jueves, 6 de junio de 2013

La ilegitimidad del Frente Popular

Aquí arriba, lo que en 1936 era el Palacio Provincial. En el bajo, como hoy, los accesos al teatro Rosalía de Castro, y entonces a la Diputación y Gobierno Civil. Bajando por la calle de Agar, casi llegando a la Marina, la puerta de la Comisaría de Investigación y Vigilancia. Este edificio era el lugar en el que se concentraba el poder civil de la provincia. En el primer piso, la Diputación Provincial; y en el segundo, el Gobierno Civil, con vivienda para el gobernador.

El franquismo pudo tener muchos defectos, pero tengo muy claro que el Alzamiento Nacional es irreprochable porque se produjo contra un gobierno ilegítimo que detentaba (distinguimos ostentar de detentar ¿no?) el poder. La legitimidad de un gobierno en una sociedad democrática procede de dos fuentes: la que le otorgan unas elecciones limpias, y la que le proporciona en el ejercicio del poder el respeto a la Ley. Es claro que una democracia en donde la ley es papel mojado tiene de democracia el nombre pero en realidad es una mera pantalla de otra sociedad que en absoluto se puede reputar de democrática.

El Frente Popular obtuvo su victoria el 16 de febrero de 1936 como resultado de unas elecciones, que a diferencia de las celebradas en noviembre de 1933 --las primeras elecciones completamente libres y democráticas en España hasta las de noviembre de 1977 como señala Payne-- resultaron ser fraudulentas, tanto por los disturbios y coacciones producidas durante su celebración que alteraron los resultados en doce provincias, doce, como por los 32 escaños ganados por las derechas que la Comisión de Actas entregó a las izquierdas. Parece ser que Gil Robles aceptó el resultado ante el compromiso de Alcalá Zamora de moderación.

Si la legitimidad en origen no existía, aquella que debía otorgar a los gobiernos de Azaña y Casares Quiroga el ejercicio del poder, respetando la Ley, fue inexistente. En este mismo blog llevamos uno o dos años viendo un largo elenco de ejemplos de actos ilegales y violentos, absolutamente sin parangón en la historia de cualquier democracia europea en tiempos de paz. Lo pone de manifiesto el mismo Payne: el fraude electoral, miles de detenciones políticas arbitrarias, la violencia política contra las personas, la ola de grandes huelgas violentas y destructivas, el masivo incendio de iglesias, centros de derechas y propiedades privadas, la ocupación ilegal de tierras o casas rectorales, la censura frecuente y caprichosa, la impunidad de los actos criminales de miembros de los partidos que integraban el Frente Popular, etc. etc. Luego la legitimidad en el ejercicio del poder no existía y el Frente Popular detentaba el poder.

Los partidos burgueses que formaban la coalición en realidad carecían de bases sociales como lo pone de manifiesto el hecho de contar el Casino Republicano de La Coruña --según la relación nominal de socios que publicó Lamela (p. 404-409)-- con tan sólo 248, frente a los aproximadamente 11.000 trabajadores conque contaban los distintos sindicatos de La Coruña y su área de influencia, tributarios de la CNT. Bien es verdad que una parte de estos últimos estaban afiliados a los sindicatos anarquistas porque sin estarlo, no podrían encontrar trabajo. En cualquier caso, en una ciudad de los 81.000 habitantes que tenía La Coruña en 1936 el republicanismo burgués que integraba y dirigía el Frente Popular carecía de bases sociales. Para llegar al poder, estos burgueses, buena parte masones, como tales miembros de tramas clientelares y de poder que rompían el principio de igualdad de oportunidades, tenían que contar con el apoyo de los grupos anarquistas. Estos a su vez no lo daban gratis et amore, sino que exigían de los burgueses la complicidad en sus ilegalidades, o que mirasen para otro lado en su camino hacia la revolución.

Las derechas aguantaron como corderitos la persecución pero hubo un grupo, los militares, que no eran ni demostraron ser pusilánimes y desde las elecciones de febrero viendo lo que se venía encima, comenzaron con reuniones y contactos. No fructificó la conspiración en marzo y abril porque la media España que no estaba dispuesta a ser a ser asesinada aún quería creer en la posibilidad de que los disturbios e ilegalidades fuesen pasajeras. Con el asesinato el 13 de julio de quien se había convertido en virtual jefe de la oposición, Calvo Sotelo --o el no asesinato de Gil Robles porque no lo encontraron en casa-- la conciencia y consciencia de esa parte de la sociedad perseguida por la otra media, dio un apoyo entusiasta a la sublevación. Se desataron las pasiones que surgen cuando la convivencia es imposible, se tomaron venganzas, se vengaron afrentas, burlas y persecuciones, pero les pararon los pies. Se consiguió el orden público; se venció y humilló a los victimarios, lo que dio pie a que en nuestros días se nos presentasen como unas pobres víctimas; y tras 40 años de un régimen que hasta 1942 quiso ser totalitario y que fue abriéndose de forma paulatina, la sociedad desembocó en una democracia que ahora con vacas flacas, tengo la impresión de que se quieren aprovechar para asaltar el poder y llevarnos a no se sabe muy bien qué; pero desde luego, nada mejor que el período inaugurado en 1978 con una Constitución, sin duda imperfecta, pero que constituye una vacuna para los totalitarismos de cualquier signo y que ahora una minoría, con demagogia y populismo, intenta destruir.

Y se alzaron los militares con la misma legitimidad que llevó a los republicanos a intentar derrocar la monarquía en 1930. Cuando Fermín Galán se sublevó en Jaca, publicó un famoso bando que da idea de unos métodos propios de la época y que no difieren mucho de los empleados por los militares alzados en 1936:

 Como Delegado del Comité Revolucionario Nacional, a todos los habitantes de esta Ciudad y Demarcación hago saber:

Artículo único: Aquel que se oponga de palabra o por escrito, que conspire o haga armas contra la República naciente será fusilado sin formación de causa.

Dado en Jaca a 12 de Diciembre de 1930.

Fermín Galán.

¿Eran también fascistas los "mártires" de Jaca? ¡Por favor...!

A ver si en la siguiente anotación entro en el asunto prometido del asalto y robo de armas en el Palacio de Justicia pero como este blog es una simple afición, ni quiero que se convierta en un trabajo ni que me estrese, unos meses se llega mejor a fin de mes que otros y como pretendo consultar otras fuentes para intentar en la medida de lo posible no dejar muchos cabos sueltos, seguiré en cuanto pueda.



viernes, 24 de mayo de 2013

Trailer sobre el robo de armas en el Palacio de Justicia

Por fin acabé de tomar notas sobre este robo, pero ahora tengo que rastrear bibliografía y fuentes, que me trae de cabeza un Frente Único Antifascista que otros llaman Comité de Defensa de la República, sin que haya encontrado autor de la época o fuente de primera mano que lo cite con este nombre, comité que consideran constituido el 18 de julio por la tarde cuando en mi opinión ya llevaban trabajando desde principios de julio. Para que os hagáis una idea del hecho que quiero abordar y a modo de trailer que eliminaré cuando haga una anotación definitiva, transcribo un oficio del entonces presidente de la Audiencia Territorial de La Coruña, Ladislao Roig Mariño, al juez de instrucción del distrito del Instituto, José Samuel Roberes García, que investigaba el robo de armas en las secretarías de la Audiencia --no en los juzgados ni en la secretaría del Gobierno Civil como se lee en algún sitio, que no voy a citar, que está feo porque todos nos equivocamos y no es cuestión de señalar-- robo desarrollado en la madrugada del 17 al 18 de julio de 1936 --no el día 19 como también se lee--, en fecha previa a la que se considera primera reunión de representantes del Frente Popular con el gobernador civil.

Para mí que el presidente de la Audiencia Territorial se produce con una cierta elegancia o compasión hacia el gobernador civil, --que entonces ya no se encontraba en el mundo de los vivos-- cuando atribuye su interés por conseguir las armas en el capricho de quedarse con una que le agradase.

