viernes, 6 de enero de 2012

Dos atentados contra una panadería en menos de un mes


La propaganda de ciertos departamentos de Historia contemporánea --a alguno que me queda cerca le acaban de ingresar en prisión por presuntos actos de terrorismo a un profesor--, no digamos ya las boberías de los señores de la memoria histórica, suele indicar que el Alzamiento estuvo patrocinado y apoyado por los potentados, multimillonarios y terratenientes. Pura propaganda. Media España no se resignó a ser asesinada, a vivir aterrorizados, o a que las izquierdas y sindicatos impusiesen su criterio violentándolos. En esa casa de tócame Roque (dicho sea con eufemismo) que era en mi opinión España durante el gobierno del Frente Popular, quiero recordar que en Santander el propietario de un bar se vio obligado a readmitir a un camarero que lo había herido de un disparo. Aquí no llegamos a tanto, pero contamos con un volumen estimable de ejemplos en los que se evidencia lo grotesca que resulta esa misma propaganda cuando repite de forma machacona que la mayor parte de las izquierdas o el sindicalismo luchaban en la guerra por la libertad, la democracia y demás en donde los hechos demuestran que no creían en tales conceptos, sino que se comportaban como meros terroristas cuando la ley no les permitía imponer su criterio.

Jesús Beriguiain Vicuña poseía una modesta panadería en el viejo número 22 de la calle de San Roque. Había despedido a un obrero por lo que tenía pendiente un pleito ante los tribunales y los sindicatos querían que lo readmitiese, a lo que no se avenía. Es sabido que los obreros, para tener trabajo, debían estar sindicados, y de no estarlo en ninguna organización o no estarlo en la CNT o UGT, eran perseguidos. También los patronos. Jesús Beriguiain no sólo no se plegaba a la imposición sindical de readmitir a un trabajador, sino que había empleado a uno que no estaba sindicado. Como consecuencia de lo anterior sufrió dos atentados en menos de un mes, que para variar, quedaron impunes... antes de iniciarse guerra.

Este panadero se encontraba en una situación de opulencia tal, que vivía en un bajo sin ventanas a la calle y tenía a su hija Sofía, de 14 años, despachando pan tras el mostrador. Sobre las 8 de la noche del 3 de abril de 1936 paró un coche frente a la panadería de Jesús Beriguiain, Viena en Coruña. Del vehículo descendieron tres o cuatro animalitos que penetraron en el establecimiento cubriendo el rostro con pañuelos; amenazaron con pistolas a la niña para que no gritase y en el pasillo de la tahona derramaron algún líquido inflamable sobre un carro de mano y unos cestos de pan, que provocaron el incendio. Este no parece haber afectado a los pisos altos debido a la pronta llegada de los vecinos y bomberos. Se incóo sumario por este hecho, que no pudo averiguar quienes fueron los autores y el caso se cerró con un auto de sobreseimiento.

En vista de que el panadero no se debió avenir a las exigencias sindicales, a las doce y cuarto de la noche del 24 de abril de 1936 le colocaron una bomba cuya explosión se oyó en gran parte de la ciudad. La insurgencia de los sindicalistas era tal, que una pareja de Seguridad venía prestando servicio en esa calle para prevenir atentados contra el panadero. A la hora indicada, pasó un coche ante la tahona que lanzó una bomba de dinamita. Al percatarse de lo anterior el agente Antonio Carreira Vila, hizo ademán de ir hacia el artefacto, seguramente para apagar la mecha. No le dio tiempo porque estalló y un casco de la metralla lo alcanzó y le ocasionó lesiones en un muslo, un orificio de entrada y salida con fuerte hematoma que fue calificado con pronóstico reservado en el Hospital. La bomba ocasionó grandes destrozos en la puerta-escaparate de la tahona, en todo el interior con rotura de algún muro, en las casas colindantes también con rotura de cristales, y en la habitación contigua en donde tenía su vivienda el panadero. La metralla mató a un "perro lobo", un pastor alemán o similar, que dormía junto a la puerta de la vivienda. Del mismo modo la metralla pasó por encima y por debajo de la cama en donde dormía el panadero con su esposa, destrozando un "armario de luna", armario ropero con espejo, que se encontraba en el dormitorio. De nuevo el juzgado incóo sumario, que no logró averiguar quienes fueron los autores del hecho y se cerró con el consabido auto de sobreseimiento. Nuestro ya conocido Manuel Abelenda Catoyra, socialista, había amenazado al panadero y fue detenido, pero no se logró demostrar que estuviese tras el atentado. También se detuvo al panadero Antonio Vidal González, sin que se lograse probar tampoco su participación en el hecho. Este individuo intentó escapar en 1937 en la famosa fuga del Portiño, siendo uno de los que fueron pasados por las armas tras consejo de guerra.

Os dejo unas cuantas noticias sobre estos hechos que publican La Voz de Galicia y El Ideal Gallego.

La Voz de Galicia, 4 de abril de 1936:

El incendio de anoche

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¿UNA VENGANZA?

