domingo, 20 de marzo de 2011

Historia de una bala


De lo que os cuento hoy, como lo que os suelo contar, los señores de la media memoria, ni mu, oye, no vaya a ser que sus hagiografiados no sean tan santos como venden en televisión. La Voz de Galicia publica hoy un reportaje dedicado al Archivo del Reino de Galicia. Lo ilustran con varias imágenes de Kopa, entre otras, una de esta bala correspondiente a "un juicio de 1934". Como estoy seguro de poder identificar esta bala, os cuento un poco por encima su origen. En cualquier caso, os dejo mis notas sobre el proceso al que corre unido este proyectil.

El 21 de agosto de 1933 se declaró una huelga del ramo de la construcción, primero por 72 horas, posteriormente indefinida, y que se prolongó por espacio de unos siete meses. La huelga devino a partir de diciembre del 33, en lo que de forma guay, bucólico-pastoril, se suele denominar por los de la media memoria, huelga revolucionaria; y que el bueno de Julio Rodríguez Blanco, al que aquellos obreros anarkas que dominaban en la población le metieron entre pecho y espalda el proyectil que ilustra esta anotación, denomina con toda propiedad, huelga terrorista.

No le faltaba razón. A mediados de enero ya le habían puesto unas bombas en el garaje donde guardaba un coche y un camión, ocasionándole daños por valor de unas 29.000 pesetas de la época. Para variar, no se pudo detener ni menos condenar a los autores del atentado.

El 2 de febrero de 1934 salía del cine el mencionado patrono de la Construcción, Julio Rodríguez Blanco, con escolta de tres policías de paisano cuando fue tiroteado en pleno cruce de la calle de los Olmos con Galera y General Mola (antes Perete). La Policía persiguió a uno de los miembros del comando logrando darle alcance. Resultó ser Santiago Galeote, oriundo de Getafe, en donde ya había sido condenado por hurto de gallinas... Cuando yo os digo que esta izquierda, hoy mitificada, no era gente decente sino mera chusma, es por cosas como esta. El comando estaba formado por otras personas para las que no fue posible declarar como probada su adscripción al grupo. En cualquier caso, yo en las causas, entiendo que lo sucedido es en líneas generales lo que dice la Policía, que con los medios de investigación con que contaban, era tan posible que la Policía conociese perfectamente quienes participaban en los hechos a través de sus confidentes, como difícil aportar pruebas que permitiesen a un tribunal declarar esos mismos hechos como probados. Los abogados defensores tendían a buscar "pruebas" que introdujesen la duda sobre la forma en la que se desarrollaron los hechos, y ya se sabe que in dubio, pro reo. Los acusados o procesados, presos sociales, no tenían mayores problemas para encontrar testigos que declarasen haberlos visto, el mismo día y a la misma hora de los hechos: en otro cine, con la novia, en un bar, etc.

Por otra parte, la tortura se nos puede antojar inaceptable con la mentalidad de nuestros días, pero yo no pongo en duda que resultaba eficacísima para obtener un relato fiel de lo sucedido, aunque no se pudiese probar ante un tribunal. Y aquella policía, estoy convencido de que tenía la mano algo larga a la hora de dar bofetadas, con la complicidad tácita de los restantes poderes públicos. De la Guardia Civil se decía, y me refiero al período republicano, que para obtener confesiones, amenazaban a los detenidos con meterlos en el pilón, o con atarlos a la cola de los caballos y darles una vuelta por el patio. De todos modos, tengo la sensación de que el modo habitual de obtener confesiones, cuando se empleaba la tortura (que ni mucho menos era siempre), se reducía a darle unas bofetadas más o menos contundentes al detenido.

Si aceptamos la versión de la Policía sobre este atentado, en él intervinieron además de Santiago Galeote Pereira, de 25 años; Arturo Meirás Martínez, de 21 años, que ya contaba con antecedentes, era boxeador..., no se pudo condenar, y al comenzar la guerra fue fusilado sin formación de causa; Luis López Rodríguez @ Regueira, de 33 años, que tampoco se pudo condenar; Juan Arévalo Castro, de 29, ídem; Fernando Pombo Segade, de 17 años, ídem de ídem, también paseado al comenzar la guerra. Todos anarquistas...

