domingo, 3 de octubre de 2010

Lo que también decía Unamuno


Durante uno o dos años, tuvimos que soportar en Umbilicus mundi una campaña de agitación y propaganda orientada a legitimar la retirada de esta estatua de Millán Astray. Recogieron firmas y no llegaron a reunir 500; montaron una manifa, y con el gaiteiro que llevaban, tampoco alcanzaron los cincuenta asistentes. En definitiva, eran y son tres pero que hacen mucho ruido y pese a que el monumento está dedicado al fundador de la Legión y nada hay en él relacionado con la guerra civil, su retirada creo que fue el caramelo que se dio a gustar a la extrema izquierda para evitar que saliesen del callejero denominaciones como plaza de España, avenida del Ejército, avenida de la Marina y otras que no les molan nada. Pero en el pecado llevarán la penitencia -de lo cual me alegro, por prepotentes- porque acabo de ver que el PSOE está en mínimos históricos. El PP les aventaja en 14,5 puntos, con tan sólo un 28,5% de estimación de voto para los socialistas. Tenedlo claro, muchachos: también fue por cosas como esta, por tirar el dinero en agitación y propaganda para crear tensión, o para ser más claro, odio; o subvencionar a los más avanzados de nuestra sociedad, pensando en que se atraerían votos cuando la sociedad española sigue manteniendo la cordura y los de ideas avanzadas, suponen, por fortuna, una minoría.

Cuando se inauguró ese monumento yo estaba allí, y me llevaban de la mano o en el regazo. La imagen del desfile y de la cabra marchando a paso de legionario es uno de esos flashes que aún conservo de la infancia. Hoy la estatua se encuentra en un almacén, paradójico cuando existe un cuerpo de ejercito con el nombre de Millán Astray y no se ha hecho con él damnatio memoriae. El caso es que con motivo de esa campaña en la que dieron toda la murga que pudieron y más, repitieron hasta la nausea que Millán Astray había gritado Muera la inteligencia, ¡Viva la muerte! Olvidan que el Viva la muerte equivalía a un Viva la Legión, y salió del público; que ese muera la inteligencia fue una bravuconería de Millán Astray pronunciada después de que D. Miguel ofendiese al legionario llamándole inválido, y que seguramente se sentiría aliviado al comprobar que con la guerra habría muchos otros inválidos; o incluso que Millán Astray querría una España mutilada, a su imagen y semejanza. Los dos poseían personalidades muy marcadas.

De lo que no suelen acordarse los de la media memoria es del famoso artículo Justicia y bienestar, que publicó Unamuno en el diario madrileño Ahora correspondiente al 3 de julio de 1936. Como este artículo no lo he visto completo, sino que se suelen citar fragmentos como hice yo, acabo de encontrármelo transcrito en el ABC y lo recomiendo para aquellos que todavía tengan al período en que gobernó el (funesto) Frente Popular por un modelo en lo que a libertades, democracia y demás que repiten a ver si cuela.

Justicia y bienestar

Antes, y como para hacer boca -mejor, oído-, vaya un racimito, a modo de pequeños botones de muestra, de frutos de la tan cacareada revolución:

Pasa por la plaza una muchachita acompañada de un familiar, cuando un zángano mocetón se divierte en hacerle una mamola. El familiar se vuelve a reprenderle, el mocetón se insolenta y el otro arrecia en la reprensión. Y entonces, ante el grupo de curiosos que se arremolina ¿qué se le ocurre al zángano? Pues ponerse a gritar: "¡Fascista! ¡Fascista!" Y esto basta para que el reprensor tenga que escabullirse, no fuera que le aporrearan los bárbaros.

Otro día, en un rincón de una calle, sorprende un guardia municipal a otro mozallón haciendo necesidades; se le acerca, no a multarlo, según piden las Ordenanzas, no, sino a llamarle la atención, y el necesitado, al verle venir se yergue y le espeta un "¡Que soy del Frente Popular!"


