viernes, 18 de diciembre de 2015

Asesinato de Francisco Quiroga Cornes en Iñás (Oleiros)

ASESINATOS JUNTO AL SANTIAGO BERNABEU

En el año 1946 se estaba construyendo el estadio Santiago Bernabeu. El 31 de agosto dos trabajadores de la empresa que llevaba adelante las obras transportaban en un coche los jornales con los que pagar a los obreros. Les dio el alto un comando de atracadores comunistas. Como no se detuvieron, los peones de Stalin hicieron fuego contra el vehículo resultando muertos Manuel Catalán Marco y Julián Muguerza. A pesar de las dificultades que ofrecía la falta de testigos, la Brigada de Investigación Criminal supuso que los asesinatos habían sido perpetrados por el Partido Comunista de España que realizaba atracos para obtener recursos económicos. Se realizaron varias detenciones relacionadas con el comunismo. Interrogados con paciencia resultó que cuatro de ellos habían hecho la información previa al atraco para conocer cómo se realizaba el transporte de fondos con los que pagar a los obreros. Tirando del hilo se vino en conocimiento de que el golpe se había preparado por cabecilla comunista José Antonio Llerandi Segura @ el Julián. Tras diversas peripecias se le detuvo y acabó confesando que el autodenominado jefe militar del intitulado Ejército Nacional Guerrillero era José Isasa Olaizola, proporcionando su domicilio. Detenido este último fueron ambos junto con otros sometidos a un consejo de guerra en el que se les exigieron las correspondientes responsabilidades por los asesinatos de los pagadores. El tribunal los condenó a sufrir la pena de muerte siendo pasados por las armas el 14 de enero de 1947.

LA DISCULPA PERFECTA

Con motivo de la ejecución de estos iluminados sus camaradas gallegos encontraron una disculpa para darse tormento y seguir con la campaña de asesinatos, que era lo que perseguían para generar caos, terror, odio, etc. Antonio Seonae Sánchez @ el Julián, publicó un comunicado con el tono altisonante y de darse la importancia habitual en los comunistas --tan ridículo que lo firma "en mi puesto de mando", que era una buhardilla de una casa de galerías en la calle Real--, en el que como jefe de las partidas violentas de los comunistas gallegos exigía a cada comando que antes del 14 de febrero matase a "cuatro asesinos franquistas" (El Guerrillero, 2, 31 de enero de 1947. Un ejemplar en la causa 370/1948 contra Antonio Seoane Sánchez y otros del Tribunal Militar Territorial IV, depositada en el Archivo Intermedio Militar Noroeste de Ferrol).

ASESINATO EN LA TABERNA DE PACO QUIROGA

En el año 1947 era alcalde de Oleiros Francisco Quiroga Fontenla, que vivía en esa casa de la imagen, --lugar de Campamento, parroquia de San Jorge de Iñás, término municipal de Oleiros-- en la que junto con sus hijos explotaba un bar y taberna o cocina. Sería como la una de la madrugada del 14 de febrero de 1947 cuando salía la gente del establecimiento porque era hora de cerrar. Se encontraban en el interior los hermanos Juan, Manuel y José Quiroga Cornes. En el momento que salía el público Juan Quiroga también salió para evacuar una necesidad. Se encontró en la puerta a dos individuos que se quejaban del frío y hacían ademán de entrar a la vez que indicaban su propósito de tomar unas copas. No les dejó pasar dado que no era hora pero uno de los desconocidos le dio un empujón con un hombro a la vez que sacaban pistolas y decían ¡manos arriba! Le preguntaron cómo se llamaba respondiendo que Antonio Casal. A continuación se encararon a Manuel y José Quiroga. El primero dio su nombre auténtico y el segundo dijo que José Fernández. Preguntaron entonces quien era Francisco Quiroga. En ese momento entraba en el bar por la puerta que comunicaba con la taberna o cocina, Francisco, hermano de los anteriores, de 31 años. Respondió que era él. Los violentos le hicieron fuego y cayó desplomado dadas las gravísimas lesiones que le ocasionaron en un pulmón y en el hígado, mortales de necesidad. Una vez más, cuando se le hizo la autopsia se dio como causa de su fallecimiento "hemorragia interna".

¿SE EQUIVOCARON DE OBJETIVO?

