puede arreglar". Pues bien, en este contexto Blanco Rey, o el entonces alcalde de Arteixo para ser más preciso, asocia a la Casa del Pueblo umbiliqueña con unos individuos que se buscarían en ella para volar o quemar, tanto la iglesia parroquial de Arteixo como su casa rectoral.

En este mismo sentido, en una denuncia, de 28 de julio de 1937 que publica Lamela García (p. 202-203), un vecino de Culleredo refiere que el 14 de abril de 1936, dos pistoleros "al parecer eran los lejieros", exigieron al párroco de Almeiras armas, que no encontraron. La iglesia de Almeiras aparece quemada a finales de abril, y un día de los primeros de mayo se presentaron ante el denunciante unos 18 individuos exigiéndole que entregase una supuesta lista de personas que iban a arreglar la iglesia, "con estos estaban los lejieros, pistola en mano en actitud agresiva".

DOS NOTICIAS DE PRENSA

Para que tengáis otros elementos de juicio, me permito anotar dos noticias sobre los hermanos de la Lejía, que el P$O€ de hoy quiere hacer pasar por mártires de la libertad y la democracia, cuando en mi opinión lo suyo era ir a la revolución por caminos claramente violentos. Sobre los grupos paramilitares que acaudillaban y los ejercicios que desarrollaban, el 28 de marzo de 1935 se lee en El Compostelano:

Manifestó el gobernador civil que por investigaciones de la Benemérita se supo que en la mañana de ayer se habían reunido determinadas personas haciendo ejercicios de formación que entonaron cánticos subversivos y algunos de ellos vestidos con camisa roja; las fuerzas de Asalto detuvieron a cuarenta y dos individuos. Y como no estoy dispuesto a permitir mientras esté al frente de la provincia la menor siembra revolucionaria, he acordado el pase a la cárcel con imposición de multa de 250 pesetas a los vestidos de rojo y que son Bébel, France García, José Escull, Genaro Iglesias, Adolfo Miró, Francisco Santalla, Manuel López, Antonio Carballo, Antonio Vázquez, por considerarles incursos en actos contra el orden público definidos en los artículos segundo y tercero de la vigente ley de orden público; los demás no vestidos con camisas rojas serán sancionados con arreglo a los antecedentes de cada uno de ellos.


Más o menos lo mismo dice el organillo del (cien veces detestable) Portela Valladares correspondiente al 29 de marzo de 1935. Ya en la campaña electoral de febrero del 36 son detenidos en Santiago. Dice La Vanguardia:

SANTIAGO DE COMPOSTELA, 7.- La pareja de Seguridad, de servicio en el cruce de la carretera de La Coruña a Rua de San Pedro, dio el alto a un coche de turismo que le pareció sospechoso. Los guardias, al cachear a los ocupantes, ocuparon a uno de ellos llamado France García García de veinte años, natural de Ribadeo (Lugo) y domiciliado en La Coruña, una pistola sin número de fabricación, un cargador y once cápsulas en el bolsillo. Cuando eran conducidos a la comisaría, France se arrojó sobre uno de los guardias, a la vez que gritaba: "a ellos". Los demás no secundaron su actitud y fueron todos reducidos por la Guardia Civil, que tomó las medidas oportunas. En la Comisaría se repitió el registro minuciosamente, y se ocuparon dos pistolas más a los otros detenidos, José García García, de veinticuatro años, chófer, natural de Ribadeo, y domiciliado en La Coruña, y Enrique Miguel Moscoso, de veintisiete años, natural de La Coruña y domiciliado de Vioño. Según declararon habían llegado ayer a Santiago para hacer propaganda electoral y se habían entrevistado con algunas personas del frente republicano de izquierdas. Parece que los detenidos pertenecen al Partido Socialista de La Coruña.


COLOFÓN: HAY QUE TENER... FRESCURA

Hace varios años se dedicó una calle a los hermanos de la Lejía. Todo el mundo se olvidó de los desmanes en los que habían participado y recordó que habían muerto en una contienda civil, en la que ambos bandos tenían culpa y disculpa. Lo malo del caso es que ahora, con la ley de memoria histórica, se producen agravios comparativos: se retiran nombres de calles dedicadas a personajes que ni de lejos se les parecían en lo que a violencia se refiere, conservándose las dedicadas por ejemplo a los hermanos de la Lejía. Entre los declarados impurificados, depurados del callejero, está Juan Canalejo, fundador de Falange Española en Umbilicus mundi, que fue acusado por los de la media memoria de pistolero ¿y los de la Lejía qué eran?; también del terrible delito de haberse subido al balcón en donde tenía su sede un partido de izquierdas y colocar una bandera de F.E; o repartir pasquines clandestinos en los jardines de Méndez Núñez; se le acusa de reventar pistola en mano un mitin del (nefasto) Casares Quiroga en el que participaba Azaña y otros integrantes del equipo de Casas Viejas, asunto del que no han presentado una sola prueba, entre otras cosas porque el mitin fue reventado por los obreros que recordaban al famoso equipo, los sucesos. En este mitin uno de los obreros, un pobre chico de unos 20 años, fue asesinado por un esbirro de Izquierda Republicana, militante en esta organización, guardia municipal intérprete, que cumplió unos pocos meses de prisión y fue amnistiado en febrero del 36. El chico tan sólo protestaba con denuestos y puños crispados. El esbirro fue apuñalado por los obreros... y el mitin siguió.

También se acusa a Juan Canalejo de dar ricino y polvos de jalapa a un vendedor de El Socialista, olvidándose de las coacciones que hacían estos vendedores a los que repartían Arriba, de los vendedores de este medio asesinados por socialistas, etc. Pero sobre todo, se olvidan que Juan Canalejo tuvo que huir de Umbilicus mundi en marzo del 36 al saberse que se preparaba un atentado contra él ¿quiénes serían los que lo iban a asesinar? ¿Las derechas? ¿No me digas?

La Constitución prohíbe la arbitrariedad de los poderes públicos, y como resulta que de Juan Canalejo no se sabe que hubiese matado a nadie, no participó en la guerra, y además fue asesinado en Paracuellos, sería conveniente que explicasen porqué el embudo por un lado no es lo mismo que por el otro; por qué se retira el nombre de la calle o del Hospital Juan Canalejo, y se conserva la calle dedicada a los hermanos de la Lejía. Tendrían que explicarlo, a no ser que en realidad piensen, como en el fondo creo, que el asesinato de Juan Canalejo fue legítimo, como lo era la violencia de izquierdas al parecer. Hay que echarle frescura y morro ¿O no?




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