viernes, 13 de julio de 2012

De seguridad, del Códice Calixtino, de hipocritillas y seguro que de algo más

Sigo con viñetas de este blog. Me hace una cierta gracia el recochineo que hay en nuestra sociedad hacia Manolo el electricista, del que resulta un clasismo ¿candoroso? Hipocritillas... No es que esté en contra de que la Justicia actúe sobre Manolo, pero en cierto modo me duele porque tengo la sensación de que se emplea una doble vara de medir. Hurtos similares a los suyos también los cometieron y los cometen ilustres e ilustrísimos conciudadanos, que ocupan u ocuparon cargos relevantes en la universidad, en la judicatura o en ámbitos culturales; a los que se dedican calles, plazas, bibliotecas o centros de enseñanza. Y todo, pese a saberse que si llegan a vivir en un país árabe les habrían cortado las manos. Pero a estos como son ilustres, no se les denuncia o se sabe que fueron ellos y se intentan otras vías de recuperación, como darle al pico. En algún caso me consta que esta forma de protesta ciudadana, de hacer circular en determinados ámbitos que tal documento lo tenía fulanito porque nos había dicho esto y lo otro, dio resultado en unos doce años. A nuestros ilustres, la sociedad, o la parte que conoce de sus sinvergonzadas, los mira mal y acaban devolviendo lo que habían hurtado o comprado sabiendo que era de procedencia non sancta. Cuando devuelven el documento, se pueden consignar diligencias del tipo: apareció en tal fecha :) Como si estuviese traspapelado :) También existe la posibilidad de que archivos adquieran una colección de procedencia non sancta y le den el nombre del coleccionista, también perfecto candidato al corte de manos en un país árabe (integrista). Quiero decir con lo anterior que tengo la sensación de que en los archivos y bibliotecas expoliadas se prioriza la recuperación de los documentos, resultando algo secundario que se condene o no al expoliador o que se le identifique como tal en los catálogos y otras herramientas, o que lo sepa el público en general. Bueno, no es mala solución si se trata a todos por igual. Habría que emplear el mismo criterio, sean modestos electricistas o ilustres conciudadanos ¿o no?

Digo lo anterior porque en cierto modo me duele por el Manolo, un pardillo al que no se trata del mismo modo, como si la justicia que nos damos entre todos fuese más benevolente con el poderoso e implacable con el débil. No es justo. Si no se mete el diente a conocidos expoliadores de archivos y bibliotecas porque son personajes que se valoran por otros motivos --y en la mayor parte de los casos seguramente de forma acertada--, o porque pertenecen a familias con influencia social, situación económica acomodada, etcétera, tampoco es muy justo condenar al pobre Manolo o ser muy riguroso con él.

¿Qué mejoraría yo en los archivos eclesiásticos gallegos? Opino, espero que se entienda de forma constructiva. Sobre la vigilancia de las salas conviene que se haga de forma presencial, no sólo a través de unas cámaras que los investigadores pueden comprobar y comentan que no se miran. Los archivos Catedralicio y Diocesano de Santiago cuentan con unas muy dignas instalaciones, y están razonablemente dotados de personal, que nunca es suficiente, lo sé. Si la pérdida del calixtino puede hacer llegar algunos recursos a los archivos catedralicios y diocesanos gallegos, yo los invertiría en los de Mondoñedo, Lugo, Orense y Tuy. No conozco ninguno de ellos, pero en determinados ámbitos no son infrecuentes las quejas y hasta el asombro de encontrarse unos archivos riquísimos, en instalaciones que urge mejorar; y casi sin personal, o teniendo que quedar con el archivero a ver si puede ir tal o cual día al archivo. No es aceptable que por falta de personal los investigadores puedan acceder a los depósitos y se sirvan ellos mismos la documentación. También me parecería justo que se evitasen rigorismos a la hora de poder obtener copias, y por supuesto que no se paguen precios de diez euros por una fotocopia; o que no se pida la voluntad, se pongan cincuenta euros en las manos por cuatro fotocopias, se diga que es poca voluntad y haya que subirla hasta los cien eurazos. Un poquito de porfavor... El uso de cámaras digitales se está generalizando en los archivos públicos y no pasaría nada porque también los eclesiásticos permitiesen usarlas, en mi opinión. Si es cierto que no se da acceso a este o aquel grupo de papeles, no porque se estén organizando, sino porque los usa alguien de la casa en trabajos históricos, tampoco me parece aceptable. Que se use lo que sea, que cada uno le dé el enfoque que quiera, pero no me gusta el exclusivismo, lo que se llamaba hace años el apalancamiento, supongo que erradicado en cualquier archivo público de nuestros días. En resumen: vigilancia presencial en las salas de consulta; inaccesibilidad a los depósitos por parte de los investigadores; mejora urgente en las instalaciones de los archivos catedralicios y diocesanos mencionados; apoyo para la contratación de personal que permita abrirlos al público con el buen servicio que ofrecen los de la archidiócesis de Santiago; menos rigorismos a la hora de obtener copias, que se habla de partidas y libros mutilados a cutter, y se atribuyen estos daños a consecuencia de los problemas para obtener copias o al precio subidísimo que se les pone a estas, o a que no se autoriza la solicitud por parte de la dirección. Las quejas parecen razonables ¿o no?




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