sábado, 23 de octubre de 2010

Meirás: un reparto de tierras


Meirás suena a otra cosa distinta a la que me voy a referir, suena al pazo de Meirás, que nuestros mayores, con visión de lo que podía tener de beneficioso para la zona, ofrecieron a Franco. No se equivocaron. El hecho de que el jefe del Estado veranease durante casi 40 años en Meirás hizo que se dinamizase la economía del entorno porque la gente venía de vacaciones, era un lugar de moda, etcétera, con la rentabilidad que esto conllevó y la también rentable proyección que tenía Umbilicus mundi cuando llegaba Paco el del agua, porque al parecer, llegaba y llovía.

Pero yo no me iba a referir al pazo de Meirás ni a su propietario, sino a un intento de repartir u ocupar unas tierras, que por esta vez se evitó. Os comentaba estos días que entre los excesos de las izquierdas en el medio rural gallego, era común que se cortasen los pinos (también eucaliptos); que se ocasionasen estragos en los cultivos agrícolas, o que se quemasen los frutos, los pajares, y entre estos últimos tengo documentada hasta la quema de un pajar de cebollas, que así se conocía a los montones de cebollas que se dejaban en las fincas a secar.

Tras la muerte de Emilia Pardo Bazán, se repartió su herencia, y parte de ella correspondió a su hijo Jaime, para el que la buena de Dª Emilia había conseguido el título de conde de Torre de Cela. Este, junto con su hijo llamado también Jaime, fueron asesinados por los milicianos en Madrid en agosto de 1936... Antes, el conde de Torre de Cela había vendido unas cuantas fincas rústicas en la parroquia de Meirás que al parecer abarcaban gran extensión. El nuevo propietario quiso cultivarlas por si mismo pero encontró la oposición de los colonos que se negaron a abandonar las tierras. Se entabló pleito y la Justicia falló a favor del nuevo propietario, realizándose el lanzamiento de los colonos en dos de las fincas.

Alentados por elementos extremistas de los contornos, el domingo 23 de abril de 1933, coincidiendo con el día en que se producía la votación para las elecciones municipales, los colonos okuparon las tierras con sus animales desarrollando labores de roturación en medio de cánticos y vivas. Llegó una pareja de la Guardia Civil, que volvió por donde había venido y se apresuró a llamar a la Comandancia de Umbilicus mundi de donde salió un autobús de guardias civiles al mando de un capitán y un teniente. Con la llegada de estas fuerzas, los okupas huyeron, pero al no tenerse a los campesinos de la zona por muy pacíficos, tuvo que concentrarse la Guardia Civil.

Del pacifismo de estos a los que les molaba quedarse con lo que no era suyo, puede dar idea algo, que si bien no tengo confirmado, creo relacionado con lo anterior. A los cuatro meses, en agosto de 1933, los elementos extremistas quemaron el trigo recolectado en Meirás. En fin, que no paraban de hacer amiguitos, y así se explica uno el odio y la saña con que en ocasiones fueron tratados, que no paraban de acumular amistades.

Aunque no me iba a ocupar del innombrable, una pregunta ¿En caso de que a los campesinos del entorno, los mismos que habían okupado tierras o quemado el trigo, les hubiesen expropiado sus fincas para ampliar el pazo de Meirás, imagino que no protestarían? ¿O es que estamos en lo de siempre, que el embudo por un lado no es lo mismo que por el otro?





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