martes, 25 de agosto de 2009

¡Qué impresión!


Acabo de recibir una partida de nacimiento -no es la de la foto- que me ha dejado de piedra, frío, pero ¡qué mal gusto! y qué mal suena, coñe. No es cuestión de ponerse feminista militante, pero es que hay cosas que no tienen un pase. Os copio un poco:

En la ciudad de Umbilicus mundi, provincia de ídem a las dieciseis horas del día veintiuno de diciembre de mil novecientos veinticinco ante don Fulano de Tal, Juez municipal accidental y don Mengano de Cual secretario suplente, se procede a inscribir el nacimiento de una hembra (...)

Joé, joé, joé... Estos de justicia... ¡Más brutos que pegarle a un Padre! ¡Pero qué mal rollito y qué desagradable! En todas las partidas de nacimiento que había visto hasta hoy se inscribía el nacimiento de una niña, que esto de una hembra, suena como salva sea la parte, que cualquiera diría que inscriben el nacimiento de una vaca lechera ¿O es que cuando se inscribía el nacimiento de un niño indicaban que se procedía a inscribir el nacimiento de un macho? Pero si hasta en el ejército a los sementales les llamaban caballos padres. Si no se indicaba un niño, pongo el cuello a que escribían un varón, que no tiene la carga peyorativa de referirse a una hembra.

Menos mal que los tiempos cambian, ojalá que en los archivos, también...



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