Al final del proceso, el 20 de enero de 1936, la Sección 2ª de la Audiencia Provincial dicta sentencia condenando a Santiago Galeote Pereira a seis años y un día de prisión mayor, accesorias, costas, etcétera, así como a abonar una indemnización de 500 pesetas al perjudicado que ya había fallecido por esas fechas, también de un disparo. Si Galeote llevaba en prisión desde febrero del 34, tendría que salir de la misma en febrero de 1940. Pues no. Llega el (funesto) Frente Popular al poder tras las elecciones de febrero de 1936, y el 22 de este mes, la misma Sección 2ª declara amnistiada su pena, salió a la calle y debió esconderse bien porque no lo fusilaron durante la guerra ¿Pero es que alguien puede entender como normal, que quien disparó esta bala contra otro ciudadano, siendo condenado a seis años de prisión, se fuese de rositas con sólo dos años? ¿Cómo no iba a fracasar aquella república si se alentaba la delincuencia político-social? Ya los pondrían en la calle cuando ganasen los suyos. Los acosados se cansaron de pagar siempre ellos los platos rotos, y pasó lo que pasó.

Por último ¿se conocen en Umbilicus mundi y durante la II República, intentos de asesinato o asesinato de sindicalistas, incluso de dirigentes sindicales o de políticos de izquierda realizados por Falange, las derechas, o por la misma patronal de la construcción? Autorrespuesta: no.

AMPLIACIÓN (11/12/2012)

Como uno de los descendientes de Julio Rodríguez Blanco está interesado en obtener mayor información sobre su asesinato ocurrido el 14 de septiembre de 1934, copio lo que publica La Voz de Galicia correspondiente al día 15:

EL DRAMÁTICO SUCESO DE AYER

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Es muerto de tres balazos el maestro constructor D. Julio Rodríguez

La aprobación de las bases que ayer publicábamos dando resolución al pleito que estaba planteado en el gremio de la construcción y que mantenía en huelga a los obreros que trabajaban en las obras de los constructores don Julio Rodríguez Blanco y don José Medina, tuvo ayer un triste y dramático colofón.

Por causas que no hemos indagado, el presidente del gremio patronal de la construcción señor Rodríguez Blanco, dejó que el vicepresidente del gremio señor Medina, fuera quien asistiese a las deliberaciones que vinieron efectuándose, y que culminaron con la aprobación de las indicadas bases, que merecieron la sanción favorable de los sindicatos obreros y plácemes de cuantos ayer hubieron de leerlas y meditarlas.

Faltaba, sin embargo, darles un último trámite, y para ello debía reunirse, a las dos de la tarde, el gremio patronal.

Así las cosas, en las primeras horas de la mañana, al leer el señor Rodríguez Blanco las bases en los periódicos, llamó por teléfono a las oficinas que don José Medina tiene establecidas en la planta baja de la casa que construye en la calle del Arzobispo Lago González, a espaldas del Palacio de Justicia y esquina a la calle de Ferrol.

Discutieron por teléfono ambos patronos, y parece, según una versión que llega a nosotros, que el señor Rodríguez recordó al señor Medina su condición de presidente del gremio. Subió de tono la conversación y lo mismo el uno que el otro de los polemistas la interrumpieron, cortando el diálogo y colgando los auditivos.

El señor Medina salió entonces de su despacho y sin perder momento quiso acudir al Gobierno civil para dar cuenta al señor Novoa González de lo que ocurría.

Cuando llegaba a los jardines que existen ante el Palacio de Justicia recordó que tenía que dar algunas órdenes y retrocedió.

Conversaba con los capataces y encargados de tajo en su despacho, cuando dieron unos golpes a la puerta.