Por último, aclaro que en 1936 había cuatro viviendas en el Palacio de Justicia. En una vivía el presidente de la Audiencia Territorial; en otra el presidente de la Audiencia Provincial; también contaban con viviendas el fiscal jefe y el portero mayor (¿Pablo?) Estaban en las torres laterales del edificio, aunque la del portero mayor creo que se encontraba en la parte central dando a las terrazas. El documento:

Atendiendo al requerimiento de V.S. y aun prescindiendo de si se trata de hecho de que se haya tenido conocimiento por razón del cargo, a los efectos del informe conforme al artículo 415 de la ley de Enjuiciamiento criminal, o de hechos ajenos a dicho cargo, siquiera fuese aprovechado para obtener datos y hacer indicaciones con un objeto determinado a los efectos del 413 de la misma ley, me es muy grato comunicar a V.S. respecto al particular que se me interesa lo siguiente:



Que efectivamente en un día que no pude precisar pero que debió de ser hacia el ocho o el diez del corriente me llamó telefónicamente el Gobernador Señor Pérez Carballo, y habiendo acudido al llamamiento, me manifestó este Señor que en el Gobierno Civil estaban desprovistos de armas y que era necesario le enviase las que había en la Audiencia, para ser utilizadas por los funcionarios de dicho Gobierno que estaban indefensos. Contesté que era imposible, alegando las razones legales pertinentes, especialmente el Decreto que regula el destino que a las armas de fuego, en las causas por tenencia, debe darse ofreciendo enviarle una copia del mismo y añadí que eran muy pocas las armas procedentes de los sumarios que reunían buenas condiciones, suponiendo el declarante que la proposición de entrega obedecía quizá al capricho de quedarse el Señor Gobernador con alguna que le agradase.



No obstante tal negativa, a las cinco de la tarde del mismo día se presentó en mi domicilio un Agente del Cuerpo de Vigilancia, de orden del Gobernador insistiendo en la misma pretensión, siendo mi contestación igual a la que había dado a esta Autoridad. A los ocho o diez días, entre seis y siete de la mañana, me avisó el Portero mayor de la Audiencia que habían fracturado las puertas de dos Secretarías y que suponía que se habían llevado armas. Bajé y en efecto pude observar la fractura de las puertas, enviando inmediatamente recado a los Señores Secretarios Ortiz y Bustamante y poniendo el hecho en conocimiento del Juez de guardia. Es de tener cuenta que en una de las Secretarías no había armas, y en esta dejaron de entrar los autores del hecho de autos. Es cuanto puedo manifestar a V.S. respecto a lo interesado en su comunicación.



Coruña 29 de Julio de 1936.



Ladislao Roig [rubricado].

Causa militar 178 de 1940, de la Auditoría de Guerra de la Octava División Orgánica, contra Edmundo Lage y otros por el delito de rebelión militar. Depositada en el Archivo Intermedio Militar Noroeste (Ferrol) por el Tribunal Militar Territorial IV (La Coruña), fols. 33 y 34r.



lunes, 13 de mayo de 2013

¿El primer paseo?

Me iba a ocupar hoy del asalto y robo de armas en la Audiencia, en la madrugada del 17 al 18 de julio de 1936, pero lo dejaremos para la siguiente anotación. Este robo se conoce sólo a través de un testimonio incorporado a la causa militar instruida contra el comité del Frente Popular que repartió armas en el Gobierno Civil, lógicamente para matar a los militares alzados, y podría poner de manifiesto, una vez más, el modo en que detentaba el poder el gobernador civil, fusilado, Francisco Pérez Carballo; o las actuaciones igualmente ilegítimas del capitán de Asalto, también ejecutado, Gonzalo Tejero Langarita. Como en la causa instruida con motivo de este robo no hubo fusilamientos, no se presta tan bien para agitar y hacer demagogia, que esto también pudo influir en que no se conozca un hecho emblemático, que marca el comienzo de la guerra en La Coruña. Por no dejar descolgado el asesinato que citaba en la anotación anterior, dejo también el robo de armas en la Audiencia para la siguiente anotación, entre otras cosas también porque mis notas sobre este robo se extienden por ahora a lo largo de 120 páginas y me quedan unas cuantas hasta llegar al año 1963, en el que los documentos aportados tienen ya menos de medio siglo. En mi opinión carecen de trascendencia, pero por imperativo legal, no puedo publicarlos. Nadie se asuste, que en las 120 páginas hay mucha paja, pero quiero tomarlas con todo el detalle que pueda como homenaje de gratitud, allá donde esté, hacia alguien que conocí hasta que tuve diez años y él falleció: Edmundo Lage Vázquez, para mí, el Sr. Lage, al que recuerdo con muchísimo afecto. Todo un señor, y aunque quede hoy un poco cursi decirlo o suene muy de hostelería, todo un caballero.

El 19 de julio de 1936 El Ideal Gallego informaba a sus lectores que se había encontrado en Fontenova, en la Silva de Abajo, el cadáver de un hombre muerto de varios balazos. Se llamaba Gerardo Canzobre Pan, natural de Arteixo y vecino de la travesía de Vera (hoy Alcalde Puga y Parga), 14-1º. El cadáver se localizó en las proximidades de una fábrica de harinas, que según me dicen, estaba en donde hoy se levanta esa nave, por aquí. Esta noticia de prensa es la única fuente de información con la que cuento, por ahora. Ni La Voz de Galicia ni El Pueblo Gallego se hicieron eco del asesinato; tampoco localicé la causa, bien por haberse perdido, bien por haberse inhibido el juzgado en favor de la jurisdicción de Guerra con posterioridad al 20 de julio, día en el que se declara el estado de guerra en La Coruña.

Con estos mimbres intentaremos aproximarnos al cesto de lo sucedido. En primer lugar si el cadáver se encontró en las proximidades de la fábrica de harinas, también estaba próximo el local que usaban los extremistas del ateneo libertario El Resplandor del Abismo, cuya casa, deteriorada, aún se conserva y está casi frente por frente, carretera por medio, al solar que ocupaba la fábrica de harinas.



En segundo lugar, el cuerpo fue encontrado por una señora a las doce y media de la noche, hora en la que se podría realizar perfectamente un paseo. En tercer lugar, si fuese una víctima ocasionada por las derechas o lo que al día siguiente sería bando nacional, el nombre del fallecido aparecería en la bibliografía relacionada con cuestiones de memoria histórica o en sus monumentos, y no lo localizo. En cuarto lugar, vivía en la travesía de Vera 14-1º, la misma vivienda que había usado uno de los trabajadores que en la documentación rastreada aparece como de los más perseguidos por considerarlo esquirol, Arcacio o Alcacio Rodríguez.

Podría tratarse de uno de los llamados esquiroles, al que se liquidó por parte de obreros anarquistas. Ya vimos un pleito ventilado en el Tribunal Industrial de La Coruña en el que varios obreros que trabajaban en las posiciones militares de Punta Herminia y San Pedro de Visma, solicitaban que se les indemnizase al haber sido despedidos de forma indebida el 24 de marzo de 1936. En la instancia que presentan aparece un Gerardo Canzobre Pan, que no la firma, según se dice, por no saber hacerlo. Lo llamativo del caso es que esa instancia está fechada el 14 de septiembre de 1936, cuando ya había fallecido una persona identificada en Fontenova con este mismo nombre.

Las instancias o los escritos oficiales se redactan, en este caso parece que por un abogado, y la fecha se pone cuando se presentan en el organismo correspondiente o en fecha próxima. El muerto en Fontenova, según El Ideal Gallego, fue identificado por unos documentos que llevaba como Gerardo Canzobre Pan, que vivía en donde se había alojado Alcacio Rodríguez, en travesía de Vera 14-1º. Pudo haber una identificación errónea, puede tratarse de dos personas que poseían el mismo nombre, o pudo tratarse del Gerardo Canzobre Pan que había trabajado en los fuertes militares y al que los obreros anarquistas consideraban esquirol. Trataré de obtener más información. Por ahora, aquí nos quedamos.

Versión de El Ideal Gallego correspondiente al 19 de julio de 1936:

Un hombre muerto de varios balazos

-----------

Es hallado en un lugar de la Silva de Abajo


-----

A las doce y media de la noche, en el lugar de Fontenova, en la Silva de Abajo, y próximo a una fábrica de harinas que allí existe, fué hallado por una mujer el cadáver de un hombre que presentaba varios balazos.

