viernes, 22 de julio de 2011

Balazos de la guerra en el jardín de San Carlos


Ya casi no quedan señales de aquella guerra que duró en la ciudad sólo tres días. Durante el último, 22 de julio de 1936, las zonas de lucha se encontraban en los barrios exteriores. Los defensores no podían sospechar que uno de los ataques les pudiese llegar desde la mismísima Ciudad Vieja que el Ejército señoreaba desde primera hora. Pero les llegó.

El jardín de San Carlos se encuentra sobre unas murallas que le sirven de paredes de contención, en donde estuvo la Fortaleza Vieja con su torre de la pólvora que estalló a mediados del siglo XVII ocasionando una catástrofe tanto por las muertes que originó como por los destrozos en edificios inmediatos. Desde el siglo XIX acoge el sepulcro del general inglés Sir John Moore, caído en la batalla de Elviña el 16 de enero de 1809. Allí llegaron el 22 de julio de 1936 fuerzas enemigas que quisieron atacar al Ejército por retaguardia. Según Arrarás (vol. 4º, t. XIV, p. 28) las patrullas que ocupaban la Marina ven de improviso que se las hostiliza desde el jardín de San Carlos. De acuerdo con este autor poco dura su entretenimiento porque unos oficiales avanzaron hacia ellos, los descubren y los persiguen, y cuando para salvarse se arrojan de la alta muralla, cuatro de los fugitivos quedan muertos.

La tradición oral también dice que había gente subida a los árboles del jardín de San Carlos que hostilizaba al Ejército. Para contrarrestar su acción, se emplazó una ametralladora en la torre de la cercana iglesia de Santo Domingo, desde la que se dominaba el jardín antes de construir el edificio que hoy acoge al Archivo del Reino de Galicia. Desde la torre de los Dominicos se barrió con fuego de ametralladora la arboleda. Y de esta batalla quedan aún en este espacio, al menos dos orificios de bala. En la lápida que veis arriba, situada a la izquierda del mirador de este jardín, en su parte superior izquierda se aprecian dos orificios de bala sobre el mármol. Más arriba y sobre el cemento parece haber otro. Hace como un año que los orificios fueron cegados, seguramente porque el concejal que desarrolló esta obra no conocía el origen de los mismos, que de saberlo sin duda colocaría alguna plaquita en homenaje a los bravos y valientes defensores de las libertades, la democracia y demás del repertorio al uso con el que dar las consabidas lanzadas a moro muerto.


1 comentario:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Según Hugh Thomas en su obra La Guerra Civil Española, (Ruedo Ibérico, 1967, pp. 181-182:

"La última lucha tuvo lugar en el cementerio, en el que todavía se honra la memoria de Sir John Moore, héroe de las guerras contra Napoleón".

Ese supuesto cementerio no es otro que el jardín de San Carlos, único lugar en el que se honró y se honra la memoria de Moore.

Si la última lucha tuvo lugar en el jardín de San Carlos o no, es algo que habrá que confirmar con otras fuentes, porque Thomas, en la página escasa que le dedica a la ciudad, empleando fuentes propagándisticas de uno u otro signo u orales, sin que parezca tener criterio para criticarlas alude a una "reunión amistosa" celebrada entre la UGT y la CNT en la plaza de toros. Tal vez sea defecto de traducción porque lo que hubo fue una asamblea; el mismo defecto parece existir cuando menciona a los mineros de Lousame e incluye esta localidad en "Nova Corunna", y lo suyo sería "Noya, Coruña". Llama al gobernador fusilado Joaquín Pérez Carballo, cuando su nombre era Francisco Pérez Carballo. Dice que otros asesinados fueron "Fermín Suárez" y como este es desconocido tal vez haya que suponer que se refiere al alcalde Alfredo Suárez Ferrín; alude al "escribano" municipal, "Martín Martínez", en realidad el secretario del ayuntamiento, Joaquín Martín Martínez.

Esto por no incluir imprecisiones como manifestar que Salcedo Molinuevo era "capitán general", cuando esta figura no existía y sí la de general jefe de la 8ª División Orgánica; o llamar a Caridad Pita "gobernador militar", cargo asimismo inexistente, toda vez era jefe de la media brigada.