Abre ésta hacia afuera y el señor Medina, que era quien, de pie, en la habitación, estaba más cerca, la empujó, encontrándose con el señor Rodríguez Blanco, que, descompuesto, le increpaba. Se cambiaron frases agrias y rápidas. Y el señor Rodríguez Blanco, amenazó con la pistola al señor Medina. Ambos forcejearon y el señor Medina se tiró al suelo para evitar que le alcanzase un disparo.

La escena fue rapidísima.

El capataz don Francisco Zurimendi que estaba inmediato, acudió a contener a don Julio Rodríguez.

--¡Arroje usted eso! ¡Arroje usted eso! --dijo Zurimendi al señor Rodríguez.

El increpado no contestó y, nervioso, encañonó al señor Zurimendi.

Este, casi sin darse cuenta de lo que hacía, y ante la inminencia del peligro, disparó su pistola tres veces contra el señor Rodríguez Blanco, a quemarropa.

Las tres balas causaron otras tantas heridas.

Cayó al suelo el herido, que se incorporó rápidamente, y, ayudado por un transeúnte, pudo llegar hasta la Clínica del doctor Araújo, que se halla próxima al lugar del suceso.

El señor Araújo, después de prestarle los primeros auxilios, y, comprendiendo la gravedad en que el herido se encontraba, le condujo en el automóvil del mismo señor Rodríguez, hasta el Sanatorio del Pilar, donde los notables cirujanos don José Barbeito y don Amadeo Rey Grimaldos hubieron de someterle a una urgente y delicada operación quirúrgica para extraerle las balas. Les ayudó en su tarea el practicante señor Vázquez.

Uno de los proyectiles había fracturado la décima costilla, atravesando el pulmón derecho. Otro le había perforado el hígado, y el tercero, había atravesado el muslo derecho, presentado orificios de entrada y salida.

De momento, no se le extrajo la bala que había interesado el hígado, por hallarse alojada en la región lumbar.

En el lugar de la ocurrencia fueron hallados los casquillos de los tres proyectiles 6'35, pertenecientes a la pistola utilizada por el señor Zurimendi.

El Juzgado de guardia del distrito del Instituto se personó a practicar una visita ocular en el lugar de los hechos, y luego se constituyó en el Sanatorio, para tomar declaración al herido.

Los señores Medina y Zurimendi fueron detenidos y llevados a la Comisaría de Policía, donde fueron interrogados, y de allí pasaron a presencia del juez, que decretó el ingreso del señor Zurimendi en la cárcel.

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Según nuestras noticias, pues el Juzgado guarda grande y natural reserva, el herido no negó que hubiese empuñado su pistola, amenazando al señor Medina, ante la forma en que fué recibido.

Lo que parece comprobado es que no disparó el arma.

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A las cuatro de la tarde, dejaba de existir el señor Rodríguez.

Antes, y a su petición, había recibido los auxilios espirituales.

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La Asociación Patronal enlutó ayer sus balcones y colocó una mesa con pliegos en el vestíbulo de su domicilio.

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Ayer tarde, llegaron de Vigo la viuda e hijos del finado.

El cadáver será trasladado hoy a aquella ciudad.

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Era el finado maestro, contratista de obras municipales y tenía en ejecución, como tal, el mercado de San Agustín, la casilla-biblioteca de los jardines, la apertura de Calles en el Corralón de la Palloza, además de otros que ya estaban recibidas.

Tenía también contratadas con el Estado las obras de adoquinado del muelle de la Palloza en La Coruña y de un cuartel en Ferrol.

Construía asimismo el edificio de la Unión Tabacalera, en la Avenida de Fernández Latorre.

Había construido también varias casas de una nueva barriada coruñesa y tenía en otros puntos de Galicia diversas contratas.

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El señor Rodríguez Blanco era un hombre activo, laborioso, emprendedor; de afabilidad en su trato, dotado de cierto indudable don de gentes.