Inmediatamente se dio conocimiento del hecho a La Coruña, de donde salió una ambulancia del Instituto Provincial de Higiene, que recogió el cadáver y lo trajo a la Casa de Socorro del Hospital. Cuando ingresó en este centro benéfico, el cuerpo aún estaba caliente, lo que demuestra que hacía poco que se había cometido el asesinato.

Por los documentos que le encontraron a la víctima, parece ser que se trata de Gerardo Canzobre Pan, natural de Arteijo, y vecino de la travesía de Vera, 14, primero, de La Coruña.

En el lugar del suceso se personó el Juzgado de instrucción del Instituto.

Por ahora, se ignoran los móviles del crimen.


viernes, 10 de mayo de 2013

'¡Estades aquí!' Y le pegaron un tiro

Se cuenta en mi casa que un tío con unos seis años --luego sería en torno al año 31-- estaba jugando en la calle del Orzán junto a un bajo en el que paraba un autobús de línea, por aquí. Uno de los que esperaban el autobús sacó una pistola y el niño con curiosidad infantil se quedó mirándola. Sin más ni más el otro le pegó un tiro ocasionándole una herida en un dedo. Ya lo veremos si sigo por el año 31, que también me apetece ponerme a tomar notas de las causas instruidas durante la guerra por las autoridades militares y no tengo muy claro qué hacer.

El 16 de julio de 1936 Manuel Seijas Rey, de 28 años, jornalero, vecino de Vilaboa en Culleredo, pasaba por la Fuente de San Andrés o por la Galera hacia la calle Real con intención de tomar un autobús en la Marina que lo llevase a su domicilio. Iba en compañía de dos amigos que trabajaban en una carnicería de Santa Catalina. Al llegar al cruce de Galera con Olmos, General Mola y callejón del Perete (hoy también llamado General Mola), se cruzaron con otro grupo, y según La Voz de Galicia alguien de este último dijo ¡estades aquí! En versión de El Ideal Gallego se dijo, ese es, y sin tronar ni llover le dispararon un tiro que le ocasionó una lesión en la pantorrilla derecha producida por una bala sin orificio de salida. Los agresores fueron perseguidos por el público y guardias de seguridad sin darles alcance, así que, una vez más, el delito quedó impune. Tal vez fue un mero ataque terrorista con el que contribuir a generar el caos que llevaría a la revolución; o tal vez se equivocaron y lo creyeron uno de los denominados esquiroles. Digo esto último porque Manuel Seijas declaró a la policía que debieron confundirlo toda vez no estaba afiliado a partido alguno, no se encontraba incurso en ningún conflicto y no había tenido la más ligera discusión con nadie, y a los dos días se cargaron en la Silva a un esquirol en lo que podría ser el primer paseo de la temporada, perpetrado no por las derechas o los malvados falangistas, y sí con toda probabilidad por aquellas buenas gentes anarquistas de la Silva y la Moura a las que algunos consideraron perseguidas y otros creemos que les pararon los pies.

Mis notas.

Versión de El Ideal Gallego correspondiente al 17 de julio de 1936:

Herido de un disparo al pasar por la calle de la Galera

---------

El agredido, que habita en Vilaboa, ignora las causas de la agresión

---------

Se cree que lo confundieron con otro

---------

Por un disparo de arma de fuego, hecho inesperadamente por un desconocido, resultó herido anoche, en la pierna derecha, el joven de 28 años, vecino de Vilaboa, Manuel Seijas Rey, de oficio jornalero.

En unión de dos amigos suyos, dependientes de una carnicería establecida en la calle de Santa Catalina, pasaba a las diez de la noche de ayer, el Seijas Rey, por la calle de la Galera, y al llegar a la confluencia de esta vía con la de Fuente de San Andrés, se cruzaron con un grupo de individuos cuyos nombres se ignoran.

Uno de estos individuos, dijo: "ese es", e inmediatamente sonó un disparo de arma de fuego, alcanzando el proyectil a Manuel Seijas, que era el señalado.

Hecho esto, los del grupo agresor desaparecieron, mientras el herido, ayudado por sus amigos, se trasladaban a la Casa de Socorro del Hospital a fin de que se les prestase asistencia médica.

El facultativo de guardia le apreció una herida de bala en la pantorrilla derecha, calificada de carácter leve, salvo complicaciones.

El herido desconoce las causas de la agresión, así como a los autores de la misma.

Al formular la consiguiente denuncia en el Centro de policía, dijo que los agresores debieron sufrir una equivocación, toda vez que él no está incurso en ningún conflicto, no está afiliado a partido alguno y no ha sostenido la más ligera discusión con nadie.

En el momento en que fué agredido se dirigía a la Avenida de la Marina, para embarcar en un autobús y reintegrarse a su domicilio en Vilaboa.

La detonación producida por el disparo causó la natural alarma y se aglomeró el público en el lugar del suceso.

Versión de La Voz de Galicia también de 17 de julio de 1936:

Herido de un balazo

-----

Anoche cuando pasaba por la calle Estrecha de San Andrés [sic, será Fuente de San Andrés], en dirección a la del Capitán Galán, acompañado de dos amigos, el jornalero Manuel Seijas Rey, de 28 años, casado, natural y vecino de Vilaboa, al llegar al cruce de las calles de la Galera y Olmos, un grupo de unos individuos se acercó a ellos, y sin mediar más palabras que ¡estades aquí!, uno de aquellos hizo un disparo de pistola contra el Manuel que resultó herido.

El agresor y sus acompañantes se dieron a la fuga, siendo perseguidos por unos transeúntes y guardias de Seguridad hasta la Fuente de San Andrés, logrando allí desaparecer.

El herido fué conducido a la Casa de Socorro del Hospital, donde fué curado de primera intención por los facultativos de guardia, de una herida por arma de fuego, sin orificio de salida en una pierna.




lunes, 6 de mayo de 2013

¡Qué pedal!

Tengo la sensación de que en España cada vez resulta más barato delinquir, salvo en cuestiones relacionadas con violencia de género en donde no me pasa desapercibido que no se reducen las tasas de estos delitos; que estoy de acuerdo con Toni Cantó en que por lo que pulso la mayoría deben ser denuncias falsas, o que en la persecución a los malvados varones de este país se llega al esperpento. Tampoco me pasa desapercibida la creación de institutos, cátedras u observatorios en donde se enchufa a los correligionarios, que en vista de los resultados, dudo que sirvan para otro menester. Eso sí,  se da rienda suelta a los malos instintos y al espíritu vengativo, al odio, abandonando aquello de aborrecer el delito y compadecer al delincuente y las penas se incrementan, el género masculino se demoniza como un presunto bestia en general, cuando estoy convencido que los primates no son tantos, y que no sirve para nada el incremento de las penas porque de perdidos al río, y tiran por la vía del medio ¡Son como los de los años 30! :) Quiero decir con lo anterior que para mí la solución está en la educación, en la mediación o en la mala consideración social del maltratador, y no en el incremento de las penas --tratando de controlar a la sociedad a través del miedo-- o en la creación de centros artificiosos con los que engordar redes clientelares y de poder. Si en asuntos relacionados con violencia de género se incrementan las penas, no sé si a día de hoy un comportamiento como el que veremos en el párrafo siguiente merecería algún reproche penal. Lo digo porque hace tiempo fui testigo de un delito de robo con fuerza. Cuando llegó el policía y ordenó levantarse del suelo al randilla, o que pusiese las manos sobre la pared, este respondió: levánteme Ud. si quiere, y no lo levantó. Más tarde mostré mi extrañeza ante otro policía por este hecho, y me dijo que él hubiese hecho lo mismo. Que un vecino podía estar con su cámara haciendo fotos y en una cualquiera podía parecer que al sujetar al detenido lo estaban matando, torturándolo y que una fotografía equívoca le podía costar el puesto de trabajo; que los funcionarios públicos no cotizaban para el paro obrero, y si los echaban a la calle no cobraban un duro. En USA la policía primero dispara y luego pregunta. Tampoco hay que llegar a eso en mi opinión, pero como en este país somos tan aficionados a pasar de un extremo a otro, tengo la sensación de que nos estamos pasando, que no se persiguen las coacciones con la misma dureza, o que se pueden hacer pintadas y romper las lunas del escaparate de una librería ¡como en los años 30! :) con total impunidad.

