miércoles, 18 de noviembre de 2009

Urueña


Cuando un viaje entre Galicia y Madrid solía durar unas doce horas y no se tenía la prisa que tenemos ahora, era común parar en diversos pueblos que se encontraban a ambos márgenes de la antigua N-VI. Uno de los más llamativos se encuentra en lo alto de una colina, y sorprende por su silueta amurallada casi en medio de la nada: Urueña.

Hace pocos años volví a Urueña, que si soy sincero, no recordaba, y me encontré con la grata sorpresa de ver este pueblecito transformado en una villa del libro, con su museo, librerías, talleres de encuadernación, abarrotada de gente que paseaba por sus calles o se subía al adarve de la muralla para contemplar el impresionante paisaje castellano, tan distinto al mío. Esta semana volveré a Urueña, que es un magnífico lugar para hacer una reunión de amigos hoy dispersos a lo largo y ancho de la piel de toro. Si no conocéis el lugar, recomendado-recomendadísimo.

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