jueves, 21 de julio de 2011

Caso Centelles: Salamanca territorio hostil


¡Cómo se le va la pinza a la gente! No digo que a mí no se me vaya, pero seguramente tampoco me entero en el momento. A veces tiene uno ocasión de leer chorradas sublimes. Estaba consultando hace poco un forito de archivos, cuando uno de los participantes empleando un tono entre solemne y dramático, comunicaba a los demás que el archivo de Centelles se había trasladado a territorio hostil. No os oculto que solté una pequeña carcajada.

Hace tiempo leía también por la red las quejas de quien se veía privado de la Causa General en el AHN, que a ver quien se desplazaba de Madrid a Salamanca. Y los demás que no vivían en Madrid, ¿qué hacían hasta hace no mucho tiempo para consultarla sino desplazarse a Madrid?

Seguramente coincido con ambos en el fondo pero no en las formas. Los fondos deben estar en donde se produce la primera acumulación de los mismos: el de Centelles en Cataluña; la Causa General, en Madrid. Pero vino el Centro Documental de la Memoria Histórica a trastocarlo todo, proyecto artificioso donde los haya con el que se persiguieron dos objetivos:

1.- Compensar con "camiones y camiones" (Carmen Calvo dixit, ni Pixie ni Dixie) lo que en mi opinión se devolvió con acierto a Cataluña, que es en donde mejor se van a entender los fondos que tuvieron su primera acumulación en esa comunidad; paliar con ello el desgaste del socialismo y políticos como Jesús Caldera que habían dicho de forma reiterada que de Salamanca no saldría un papel.

2.- Crear un centro documental con el que elaborar la historia de la guerra civil y el franquismo a la medida de quien le interesa y subvenciona por intereses puramente electoreros del PSOE. Al igual que el Archivo General de Indias se creó para contrarrestar las críticas extranjeras sobre la colonización española, el centro salmantino tiene en mi opinión por objetivo modelar la historia de España al gusto del socialismo. Con esto, a su vez, se persiguen otros objetivos. A falta de auténtica política izquierdista con la que se logre que los ricos sean menos ricos para los pobres sean menos pobres --para mí la única política izquierdista que cuenta-- se generan campañas de imagen izquierdista como es el anticlericalismo, el filorepublicanismo, o la memoria histórica, que en lugar de enterrar a los muertos que pueda haber en fosas comunes, se dedican a tomar el pelo a la gente a ver si cuela, afirmándose como supuestos izquierdistas en lo accesorio cuando ya no lo son en lo substancial. Pura imagen para diferenciarse de la derecha cuando en política económica no se diferencian.

Lo malo está en que con el nivel educativo que tienen ahora nuestros chicos de veintitantos años, me temo que la manipulación en ocasiones cuela. Quiero pensar que no siempre. Hace poco me encontraba en una reunión, que lamentablemente resultó mitinera. Como mostré mi oposición a la memoria histórica, aporté datos, incluso que el conferenciante no decía la verdad a sabiendas, me interpeló un chico preguntándome como era posible que diese mi opinión sobre hechos que no había vivido. Me limité a responderle que leía, por no decirle que el pobre muchacho se había cargado de un plumazo la arqueología, la historia medieval, la moderna, épocas de las que no queda nadie vivo y de las que se opina sin que tampoco a nadie se le hagan semejantes preguntas. En fin, algo habría que hacer para que la gente desarrolle el espíritu crítico, no se crea todo lo que sale en la tele y consulte varios medios para tener opinión propia.

Sería conveniente centrarse y dejar de atacar a la Sinde en cosas de archivos, que tengo la sensación de que en estos asuntos la chica no pincha ni corta; no pone otra cosa que la imagen y quienes están detrás son Rogelio Blanco y la subsecretaria de Cultura. Recuerdo aún un vídeo en el que comparecía esta ministra y tenía junto a ella a Blanco, personaje mucho más oscuro, astuto y taimado, tal vez con ocasión de una reunión del patronato de Simancas. Rogelio Blanco parecía un ventrílocuo, y con su habitual gesto compungido, con su figura que a mí siempre me recuerda al prototipo de empleado de funeraria de película del oeste, serio y grave como si temiese que la muchacha metiese la pata, la miraba por el rabillo del ojo y movía los labios como adelantándose a las declaraciones que la ministra tenía que realizar y sin duda se había aprendido de memoria. Ángeles González Sinde está en Cultura por otros asuntos, pero no por tener idea de lo que es un archivo, o esa sensación tengo. Detrás están Blanco y sus chicos que lo asesoran para que se adquieran para Salamanca los fondos precisos con los que enaltecer a los perdedores de la guerra y poner a los pies de los caballos a los ganadores.

Quiero decir con todo lo anterior que Salamanca no es un lugar tan alejado para quien resida en Madrid; mucho menos me parece un territorio hostil, que por lo que se sabe nadie que vaya allí desde cualquier otra parte de España lo hace con armas y bagajes en previsión de que los salmantinos vayan a hostilizarlo.

Algo tendrá que hacer el PP con el Centro Documental de la Memoria Histórica para que no sea un centro de la memoria socialista, pero como los veo como demasiado temerosos a que los lectores de Público aúllen o se les retuerzan como culebras, tampoco tengo demasiadas esperanzas. Otra cosa sería que se pusiese en Cultura a alguien con el valor e ideas claras --con las que se puede discrepar-- que tiene Esperanza Aguirre, que dice lo que piensa, lo defiende, y tan mal no le debe ir sin ponerse de perfil cuando los madrileños la eligen cada vez con mayor número de votos.



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