En La Coruña había conquistado un puesto de significación como contratista de obras y en su actuación en conflictos sociales tuvo intervención señalada, habiéndosele conferido últimamente el cargo de presidente del gremio patronal a que pertenecía.

A La Coruña llegó procedente de Vigo, y no tardó en ocupar primer lugar en las contratas públicas, pues acudía con valentía a todas las licitaciones de algún empeño.

El cadáver del señor Rodríguez Blanco recibirá sepultura en Vigo, adonde será conducido hoy a la una y media de la tarde, despidiéndose el duelo en el Sanatorio del Pilar.

Reciban nuestro pésame la viuda doña Dominga Costas Otero, hijos, hermano don Marcelino y demás deudos, así como a la Asociación a que pertenecía.



5 comentarios:

Gerardo Rodriguez Lopez dijo...

Soy nieto de Julio Rodriguez Blanco, te estoy agradecido por haber rescatado su historia para conocimiento de toda nuestra familia y me gustaría poder saber como puedo llegar al proceso de su segundo atentado que fue el que le costó la vida el 14 de septiembre de 1934 en La Coruña; te estaría enormemente agradecido

Un abrazo

Gerardo Rodriguez

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Gracias a ti. No te creas que no busqué ese proceso, pero no lo encontré. Se me ocurre que al ser declarado el estado de guerra en octubre del 34, del asesinato de tu abuelo conociese la Auditoría de Guerra de la 8ª División Orgánica. Es decir, que al producirse el asesinato incoase el sumario correspondiente un juzgado ordinario, que al mes, al haberse declarado el estado de guerra, se pudo inhibir en favor de la jurisdicción de guerra, aunque tendría que haber una causa en el ARG conteniendo el parte de incoación del sumario y dos papeles más con la comunicación del juez al presidente de la Audiencia indicando que se había inhibido en favor de la jurisdicción de Guerra, y no localicé esa causa o me pasó desapercibida.

Si esto fuese así, que ojalá no lo sea, la causa sería militar y tendría que estar entre las que envió el Tribunal Militar Territorial IV al Archivo Intermedio Militar de Ferrol, pero creo que allí conservan muy poquitas causas procedentes de La Coruña, anteriores al comienzo de la guerra. Yo creo que se perdieron en un incendio que afectó al cuartel de Artillería de Zalaeta en la noche del 17 al 18 de septiembre de 1960, pero es una opinión personal basada en algunos indicios.

Déjame unos días, porque se me está ocurriendo un "nicho" de papeles, que conozco parcialmente, lo miro en cuanto pueda, si aparece la causa tomo unas notas como de esta y la sacamos a la luz.

Otro abrazo.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Lamentablemente, el "nicho" al que aludía no resultó fructífero. Aunque sigo creyendo que la causa pudo pasarme desapercibida. Puedes hacer una consulta para que te la busquen en este correo arq.reino.galicia(arroba)xunta.es

Pero yo me pondría en contacto con el Tribunal Militar Territorial IV aunque no creo que se conserve. Si la causa fue militar, de ella tuvo que deducirse un testimonio que se enviaba a la Sala VI del Tribunal Supremo, a cuyo archivo puedes dirigirte para obtener copia de ese testimonio.

Abrazo y a tu disposición.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Julio, vi tu mensaje, y no le doy paso porque incluyes un número de teléfono y por tu seguridad, que la red está llena de gente muy pirada o de delincuentes, no le doy paso al comentario. Muy agradecido por la invitación que me haces y sigo quedando a tu disposición.

Hoy no que ya es tarde y tengo que hacer una entrada, pero déjame unos días y te copio lo que publica La Voz de Galicia, si es que no tienes la noticia, sobre cómo ocurrió la muerte de tu abuelo.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Gerardo, y no Julio, perdona, acabo de copiar, ampliando la anotación, lo que publicó La Voz de Galicia al día siguiente de ocurrir el óbito. Si me entero de algo más, lo iré añadiendo a esta entrada. Abrazo.