El alcalde de Oleiros había recibido en junio de 1946 una carta con un papel en el que sólo se había escrito ¿Cuándo? Se adjuntaba un casquillo de pistola. Como el anónimo iba dirigido a Francisco Quiroga no se llegó a saber si el destinatario era  el padre o el hijo.

Al reivindicar el atentado --cometido por el comando del Moncho, Francisco Rey Balbís, del que era comisario político José María Díaz Pan-- se dice que Francisco Quiroga Cornes "se distinguió por los asesinatos cometidos contra los antifascistas en el año 36" (El Guerrillero, 3, 25 de marzo de 1947. Un ejemplar en la causa 370/1948 contra Antonio Seoane Sánchez y otros del Tribunal Militar Territorial IV, depositada en el Archivo Intermedio Militar Noroeste).


Pulsando la tradición oral de Oleiros en su vertiente izquierdista me dicen que los Quiroga tenían un carácter chulesco al comenzar la guerra civil. Una persona incluso fue a ver al padre de los mozos para que los controlase, porque de no hacerlo le dijo que emplearía métodos expeditivos... Parece que el padre llamó la atención a sus hijos y dejaron de burlarse de este vecino. En la tradición oral recogida no se les achaca ninguna muerte, cosa que parece probable porque si la reivindicación publicada en El Guerrillero respondiese a la verdad podrían hacer una acusación concreta, proporcionando los nombres de esos supuestos antifascistas en cuyo asesinato dicen que se distinguió Francisco Quiroga Cornes. Pero no. Como siempre en la propaganda comunista se quedan en acusaciones genéricas, que no es posible comprobar.

Revisando prensa comunista de la época, el Mundo Obrero. Boletín del Partido Comunista de España en Francia (núm. 54, 20 de febrero de 1947) ofrece la siguiente versión a los pocos días del asesinato:


EL ALCALDE FALANGISTA DE OLEIROS AJUSTICIADO

LA CORUÑA.-- Cuando se jactaba ante un grupo de falangistas en un café del pueblo de Iñás, fue muerto a tiros por un destacamento guerrillero, el alcalde falangista de Oleiros Francisco Quiroga Cornes. Este criminal se había destacado en la represión y era responsable personal de la muerte de varios antifascistas.

Más significativo en torno al posible error de objetivo me parece que el semanario España Popular, editado en México, en su número de 28 de febrero de 1947 dé una primera versión de los hechos:

La Coruña.- Momentos antes de terminar el plazo que daba la orden del Ejército de Guerrillero de Galicia, a las dos de la mañana del día 14 de febrero, dos guerrilleros penetraron en el establecimiento que posee el alcalde de Oleiros y dieron muerte a Francisco Quiroga, hijo de dicho alcalde. Los guerrilleros salieron tranquilamente de la casa, uniéndose a otros guerrilleros que les esperaban, y huyeron. La Guardia Civil, que realiza intensas pesquisas, no ha logrado encontrar a los guerrilleros.

En el número siguiente de España Popular correspondiente al 7 de marzo de 1947, dan otra versión indicando que el fallecido era el alcalde, aunque le atribuyan los apellidos del hijo:

EL ALCALDE FALANGISTA DE OLEIROS, AJUSTICIADO

El alcalde de Oleiros (Coruña), llamado Francisco Quiroga Cornes, que se había destacado en la represión y que era responsable personal de la muerte de varios antifranquistas, ha sido muerto a tiros por un grupo de guerrilleros en un café del pueblo de Iñás.

Hasta aquí podemos llegar con las fuentes disponibles, llamando la atención sobre la posibilidad de que se hubiesen equivocado de objetivo y que buscasen al alcalde de Oleiros, que por el cargo que ostentaba sería una víctima de bastante más relevancia que su hijo y con mayor efecto propagandístico.


viernes, 30 de octubre de 2015

Asesinato de Jesús Villar Babío en Brexo (Cambre)

Los comunistas siempre fueron conocidos por su refinamiento en la crueldad. Con decir que a ellos se deben las casas de tortura que denominamos checas, no habrá que añadir mucho más en torno a la maldad consustancial a esta ideología una vez que se desata y muestra su rostro descarnado. Hoy veremos un ejemplo de esa crueldad refinada en donde los peones de Stalin en Galicia llegan al extremo monstruoso de asesinar a un padre delante de su propia hija.