El 12 de julio de 1936 marchaba hacia la calle Real por la Fuente de San Andrés el guardia de seguridad destinado en el Gobierno Civil, Gonzalo Roca Garcia, cuando de un grupo de cuatro muchachos oyó que le marcaban el paso como a los reclutas: ¡UN, DOS, TRES! ¡UN, DOS, TRES! :) Se acercó al grupo e indicó a sus integrantes que se fuesen a dormir. Cuando el guardia se marchaba volvió a oír como se mofaban de él y le volvían a marcar el paso así que regresó y detuvo al bromista. Este resultó encontrarse con un pedal como un piano y en Comisaría se comportó de forma chulesca, amenazando a la plantilla con que en 48 horas movería sus influencias y quedarían cesantes, llegando al extremo de dar un puñetazo a uno de los guardias. Si esto ocurrió así, no me quiero imaginar la manta de palos que le pudo caer por parte de aquellos policías.

El muchacho en cuestión se llamaba Emilio Ares Castro, de 22 años, y era vecino de Betanzos. Se encontraba en La Coruña como alumno de la Escuela profesional de peritos agrícolas de Madrid, que llevaba de viaje a sus alumnos por el norte de España y Portugal, visitando los centros agrícolas. Esta es la explicación oficial, la extraoficial, para mí es un viaje de fin de curso, que salvo excepciones es de suponer que todos podían pagar, pero se lo subvencionaba el Estado. Emilio fue ingresado en la cárcel y salió el día 15 al haber constituido fianza en su favor un comerciante de la calle de Bailén, Manuel Iglesias Vázquez. Parece formar parte de una familia de posición acomodada. Salvo excepciones, los hijos de los obreros no estudiaban en la universidad y sí los hijos de los burgueses --que podían ser tan obreros como los anteriores pero contaban con mayores ingresos. Al comenzar la guerra se cerraron las universidades, o no hubo lugar a iniciar un nuevo curso, por ejemplo en la Universidad de Santiago de Compostela porque los alumnos fueron a cumplir con sus deberes militares, por lo que sé, en general de muy buen grado. La mayor parte del estudiantado era de derechas por la misma razón de que lo eran quienes tenían algo, quienes podían pagar estudios superiores a sus hijos. Emilio Ares no parece excepción a la regla y a mediados de septiembre se encuentra ya en Asturias encuadrado en el Regimiento de Infantería de Zamora nº 29, de guarnición habitual en el Acuartelamiento de Atocha. Ingresa en la Legión y llega al grado de alférez.

El fiscal, en el asunto por el que se le detuvo el 12 de julio lo consideraba autor de un delito de atentado a agentes de la autoridad, con una atenuante de embriaguez, y solicitó en su escrito de conclusiones provisionales que se le impusiese la pena de dos años y once meses. Tras sucesivos aplazamientos por encontrarse en el frente, no hubo lugar a castigarlo porque falleció en el Hospital Militar General Saliquet de Madrid el 1 de julio de 1942 como consecuencia de una lesión microaórtica. Me pregunto si una lesión de este tipo es frecuente en un joven de 28 años, y creo que no, que se da más cuando se peinan canas. Más parece una consecuencia de los esfuerzos y penalidades que padeció durante la guerra luchando seguramente con su mejor voluntad y ahínco, con el mayor entusiasmo por la España que él creía mejor, hasta el extremo de afectarle la salud y costarle la vida.

Mis notas.




viernes, 3 de mayo de 2013

Puñaladas en Santa Catalina

Aunque me encuentro con asesinatos, agresiones --peleas de mujeres, para dar con un zueco-- y otras miserias varias de aquella sociedad, sólo recojo las que tienen o podrían tener un matiz político o social. Vamos con una de puñaladas, término que en cierta ocasión oí pronunciar como apuñaladas :-) El 10 de julio de 1936, Manuel Pardo Rodríguez (según La Voz de Galicia, José Pardo Fernández) chófer de una agencia, entiendo que de transporte, --tal vez Rey Soler, dedicada al transporte de mercancías, junto al Molino, en un solar que hoy hace esquina a Duran Loriga-- tuvo una fuerte discusión con un compañero, Lucas Rivero Liñero (según La Voz de Galicia, Luis Loñero) en la estación del Norte, cuyo solar ocupa hoy la estación de autobuses. Cuando el chófer estaba en la agencia establecida en la calle de Santa Cataliña, hablando con el contable, el compañero con el que había discutido le asestó tres puñaladas, una en la espalda y dos en un codo. Como en aquella sociedad la política y el sindicalismo lo trufaba todo; como la discusión que se produjo en la estación parece ser que se originó por cuestiones de trabajo, me parece que entra dentro de lo posible y hasta de lo probable, que el conflicto tuviese su origen en diferencias de tipo político o social, pero a saber.

Mis notas, telegráficas, que las actas de los juicios verbales de faltas se expurgaron como se van a expurgar ahora, y nos quedamos como estábamos, lamentablemente.

Versión de La Voz de Galicia correspondiente al 11 de julio de 1936:
Las puñaladas de ayer
-------
Ayer tarde, en el local de una Agencia establecida en la calle de Santa Catalina ocurrió un suceso sangriento.
Cuando el chófer de dicha empresa José Pardo Fernández, de 36 años, casado, estaba conversando con el contable de la casa, otro obrero al servicio de la misma, llamado Luis Loñero, le asestó tres puñaladas.
Se hallaban ambos enemistados.
En un automóvil se trasladó al herido a la Casa de Socorro del Hospital, donde fué curado de primera intención por el médico y practicante de guardia señores Ponte Ferreiro (Don Francisco) y Naya Badía.
Presentaba una herida incisa en la región dorsal izquierda, entre la quinta y sexta costilla, y otras dos, en el codo del mismo lado.
Su estado fue calificado de pronóstico reservado.
Por prescripción facultativa se dejó a José ocupando una cama en el Hospital municipal.

Pocas horas antes José y Luis habían tenido una fuerte discusión, por cuestiones de trabajo, en la estación del ferrocarril.

El agresor fue detenido.

El Juzgado de instrucción de guardia se personó en el Hospital, con objeto de tomar declaración al herido.


lunes, 29 de abril de 2013

Atentado mediante descarrilamiento

El puente metálico de la Marisqueira, entre Culleredo y Cambre, hoy casi sin perspectiva por los rellenos que lo engulleron en parte, aún conserva sus pilas originales de sillería --pintarrajeadas con graffitis--, no así el tablero con celosías laterales. El 7 de julio de 1936, en las proximidades del puente del ferrocarril de la Marisqueira correspondiente a la línea Coruña-Palencia, parece que en la parroquia del Burgo, se colocó una piedra que causó daños en una máquina de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España. El delito cometido, una vez más, quedó impune.

Si tuviese que apostar, yo atribuiría el hecho a aquellas buenas gentes anarquistas, especialmente exasperadas y agitadas estos días. Si fuese una simple gamberrada, la prensa no temería a la tijera del censor y daría cuenta del hecho, y no lo hace --salvo que me haya pasado desapercibida la noticia-- La Voz de Galicia, El Ideal Gallego o El Pueblo Gallego (Vigo). Con motivo de la huelga terrorista desarrollada por los anarquistas en protesta por la victoria del centro derecha en las elecciones de noviembre de 1933, se colocaron peñascos sobre el puente de la Marisqueira (según El Sol de 12/12/1933). Al comenzar la guerra, el 25 de julio, el comandante de Ingenieros Andrés Fernández Albalat, fue el encargado de restablecer las comunicaciones ferroviarias. Salieron dos locomotoras desde La Coruña, una de reconocimiento y otra que arrastraba un tren taller, convoy al mando del alférez de complemento, Manuel Antolín. Este encontró la vía cortada antes de entrar en el túnel de Oza, al salir, y "a cuatro o cinco kilómetros de este último corte", según el P. Silva Ferreiro. El puente de la Marisqueira está a 5 km de la salida del túnel de Oza. En definitiva, que esa piedra colocada el 7 de julio en el entorno del puente de la Marisqueira tiene al menos un antecedente similar con matiz social, y sabemos que a posteriori también se interceptó la vía por la misma zona con un origen revolucionario. Todo apunta a que estamos ante un atentado con matiz político o social, pero a saber.

El puente de la Marisqueira hoy, pintarrajeado y engullido por unos rellenos inaceptables.







viernes, 26 de abril de 2013

¿Joya nacional o roja?

