domingo, 16 de noviembre de 2008

Miguel Álvarez de Neira


Hijo del primer archivero, fue también el primer portero de la institución y falleció a los noventa y tantos años -honrados hasta sus últimos días al ritmo del trabajo- después de haber visto nacer el Real Archivo General y Público de Galicia, la llegada de los primeros fondos en 1777, el fallecimiento de su padre Vicente -debido a un accidente que lo insultó mientras estaba despachado- algún que otro desbarajuste provocado por los malvados gabachos, etc. Hizo testamento:

"En el nombre de Dios todo poderoso, amén. Sepan quantos esta carta de manda, y testamento, última y postrimera voluntad vieren, como yo, D. Miguel Álvarez de Neira, vecino de esta ciudad de la Coruña, portero por S.M. del Real Archibo General de este Reino, hallándome como me hallo enfermo y en cama, de enfermedad natural que Dios Nuestro Señor fue servido darme, aunque en mi sano juicio y cabal entendimiento, creyendo como firmemente creo en los altos y sagrados misterios de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas realmente distintas y un solo Dios verdadero, todopoderoso, en cuya fee y creencia hasta aora vibí, y en la misma protesto vivir y morir mediante sus Divinos ausilios, thomo por mi abogada e yntercesora a la Serenísima Reyna de los Ángeles María Santísima madre de mi Señor y redentor Jesucristo, Santo Ángel de mi guarda, y de todos los más santos y santas de la Corte Celestial, para que se dignen alcanzar con toda humildad de su Divina Magestad no entre con mi alma en rigurosa cuenta por los muchos y grabes pecados que he cometido, antes bien,apiadándose de ella, la coloque en su Santa y eterna Gloria, amén. También creo en todo lo más que tiene, cree y confiesa nuestra Santa Madre Yglesia, Cathólica y Apostólica, Romána, en cuya firme creencia y fee asimismo hasta aora he vivido, e igualmente protesto vivir y morir. Y recelándome de la muerte, que es indubitable a toda criatura viviente, y su ora muy dudosa, para que mis cosas queden bien dispuestas al servicio y agrado de Dios, hordeno y hago esta mi manda y testamento en la forma y manera siguiente:

Primeramente mando y encomiendo mi ánima a Dios Nuestro Señor, que la crió y redimió a costa de su preciosísima sangre en el árbol santo de la cruz, y el cuerpo a la tierra de que fue formado. Yten digo, que luego que su Divina Magestad sea servido llebarme de esta presente vida si fuere ora, y si no, al siguiente, mi cuerpo sea amortajado en un ábito de nuestro seráfico padre San Francisco, y sepultado en la yglesia parroquial de Santa María del Campo de esta dicha ciudad y sepultura que pareciere a mis cumplidores; y que en el día de mi entierro y onras, se me dirán treinta misas, cada una a quatro reales, esto es las veinte y nueve de ellas rezadas y la que completa las treinta, cantada con su vigilia y responso. Y además de éstas, también mando se me digan quatro, asimismo rezadas, por cada una de las quales se dé igual limosna de quatro reales, una de ellas a la Virgen del Carmen, otra a Nuestra Señora del Rosario, otra al mismo Santo Ángel de mi guarda, y la otra al Señor San José. Ydem mando a la Casa Santa de Jerusalén, redempción de cautibos y más mandas forzosas, la limosna acostumbrada, con que les aparto de todos mis bienes (...)".

Archivo General de Protocolos del Colegio Notarial de Galicia, Benito Antonio de Agra (1804), sign. 8.073, fols. 1-2.

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