Anoche, a las ocho aproximadamente, ocurrió un incendio en una tahona propiedad de don Jesús Beriguiain Vicuña, establecida en el bajo de la casa número 22 de la calle de San Roque.

Hay quienes, por lo visto, afirman que se debió lo sucedido a una venganza.

Parece ser que un automóvil de turismo pasó por dicha calle y se detuvo a inmediaciones de dicho establecimiento descendiendo del coche tres o cuatro individuos.

Según declaró la hija del dueño de la tahona, Sofía, de 14 años, hallándose ella sola detrás del mostrador, los desconocidos individuos entraron allí tapándose media cara con pañuelos y la amenazaron con pistolas para que no chillase.

Se dirigieron por el pasillo del establecimiento vaciando unas botellas de líquidos inflamables, sobre un carro de mano y unos cestos de pan, produciéndose así el incendio.

Los aludidos sujetos, consumado el atentado, se dieron a la fuga en el coche que les esperaba.

Los daños se calculan en unas mil pesetas.

Acudieron presurosos al lugar del siniestro los vecinos y el servicio de bomberos, quedando sofocado el fuego a poco de iniciarse.

Versión de El Ideal Gallego, también de 4 de abril de 1936:

Incendio intencionado de una panadería de la calle de San Roque
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Lo provocaron cuatro individuos enmascarados que arrojaron al establecimiento, botellas de líquido inflamable

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Ayer noche, cuatro individuos enmascarados, que descendieron de un automóvil, penetraron, pistola en mano, en la panadería que en la calle de San Roque número 22 bajo, posee Jesús Beriguiain Vicuña, en ocasión en que se encontraba en el establecimiento una hija del dueño del mismo llamada Sofía, de 14 años, y arrojaron hacia el interior, unas botellas de líquido inflamable.

Al romperse las botellas, se inició el incendio en unas cestas, en un carro de mano y en las maderas del mostrador, amenazando con propagarse al resto de la tienda.

Los enmascarados, después de cometer el atentado, huyeron en el mismo automóvil que habían utilizado para llegar a la calle de San Roque.

Inmediatamente se demandó auxilio y acudieron los vecinos de la calle, así como los bomberos, cuya presencia se había solicitado telefónicamente.

No obstante la rapidez con que se realizaron los trabajos de extinción del fuego, éste causó daños cuya valía se ignora de momento, pero que desde luego pasa de 1.000 pesetas.

En el lugar del suceso, se personaron, con los bomberos y los vecinos de la calle, varios guardias de Seguridad, de Asalto y la policía.

Se practican gestiones para descubrir el escandaloso atentado.

Por lo que atañe al bombazo, dice La Voz de Galicia correspondiente al 25 de abril de 1936:

Ayer noche estalló una bomba

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UN ACTO DE SABOTAJE

Ayer, a las doce y cuarto de la noche, se oyó una gran detonación en gran parte de la ciudad.

Partía del Campo de la Leña
[hoy plaza de España], hacia la calle de San Roque. Lo ocurrido fue que desde un automóvil de turismo que por allí pasó a dicha hora, lanzaron una bomba contra la puerta de la tahona y establecimiento de pan, denominado "Pan de Viena", situada en dicha vía, número 22, bajo, propiedad de don Jesús Veregaisa Vicuña.

En la casa esquina a la calle del Tren, donde hay un establecimiento de lechería, estaba a la sazón estacionada una pareja de guardias de Seguridad que vigilaba precisamente dicha tahona.

Uno de los guardias vio lanzar el artefacto e hizo intento de lanzarse a recogerlo.

Antonio Carreira Vila, que así se llama el celoso agente, no pudo atajar la explosión contra la panadería, como procuró aún con riesgo de su vida, porque la bomba --ya que de una bomba se trataba-- hizo súbita explosión y un casco de metralla fue a herirle de consideración en una pierna.

Le auxilió su compañero, y se le condujo a la Casa de Socorro del Hospital, donde fue asistido por el médico y practicante de guardia señores López del Castillo y Quián.

Presentaba una herida por casco de metralla, con orificio de entrada y salida en la cara posterior del tercio inferior del muslo derecho, con gran hematoma. Su estado fue calificado de pronóstico reservado. Quedó ocupando una cama en el Hospital municipal.

La explosión de la bomba originó grandes destrozos en la puerta-escaparate del citado establecimiento, en todo el interior de la tienda y en la habitación contigua a ésta, donde tiene su dormitorio el mencionado industrial, que resultó ileso por milagro lo mismo que su esposa. El matrimonio se hallaba acostado en aquel momento.

La metralla mató a un hermoso perro lobo que estaba tumbado en el quicio de la puerta de la habitación de referencia.

Los cascos de la bomba pasaron por debajo y por encima de la cama, yendo a destrozar un armario de luna que estaba al fondo del cuarto.

Calculen los lectores el susto de los esposos y el riesgo corrido.