La calle del Papagayo fue el lugar más emblemático de prostitución en La Coruña. Allí parece que Cela llegó a tirar un piano por una ventana en cierta noche alegre. Estamos llegando al alzamiento nacional y los personajes que aparecen en las causas ya toman parte en él.

El 7 de julio de 1936 Perfecto Rodríguez Hermida, motorista vigilante de caminos dependiente de la Jefatura de Obras Públicas de La Coruña, de 4 a 5 de la madrugada debió tener una urgencia y se fue a cohabitar (esto por ser fino y educado) con una meretriz del Papagayo que ya conocía. Él contaba 28 años y ella 31, ambos gallegos, mayores de edad, etc. Si ambos estaban de acuerdo, perfectamente. Ocurrió que llegaron a la habitación y ella se despojó de sus joyas dejándolas en la mesilla y lo mismo hizo él con su reloj de bolsillo. Concluido el festejo, Perfecto, además de recoger su reloj parece que se llevó una pulsera de oro, gruesa, de la que colgaba una libra esterlina también de oro, pero de esto no se enteró la chica en un primer momento. Teresa acompañó a Perfecto hasta donde estaba el ama, que cobró al cliente y la pupila se acostó para dormir. Cuando se levantó al día siguiente Teresa notó la falta de esta pulsera presentando la correspondiente denuncia en Comisaría.

Cuando ya se había procesado a Perfecto como presunto autor del hecho, el Juzgado tiene noticia de su fallecimiento, solicitando certificado de su partida de defunción. En esta consta que falleció el 30 de julio de 1936 en el Hospital Militar como consecuencia de gangrena pleuro pulmonar consecutiva a herida por arma de fuego.

Durante mucho tiempo, en una página de mariachis locales de la finada memoria histórica apareció una base de datos en la que figuraba Perfecto Rodríguez como represaliado por el Franquismo. Lamela (p. 135, 173) lo incluye en sus relaciones de fallecidos por la represión franquista. Por su parte la web Nomes e voces no lo incluye en su base de datos de víctimas. Yo también sospecho que fue una víctima del bando nacional. La Voz de Galicia publica el día 31 una esquela del jefe y demás personal de la Jefatura de Obras Públicas en la que se invita a asistir al sepelio y si bien está encabezada por una cruz no se anuncia el funeral. Parece probable que Rodríguez Hermida resultase herido en los días de lucha callejera, la herida se gangrenó y esto le ocasionó la muerte aunque lamentablemente, desconozco las circunstancias. Ya veremos que uno de los juzgados instruyó un sumario, voluminoso, en el que se debieron investigar las condiciones en las que fallecieron las personas heridas en los días de luchas por las calles. Lamentablemente se expurgó, como parece que se van a expurgar en Galicia toneladas de documentación judicial. Imaginemos que alguien decide cargarse toda la documentación generada por los juzgados de lo social hasta el año 1985, con lo cual se podrá estudiar la conflictividad laboral durante el franquismo a través de los fondos de las magistraturas de trabajo, pero no aquella que se dio en democracia. Con un... Ya sé que no va a servir para nada, pero parafraseando un artículo muy difundido hace años: ¡Yo protesto!

Mis notas.

lunes, 22 de abril de 2013

De aquellos escraches y sus activistas

El café Galicia se encontraba en esa esquina del Cantón Grande con Santa Catalina y tenía fama de ser un café burgués, de tertulias literarias y también de postureo, al que se iba para ver, ser visto y aparentar, aunque el posturero estuviese más tieso que la mojama.

En torno a la medianoche del sábado 4 al domingo 5 de julio de 1936 se encontraba en el interior del local el juez municipal del distrito de la Audiencia, Luis López Giavina, jugando una partida de ajedrez con el funcionario del Gobierno Civil, Eugenio Rubín González. Quiero recordar que Giavina se casó con una hija de Gerardo Abad Conde, republicanote del Partido Republicano Radical, masón, ministro de Marina durante el segundo bienio, que fue asesinado al comenzar la guerra en la madrileña Cárcel de Porlier en uno de tantos episodios de aquel terror rojo.

Fuera, se encontraba en la terraza con otro grupo de amigos Luis Vidal Rodríguez, juez municipal del distrito del Instituto, vinculado a las juventudes de Izquierda Republicana según Lamela, calificado de extremista por las nuevas autoridades y que pese a ser detenido salió en libertad al mediodía del 9 de septiembre de 1936 (p. 26, 45, 102). Pese a constarme que era pariente del primer delegado militar en los servicios municipales, capitán de Intendencia, José Fuciños Gayoso, no debió inspirar confianza a las nuevas autoridades y fue separado del servicio en su cargo de juez municipal.

Lo cierto es que en torno a esa medianoche del 4 al 5 de julio se presentaron en el café Galicia, beodos, Manuel Edreira Amor, de 29 años, jornalero; y Rogelio Díaz Seijas, de 24 años, herrador, ambos con algunos antecedentes penales, y copiosos de los policiales. Según la Policía estaban mal conceptuados, siendo modesta y precaria su situación social y política, no conociéndoseles virtud alguna y sí multitud de vicios, siendo conocidos habituales de la delincuencia contra la propiedad y acompañándose frecuentemente con personas amorales y de malas costumbres.

Efectivamente, en Comisaría contaban como digo con copiosos antecedentes. Rogelio Díaz Seijas fue detenido por hurto en 1926, año en que también se denunció su fuga del domicilio. En 1927 fue denunciado por sustracción, fue puesto a disposición del alcalde, multado dos veces por desobediencia  y también se le denunció por tentativa de hurto. En 1928 sufrió dos días de arresto, resultó denunciado por faltas de respeto a los guardias y por lesiones; en 1931 se le denunció por desórdenes públicos, fue acusado de hurto; en 1935 fue denunciado por escándalo y embriaguez, y también en el mismo año por malos tratos de palabra y obra, parece que a una prostituta; en lo que iba de 1936 se le había denunciado por estafa.

Por su parte Manuel Edreira Amor no le iba a la zaga. En 1926 fue denunciado por insultos a la autoridad; en 1929 por daños; en 1932 se le detuvo por daños, más tarde por amenazas, y también fue denunciado este año por actos deshonestos y escándalo; en 1933 tuvo una denuncia por daños; en 1934 por escándalo e insultos; en 1935 por sustracción; en 1936 por malos tratos y escándalo, por estafa, por escándalo y desafiar a los guardias, y por malos tratos de obra.

El caso es que esa noche se presentaron Manuel Edreira y Rogelio Díaz en el café Galicia, sosteniendo una discusión en la barra. De esta se separó Manuel que se dirigió a la mesa en donde estaban Luis López Giavina con Eugenio Rubín y en tono de mofa se dirigió al juez para indicarle que en el juicio que tenía pendiente ante él, lo iba a defender José Calviño Domínguez, entonces diputado de Izquierda Republicana, y Ramón Suárez Picallo, también diputado del Partido Galleguista. Dijo que el juez Giavina era un mamarracho --cosa que oyeron entre otros Plácido Castro (Plácido Ramón Castro del Río), presidente del Comité municipal del Partido Galeguista--, que era un inmoral y vendía sus sentencias, llegando al extremo de desafiarlo para que saliese a la calle, como de hecho hizo Edreira sacándose la chaqueta. Luis López Giavina salió, pero para buscar unos guardias que lo detuviesen, momento que fue aprovechado por los dos sujetos para huir hacia los jardines de Méndez Núñez. Volvió Giavina sin la pareja de agentes que buscaba, y visto esto sin duda por Edreira y su compañero, volvieron a aparecer por el Galicia repitiendo insultos y bravuconadas, pero en esta ocasión los clientes del bar se abalanzaron sobre Edreira y lo redujeron a la obediencia entregándolo posteriormente a una pareja de Seguridad.

No acabó ahí el incidente. A los pocos minutos se presentó de nuevo en el Galicia Rogelio Díaz Seijas, que pidió de malos modos en la barra que le cambiasen una moneda y le diese fuego. Salió a la terraza y ante el grupo que detuvo a su compañero, se permitió --según el abogado y miembro del Partido Galleguista, Luis Seoane López-- decir que era el presidente del Partido Comunista, que lo que le habían hecho a su compañero se lo iban a pagar, y que además lo iban a soltar inmediatamente dadas las influencias que podría ejercer su partido. El juez Luis Vidal se levantó para detenerlo y el primate le dio un puñetazo que le hizo caer las gafas, le provocó una hemorragia nasal y algún arañazo.De nuevo los parroquianos del Galicia se echaron sobre el bravucón, lo detuvieron y entregaron a una pareja de Seguridad.