Otra vez un matrimonio joven, en gira de turismo, entra en una iglesia, sin gente entonces, y a poco, husmeando no se sabe qué, entran tres chiquillos de diez a doce años, y exclama uno, alzando el puño: "¡Maldito sea Dios!", y el otro: "Hay que darle unas hostias". Y como estos tres sucesos recogidos aquí, muchos más de la misma laya.


Y no se hable de ideología, que no hay tal. No es sino barbarie, zafiedad, soecidad, malos instintos, y lo que es -para mí, al menos- peor, estupidez, estupidez, estupidez. De ignorancia no se hable. He tenido ocasión de hablar con pobres chicos que se dicen revolucionarios, marxistas, comunistas, lo que sea, y cuando, cogidos uno a uno, fuera del rebaño, les he reprochado, han acabado por decirme: "Tiene usted razón, don Miguel; pero, ¿qué quiere usted que hagamos?". Daba pena oírles en confesión. Pero luego se tragan un papel antihigiénico en que sacian sus groseros apetitos y ganas ciertos pequeños burgueses que se las dan de bolcheviques y de lo que hacen servil ganapanería populachera. Tragaldabas que reservan ruedas de molino soviético para hacer comulgar con ellas a los papanatas que les leen. ¿Papanatas? Otra cosa. Que así como se leen los clandestinos libritos pornográficos para excitarse estímulos carnales, así se leen estas soflamas para excitarse otros instintos. La doctrina es lo de menos.


Estos, en los bajos fondos. ¿Y más arriba? Recuerdo que después de que aquellas Constituyentes, de nefasta memoria -Dios nos perdone-, votaron -el que esto escribe no lo votó ni asistió a aquellas sesiones- aquel artículo 26, en que se incluyó mucho evidentemente injusto, como se lo reprochara yo a uno de los prohombres revolucionarios, hubo de decirme: "Sí, es injusto; pero aquí no se trata de injusticia sino de política". Y me dio a entender que cierta injusta medida persecutoria se daba para proteger a los perseguidos contra otras persecuciones populares en caso de no tomar medidas. Que es como si un Tribunal de justicia dijese: "Le hemos condenado a muerte porque si no la turba le saca de la cárcel y le lincha". Curioso argumento que no deja de aplicarse.


La política no puede confundirse con la justicia. Es la razón de Estado; la tiranía, mucho peor cuando es lo que llaman democrática que cuando es regia o imperial. Y tampoco debe confundirse con la economía, o sea, con el bienestar. Celebraba el prohombre una comida con otros hombres de pro, y como se hablara de la ruina de la economía nacional, de cómo se iba a arruinar al país con ciertas medidas, hubo de decir aquel que la política no debía guiarse por postulados económicos y que un pueblo no ha de arredrarse de una política de nivelación social porque ello le empobrezca y arruine. Y dos de los amigos -y consejeros- del prohombre salieron diciéndose uno al otro: "¡Nos equivocamos!". Y tanto como se equivocaron. Equivocación que empiezan muchos a reconocer.


Cada vez que oigo que hay que republicanizar algo me pongo a temblar esperando alguna estupidez inmensa. No injusticia, no, sino estupidez. Alguna estupidez auténtica, y esencial, y sustancial, y posterior al 14 de abril. Porque el 14 de abril no lo produjeron semejantes estupideces. Entonces los más de los que votaron la República ni sabían lo que es ella, ni sabían lo que iba a ser "esta" República. ¡Que si lo hubieran sabido...!


Iba a terminar estas notas al vuelo diciendo algo del propuesto Gobierno nacional republicano. Pero no puedo hacerlo. Y no puedo hacerlo porque empiezo a no saber ya qué es eso de nacional, y cuanto más tratan de explicármelo menos lo sé. Y en cuanto a lo de republicano, hace ya cinco años que cada vez sé menos lo que quiere decir. Antes sabía que no sabía yo qué quiere decir eso; pero ahora sé más, y es que tampoco lo saben los que más de ello hablan. Y como no sé qué pueda ser eso de Gobierno nacional republicano, me abstengo de opinar sobre él.- Miguel de Unamuno.




6 comentarios:

Ramiro dijo...

