viernes, 8 de junio de 2012

De anarquistas, atracos y amigos de Zamacola

Ese templo que veis era la antigua iglesia parroquial de San Pedro de Mezonzo cuando se encontraba en la calle de la Falperra. Precisamente en el número 61 de esa calle se encontraba la tienda de Gaudencio Prieto Rodríguez, natural de Villafrades de Campos, en Valladolid, de 34 años. Serían como las nueve de la noche del 1 de diciembre de 1934 cuando estaban en la tienda Gaudencio, su esposa Sofía y varias clientas. Llamó alguien a la puerta y al preguntar quién, respondieron servidor, nosotros. Confiados en que era gente conocida, el dueño ordenó al dependiente Diodoro Rodríguez Pastor, de 16 años que abriese la puerta. Lo hizo y entraron tres sujetos pistola en mano que se cubrían la cara con gafas oscuras y antifaces. Los atracadores exigieron que se les abriese la caja haciéndose con unas 250 pesetas tras lo cual abandonaron el ultramarinos.

Gaudencio puso los hechos en conocimiento de la Policía. Al haberse declarado el estado de guerra con motivo de la revolución de octubre del 34 y tratarse de un hecho en el que se habían empleado armas,  desde Comisaría se dio parte a la Auditoría de Guerra de la 8ª División Orgánica. Se encargo del despacho el auditor accidental --también presidente del Deportivo de La Coruña-- José María Salvador y Merino, que ordenó al juez militar eventual del Juzgado Militar Permanente, capitán de Artillería, Esteban López Ipiéns, instruir la correspondiente causa.

La Policía, es de suponer que fruto de alguna confidencia, se desplaza al día siguiente a las inmediaciones de la estación de San Cristóbal, a una caseta o chabola en la que vivía con su familia Julio Vázquez Rodríguez, de 28 años, marinero originario de Bouzas, en Vigo, que había sido condenado con anterioridad por tenencia de explosivos y robo. Según la Policía era propenso a solucionar los conflictos de forma violenta, simpatizando con los sindicatos anarquistas y acompañándose de individuos de igual ideología. En su vivienda le encuentran unos cuantos documentos que dicen de su implicación con el anarquismo, como un carné del Sindicato de la Industria Pesquera, cartas, o dieciocho recibos del Sindicato de Peones Pro Casa Sindical. También se le encuentra una pistola con dos cargadores que alojaban seis balas cada uno. En Comisaría confiesa --al parecer tras haber visto a su esposa-- y los nombres que da llevan a la detención de José Mulet Solé, catalán de 21 años, hilador, que estaba conceptuado policialmente como atracador por haber cometido uno en Sabadell del que resultó condenado y con heridas una persona; se detuvo asimismo a Juan Selas Cid, de 25 años, cantero, y a Antonio Piñeiro González, de 17 años, conceptuado este como un raterillo. Cuando el juez militar llama a declarar a Piñeiro, repite lo que había manifestado a la Policía: que había visto a José Mulet y Juan Selas por el Muro en compañía de Fernando Zamacola Abrisqueta, al que la Policía tenía conceptuado como atracador.

Tras la lectura de la causa, tengo la convicción moral de que Julio Vázquez fue uno de los que atracaron el ultramarinos, siendo posible que Juan Selas y José Mulet lo ayudasen. No obstante lo anterior, las garantías procesales existían y no se pudo demostrar la intervención de ninguno de los tres en el hecho. Al primero, y en virtud de la tenencia ilícita de armas, el juez militar lo consideró reo del delito de rebelión militar. Como quiera que el estado de guerra se levanta por estos pagos el 23 de enero de 1935, el auditor de la División se inhibió del conocimiento de la causa en favor de la Audiencia Provincial, que condenó al procesado a dos años de prisión. Los cumplió en su totalidad pese a haber solicitado el fiscal en febrero del 36 que se le aplicase la amnistía, cosa a lo que no se avino la Audiencia ni el Tribunal Supremo.

Mis notas.

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Por esas fechas también se atracó a los que se conocía como los molineros de Monelos. Sobre las seis de la tarde del 31 de octubre de 1934 se presentaron tres sujetos pistola en mano en el almacén de cereales de Ramón Martínez Reboredo, encontrando a su hijo Ramón Martínez Rumbo y un empleado. Se hicieron con algo más de cuatro mil pesetas. También conoció de este atraco la Auditoría de Guerra de la 8ª División, que igualmente se inhibió en favor de la jurisdicción ordinaria. Esta sobreseyó al no haberse averiguado quienes fueron los autores, con el consiguiente expurgo posterior del sumario. Quiero recordar que antes de comenzar la guerra y en otro atraco a mano armada se asesinó a un miembro de esta familia en el mismo local, tal vez el padre; y también que al comenzar el conflicto, los revolucionarios les robaron un coche. Ya lo veremos, o eso intentaré. Más notas


A falta de sumario, dejo la noticia que publica La Voz de Galicia el 1 de noviembre de 1934:

EL SUCESO DE AYER


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DE UN ESCRITORIO SE LLEVAN CINCO MIL PESETAS

Ayer, a las siete y media de la tarde, en el almacén de cereales de D. Ramón Martínez Reboredo, Monelos 41, se cometió un robo del que tenemos que dar noticia escueta.

Cuando se hallaban trabajando en el escritorio de dichos almacenes un hijo del citado comerciante, don Ramón Martínez Rumbo y el contable de la casa don Eugenio Domínguez, penetraron en el local tres sujetos que previamente cerraron la puerta de la calle.

Después, por los medios persuasivos que puede suponerse, se apoderaron de dos saquetes conteniendo cada uno quinientas pesetas en monedas de dos y una pesetas y otro conteniendo mil pesetas en piezas de duro. Se llevaron, además de una cartera, diversos billetes, ascendiendo todo ello a unas cinco mil pesetas.

Cometido el robo, los autores cerraron con llave la puerta de entrada y se alejaron.

Los señores Reboredo participaron lo acaecido a la Guardia civil y a la Comisaría de Policía, dando las señas de los agresores.

Se practican activas diligencias para dar con ellos.

También actúa la autoridad judicial.



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