ANTECEDENTES

La parroquia de San Pelayo de Brexo en Cambre no contó entre sus vecinos a fusilados ni a paseados durante la guerra civil, y ello pese a que una de las brigadas de demolición de Izquierda Republicana ejerció allí brutales coacciones y hasta amenazas de muerte contra el párroco que en virtud de las mismas se vio obligado a abandonar su casa, tierras anejas a la misma o iglesario, y la parroquia. Como los comunistas emplean eufemismos pomposos o altisonantes para darse importancia llamando multas a los atracos, ajusticiamientos a los asesinatos, o apaleamientos a las torturas que infligían, cuando a viva fuerza o mediante graves amenazas echaban a alguien de su casa es de suponer que dirían que lo desahuciaban o que efectuaban un lanzamiento, vamos, digo yo. El párroco de Brexo fue objeto de uno de esos desahucios revolucionarios aunque no fuesen comunistas quienes lo ordenaban sino el comité de Izquierda Republicana de Cambre, partido que a diferencia de anarquistas, socialistas y comunistas se dice que era demócrata. La realidad que constatamos es algo diferente a lo que se dice en la historiografía española políticamente correcta. Más que ser demócratas, en la democracia simulada del Frente Popular parece que también simulaban serlo porque el de Brexo no es un ejemplo aislado, como vimos en el blog. Este que podemos llamar desahucio revolucionario, aunque, insisto, lo promoviese el comité de un partido burgués, supuestamente demócrata, consta en el testimonio del párroco Juan Basteiro en un atestado instruido por la Guardia Civil. En realidad es un aperitivo del genocidio que afectó a 7.000 religiosos en la zona dominada por el Frente Popular durante la guerra civil. Y hablo de genocidio según definición de la Convención de 1948 para la prevención y sanción del delito de genocidio, la matanza de un grupo en razón de su carácter religioso.

Atestado instruido por coacción y amenazas.- Don Jaime Lorenzo Antelo, Teniente Jefe de la línea del exterior, de la Comandancia de la Guardia Civil de La Coruña.- Hago constar: que en el día de hoy tres de Marzo de 1937, personado el instructor en la parroquia de Brejo, en el término de Cambre, se le denunció por el párroco de la misma D. Juan Basteiro Iglesias, que el día 19 de Mayo del año anterior, se presentaron en su domicilio los vecinos de su parroquia Manuel Vázquez Muñís, actualmente en el Ejército, Eduardo Blanco Varela, también en el Ejército, Manuel López, sin segundo, también en el Ejército, Manuel Sánchez Brandariz, Manuel Longueira Suárez [este de forma significativa aparece en la lista de recomendados del general Caridad Pita], y Manuel Mantiñán Paris, estos tres últimos residentes actualmente en la parroquia, los cuales le comunicaron que por acuerdo del Comité de Izquierda Republicana de Cambre, a que representaban, tenía que marcharse de la parroquia, abandonando la Casa Rectoral, fincas pertenecientes al Iglesario, y frutos sembrados en la misma, para lo cual se le concedía un plazo de cuarenta y ocho horas, pasadas las cuales no respondían de lo que pudiera sucederle; el requerido les hizo saber que tenía el deber de atender a las necesidades espirituales de sus feligreses como Párroco, a lo que contestaron que nada importaba, y que tenía que marcharse, por lo que el exponente levantó una especie de acta que en nombre de todos suscribió el Mantiñán, y cuyo documento se une a este atestado con el folio tres.- El día veintiuno del mismo mes, por la tarde, supo el denunciante que Luis Fernández Cacheiro, Jesús García Pérez y Jesús Pérez Casal, recorrieron las fincas del Iglesario, formando una especie de comisión y tomando nota de los frutos sembrados, enviándole un aviso por medio del vecino Emilio Matos Regueiro, que lo transmitió a su convecino a José Concheiro Sanmartín, requiriéndole nuevamente para que se marchase de la parroquia cuanto antes, pues de lo contrario no respondían de la vida del declarante.- En su vista, agrega, se vio precisado a vender las aves de corral, vacas y crías, todo malvendido, debido a la premura de tiempo; cargar su ajuar en unos carros y marcharse a La Coruña, abandonando todo lo que legítimamente le pertenecía y usufructuaba, no regresando y no tomando posesión de todo lo que por la Ley le correspondía, hasta el día quince de Agosto una vez normalizada la situación en la provincia para [sic, será por] la patriótica actitud del Ejército, y hace constar que los frutos los halló intactos, y en su tiempo hizo la recolección total de ellos.- Y que no tiene más que decir, siendo lo dicho la verdad, en la que se afirma y ratifica, firmando con el Instructor después de leída y conforme.- Juan Basteiro.- Jaime Lorenzo Antelo. Archivo Intermedio Militar Noroeste, causa 406 de 1937 contra Manuel Sanchez Brandariz, fol.2r.