Rogelio Díaz no era presidente del Partido Comunista, pero podía estar próximo a él o ser uno de los peones que utilizaba el Frente Popular para provocar desmanes y contentar de forma momentánea a los grupos revolucionarios. De hecho, el abogado Antonio Rodríguez Rodríguez, presente en el local con su señora, declaró que en el Galicia se comentaba que tanto Manuel Edreira como Rogelio Díaz eran dos activistas, maleantes informativos, o como se les quiera denominar, que entraban en los talleres de modistas por entonces en huelga, coaccionándolas para impedir que trabajasen. De hecho también, a Manuel Edreira se le abrió un expediente para aplicarle la Ley vagos y maleantes (del año 1933, eh) y en el mismo apareció acusado de participar en el asalto al Club Náutico, al local de la Patronal y al de las Juventudes Católicas, aunque no se pudo probar debidamente su participación, lo que no significa necesariamente que no hubiese tomado parte en estos desmanes.

En virtud del atentado cometido contra los jueces municipales, Manuel Edreira y Rogelio Díaz fueron detenidos y recluidos en la Prisión Provincial. El 7 de septiembre de 1936 solicitaron que se les concediese la libertad provisional mientras no se celebraba el juicio, cosa a la que accedió el tribunal, con la salvedad de que Manuel Edreira quedó retenido en el mismo establecimiento penitenciario a disposición del gobernador civil y delegado de Orden Público. Sospecho que al igual que sucedió en otros centros penitenciarios, al comenzar la guerra se ofreció a los delincuentes comunes la posibilidad de salir si se alistaban voluntarios. Así lo hizo Rogelio Díaz, que tras obtener la libertad provisional mientras no se celebraba la vista oral, se encuadró en la Legión, en el Tercio de Extranjeros. Llama la atención que Manuel Edreira quedase retenido por el delegado de Orden Público y no saliese en libertad, lo que podría estar relacionado con su peligrosidad para el mantenimiento del orden público, con su vinculación a la izquierda revolucionaria.

En definitiva, visto lo visto, planteo la posibilidad de que estos dos individuos formasen parte de las bases del Frente Popular, a los que se usaba, bien para ejercer coacciones en talleres de modistas, bien para provocar desmanes como los asaltos que afectaron a los locales de la Unión Regional de Derechas, Patronal, Juventudes Católicas, Renovación Española, o Club Náutico; planteo la posibilidad, en definitiva, de que una parte de los delincuentes habituales contra la propiedad, rateros, timadores, etcétera, constituyesen también una parte normal de las bases del Frente Popular, que este utilizaba para acogotar a las derechas y expulsarlas de la vida pública mientras los delincuentes se retroalimentaban con la impunidad --no en este caso tan evidente-- que le podía proporcionar la coalición, o la que les aseguraban y los envalentonaba. Cuando se quemó la iglesia de los Capuchinos en 1931, quien fue testigo de aquel incendio se reía al recordar la clase de gente que lo había protagonizado, en donde las ideas políticas eran sólo una disculpa para hacer el bestia y lo que les diese la gana, recordando entre risas que en la quema de los Capuchinos los incendiarios soltaban ristras de chorizos por la ventanas antes de poner fuego al inmueble. Para mí que buena parte de esta tropa fue acogida en Falange y milicias a quienes también realizaban determinados trabajos sucios, o podían ser utilizados por su acometividad y espíritu violento en el frente de batalla. La ideología era lo de menos y lo de más la necesidad perentoria que sentían de dar rienda suelta a los instintos primarios.

Mis notas.





viernes, 19 de abril de 2013

Asesinato en la Ciudad Jardín

Me contaba hace tiempo una señora cuyo padre estuvo en un campo de concentración instalado en una playa francesa, que los suyos no pudieron ganar la guerra porque su progenitor le decía que hasta había peleas frecuentes entre correligionarios. Yo diría que no vivían sin dar rienda suelta a los instintos primarios, bien fuese a bofetada limpia, bien tirándose piedras, o en el caso de las mujeres promoviendo peleas entre ellas, que en los años 30 produce verdadera nausea abrir un periódico y comprobar que no había día en que dos mujeres no se peleasen en plena vía pública.

El asesinato de hoy para mí tiene su origen en que los anarquistas no se llevaban bien ni con ellos mismos. A última hora del domingo 5 de julio de 1936, Francisco Suárez Cabana, obrero afiliado al Sindicato de peones y albañiles, de la CNT, se encontraba de guardián en una caseta de las obras que desarrollaba el Ayuntamiento en la Ciudad Jardín. En el edículo había herramientas y unos cuantos cartuchos de dinamita. De repente llamaron a la puerta dos individuos, uno parece que como de 16 o 17 años y otro de unos 40. En cuanto abrió, Francisco Suárez se encontró con los anteriores portando sendas armas cortas de fuego. El de más edad le exigió ¡manos arriba! pero como el obrero titubeó, le agarró el brazo derecho y se lo levantó mientras el más joven hizo un disparo que hirió a Suárez Cabana bajo el ombligo ocasionándole varias perforaciones en el intestino y mesenterio que le provocaron la muerte en la mañana del lunes.

Tengo bastante claro que estamos ante un atentado promovido por el terrorismo anarquista, y esto tanto por el hecho de que al entierro no se sumó la Federación Local Obrera enviando coronas y representantes como ocurrió en el entierro de Luis Amboage, ni publicando la noticia en Solidaridad acusando al fascismo, esquiroles, etc.; también lo tengo bastante claro por los precedentes de robo de dinamita en el parque de Santa Margarita; como también porque cuando se enjuició la conducta de José Miñones, un policía declaró ante el juez militar que este diputado --al que se tenía por enlace con los elementos que mantenían el estado de subversión-- dijo a una persona de la total confianza del policía algo así como que los militares no tenían nada que hacer porque los obreros tenían mucha dinamita; como incluso porque La Vanguardia, que dada la distancia podía sortear con mayor facilidad la censura que ejercía el gobierno del Frente Popular, señala que el hecho según rumor, tenía su origen en un intento de robo de la dinamita que se guardaba en la casilla, sugiriendo a la vez un crimen social.

Al no poder procesarse a nadie, la Audiencia Provincial dictó un auto de sobreseimiento quedando, una vez más, este asesinato como el de los hermanos Freire y Pastora, impune.

Versión de El Ideal Gallego correspondiente al 7 de julio de 1936:

Un guardia del Municipio asesinado a tiros en la Ciudad Jardín

-------

Se hallaba en el interior de una caseta donde se guardaban herramientas y algunos cartuchos de dinamita

-----------

Dos individuos, que se dieron a la fuga, hirieron gravísimamente de un tiro, en la noche del domingo, al obrero municipal Francisco Suárez Cabana, que se hallaba prestando servicio como guarda en una casilla destinada a guardar las herramientas y algunos cartuchos de dinamita en la Ciudad Jardín. El herido falleció poco después.

A las once menos cuarto de la noche del domingo se hallaba de guardia, en una casilla móvil --de las que se emplean para guardar herramientas-- perteneciente a una obra municipal, en la Ciudad Jardín, el obrero del Municipio Francisco Suárez Cabana, de 38 años, casado, natural de Carral, con cinco hijos menores, que habita en Monte Castillo, casa 1926, cuando llamaron inopinadamente a la puerta de la casilla dos individuos: uno que tendría cerca de 40 años,  y otro, de 16 o 17 aproximadamente.

Al abrir la puerta el guarda, el de más edad le encañonó con una pistola, ordenándole imperiosamente "¡Manos arriba!". El guarda, sorprendido, titubeó un instante y, entonces, aquél le agarró el brazo derecho, que levantó, mientras el joven le disparó un tiro que le hirió gravísimamente en el vientre, con cinco perforaciones de intestino.

Inmediatamente huyeron los asesinos al sentir que se acercaba una pareja de la Guardia Civil que se hallaba de servicio en aquella barriada.