Una hija suya, de unos 18 años, dormía en otra habitación de otro lugar de la casa y tampoco experimentó daño.

Las pérdidas son de importancia relativa.

La casa tiene tres pisos, todos ellos están habitados por conocidas familias que sólo tienen relación de vecindad con el perjudicado industrial.

Este, como se sabe, tiene pendiente un pleito de carácter social por no readmitir a un operario, y parece que tiene empleado a otro sin asociar.

Acudieron rápidamente al lugar del suceso fuerzas de Asalto y Seguridad con sus jefes el comisario jefe de Policía con agentes a sus órdenes y Guardia civil, y más tarde el Juzgado de instrucción de guardia.

Se incoaron activas diligencias.

El automóvil, con los autores del atentado, que no se sabe cuantos sean, desapareció velozmente. Llevaba el faro piloto apagado y no llegó a detenerse.

Como se recordará no hace mucho que desde otro automóvil lanzaron contra la tahona unas botellas de líquido inflamable.

Versión de El Ideal Gallego correspondiente al 25 de abril de 1936:

Anoche estalló una potente bomba en una panadería

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Resultó herido un guardia de Seguridad

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A las doce y cuarto de la noche de ayer, estalló una bomba que había sido colocada al lado de la puerta de entrada a la panadería que en la calle de San Roque, 22, posee don Jesús Beriguiain, causando el artefacto grandes destrozos en el inmueble, y heridas a un guardia de seguridad.

Varias casas de los alrededores sufrieron las consecuencias de la explosión, resultando rotos todos los cristales de galerías y ventanas, en un radio bastante extenso.

Hace mes y medio, poco más o menos, se cometió otro atentado en la panadería referida, a la que arrojaron botellas de líquido inflamable desde un automóvil, varios enmascarados.

En este nuevo atentado, además de los serios desperfectos que la bomba causó en la casa (rotura de dos puertas y derrumbamiento de parte de la pared), resultó herido de consideración el guardia de Seguridad Antonio Carreira Vila, que con su compañero Darío Fernández Guitián, estaba de servicio por aquellos alrededores, hallándose cerca del lugar del suceso al estallar el artefacto.

El señor Carreira Vila, que fue llevado a la Casa de Socorro del Hospital, ha sido curado de urgencia por el médico de guardia señor López del Castillo y practicante señor Quián, los que le apreciaron una herida de metralla, con orificio de entrada y salida, en un trayecto de cuatro centímetros, en la cara posterior, tercio inferior del muslo derecho, y fuerte hematoma en la misma región.

Después de asistido de urgencia, el guardia fue trasladado en la ambulancia municipal a su domicilio, sito en la calle de Moreno Barcia
[hoy Ramón del Cueto], número 9, tercero, derecha.

A los pocos momentos de haber estallado la bomba, se personaron en el lugar del suceso fuerzas de la Guardia civil, Seguridad, Asalto y Agentes de Investigación y Vigilancia, con sus respectivos jefes. Se ignora quien fue el autor de la colocación de la bomba, al que busca la Policía.

El motivo del atentado parece ser que es por cuestión social, pues el señor Beriguiain tiene un conflicto en su panadería desde hace algún tiempo.

La explosión del artefacto se oyó en toda la población y causó gran alarma en el vecindario.

Las personas que se encontraban en los cafés se echaron a la calle, y en un principio corrían desorientadas de un lado para otro, pues mientras unos decían que el estallido había sido hacia la parte de la Estación, otros manifestaban que el ruido procedía del Campo de la Leña.

Al saberse que el atentado se cometiera en este último lugar, fueron muchas las personas que se trasladaron allí, pero no han podido acercarse a la casa número 22 de la calle de San Roque, porque las fuerzas tenían acordonada dicha vía.

De momento se ignora la cuantía a que ascienden los daños que la bomba produjo en la panadería, aunque se calcula son bastante elevados.

Amplía El Ideal Gallego el 28 de abril de 1936 informando que se detuvo al socialista Manuel Abelenda Catoyra y a Antonio Vidal González:

Del atentado a la tahona de la calle de San Roque

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Prosiguiendo las diligencias correspondientes al atentado que a las doce de la noche del viernes último se efectuó en la panadería que en la calle de San Roque número 22 posee don Jesús Beriguiain Vicuña, la policía detuvo y puso a disposición del juez de instrucción de la Audiencia, a Manuel Abelenda Catoyra, de 26 años, vecino de la calle del Tren.

A este individuo se le acusa de haber hecho personalmente al señor Beriguiain objeto de amenazas.

--Al saber que se le buscaba como complicado en dicho acto de sabotaje, se presentó espontáneamente a la policía, Antonio Vidal González, de 32 años casado, con domicilio en la calle del Orzán 203 primero.

También fue puesto a disposición del Juzgado de instrucción del distrito de la Audiencia, cuya autoridad está encargada de la práctica del oportuno sumario por dicho suceso.


La imagen de Cancelo fue publicada en El Ideal Gallego de 26 de abril de 1936.



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