sábado, 5 de mayo de 2012

¿Chusma de mujeres?

En esta esquina de la calle de Juan Canalejo con pasadizo del Orzán, que hoy ocupa el Siete mandarinas, se encontraba la panadería de Juan Canalejo Cañete, padre del jefe falangista Juan Canalejo Castells, de Antonio, practicante e inspector de la Vieja Guardia tras el Alzamiento, y de un nutrido grupo de mujeres, gran parte de las cuales eran maestras, y no malas que tenían fama de todo lo contrario. Me cuentan que una de ellas, Maruja, era la maestra de parvulitos en las escuelas parroquiales de Santa Lucía, que estaban aquí, en donde se pagaban dos pesetas al mes. Cuando organizaban actividades que hoy denominaríamos extraescolares, como ir de excursión a merendar a la finca de la imprenta Roel (por aquí), o a la de la fábrica de gaseosas (aquí) en donde se daba a cada niña un botellín de Orange crush, Maruja iba con algunas escolares al horno de su padre y traía un cestón de pan del que daban buena cuenta aquellas niñas, que lo tendrían con mayor o más bien menor abundancia en su casa. Se trata de una familia entiendo que muy querida en la ciudad. Por ejemplo, una persona de esa familia, monja, enterada de que una familia amiga pasaba dificultades, les entregó su piso, que está en el centro de la ciudad. Cuando de la colección de cuneros, arribistas, buscadores de posiciones y otras hierbas que aprobaron la depuración del callejero se conozcan gestos de esta generosidad, entonces podrán ponerse a la altura de esta familia. A otras, como la del teniente coronel Teijeiro, un héroe militar que con su arrojo fue el primero que rompió el cerco de Oviedo, también quisieron hacerle el desprecio de retirarle el nombre de la calle, desprecio y feo que se acentúa porque al parecer sus descendientes residen en la calle dedicada al militar. Hasta se tragó con la eliminación a medias de la plaza de España y de milagro no se les aceptó que se depurase la avenida de la Marina o la del Ejército.

Voy con el tema de hoy en el que no sé si estará presente aquella "chusma de mujeres" de la que hablaba Silva Ferreiro. Una tal Sara Fernández y otras más denunciaron en Comisaría que el 18 de febrero de 1936, al pasar por la entonces calle del Socorro (hoy Juan Canalejo) fueron insultadas por el panadero Juan Canalejo Cañete, el que usando una pistola salió corriendo tras ellas. Instruido sumario, fue sobreseído sin que apareciese debidamente justificada la perpetración de delito alguno. Como carecemos de sumario y la prensa no dice ni mu, habrá que emplear la única fuente conocida, por ahora.

Con lo que llevamos visto, ¿alguien se cree que un señor que seguramente era de derechas, iba a salir de su panadería pistola en mano insultando y persiguiendo a unas mujeres, sin que estas lo hubiesen insultado o agredido previamente? Algo le harían. Por otra parte, Juan Canalejo Cañete sé que fue empleado de oficinas militares, y tanto por esto como por habérsele colocado una bomba en el kiosco de venta de pan que tenía junto a la capilla de San Andrés, según vimos, es probable que poseyese licencia de uso de armas cortas de fuego.

El bueno de Juan Canalejo Cañete fue concejal del Ayuntamiento de La Coruña a principios de los 40. Fue también nombrado "concejal honorario" y una de las guasas de los señores de la memoria histórica en la que no sé si estuvieron por medio los del proyecto (interuniversitario, of course) Nomes e Voces --lo digo por la más o menos habitual falta de rigor de éstos--, consistió en que le retiraron ese nombramiento pensando en que el concejal honorario era su hijo Juan Canalejo Castells. Me consta que un descendiente de los Canalejo escribió para aclararles que no le sacaban el título de concejal honorario a Juan Canalejo Castells, sino a su padre Juan Canelejo Cañete. Al parecer le respondieron que gracias por la info, pero que los apellidos del padre podían significar una exaltación del Alzamiento, y demás para sostenella y no enmendalla. Sea todo a mayor gloria de los chiringuitos, de las subvenciones, de los cargos y carguitos, así como de los que apoyaban estas políticas y hacían la pelota a la gentuza de socialistas et al. de nuestros días, a ver si les resolvían la vida con subvenciones, cargos y carguitos, o trabajos pagados por todos obtenidos por ser de este o aquel partido mediante los consabidos enchufes.

Hablando de la ley de la memoria histórica, o de un nuevo proyecto para el archivo de Salamanca que lo reconduzca adecuadamente para que no sea el centro de la memoria socialista, yo recuerdo que el Sr. Rajoy dijo antes de las elecciones:

"La Ley de Memoria Histórica no sirve absolutamente para nada. No tengo ningún interés en que esté en vigor".

También dijo Esperanza Aguirre hace poco que determinadas cuestiones, como la derogación de esta ley, debían haberse abordado en los tres primeros meses del mandato. No seré yo el que niegue que doña Esperanza está a veces algo aquejada madricentrismo, pero tiene la virtud de no ponerse de perfil, de responder a las bravuconadas de socialistas y demás, sin acogotarse, aportando argumentos que deben ser convincentes porque elección tras elección se incrementa el apoyo que le prestan los madrileños. Tengo la sensación de que en el resto de España también cada vez se admira más su arrojo y sobre todo que no se deje comer los mocos con las chulerías y bravuconadas de los socialistas y antiguos lectores de Público.


1 comentario:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Hace poco recibí información sobre Juan Canalejo y sobre su hermano Antonio. Me decían sobre el ricinado de Emilio Veiras que nadie lo cree posible, que era un buenazo y no les encaja. Si les encajaría si fuese su hermano Antonio que era al parecer algo arrebatado. Me lo ejemplificaban con un caso. Antonio llamó un día durante la guerra al alcalde de Santiago, y este al parecer no se le puso al teléfono. Volvió a insistir y se repitió la negativa. Antonio se fue a Santiago, llegó al Ayuntamiento y pasó a donde estaba el alcalde al que dio un bofetón. Como es natural, se armó un lío de consideración. Y quien me cuenta este episodio y enjuicia esta conducta como un exceso, es el mismo que me dice que no le encaja el ricinado en Juan. Al parecer José Antonio estaba sorprendido por su inteligencia despierta de Juan Canalejo y lo llamó a Madrid. Ambos fueron detenidos el mismo día y nunca recuperaron la libertad. Contra José Antonio había cargos y se le procesó, pero es que contra Juan Canalejo no los había y pese a que el juez lo puso en libertad, quedó detenido en prisión por orden gubernativa. La gente no sabe o no es a veces consciente de que en aquella república, la habitual suspensión de las garantías constitucionales, facultaba al gobierno a tener en prisión a un individuo sin que hubiese cometido ningún delito. Tan sólo consideran que era peligroso para el mantenimiento del orden público, y a prisión iba.

Consultando algunas declaraciones relacionadas con cárceles y sacas que aparecen en la Causa General, me encuentro a Juan Canalejo residiendo en el propio domicilio de José Antonio hasta que fue detenido. Nunca recuperó la libertad porque algunos testigos declaran que lo llevaron de la cárcel Modelo en una de las primeras sacas. Siendo esto así, no fue fusilado en Paracuellos --aún no debían estar hechas las zanjas--, sino en otro lugar. Ya nos ocuparemos de esto, pero el volumen de documentación a rastrear es considerable y voy poco a poco.