Pues a mí me parece que "Viva la muerte" no equivale realmente a "Viva" nada. Es una exaltación de la muerte y de la guerra. De lo que pasó ahí y cómo se concatenaron los hechos no hay constancia cierta. De lo que sí la hay es del pique entre Millán y D. Miguel. Este D. Miguel era un intelectual que, en política, pegó bandazos y no parece que se identificara del todo con nadie. Y el rollo legionario y patriotero, claramente, le dio miedo. Con respecto al fascismo o símilpiel, hay que recordar que es una elaboración chapucera que acepta básicamente el análisis marxista, pero como no le gustan sus soluciones, opta por un cóctel patriotero, machista, paternalista y belicista donde se supere la lucha de clases. A la URSS se le pueden criticar muchas cosas con el marxismo en la mano; a Hitler, ¿qué se le puede criticar con el Mein Kampf en la mano, si ya están ahí el imperialismo, el racismo y la xenofobia? Y para más inri, Franco y compañía cogen a los falangistas y les colocan ¡la boina roja de los requetés! Potaje recalentado con restos de cocido.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

1.- El patrón de la Legión es el Cristo de la Buena Muerte. A tenor de lo que aparece en su himno, se les conoce como los novios de la muerte: soy un novio de la muerte que ha de unirse en brazo fuerte con tan leal compañera... Vaya, que me resulta difícil comprender que ese viva la muerte no equivaliese a un viva la Legión. La misma que fue fundada por Millán Astray y evitó la sangría de los soldados de reemplazo que producía la guerra de África. La misma que reprimió la Revolución de octubre en Asturias y les fastidió la fiesta.

2.- Sobre lo sucedido en el paraninfo, creo que la versión que enlacé coincide con la Hugh Thomas, tuñonista irredento donde los haya y que no creo que sea sospechoso de anticomunista.

3.- A mí han llegado a decirme militares, entre la sorpresa y la pesadumbre, que alguien como Millán Astray podía parangonarse a nivel nacional con un general Patton, y que la retirada les parecía absurda. La estatua fue empleada como arma arrojadiza precisamente por aquellos a los que el ejército o la palabra España les da asquito. Lo peor fue que contaron con otras colaboraciones y les dieron unas alas que no tienen en nuestra sociedad, y tampoco se atreven a poner calles con nombres de militares que murieron por ejemplo a manos de la barbarie etarra, que los militares en el manual de progresía (barata) al parecer también tienen la tiña.

4.- Sobre la versión de lo sucedido en el Paraninfo, ya digo que la de Hugh Thomas me vale, pero hay que andar con ojo porque, si bien no tuve a la vista el artículo original de Unamuno en Ahora, me temo que por el contexto general del mismo, no fue manipulado por ABC. Repito que hay que andar con ojo porque este artículo se ha ¿manipulado? por ejemplo por Javier Tusell. Dice este autor en El País:

[Unamuno] Se refiere, por descontado, no a un sector de los enfrentados en 1936, sino a ambos y a la vez. Dice así: 'Y no se habla de ideología, que no hay tal. No es sino barbarie, zafiedad, soecidad, malos instintos y, lo que es -para mí, al menos- peor, estupidez, estupidez, estupidez'.

Compárese la cita de D. Javier con el artículo que copio del ABC, y a ver si en él critica D. Miguel -como quiere el Sr. Tusell- a los dos bandos enfrentados o está criticando en realidad a los bárbaros que formaban las bases del (funesto) Frente Popular.

Ramiro dijo...

