domingo, 13 de mayo de 2012

Un 'paseo' frustrado, en un primer momento

Este caso se presta a la demagogia, y teniendo la impresión de que los señores de la memoria histórica sacan a la luz los aspectos más morbosos del conflicto, casi me sorprende que no se utilizase para agitar. Traigo a colación este hecho --inaceptable y bárbaro con la mentalidad de nuestros días, al menos la europea, y recuerdo el caso reciente de Bin Laden-- para que se vea que cuando estamos ante un paseo, salta a la vista que no se trata de un accidente fortuito, y que las elaboraciones fantasiosas para cubrir el expediente por parte de los funcionarios no ocultan lo que en realidad había sucedido.

Julio Pérez Núñez era al parecer un albañil de 24 años (p.170). Vivía en el puerto de Corme, municipio de Ponteceso. Pregunté sobre esta persona a un chico de ese puerto y me comentó que recordaba haber escuchado a su madre el caso de este pobre hombre, que se escondió bajo el estiércol cuando vinieron a buscarlo la primera vez, y no dieron con él. En la noche del 8 de septiembre de 1936 debieron ir a buscarlo una segunda vez, y en esta ocasión sí dieron con él. Eran unos falangistas que, según le dijeron, lo iban a conducir a La Coruña por orden del gobernador civil, que por aquellas fechas debía ser Florentino González Vallés, hombre con fama de tipo duro, de enérgico y justiciero. "En la guerra, como en la guerra", decía, lo que equivale a aquello de que el que la hace la paga, pese a quien pese y caiga quien caiga. Es el mismo que destinado en el parque de automóviles de Madrid, se presentó con otros guardias civiles en el depósito de cadáveres para exigir que se le entregara el del guardia civil asesinado, alférez Anastasio de los Reyes, que según es sabido falleció tras disparos de arma de fuego en el desfile del 14 de abril del 36, después de haber solicitado a unos alborotadores que se reportasen.

Volviendo al caso de Julio Pérez Núñez, los falangistas lo subieron a un automóvil. Debieron entrar en la ciudad por la carretera de los Baños de Arteixo, pasando así bajo el puente de la estación del ferrocarril. Antes o después de éste pero en sus inmediaciones, hicieron que se apease y allí mismo le dispararon. Tuvo la fortuna de salir con vida, siendo asistido en la Casa de Socorro y trasladado al Hospital. Se instruyó un sumario --que no se conserva-- por lesiones, que fue sobreseído al no haberse averiguado quien o quienes hubiesen sido los autores del hecho. Es de suponer que el gobernador y Falange negarían relación con el suceso; seguramente se ofició a la Guardia Civil o a la Policía para que averiguasen quienes habían sido los autores de las lesiones, no investigándose nada y contestando que pese a las gestiones practicadas no se vino en conocimiento de quienes hubiesen sido los autores. Lo digo por analogía con otro sumario sobre un paseo, que milagrosamente se conserva, y en donde la tramitación fue así. Una puesta en escena de Policía, Guardia Civil y demás para guardar las formitas burocráticas, en donde al Juzgado, fiscal y Audiencia se les asigna el papel de mirar para otro lado.

Julio Pérez debió recuperar la sanidad en el Hospital Municipal, siendo trasladado el 22 de septiembre siguiente por la Guardia Civil a la Prisión Provincial, supongo que a pie, tal y como se hacían muchas de las conducciones de presos por aquella época dada la escasa distancia que en este caso separaba la Calle del Hospital de la Prisión Provincial. Al día siguientes la Guardia Civil se dirigió al juez para comunicarle que durante el trayecto Julio se había dado a la fuga sin atender las (supuestas) voces de alto que se le dieron, así que dispararon y falleció... Instruido sumario por muerte del cormelano, fue igualmente sobreseído. Otra puesta en escena sobre los papeles, pero que en mi opinión no oculta lo evidente: que estamos ante un paseo. No digo que no exista alguna posibilidad de que lo manifestado por la Guardia Civil al juez fuese cierto, pero personalmente me parece remota.

