martes, 25 de diciembre de 2012

Echar al cura de Culleredo

De acuerdo con el tantas veces citado Resumen de los desmanes y atropellos... el 22 de mayo de 1936, "al párroco de San Esteban de Culleredo intentan hacerle salir de la casa rectoral". Pese a que lo intenté, no me fue posible encontrar más información procedente de fuentes documentales, así que para aproximarnos a lo ocurrido seguiré la tradición oral.

Tuve la fortuna de entrevistarme con un abuelo amabilísimo, que pasa de los 90 años y me contó lo siguiente. En aquel tiempo no se usaba el coche, los autobuses o las bicis como ahora, así que los obreros del lugar de Tarrío, en donde se enclava la iglesia y casa rectoral de San Esteban de Culleredo, venían a La Coruña andando. Un día, que debió ser el 22 de mayo bajaban los obreros de Tarrío a La Coruña y cuando estaban llegando a Vilaboa, parroquia de Santa María de Rutis, sin salir del término municipal de Culleredo, en el lugar del Bosque se encontraron con unos obreros de Vilaboa que subían, según les dijeron, a echar al cura de San Esteban de Culleredo. Los de Tarrío les pararon los pies, que no se les ocurriese tal cosa. Adujeron que su cura por el momento no se había metido con ellos ni les había hecho ningún daño; que era un vecino más, y que los de Vilaboa no tenían que ir para nada a Tarrío; que se fuesen por donde habían venido, que si tenían que echar a su cura ya lo echarían ellos sin necesidad de que viniese gente de fuera a expulsarlo. Los de Vilaboa dieron media vuelta y los obreros de Tarrío siguieron camino hacia La Coruña.

La noticia corrió como la pólvora en la parroquia de San Esteban de Culleredo, que contaba con una taberna en el tantas veces mencionado lugar de Tarrío, local que según era habitual hacía las veces de taberna, tienda y casino en el que se reunían los vecinos. A esta taberna, la de Fafián, llegaron los obreros que habían parado los pies a los de Vilaboa, y se encontraron por allí al cura jugando la partida o tomando unos vinos. Al parecer se produjo una escena muy emotiva: el cura, que conocían por D. Celestino, no sabía cómo agradecer a sus vecinos obreros que hubiesen salido en su defensa para que no lo echasen de su casa, los invitó a unas rondas y no paraba de agradecerles el gesto.

Cuenta mi informante que a él una de las cosas que más le sorprendía en D. Celestino era que cuando tenía que salir de la parroquia, para ir a La Coruña por ejemplo, le llamaba mucho la atención que emprendiese camino vestido de seglar y cubierto con sombrero. Ya veremos cuando vuelva sobre el párroco de Santa María de Vigo (Cambre), que no era el único sacerdote que se vestía de paisano, se supone que para evitar agresiones. Si recordáis las impresiones de Juan Santos Ageitos, párroco de San Julián de Almeiras, comentaba que la presencia de los sacerdotes era tomada por parte de los obreros maleados por el marxismo o el comunismo libertario, como una provocación y hacía que prorrumpiesen en groseros insultos, impropios de gente civilizada y aún de gente salvaje. En algún sitio leí algo así como una circular, no recuerdo si procedente de Roma o del Arzobispado de Santiago, autorizando a los sacerdotes para que usasen ropa seglar, dispensándolos de vestir sotana, supongo que para evitar los insultos y las agresiones a las que alude Santos Ageitos.



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