Recogido el herido, fué trasladado al Sanatorio del Socorro y, más tarde, al Hospital, donde le practicó una delicada intervención quirúrgica el doctor señor Rey Grimaldos, auxiliado por el médico de guardia señor López del Castillo, y el practicante don Jesús Guian.

Personado en el Hospital el Juzgado de guardia, compuestos del juez de Instrucción del distrito del Instituto don José Samuel Roberes, el secretario señor Otero Calviño y el oficial don Antonio Garfia, procedió a interrogar al herido, quien, pese a las graves lesiones que sufría, declaró relatando el hecho en la forma mencionada.

UN DETENIDO POR LA GUARDIA CIVIL

La Guardia Civil dio una batida por las inmediaciones del lugar del suceso y detuvo a un individuo, llamado Tomás Longueira Bermúdez. Este fué presentado al herido, quien afirmó que el detenido no era ninguno de los autores del atentado. Longueira Bermúdez quedó, no obstante, detenido a disposición del Juzgado.

El herido declaró que no tenía ningún enemigo personal. Siempre perteneció al Sindicato de peones y albañiles, y estaba muy bien conceptuado.

Su esposa, Carmen Fernández, no sospecha de quiénes pueden ser los autores del vil asesinato.

En la casilla se guardaban algunas herramientas y unos pocos cartuchos de dinamita.

Los obreros municipales de pala y pico acordaron suspender las faenas como protesta del asesinato.

FALLECE EL HERIDO

A las ocho de la mañana de ayer dejó de existir el infeliz obrero.
Hoy, a la una, se practicará la diligencia de autopsia por los médicos señores Villardefrancos y Ponte Ferreiro y el practicante señor Otero.

Versión de El Pueblo Gallego (Vigo), también de 7 de julio de 1936:

Un guardia de la ciudad muerto a tiros por unos desconocidos

------------

EL HECHO OCURRIÓ A MEDIA NOCHE DEL DOMINGO

La Coruña.-- A las doce de la noche del domingo en la Ciudad Jardín, el guarda de Obras del Ayuntamiento, Francisco Suárez Cabana, de 39 años, fué sorprendido por dos sujetos desconocidos, los cuales empuñando sendas pistolas, le obligaron a levantar las manos, y seguidamente hicieron contra él varios disparos, uno de los cuales le alcanzó en pleno vientre.

Una pareja de la Guardia Civil, que se hallaba a unos cien metros aproximadamente, del lugar del suceso, realizó pesquisas para detener a los autores del crimen, sin conseguirlo, por lo que procedieron a recoger al herido, conduciéndolo, sin pérdida de tiempo, a la Casa de Socorro del Hospital, donde fué sometido a una delicada intervención quirúrgica, pues tenía siete perforaciones de intestino.

En gravísimo estado quedó ocupando una cama del Hospital, donde falleció ayer a las nueve de la mañana.

Los obreros municipales pararon hoy con objeto de asistir al entierro.

Se ignoran los móviles del crimen así como los autores.

La víctima había declarado el sábado último en la Comisaría de Policía, como testigo, con motivo de una denuncia por sustracción de una pequeña cantidad en metálico a un tal Moraleda.

Previa autorización del Juzgado, el cadáver fue trasladado al domicilio de los familiares, en el barrio del Castrillón 2.

Hoy, martes, se practicará la diligencia de autopsia y como decimos se verificará el entierro.

Versión de La Voz de Galicia, asimismo de 7 de julio de 1936:

El suceso del domingo

---------

UN OBRERO EVENTUAL DEL MUNICIPIO RESULTA MUERTO DE UN BALAZO

El domingo, entre las once y media y doce de la noche, ocurrió un crimen del cual fue víctima el guardián de unas obras inmediatas a la Ciudad Jardín.

Se hallaba de servicio de vigilancia en una caseta, entre los chalets del doctor don Julio Casares y el "Sanatorio del Socorro" del doctor Ponte Ferreiro (D. Francisco), el guardián de las obras municipales que allí se están llevando a cabo, obrero eventual Francisco Suárez Cabana, de 39 años, casado, con cinco hijos, vecino del lugar de Castrillón.

Vigilaba confiado, cuando se le presentaron dos sujetos, que, revólver en mano, le dijeron: --¡Brazos arriba!-- y sin mediar palabra le hicieron unos disparos, cayendo a tierra mal herido.

Los vecinos oyeron los disparos y las voces del herido pidiendo auxilio.

Una pareja de la Guardia civil, que estaba prestando servicio por aquellas inmediaciones, acudió rápidamente al lugar del suceso. Y al enterarse de lo ocurrido dio una batida por aquellos lugares, sin poder encontrar a los autores del hecho.

El doctor don Julio Casares auxilió al herido, y como viera estaba grave por la importancia del balazo que presentaba en el vientre, en un automóvil, acompañado de la pareja de los citados guardias de la Benemérita, se le traslado a la Casa de Socorro del Hospital, donde se le prestaron los auxilios de urgencia.

Tenía un balazo con orificio de entrada, sin salida, en el vientre, debajo del ombligo, que le causó varias perforaciones en el intestino y mesenterio.

Su estado fue calificado de muy grave.

Se le trasladó al quirófano del citado establecimiento, donde se le practicó una difícil operación quirúrgica.

Una vez operado, se le dejó ocupando una cama en el Hospital municipal.

El Juzgado de instrucción se constituyó en el Hospital, tomando declaración al herido.

Parece que éste no conocía a los autores de la agresión.

Manifestó que representaban tener unos veintitantos años de edad.

En el lugar del suceso fueron encontrados dos casquillos de proyectil de distintos calibres y marca.

FALLECIMIENTO DE LA VÍCTIMA

En las primeras horas de la mañana de ayer, lunes, dejaba de existir el infortunado obrero.

A requerimientos de la viuda y demás familia, se permitió a esta por la autoridad judicial llevar el cadáver a su domicilio, desde donde se efectuará su sepelio.

La Guardia civil sigue practicando activas gestiones para dar con el paradero de los dos autores.


O

No se sabe a quien atribuir la agresión al infortunado obrero, quien --grato es decirlo--, gozaba de buena reputación entre sus amistades, y era fiel cumplidor de sus deberes.

Los obreros municipales, compañeros del finado, suspendieron ayer el trabajo, en señal de sentimiento por la muerte de Suárez Cabana.

Por último, os dejo con una imagen que publicó El Ideal Gallego, correspondiente al 8 de julio de 1936, en donde se ve una sola corona, la de los obreros municipales. Nada que ver con los entierros apoyados por la Federación Local Obrera, repletos de coronas.



lunes, 15 de abril de 2013

En la Cubela como en el Oeste


Luis López Castelo, vecino del Martinete, denunció en Comisaría que pasaba a última hora de la tarde del 29 de junio de 1936 por la Cubela y notó que le tiraron una piedra. Al girar la cabeza se encontró con que le seguía Ovidio Ramos Blanco, de 34 años, vecino de la Cubela, que sin mediar palabra le hizo un disparo aunque no lo alcanzó. Parece que el denunciante atribuyó el hecho a que hacía unas tres semanas llamó la atención al Ovidio por haber insultado a su padre.

Ovidio Ramos había denunciado a finales de 1934 que un tal Emilio Carlos Medín lo había amenazado con un arma, cosa que pudo ser cierta pero no pudo probarse. Por otra parte, en la relación de apoderados que nombraron algunos candidatos del Frente Popular para las elecciones del 16 de febrero de 1936 se encuentra a una Laura Ramos Blanco, parece que entre las que formaban parte de la Agrupación femenina republicana de La Coruña. Si Ovidio Ramos era su hermano, podría ser alguien de izquierdas. Dejémoslo como una mera posibilidad que, una vez más, da idea del desquiciamiento en lo que a utilización de armas cortas de fuego en aquella república.

Versión de El Ideal Gallego correspondiente al 1 de julio de 1936:

Denuncia a un individuo que le hizo un disparo de pistola

---------

Parece que el denunciante había reprochase a su agresor que insultase a su padre

Luis López Castelo, de 37 años, chófer, con domicilio en Martinete, número 37, denunció en la Comisaría de Policía que, al pasar el lunes último, en las últimas horas de la tarde, por el lugar de La Cubela, notó que le habían arrojado una piedra, y al volver la cabeza, se encontró con que le seguía Ovidio Ramos Blanco, de 34 años, vecino de La Cubela, el que, sin mediar palabra alguna, le hizo un disparo con una pistola, que, por fortuna, no le alcanzó.