POSGUERRA

Si ya nos vamos a los años 40, la parroquia de Brexo estuvo muy acosada por la delincuencia comunista de posguerra. No hay más que darse una vuelta por allí y hablar con los vecinos --trabajadores, buena gente-- para adquirir la convicción de que, como en cualquier otro sitio del rural gallego, tenían verdadero pánico a los Foucellas: Que si en esta casa robaron gallinas, chorizos y otros víveres; que en otra conejos y aguardiente; que el médico estaba amenazado y usaba pistola; que al padre de otro que te lo cuenta le pusieron una pistola al pecho mientras estaba terminando las faenas agrícolas y hubo que dar de cenar a cinco fulanos, etc. La gente cuenta que por allí hubo mucha trangallada de esa, y que estaban hastiados de tanto estalinista que vivía del merodeo. La denuncia que, haciéndose portavoz de sus convecinos pudo haber formulado el protagonista de esta anotación para que la parroquia fuese un lugar más seguro, parece que se empleó por los comunistas como disculpa para privarle de la vida. Es evidente que lo que buscaban como siempre era generar caos, odio, terror, etc. Lo demás es una mera motivación aparente.

HISTORIA DE UN ASESINATO

El 7 de enero de 1947 Jesús Villar Babío salió de su casa del lugar de San Pelayo sobre las ocho y media de la mañana. Iba en la camioneta de su propiedad conducida por el chófer Félix Doval Deschamps y en la plataforma transportaba a cuatro operarios, todos con destino al aserradero o fabriquín de maderas que poseía en la Gaiteira, me dicen que por aquí. Concluida la jornada laboral volvió en el mismo vehículo con el chófer, su hijo Aurelio que se quedó con unos amigos en Lema, y un operario del aserradero, Rogelio Barreiro @ Varela. Llegó a su casa, que aún existe y es la de la imagen sobre las ocho de la tarde. El chófer paró junto a la puerta como tenía por costumbre para que se apease el jefe. Al oír el ruido del camión aproximándose había salido a la carretera su hija Otilia para recibir al patriarca. En la misma puerta estaban esperando dos vecinos por si les traían un arado de vertedera en el vehículo. Al parar, unos siete individuos pistola en mano y tocados con boina en la que se veía una estrella roja, rodearon el camión, se produjeron gritos de manos arriba, a ver, el dinero, y otros. Dos de aquellos pistoleros dispararon contra Jesús Villar Babío delante de su propia hija. Cayó desplomado porque recibió dos heridas en la cabeza y otras tantas en el tórax. Las de la cabeza y una de las del tórax, mortales de necesidad. Su muerte, una vez más, se asienta en el Registro Civil como producida por "hemorragia interna", sin mayor misterio ni afán de ocultación. La crueldad de los comunistas llegó al extremo de obligar a la hija de Villar Babío a que los acompañase por la vivienda para robar lo que les pareció: una escopeta de caza y una botella de coñac, que el alpiste no faltaba. Al fallecido le robaron un reloj de acero inoxidable Longines, una pistola, una bolsita de mallas de plata y dentro un reloj pequeño de bolsillo, dinero salvo la calderilla, y la documentación.

El Mundo obrero que editaba el Comité de Galicia del Partido Comunista de España, en su número 3, de 10 de enero de 1947 (un ejemplar en la causa 93-1947 del Archivo Intermedio Militar Noroeste, por asesinato de Francisco Quiroga Cornes en Iñás), publica un anuncio delirante en el que al dar cuenta de este asesinato llegan al extremo de decir que observaron en el público una gran reacción de simpatía, y que prorrumpió tras el crimen en vivas a los guerrilleros, a la libertad y a la república. En fin, lo que nos interesa del comunicado es la parte verosímil y no los delirios. De acuerdo con las firmas, el atentado fue cometido por el comando del Moncho, Francisco Rey Balbís, del que era comisario político José María Díaz Pan @ el Jaime o Jaimito. En la parte menos verosímil se indica que Villar Babío era falangista, cosa que no me consta --sí que fue concejal de Cambre durante la guerra civil--, y que fue responsable de la muerte de varios antifascistas, cosa que tampoco me consta y parece poco probable habida cuenta de que, como decía, en Brexo no hubo fusilados ni paseados pese a la gravedad de los hechos ocurridos en esta parroquia antes de la guerra. Además, esa supuesta responsabilidad en algunas muertes pugnaría con la declaración del chófer, testigo del atentado, y mucho más verosímil. De acuerdo con la misma no fueron esos los motivos aparentes del asesinato, sino que le dijeron: Te matamos no porque hayas matado, sino que has denunciado para que nos mataran.