Mi informante, este chico de Corme de unos treinta y pocos años, sabía que a Julio Pérez Núñez lo habían traído a La Coruña; que intentaron pasearlo pero sobrevivió; y que una vez curado, le dieron muerte. Lo relataba con serenidad y madurez, como diciendo qué tiempos tan bárbaros. Lo que no conocía este amigo era el origen de ese paseo, el porqué no lo perdonaron, y yo tampoco lo conozco. Se ha fantaseado mucho con estas ejecuciones extrajudiciales, llegándose a decir que los seleccionados se elegían en la barbería de Victoriano entre emplastos calientes, o en un café de la plaza de Pontevedra... En mi opinión, los seleccionados eran elegidos por una o varias juntas que podríamos denominar, de orden público. Y se elegía a aquellos que consideraban peligrosos o muy peligrosos para el mantenimiento del orden público. Para llegar a esta conclusión debían tener en cuenta que fuesen sujetos que habían hecho frente al Ejército con las armas en la mano, o haberlos detenido con armas, sobre todo si mostraban señales de haber sido disparadas de forma reciente; ser individuos de acción, y peor si tenían antecedentes o contaban con informes que evidenciasen su mala conducta (embriagarse, ser pendenciero, jugador, etc.); o propagandistas capaces de liderar un grupo que desarrollase actividades contra el Movimiento; ser dirigentes de algún sindicato o partido cuyos miembros hubiesen participado en actividades contra el Alzamiento, porque entonces hacían pagar las culpas de los dirigidos a los dirigentes; haber asaltado domicilios o locales para hacerse con armas y explosivos o haber participado en su reparto; o haber dirigido actividades contra el régimen y otras causas del mismo tenor. Aquí no se cargaron a nadie, como cree el mito popular y como se repite a ver si cuaja, "por ser republicano". Fusilaron y pasearon a republicanos, pero tenían contra ellos otros cargos, no sólo ser republicano, o anarquista, o socialista, etc.

Me llama la atención en el caso de Julio Pérez Núñez que lo trajesen desde Corme a La Coruña para pasearlo, cuando en los 60 km de trayecto existían multitud de puntos en los que podían haberlo matado. Ya sé que es una pura especulación, pero me pregunto si tal vez alguien, algún vecino de Corme, lo reconoció en La Coruña haciendo frente al Ejército, siendo denunciado al gobernador civil u otra autoridad. Resulta significativo que vayan a buscarlo, y una segunda vez, a primeros de septiembre del 36. Si ya habían ido a buscarlo antes y él se había escondido era porque algo temía; y al ser de los primeros que intentaron pasear también me parece probable que lo considerasen uno de los individuos más peligrosos para el mantenimiento del orden público. A saber.

En fin, que hemos visto un caso terrible. Lo que no se puede o no se deber hacer con esto es demagogia, ni hacer "presentismo" enjuiciando el pasado con criterios actuales, ni pretender reducir estos hechos a que los del bando nacional eran unas auténticas alimañas, porque en el otro bando, socialistas, comunistas, anarquistas y demás también hicieron las mismas barbaridades y salvajadas e hicieron vivir a los parientes de los muertos dramas familiares equivalentes. Germán Álvarez de Sotomayor en sus Relatos apasionados de un tiempo de guerra, recuerda que en Madrid, individuos afines al Frente Popular llamaban besugos a los paseados en aquella capital, porque al parecer se los encontraban con ojos y boca abierta. Era una sociedad en la que si en un bando se hacía la vista gorda con los paseos, en la otra ocurrió otro tanto. Por fortuna hemos evolucionado hacia una cultura de no violencia, y aún debemos perfeccionarla.



1 comentario:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Me he encontrado con un enlace muy interesante sobre la muerte del alférez Anastasio de los Reyes, en el que es en parte protagonista el teniente coronel de la Guardia Civil, Florentino González Vallés. Aunque no cita la procedencia de la información me parece, además de un texto muy cachondo, digno de ser leído porque no parece que fantasee ni que se dedique a las "chambonadas".

http://historiasdehispania.blogspot.com.es/2011/04/la-normalidad-del-36-8-el-entierro-del.html