El agredido echó a correr, siendo perseguido unos metros por el Ovidio, del que consiguió librarse.

El denunciante cree que la agresión obedece a que hacer unas tres semanas, le llamó la atención al Ovidio porque este había insultado al padre de Luis.

Versión de La Voz de Galicia del mismo 1 de julio de 1936:

UNA AGRESIÓN

-----------

El chófer Luis López Castelo de 27 años, vecino del lugar del Martinete, 37, denunció en la Comisaría de Policía que al pasar por la calle de la Cubela, le arrojaron una piedra.

Al volver la cabeza, para saber quien se la había tirado, se encontró con Ovidio Ramos Blanco, de 34 años, vecino de La Cubela, con el que tiene resentimientos anteriores, y sin mediar palabra le hizo un disparo de pistola.

El denunciante se dio a la fuga librándose así de su agresor.


viernes, 12 de abril de 2013

Del Santo Pucherazo y de la existencia o no de democracia

Recuerdo así cosas que los niños y jóvenes cantaban por la calle. Por ejemplo, cuando el Referendum de Autonomía de Galicia se cantaba con música del tango Tomo y obligo:

...El Estatuto no lo queremos
Pueden llevarlo para Petricol
que aquí en Coruña sólo queremos
chamullar todos idioma español...

José García García (@ Pepín el de la Lejía): Relatos de la vida de un socialista coruñés : Apuntes para la historia del Partido Socialista Obrero Español en la ciudad de La Coruña. La Coruña, Secretaría de formación, Agrupación Socialista "José García Iglesias", 1992, p. 12.

El plebiscito estatutario gallego se celebró el domingo 28 de junio de 1936. Ni contaba con el apoyo de las Juventudes Socialistas, ni de los obreros anarquista, ni de prácticamente nadie. En la calle, digo. En los centros oficiales dominados por el Frente Popular el fervor pro-estatutista, o por las nutritivas sinecuras que anunciaban los estatutistas como cebo apetitivo en opinión de Manuel Casás, hicieron que el resultado fuese arrollador. Manuel Casás Fernández, antiguo alcalde, que defendió con total entrega al también alcalde del Frente Popular Alfredo Súarez Ferrín y otros políticos que se sentaron ante un consejo de guerra al comenzar esta, defensor que protestó, que se negó a firmar las sentencias de muerte cuando se las notificaron a sus patrocinados al tiempo de ser puestos en capilla, indica:

¿Y qué decir de la famosa jornada de la votación del Estatuto? Fue la más escandalosa farsa, el más vergonzoso agravio contra la iniciativa del sufragio electoral que se recuerda en Galicia, donde tantas trapacerías de este género se han realizado por las organizaciones caciquiles.

Santiago Daviña Sáinz. Nuestro diario íntimo : Memorias del alcalde Manuel Casás Fernández : Al servicio de La Coruña y de Galicia. La Coruña : Ayuntamiento, 1999. p. 213

No le faltaba razón. Carlos Fernández publicó en La Voz de Galicia de 21 de diciembre de 2005, un desmitificador artículo en el que se dio a conocer al gran público que el plebiscito estatutario gallego fue un fraude electoral escandaloso:

Electores de que consta el censo: 1.343.135 (100%)
2/3 de los anteriores: 895.423 (66,7%)
Electores que votaron: 1.000.963 (74,5%)

Votos favorables: 993.351 (99.23%)
Votos adversos: 6.161 (0,61%)
En blanco: 1.451 (0,001%)

Ya se ve que las cifras, tanto de participación como de sufragios favorables al estatuto son tan abultadas como cómicas. En la Galicia de 1936, con los problemas de comunicación, con la muy escasa implantación del nacionalismo, resulta verdaderamente increíble que votase el 74,5% del censo, y que los votos favorables a la autonomía superasen el 99%

Para aprobar un estatuto la constitución republicana exigía en su art. 12.b) que lo votasen de forma favorable las 2/3 partes del censo electoral, cosa imposible dadas las características del territorio gallego, y del prácticamente nulo interés por el nacionalismo, así que en palabras de Pousa Antelo, se dio un "santo pucherazo". El mismo Carlos Fernández recoge un texto del socialista Jaime Quintanilla Ulla, en el que recuerda que en Ferrol no se abrieron la mayor parte de los colegios, o que algunos que lo hicieron fueron abandonados por los miembros de la mesa antes del mediodía. Si esto sucedía en un lugar como Ferrol ¡qué no ocurriría en la montaña! Quintanilla recuerda que el amaño consistió en vaciar las listas de electores de los censos de cada mesa, en las actas, trabajo en el que intervino personalmente y que llevó a realizar una transcripción de muchas horas de dedicación. A última hora se les avisó que era suficiente consignar en las actas el resultado del escrutinio sin relación de votantes.

El prof. Xusto G. Beramendi justificó el Santo Pucherazo en virtud de una "legitimidad indirecta". Las fuerzas más importantes que controlaban las mesas estaban de acuerdo en apoyar el estatuto, luego existiría una "legitimidad indirecta". No me convence y entiendo que no se sostiene porque la victoria del Frente Popular en Galicia fue consecuencia de un colosal fraude electoral, fraude que no se había producido en las elecciones de noviembre de 1933. Vamos, que en mi opinión, ni legitimidad directa, ni indirecta, ni na: un pucherazo en toda regla que en palabras del mismo Quintanilla fue un fraude electoral de tal magnitud, que ni siquiera lo superó Fraga en su referéndum de los "25 años de paz".

Según Payne, a la altura de mayo de 1936 la democracia electoral había sufrido en España un eclipse total. Esto puede confirmarse a finales de junio con el Santo Pucherazo del plebiscito estatutario gallego ¿Puede considerarse democrático un régimen en donde ha desaparecido la democracia electoral?¿No estamos ante la dictadura del Frente Popular?

Cuando en los colegios e institutos se estudia historia de Galicia, ¿se les da la versión al uso, en el sentido de que Galicia aprobó de forma abrumadora su estatuto y blablabla, o se añade la coletilla en donde se indique que esos votos proceden del mayor fraude electoral conocido en el noroeste peninsular?

El ABC publica detalles interesantes sobre el desarrollo del plebiscito. Según este medio, en La Coruña se calcula que debieron votar de 700 a 800 personas. El censo ascendía a 39.462 votantes y a falta de una mesa que quedaba por escrutar, aparecieron votando sí,  36.311 electores; no, 82; y en blanco 52. Cómico ¿o no? En Cambre no se abrió un solo colegio electoral, y tampoco hubo protestas, sin embargo, en los resultados apareció votando el 93% del censo de un total de cuatro mil y pico votantes; en Betanzos se calcula que votaría un 2% del censo y apareció votando más del 60% ¿Democracia? ¡Por favor...!

Por último, hace poco escuchaba a una gurú que citaba a su santón Castelao. Para dar mayor fuerza a la cita y haciendo ver que este político no se equivocaba, ni mentía, ni manipulaba nunca, decía que Castelao no era cualquier cosa... Los argumentos de autoridad son falacias retóricas, para mí, vaya. Fue lástima que no dijese si también creía que Ramón Suárez Picallo era un pederasta, como sostuvo Castelao. Pero dejando esto al margen, estoy más cerca de quienes consideraban y consideran a Castelao una piltrafa comunista. Lo digo además de por aquel invento de la doma y castración de los gallegos, porque el Sempre en Galiza se me asemeja a un texto en el que se escribieron unas cuantas cucamonas; que leen con veneración religiosa todos sus turiferarios tomándolo en serio --si es que no se lo obligaron a leer en el colegio profesores de diversas asignaturas unidos por el vínculo de profesar una misma o muy similar ideología. Entre esas cucamonas, resulta especialmente cómica aquella en la que se refiere a la pureza del referéndum autonómico, cuando acabamos de ver que fue el mayor fraude electoral que se conoció en Galicia. Lo triste es que en virtud de la propaganda e historias míticas tengamos por alguien ilustre a quien, por lo visto, consideraba que la mentira os hará libres ¿O no?