domingo, 16 de noviembre de 2008

Noticias del Ayuntamiento


En una excursión de fin de semana visitamos Segovia, ciudad bonita donde las haya. Llegamos, y como campeones que somos, aparcamos al pie de su famoso acueducto. Nos pareció raro poder hacerlo allí, pero había más coches y no se veían señales de prohibición. Será que quieren dar facilidades a los turistas... Pues no. Después de haber comido el consabidísimo cochinillo, callejeado la ciudad, visitado el alcázar, que no conocíamos por dentro y tampoco nos gustó mucho por aquello de que no sabíamos en donde estaba lo auténtico y en dónde estábamos ante un parque temático haciendo lecturas falsas, después de todo lo anterior, volvimos a recoger el coche...

¡Maldición!
¡Ha habido equivocación!

Lamentablemente, no se podía aparcar frente al acueducto, como parece de sentido común.

P: -Oiga, señor agente, ¿cómo nos ha puesto una multa si no hay señales?
R:-¿Cómo que no hay señales? Ahí tiene una...

¡Ostrás, pedrín! Pues sí que había señales... Siguiendo la vieja técnica según la cual si uno quiere que el guardia le saque la multa (con la G.C. de Tráfico no funciona una vez que comienzan a escribir [1]), hay que pedir, darle la razón al "agente", implorar, echarle la llorada, y bajo ningún concepto ponerlo a parir, que en caso de negativa a la retirada, todos los recursos ulteriores fallarían:

P: -Ah, sí ¡es cierto...! Lo que pasa es que somos de fuera [nótese la llorada], cuando llegamos estaba esto atiborrado de coches aparcados en batería cuyos morros tapaban las señales en cuestión...

Se hizo el americano y vino a decirnos que that's your problem, it's not my problem. No habiendo, pues, nada que hacer, una vez que dimos con nuestros huesos en Umbilicus mundi, se hicieron las búsquedas legislativas correspondientes para cumplimentar el pliego de descargos con acierto, pues nosotros no habíamos visto la señal y no era justo que nos multasen amparándose en una señal que se levantaba menos de un metro del suelo (que nos generaba total indefensión, incumplimiento de lo dispuesto por el antiguo MOPU en un libraco sobre señales que casi hay que pedir por préstamo inter) etc. Como a veces toca la lotería, la llorada funcionó y la multa prescribió hace pocas semanas sin que nos la hubiesen comunicado.

[1] Con la G.C. de Tráfico es raro que sirva echar la llorada. Todos los esfuerzos deben orientarse en primer término a que el agente no escriba, pues una vez que lo hace, será prácticamente imposible la vuelta atrás. Si el agente nos escucha, entonces debe mentarse algo tal que así: que uno es hijo, hermano o tiene un amigo en el cuerpo, y es muy conveniente concluir con una coletilla -al mejor estilo de Umbilicus mundi- que diga: "si sirve de algo...". Si se aviene, nos pedirá pruebas fehacientes, a lo cual responderemos llamando a todo correr al amigo, primo hermano, cuñado, etcétera, que sin pérdida de tiempo se pondrá en comunicación telefónica con nuestro agente y si se conocen, llevan bien o tienen amigos comunes, habremos tenido éxito.

Que no me olvide de un sitio estupendo

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