Pese a que el Rey Balbís huyó, es de suponer que los demás miembros del comando fueron abatidos por la Guardia Civil, eficacísima en la lucha contra la delincuencia estalinista. Alguno como el Jaime parece que murió en 1950 a manos de sus propios compañeros comunistas en Vilarmaior. Para el caso de evitar que estos iluminados siguiesen generando huérfanos y viudas, aunque la solución no la proveyese la Guardia Civil, en la práctica fue igualmente válida.

Mis notas: Causa 47 de 1947, sobre atraco a mano armada y asesinato de Jesús Villar Babío en Brexo (Cambre).




viernes, 25 de septiembre de 2015

Asesinato de Arcadio Vilela Gárate (y II)

MOVIMIENTOS DEL COMANDO PREVIOS AL ATENTADO

Aquel 19 de mayo de 1946 la partida comunista se dirigió al edificio La Terraza sobre las diez y media de la noche. Llevaban dos bombas. Al abrir la puerta inmediata al Kiosco Alfonso salió Ramiro Roo Pedrares, conserje de la Delegación Provincial de Sindicatos quien les preguntó qué querían. Respondieron con una disculpa diciendo que buscaban a un militar que el conserje no conocía en aquella dependencia. Desistieron y se fueron hacia el Hogar Juvenil Juan Canalejo del Frente de Juventudes. Se encontraba en la calle del Comandante Fontanes frente al ambulatorio y parte de Hacienda. Contaba con un bajo de gran altura con teatro, gimnasio, locales de ensayo y otras dependencias. En el piso alto había aulas, despachos, locales de ocio, etc. Al llegar allí la partida, según Bello Parga, José Pedreira de la Iglesia @ el Tomás Padilla, lo consideró un objetivo muy pobre y desistieron. Ya conté que sé por tradición oral que el día que asesinaron a Arcadio Vilela, se decía que los del Foucellas --nombre que daban a cualquier partida comunista-- estuvieron en casa de Carlos Puga Pequeño (calle del Regidor Somoza, que hace esquina a Comandante Fontanes) y llegaron a zarandear al ama de llaves, Susana; Puga se escapó por los sótanos y no lo localizaron. De esto no aparece nada en la causa que veremos, pero me consta que la madre de un amigo presenció el atentado contra Vilela desde su casa de Rubine, la Guardia Civil le tomó declaración en el cuartel, y tampoco aparece su testimonio en el sumario.

EL ATENTADO

Según Amador Domínguez Pan @ el José Pimentel, el atentado contra Vilela fue consecuencia de un plan premeditado en Gandarío. Allí se acordó que dos voluntarios debían venir a La Coruña a asesinar a otras tantas figuras de Falange y "volar el transformador de la Radio Nacional". Se presentaron voluntarios Manuel Luis Bello Parga y José Pedreira de la Iglesia, @ el Tomás Padilla, quienes se desplazaron a La Coruña y recogieron a Claudio Díaz Milia @ el Manolete y José da Silva Bartomé @ el Moreno --Bello Parga sustiye a este por Rafael el Andaluz--, agenciándose las bombas correspondientes. Una la colocaron bajo el coche de acoplamiento de antena de Radio Nacional de España y días después vieron por la calle a Arcadio Vilela. Bello Parga dijo a los demás "este es para mí" y después de seguirle un corto trecho, al meterse en el portal, --según Domínguez Pan de su domicilio pero en realidad era el de El Ideal Gallego--, lo asesinó. En este atentado José da Silva Bartomé resultaría herido en una mano. De acuerdo con lo anterior Manuel Luis Bello Parga sería el autor material del asesinato (Archivo Intermedio Militar Noroeste, causa 433/1948 contra Amador Domínguez Pan y otros, fol. 4r).

