martes, 9 de agosto de 2011

Escopeteros en la casa de Corredoira


Otro de los lugares de lucha fue el final de la calle de San Andrés. El día 21 de julio por la tarde, al parecer cuatro o cinco escopeteros se apostaron en el tejado de la casa de Corredoira, la que veis en la imagen y en cuyo bajo hoy ocupado por un supermercado estuvo hasta hace no muchos años la mueblería Corredoira. Entre los escopeteros parece que estaba Pepín el de le Lejía. Con rifles y escopetas hostilizaban a los soldados que se encontraban en la panadería de Carro, que por esas fechas ya debía ser de los Macho. La panadería de Carro se encontraba en la calle de San Nicolás ocupando el lugar por el que se abrió la calle del marqués de Pontejos y la cervecería que se encuentra a la izquierda, aquí.

Al parecer también, otro grupo pasó al portal de la casa de Aspe, hoy un solar en el número 4 de la calle de San Andrés. Subieron al segundo piso que por aquellas fechas se encontraba vacío y allí tiraron las armas que luego se encontraron.

Como estos escopeteros --con independencia de que no causasen bajas-- no disparaban para hacer cosquillas a los soldados sino para matarlos, cualquiera creo que puede explicarse los motivos por los que, de ser detenidos los primeros, hubiesen sido pasados por las armas. Si esta responsabilidad alcanzaba a los dirigidos, la de los dirigentes no era inferior. Dirigentes (gobernador civil, esposa, alcalde, dirigentes del PSOE o UGT, diputado de IR, etc.) que dispusieron el reparto de armas para que la población civil desatase la revolución y matase o hiriese a los militares alzados. No les causaron otro daño distinto al que ellos pretendían ocasionar a los alzados: matarlos. La pena de muerte se nos puede antojar inaceptable con la mentalidad de nuestros días, pero la II República restableció la pena de muerte y la mantuvo en el Código de Justicia Militar.



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