jueves, 3 de noviembre de 2011

Un amenazado por la izquierda: Valentín Mariño Boedo


Los hermanos Mariño eran muy conocidos por dedicarse al negocio de la trata de ganado y poseer todos establecimientos de carnicería. Era el caso de Valentín Mariño Boedo, que vivía en el número 90 duplicado de la calle de la Torre y poseía la carnicería en el número 59 de la calle de Panaderas, en donde hoy se encuentra esta la neofachada de la imagen. Estaban vinculados a Renovación Española y así Modesto era vocal en la junta directiva de la agrupación local (p. 20)

Durante la campaña electoral para las elecciones de febrero de 1936, Valentín Mariño estaba molesto porque se le hacía la imputación de comprar votos a cinco duros. En aquellos días el establecimiento que más abundaba en la calle de las Panaderas era el de empresas funerarias, no como las entendemos ahora, sino como lugares en los que se adquirían las cajas y otros objetos para velar al fallecido en su domicilio. El propietario de una funeraria de la calle Panaderas, Manuel Varela Touriñán, comentó a Valentín Mariño cuando este se quejaba por la imputación de comprar votos a veinticinco pesetas, que había oído decir a Manuel Abelenda Catoira --al que ya conocemos-- que lo que se hiciese a Mariño bien hecho estaba por comprar votos para la derecha a cinco duros. Claro que cuando el propietario de la funeraria tiene que declarar lo anterior ante un juez, dice que un comentario similar lo oyó en un grupo, y que no sabe si de él formaba parte Manuel Abelenda Catoira, que en aquellas fechas no lo conocía...

Por esos mismos días previos a las elecciones, un carpintero amigo de Mariño acude a su domicilio, embriagado. Tal vez porque el alcohol hizo que se le soltase la lengua le comentó que tuviese cuidado, que había oído que le querían poner una bomba en su casa. Claro que cuando el carpintero estuvo sereno dijo a Mariño que no recordaba nada, y cuando tuvo que declarar sobre este particular en sede judicial también niega haber dicho a Mariño que le iban a colocar una bomba, que sólo lo avisó que tuviese cuidado porque parecía que lo querían mal, pero que no sabía quien lo quería mal...

Así las cosas, el 9 de febrero de 1936 Valentín Mariño acude a Comisaría para denunciar que le habían embadurnado con chapapote las fachadas de su carnicería en la calle de Panaderas y de su domicilio en la calle de la Torre, ocasionándole daños que valoró en unas 200 pts. Su versión sobre amenazas previas parece creíble porque la actividad que desplegó y sus declaraciones creo que encajan muy bien en la personalidad de alguien que está nervioso, en guardia, por haber sido difamado y además amenazado, con las consecuencias que una bomba podría ocasionarle a él o a su familia. El propio carnicero comienza una investigación detectivesca para averiguar quien le ocasionó esos daños. Cita en sus declaraciones policiales y judiciales a Manuel Abelenda solicitando que se le llame a declarar porque recuerda lo que le había dicho el propietario de la funeraria; cita al sereno de la calle Panaderas, que según Mariño le comentó que había visto a un grupo como de unas cuarenta personas, que embadurnaban con chapapote la fachada mientras otros pegaban los carteles electorales encima y que a algunos los conocía de vista aunque no los podía identificar. Claro que el sereno en cuanto llega ante el juez declara que vio a ese grupo por la calle de Panaderas, pero no pegando los carteles, que sólo les oyó comentar que se dirigían al domicilio de Mariño en la calle de la Torre para embadurnarle la fachada, pero no conoció a nadie... Os dejo mis notas.

¿Quién iba a arriesgarse a denunciar a elementos del Frente Popular si podía sufrir represalias similares a las que había padecido Mariño, o un boicot en caso de tener una empresa funeraria o una carpintería, o una agresión en el caso del sereno, un asalto, o ser incluidos en una lista negra, etc.? La investigación sumarial, según es habitual en los disturbios provocados por la izquierda, no llega a averiguar quienes fueron los autores de los daños, y además se sobresee con ocasión de la amnistía que promulga el Frente Popular en cuanto llega al poder. Tal vez algún Mariño se cobró a posteriori lo que no pagaron en su día los que amenazaban con poner una bomba en la casa de Valentín Mariño, los que lo difamaban, o los que le embadurnaron con chapapote la fachada de su casa y tienda de carnicería. Aquellos que, en definitiva, hacían vivir con una sensación de peligro, de terror, de persecución constante, a falangistas, japistas, obreros no afiliados a la CNT o UGT, o a partidarios de Renovación Española.

De los Mariño se cuentan diversas anécdotas. De Valentín Mariño me dicen fuentes izquierdistas que lo conocieron, que "no era el peor" pero "tenía fama de ser confidente de la Policía". De los Mariño, así de forma genérica, con lo cual no sé lo que pueda haber de imprecisión o inexactitud, se dice que se hicieron con diversas propiedades porque además del negocio de carnicería, prestaban dinero y exigían como prenda las escrituras de unas tierras. Con lo cual si el beneficiario del préstamo no pagaba, el prestamista se hacía con las tierras y al parecer se hicieron con muchas en la zona de Santa Margarita, Salesianos, Torre, etc. Dice un amigo, empleado de banca, que todos los carniceros están forrados, tanto porque compran las canales a un precio y las venden cuando menos al triple, como porque de las carnes se aprovecha todo. Quiero decir con esto último que la tradición oral puede ofrecer pistas interesantes pero a veces exageran o distorsionan la realidad. A saber. Lo más lamentable de todo fue que también me comentaron que alguna nieta de los Mariño se tuvo que ir a vivir a Barcelona porque con la inestimable ayuda de la memoria histórica, se la señalaba en la ciudad por hechos que ya se habían olvidado, en los que la pobre chica no había tenido arte ni parte, y sí en su caso, ascendientes suyos, pero se creó a su alrededor un ambiente opresivo que la obligó a abandonar la ciudad. Consecuencias como esta tendrían que pagarlas los promotores de la indignidad que supuso reabrir rencores y animosidades que estaban perfectamente calmadas hasta que llegó Zapatero. Y es peligroso que no lo paguen porque ya se sabe que cuando no hay justicia se abre camino a la venganza, que ya les gustaría a los tres correúdos que aún creen en la lucha de clases, sueñan conque sus provocaciones traerán una reacción de tipo fascista, y esperan en definitiva la confrontación para hacerse las víctimas, una vez más. Espero que nadie les dé ocasión porque la ley y la justicia los pongan en su sitio.



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