Según Francisco Rey Balbís @ el Moncho, "ajusticiamos al asesino Vidiela [sic], unánimemente odiado, en la misma entrada de la redacción de 'El Ideal Gallego'. Fue Manolito Bello, joven de 19 años [sic, serán 21], quien ejecutó a Vidiela [sic]" (Las guerrillas en Galicia : Relato de "Moncho", antiguo jefe de la Agrupación Guerrillera de Galicia, recogido por J.E. En : Nova Galicia : revista de cultura y política, 14-15, 1969, octubre, 1, pág. 37. Recuperable en el micrositio de prensa del Partido Comunista de España en la web del Ministerio de Educación correspondiente a la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica).

Ambas versiones coinciden en señalar a Manuel Luis Bello Parga como autor material de los disparos que acabaron con la vida de Arcadio Vilela Gárate. No obstante lo anterior, a mí se me ofrecen dudas, máxime cuando cada vez me parece más cierta la experiencia popular que caracteriza a los comunistas como individuos que nunca dicen la verdad, que son más falsos que un duro de madera y van por detrás. Digo que mantengo ciertas reservas en torno a la autoría material del asesinato por parte del Bello Parga, en primer lugar porque del sumario con el que se le condenó no resulta que fuese el autor material de los disparos; y también porque la madre de un amigo --ya lo contará él con detalle-- lo vio todo desde su casa frente por frente al portal de El Ideal Gallego, conocía al Bello Parga por motivos de vecindad, y aseguraba que quien salió del portal no fue éste sino otro individuo de la partida comunista, que se metió hacia el corralón de Rubine. Sea como fuere, que disparase o no es irrelevante porque de acuerdo con el Código Penal de entonces y de ahora se le puede reputar autor de un  delito de asesinato en tanto se considera autor de un delito a aquel que lo realiza, bien sea solo o de forma conjunta (CP, art. 28).

De acuerdo con la causa y el testimonio de la madre de este amigo resultaría lo que sigue. La partida se retiraba y al pasar por la plaza de Pontevedra vio que salía del famoso café Unión, situado en el edificio Escariz, esquina Payo Gómez, digo que los integrantes del comando vieron salir de allí a Arcadio Vilela Gárate. Lo siguieron porque así lo habría ordenado José Pedreira de la Iglesia, @ el Tomás Padilla. Por la acera de la derecha de Rubine iban Pedreira y Bello Parga siguiendo a Arcadio Vilela. Por la de la izquierda y algo adelantados marcharían el Manolete y el Rafael. Cuando el periodista se introdujo en el portal de El Ideal Gallego --solar ocupado hoy en el bajo por una cervecería-- José Pedreira de la Iglesia lo siguió y le disparó por la espalda. De los disparos que efectuó el pistolero, uno le atravesó el corazón, otro le afectó al tronco y el tercero a una pierna. En su partida de defunción consta con total normalidad que falleció de "hemorragia interna", por si alguien tiene dudas. Vemos, una vez más, que no se trataba de un eufemismo ni existía intención de ocultar los motivos de la muerte como se dijo que ocurría con los ejecutados durante la guerra civil --por parte de algunos por no haberse leído la Ley del Registro Civil, y por otros que la conocían por agitar, que algo queda.



No contaban los pistoleros conque por la misma avenida de Rubine marchaban varios integrantes de la Brigadilla hacia la plaza de Pontevedra, siguiendo a los que querían secuestrar a Pedro Abelenda. En cuanto los guardias oyeron los disparos sacaron sus armas dando el consiguiente ¡alto a la Guardia Civil! Visto por los demás miembros del comando que los guardias sacaban y montaban sus armas, rompieron fuego contra estos, al que replicaron los de la Benemérita. Formaban la Brigadilla en aquel momento los cabos primeros Vicente Peralta López, Luis Expósito Castaño y Fernando Méndez Cerezo; junto con los guardias segundos Pedro Pellicer Nicolás, Francisco Morais Figueroa, Manuel Blanco Blanco, Faustino Dorado Dorado y Plácido Antelo Pan. Como consecuencia de lo anterior resultó herido grave en la cara externa del muslo izquierdo, con rotura de fémur, el cabo primero, jefe de la Brigadilla, Vicente Peralta López al que rodearon sus compañeros rodilla en tierra para protegerlo y repelieron la agresión. Otro de los heridos venía de dar un paseo por la playa de Riazor con su esposa y entraba en Rubine por donde se encontraba la Casa de Baños La Salud. Se trataba de un brigada de Artillería, Feliciano Sabajanes Fernández. De repende se sintió herido en un hombro por un disparo. Él y su esposa dieron un rodeo por Comandante Barja y el lesionado ingresó por su propio pie en el Sanatorio del Pilar situado en la plaza de Pontevedra, al que también se llevó a Peralta.