No tenía duda de que don Miguel se refería a la izquierda. Y lo comprendo. Ahora bien, le repito que me da la sensación de que no le gustó lo que vio en el paraninfo.
Además, le diré que no me preocupa que Millán Astray tenga estatuas. Seguro que las tienen otros personajes con menos méritos. Lo mismo que no me creo que Franco fuera un pésimo militar.
Ahora bien, ésto no impide que a mí, personalmente, y sospecho que también a don Miguel, nos erice el vello la exaltación de la muerte. Con respecto a Jesús, no veo que Él haya sido nunca un defensor de la muerte ni un necrófilo, aunque hay una subcultura necrófila en torno a Él ( y no me refiero al conjunto de la teología, iconografía, etc. del Cristianismo). Vamos, que le concedo el mismo valor al grito de "Viva la muerte" que a los pelos del pecho asomando de la camisa. Y lo lamento, si alguien se siente ofendido, pero eso no significa que no pueda valorar a la Legión. Significa que en todo hay matices; y si me puedo bajar el Google Pack marcando las opciones que me gustan, ¿cómo no lo voy a hacer con todo lo demás?
Acerca de la tontería y de la pobreza intelectual de la izquierda no necesito recibir lecciones: desgraciadamente, convivo con todo ello. Ahora bien, hay cosas que me preocupan más, como que un señor que presidió el gobierno de este país diga en una conferencia que "los Moros nunca le pidieron perdón por haber ocupado España durante ochocientos años" (cito de memoria). ¿Con qué cuchara se come una burrada de tal calibre? ¿En manos de quiénes estamos? Pues éste es el nivel que hay. A derecha y a izquierda. Y cuando estalla una guerra, no es a los don Migueles a quienes se escucha. Inter arma silent leges... et cerebra.

Ramiro dijo...

No tenía duda de que don Miguel (de Unamuno) se refería a la izquierda. Y lo comprendo. ¡Vaya si lo comprendo!... Pero, ¿qué hay a la derecha? Un ex-presidente de gobierno que dice en una conferencia - cito de memoria-: "a mí los Moros no me han pedido perdón por haber invadido España durante ocho siglos". Éste es el nivel que hay y me parece preocupante. Porque, encima, estas gentes se creen que tienen una opinión fundamentada.
A mí no me preocupa que Millán Astray tenga estatuas. Seguro que las tienen otros con menos razón. Tampoco me creo aquello de que Franco era un pésimo militar y una nulidad en todo. (Cont.)

Ramiro dijo...

Ahora bien, el "Viva la muerte" es un grito machista, militarista y pueril. Personalmente, le concedo el mismo valor que a los pelos que asoman frondosos sobre la camisa. Y lo lamento, si alguien se siente ofendido. ¿Significa eso que desprecio a la Legión? ¿O significa solamente que me gustan los matices y que no me descargo el Google Pack entero? Pues sí, me gusta escoger mis opciones. Me gusta tanto el Poema de Mío Cid o San Juan de la Cruz o Santa Teresa cuanto me disgusta el uso que se ha hecho de ellos.
Y acabo. Creo que algo vio don Miguel (de Unamuno) que no le gustó en aquel paraninfo. Será que inter arma silent leges... et cerebra.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Sin duda Unamuno no se casaba ni con unos ni con otros. Veía lo que era España desde febrero del 36; comprobó la pendiente abajo por la que se deslizó aquella república que yo creo que la mayor parte de la población, la urbana al menos, recibió con júbilo, y dice la wiki, y me lo creo, que Unamuno, poco después del incidente con Millán Astray, declaró:

En este momento crítico del dolor de España, sé que tengo que seguir a los soldados. Son los únicos que nos devolverán el orden. Saben lo que significa la disciplina y saben cómo imponerla. No, no me he convertido en un derechista. No haga usted caso de lo que dice la gente. No he traicionado la causa de la libertad. Pero es que, por ahora, es totalmente esencial que el orden sea restaurado. Pero cualquier día me levantaré —pronto— y me lanzaré a la lucha por la libertad, yo solo. No, no soy fascista ni bolchevique; soy un solitario.

Para añadir a los pocos días:

La barbarie es unánime. Es el régimen de terror por las dos partes. España está asustada de sí misma, horrorizada. Ha brotado la lepra católica y anticatólica. Aúllan y piden sangre los unos y los otros. Y aquí está mi pobre España, se está desangrando, arruinando, envenenando y entonteciendo...

Quiero decir, en definitiva, que don Miguel no estuvo conforme ni con los excesos de febrero-julio del 36, como con los que se produjeron por ambos bandos al iniciarse el conflicto; aunque Unamuno, aún criticándolos, estaba con los alzados.