lunes, 4 de julio de 2011

De abortos y hallazgo de fetos


Uno de los tópicos que habréis leído y se repiten, entiendo que de forma acrítica, viene a decir que durante el Franquismo las mujeres que querían abortar tenían que ir a Londres, y este viaje sólo lo podían hacer las pertenecientes a familias de posición acomodada. Bueno, un cuento sobre el malvado Franquismo, que ya se sabe que aguanta de todo. Durante el Franquismo, durante la II República y antes se practicaban abortos clandestinos en cualquier sitio. Podían efectuarlos mujeres que se dedicaban de forma clandestina a estos menesteres, se supone que en general sin resultados desfavorables por la cuenta que les traía. Al parecer introducían en la vagina de la chica perejil, ruda u otras hierbas que provocando contracciones servían como abortivas. Era mejor que lo efectuase algún médico, un practicante o una comadrona que desarrollaban esta operación con otras garantías sanitarias. En estos casos y por la tradición oral que pude recoger, se empleaba una solución salina que introducida hasta la bolsa mediante una cánula producía la maduración del embrión o feto, haciéndolo inviable. A las pocas horas la mujer lo debía expulsar.

El peor caso se presentaba cuando el aborto se hacía en una fase ya muy avanzada del embarazo y sobre todo cuando lo hacía la propia embarazada o personas sin experiencia de la propia familia. Conozco un caso en el que las hermanas de una mujer que iba a casarse, ante el deshonor que podría suponer que la chica llegase al altar con bombo, le practicaron un aborto. Sea porque la chica no expulsó toda la placenta y membrana con la subsiguiente infección; o porque las hierbas empleadas ocasionaron también una infección en la herida que de forma inevitable se genera en el lugar que ocupaba la placenta, el caso es que falleció en torno a 1945. Las hermanas de la difunta no fueron procesadas. Sospecho que se hacía una interpretación sui generis de principio de mínima intervención del derecho penal. Hoy en día no entendemos muy bien lo que es el honor, pero en aquellas fechas era algo muy importante. Imagino que tanto el médico que intervino como el juzgado debieron interpretar algo así como que aquellas señoras, que conocí, sólo querían proteger el honor familiar, y por una suerte de compresión congruente con la mentalidad de la época, no se les achacó responsabilidad penal alguna.

Os dejo mis notas, que constituyen sólo una cata no exhaustiva en los años 1935 y 1936. Sorprende la aparición de fetos en cualquier calle, en una tienda de telas, en las aguas del puerto, en unas huertas, en la orilla del mar después de haber sido conservado en alcohol; en el cementerio dentro de un contenedor usado para tirar flores ya secas, o tapado con poca tierra; y como no, está presente el caso lamentable de una chica que se había introducido por la vagina una pastilla del famoso sublimado corrosivo, que tanto servía para tratar enfermedades de transmisión sexual, para suicidarse, como en este caso para abortar con resultado de muerte para la embarazada.

Entiendo que los fetos hallados en plena vía pública o en una tienda se corresponden con abortos naturales de mujeres a las que les sorprendía esta contrariedad y por vergüenza, o debido a un carácter áspero por no darle importancia al hecho, no se tomaban ni la molestia de recoger el feto que se quedaba en donde lo abortaban. Un poco o un mucho brutas sí que eran ¿o no? En otros casos, como los hallazgos en un contenedor de flores del cementerio, enterrados en dicho lugar, o localizados en las aguas del puerto, yo diría que se trata de abortos provocados en donde se quiso dar un destino más o menos piadoso en el caso del enterramiento, o propio de conductas primarias en los demás. En el caso del feto que se encontró a la orilla del mar, después de haber sido conservado mucho tiempo en alcohol tal vez haya que relacionarlo con algún trabajo científico poco ortodoxo o fuera de la ley.

Por suerte, hoy una mujer que precise abortar no debe pasar por los peligros para su salud a que estaba sometida durante la II República o durante el Franquismo y difícilmente una chica de nuestros días sería tan bruta --o eso quiero creer-- como para dejarse introducir hierbas por su vagina o en caso de un aborto espontáneo, como para abandonar el aborto en plena vía pública por miedo al que dirán o por no darle importancia a abandonar un feto en cualquier sitio. Cosas de aquella sociedad hipocritilla, en donde no sólo los varones eran brutos, las señoras participaban también de conductas que hoy se nos antojan primarias, rudas o poco civilizadas.




1 comentario:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Hablando de llegar al altar con bombo recuerdo una anécdota que me contaron del famoso cura Toubes, con el que se fantasea cosa fina, que si estaba en el cuartel de la Guardia Civil y elegía a quien se paseaba y a quien no... También se cuenta que los decidían en la barbería de Victoriano o que un grupo de milicianos pasaron un día junto a un campamento gitano y decidieron matar a tres porque no habían matado aún a un gitano... Claro, como las cosas se hacían así seguro que a alguno le cuela. Los fusilamientos sin formación de causa es sabido que los decidía un tribunal invisible, de orden público o como queráis llamarlo, que presidía el gobernador civil o delegado de Orden Público y del que formaban parte miembros de la judicatura y de las fuerzas vivas políticas de la época. En Betanzos se sabe que el "tribunal" local elegía a los eliminables por insaculación, sacaban bolas de una bolsa y se discutía si el "agraciado" debía ser eliminado o no. Y por analogía que ya comentaré, la lista de los que decidían eliminar sospecho que contaba con el visto bueno del Estado Mayor de la División.

Pero yo iba a contar una anécdota del bueno de Toubes, al que le atribuyen querida (que vivía en la calle de Santa Lucía) e hijos, cosa que me parece mucho más creíble que lo anterior, que a ver quien no conoció u oyó de un cura que fuese un bala o que se sabía que tenía hijos y sobre todo en la Galicia rural en donde este hecho era aceptado por sus parroquianos con naturalidad: unos estudian para abogado o médico y otros para cura, y a ver por qué el señor cura que es un hombre como un abogado o un médico no puede casarse. Modernos que eran nuestros paisanos. El caso es que hablando de bombos me contó quien lo presenció, que un día estaba el bueno de Toubes celebrando una boda en su iglesia de San Pedro de Mezonzo y concluida la ceremonia felicitó a los novios y tuvo a bien decirles:

--Bueno, y a ver si la próxima boda que celebro es entre dos, porque ya estoy cansado de casar a tres...

Ante lo cual el novio, que trabajaba en el Muro, en el muelle del pescado, como tal era rudo y no tenía pelos en la lengua le soltó:

--!Lle vou pegar unha host**! XDDDDDDDDDDDDDDDD

El público se quedó frío y Toubes calló, y ahí se quedó todo. Ni lo multaron, ni menos lo llevaron al cuartel de la Guardia Civil.