Los comunistas huyeron por el corralón de Rubine, evocado hoy en unas galerías comerciales.



Entraron en uno de los portales y tras subir al último piso rompieron la claraboya por la que accedieron al tejado. Abandonaron las dos bombas y en el tejado se encontraron manchas de sangre, señal de que los disparos de la Guardia Civil alcanzaron a alguno de los violentos. Manuel Luis Bello disparó contra los guardias --parece que pudo haber sido quien hirió a Peralta-- hasta que se le encasquilló el arma. Salió entonces corriendo por Rubine, plaza de Pontevedra, Teresa Herrera y plaza de Lugo, en donde una pareja de la Guardia Civil le cortó el paso. Retrocedió pero no pudo llegar a la plaza de Pontevedra porque los guardias que lo perseguían lograron capturarlo.

CONSEJO DE GUERRA, SENTENCIA Y EJECUCIÓN

A las diez de la mañana del 22 de junio de 1946 se reunió en la Sala de Justicia del Acuartelamiento de Atocha el consejo de guerra ordinario de plaza, para ver y fallar la causa instruida en procedimiento sumarísimo contra Manuel Luis Bello Parga (de 21 años, dependiente de comercio, vecino de La Coruña) y otros más algunos en rebeldía, por los delitos de asesinato y rebelión militar. Presidió al Consejo el teniente coronel de Infantería, José Martínez Parada. Como vocales formaron parte del mismo los capitanes de Artillería Antonio de Andrés Andrés y Luis Carvajal Fouce; junto con el capitán de Infantería Augusto Sánchez Romero. Fue vocal ponente  el capitán auditor Eduardo Sanjurjo de Carricarte. Representó al Ministerio Fiscal el también capitán auditor Sergio Peñamaría de Llano. De la defensa se encargó el capitán de Artillería Benito Rivas Pichel.

El capitán Rivas Pichel negó que a Bello se le pudiese reputar autor del asesinato de Vilela, autor del robo con resultado de muerte en la persona de Doval y colocación de explosivos en Radio Nacional de España y vías férreas. Los testigos que depusieron a su favor dijeron que consideraban a Bello un anormal, pero no se presentó un informe médico que lo probase. Por su parte el fiscal lo consideró autor de los delitos mencionados y terminó su alegato dirigiéndose al terrorista pidiéndole que se arrepintiese y colaborase con la Justicia para detener a los demás delincuentes; añadió por último que, en nombre de la Ley, pedía que el Consejo impusiese la pena de muerte al procesado. La respuesta de Bello Parga nos lo dibuja como alguien absolutamente fanatizado, sin sentimientos, que se abstrae del dolor que ocasionó a las viudas y huérfanos de Manuel Doval Lemat y Arcadio Vilela Gárate. Respondió al fiscal diciendo "que él no había cometido ningún asesinato ni atraco a mano armada y que solamente cumplía órdenes que recibía del Estado Mayor de la fuerza de resistencia republicana, y que él se consideraba un patriota". No tengo que recordar que Bello sería uno de los que se presentaron voluntarios en Gandarío para asesinar a dos figuras de la Falange en La Coruña; que ese grandilocuente estado mayor de la pomposa fuerza de resistencia republicana, no representaba a nadie, o a 30 personas, que con los apoyos podían ser 100 en toda la provincia de La Coruña --lo cual es lo mismo que decir nadie; y que su acendrado patriotismo lo llevaba a servir al comunismo internacional que por aquellas fechas era tanto como decir servir a una potencia extranjera como la URSS. Nadie desconoce que entonces el PCE del que dependía y al que servía Bello Parga no era autónomo sino la Sección Española de la Internacional Comunista, dirigida por Stalin, gran demócrata; que el mismo Bello cuenta que sus compañeros de partida asesinaron a un tal Jardy, pistolero del grupo, por suponerle relaciones con la BBC y otras potencias capitalistas... Quien crea que estos benditos luchaban por la libertad y la democracia, o está de broma, o es un ingenuo, o miente, pero no de cualquier modo: miente, si se me permite, más que dientes tiene. Luchaban como comunistas que eran por implantar el socialismo real, o lo que es lo mismo, un régimen totalitario de tipo comunista.

