miércoles, 5 de octubre de 2011

Asalto a la Catedral de Santiago


En realidad se trató de un asalto frustrado por la valentía y decisión de una sola persona, a la sazón, canónigo del cabildo compostelano.

Los incidentes más destacados que refieren los autores que consulté el 20 de julio de 1936 se relacionan con un intento de entrada al Palacio Arzobispal, sobre cuyas puertas y ventanas hicieron los revolucionarios algunos disparos. También colocaron una bomba en su puerta, aunque no llegó a estallar.

Hace tiempo estaba en compañía de unos amigos y tres de ellos --entre los sesenta y tantos y los ochenta y bastantes años-- recordaban a un viejo profesor. Era D. Antonio Rodríguez Villasante, canónigo doctoral de la catedral de Santiago, profesor de Derecho Canónico en el Seminario, o de Religión en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Santiago. Entre anécdotas sobre su integridad, sobre su inteligencia despierta y su sorna, o sobre lo exigente que era como profesor, relataron un hecho que los tres conocían. Ninguno lo había presenciado pero era del dominio público cuando ellos residían en Santiago de Compostela. Al comenzar el Alzamiento, un grupo de obreros intentaron asaltar la Catedral entrando por las puertas de la Azabachería que veis en la imagen. Estaba D. Antonio en el coro lígneo situado aún entonces en la nave central del templo, cuando salió resueltamente de su asiento al percatarse del barullo, y poniendo una mano en una de esas barandillas que separan la nave central de la del crucero, dio un salto y sacó de su sotana un revólver. Con él encañonó a los asaltantes y los hizo retroceder y que abandonaran el templo. Y todo ello sin disparar un tiro. Lo cual daba pie a estos amigos a ponderar el valor que había tenido alguien tan pacífico y culto como el canónigo Rodríguez Villasante cuya biblioteca se encuentra al parecer en el monasterio de Sobrado dos Monxes.




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