lunes, 24 de noviembre de 2008

Murguía ¿archivero?


Con ocasión de celebrarse en 150 aniversario de la creación del Cuerpo Facultativo de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos, no sé hasta qué punto es justo homenajear a un cuerpo en su conjunto -en el que es de suponer que como en cualquier colectivo habrá de todo- y me pregunto si no sería preferible hacerlo de forma individual, a multitud de archiveros, bibliotecarios y arqueólogos que cumplieron con su trabajo.

No era el caso de Manuel Martínez Murguía, del que se conocen pocos escritos y trabajos suyos en los centros por los que pasó. Fue nombrado miembro del Cuerpo Facultativo en 1868 por el conocido sistema de digitalización, debido a los méritos literarios que había alcanzado con la publicación de su Historia de Galicia. Su primer destino: la Dirección del Archivo de Simancas, de donde salió en 1870 de forma inopinada después de haber dado una bofetada a un archivero -Francisco Díaz Sánchez. Y también salió con varios volúmenes conservados hoy en la Real Academia Galega que contienen copias de documentos, pues en lugar de ocuparse de que los funcionarios redactasen IDDs, los hacía copiar documentos para sus trabajos particulares. Se le impuso un traslado forzoso al Archivo General de Galicia, en donde siguió sin hacer otra cosa que investigar hasta 1875 en que fue declarado cesante.

De Murguía aún circulan por Umbilicus mundi algunas historietas de tradición oral. Una dice que era tan bajito como mujeriego; que era capaz de pasar toda una noche frente a una casa de la avenida de Navarra, pidiendo a una amiga de nombre Rosa que lo dejase pasar (-¡Abre Rosa! ¡Abre mujer!); y famoso también por poseer un ¿cómo lo digo para no ser soez? ummm... digamos que la naturaleza lo había dotado con un aparato reproductor de dimensiones descomunales... ¡Un fenómeno! Era también muy característico su tipo, pues iba siempre con el mismo uniforme: chistera y gabán largo -verano e invierno. En mi casa se recuerda que lo veían entrar todos los días en la calle del Papagayo, -que en Umbilicus mundi era el barrio chino- y al salir, acudía a la cercana Biblioteca del Real Consulado en cuyo patio interior lo esperaban los chiquillos de la zona, con los que era muy cariñoso y siempre agasajaba con caramelos que llevaba en los bolsillos, al menos, según contaba una de las agasajadas.

Pero de Murguía, se recuerda con una sonrisa su carácter cascarrabias. En este punto, hacía bueno aquello de que home pequeno, fol de veneno. En el mismo Archivo de Simancas, dejó patente su rabieta, pues poco antes del affaire de la bofetada, Manuel García González, archivero jubilado, decía:

"a presencia mía y a la de sus subalternos, prorrumpió [Murguía] con voces desentonadas diciendo que se caga en el Capitán General, en el Gobernador, en el Alcalde, en el Gobierno y en el Ministerio de la Guerra y Fomento" :-)

Julio Estrada Nerida. Páginas de una biografía. Manuel Murguía, director del Archivo de Simancas (1868-1870). A Coruña : O Castro, 1983, p. 37.

PD: ¿Seguro que alguien como Murguía merece un homenaje, no como historiador, sino como archivero?

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