Reunido el consejo para deliberar en sesión secreta consideró a Manuel Luis Bello Parga autor de un delito de rebelión militar; de otro de robo a mano armada con resultado de muerte en la persona de Doval Lemat; y de otro más de asesinato de Vilela Gárate. Como todos estos delitos estaban castigados con la pena capital y el consejo no apreció atenuantes, condenó a muerte al encausado. La sentencia, previo dictamen favorable del auditor Hernán de Martín-Barbadillo y Paúl, fue aprobada por el capitán general Salvador Múgica Buhigas en decreto de 24 de junio de 1946. Como la resolución judicial incluía una pena de muerte, se suspendió la ejecución de la misma hasta tanto no se recibía el enterado del Gobierno o la conmutación por reclusión perpetua (30 años). El Gobierno se dio en este caso por enterado de la pena de muerte impuesta y por parte de la Asesoría Jurídica del Ministerio del Ejército se comunicó que el reo debía ejecutarse en garrote. A las seis de la tarde del 10 de julio de 1946 Manuel Luis Bello Parga fue notificado de la sentencia y se le puso en capilla. Transcurridas que fueron las doce horas que marcaba el Código de Justicia Militar, a las seis de la mañana del día once se ejecutó la sentencia en las propias dependencias de la Prisión Provincial de La Coruña. Según un amigo que hacía el servicio militar y se encontraba en una garita, el garrote se instaló en el paseo de ronda descubierto que rodea la prisión, entre la puerta interior del edificio administrativo en el que también tenía su vivienda el director, y la puerta de la cárcel propiamente dicha. Se juntó bastante gente. En un momento determinado mi amigo escuchó un viva que debió pronunciar Bello Parga y al poco vio que echaban una sábana sobre el reo. Certificada la defunción se le enterró en el nicho nº 80, fila 3ª, del cementerio de Santa María de Oza, nicho hoy desaparecido al encontrarse en la zona en la que se amplió el acceso a esta necrópolis. Quedan así sin ningún valor patrañas  romanticonas según las cuales su tumba --se decía que en tierra-- aparecía siempre cubierta con una estrella de cinco puntas confeccionada con claveles rojos, que le pondría su novia --a la que los comunistas tenían por confidente de la policía al creer que les había infiltrado a varios topos de la Guardia Civil.

Mis notas: Causa 271 de 1946, correspondiente al Registro de la Capitanía General de Galicia por asesinato de don Arcadio Vilela Gárate y actos de terrorismo, contra Manuel Bello Parga y otros (316 páginas).


viernes, 18 de septiembre de 2015

Asesinato de Arcadio Vilela Gárate (I)

Contaban los viejos que en La Coruña se recordaban tres entierros multitudinarios. El de mayor asistencia fue el del alcalde Alfonso Molina (1958). Este ingeniero de caminos dejó la tesorería municipal en situación manifiestamente mejorable, pero estaban encantados con él por su simpatía, porque les llenaba de tulipanes los jardines de Méndez Núñez o le había dado mayor altura al Obelisco; pero sobre todo porque era un señorito que se mezclaba con los más humildes en las fiestas de barrio y verbenas, bailando con las chicas de las Atochas o de cualquier otro barrio popular y aquello era lo nunca visto hasta entonces en un señorito.

El segundo de los entierros a los que acudió una muchedumbre fue el del Dr. Enrique Hervada García Sampedro (1953), popularísimo por varios motivos. En primer lugar porque según se decía, cuando se cansaba de alguna de sus novias o la chica se quedaba embarazada, la dejaba, pero no a su suerte, sino que le regalaba una máquina de coser para que contase con medios con los que atender a la criatura. En segundo lugar porque pese a ser un hombre adusto, capaz de echar con cajas destempladas de su consulta a un hipocondríaco, si llegaba a una casa y veía necesidad, no sólo no cobraba la consulta sino que al preguntar la familia del enfermo si la medicación sería cara les respondía que por eso no se preocupasen. Cuando los familiares del paciente recogían la receta que el Dr. Hervada había dejado sobre la mesilla de noche, o cuando desdoblaban el embozo de la sábana o miraban bajo la almohada, se encontraban conque este médico había dejado dinero para que adquiriesen la medicación o la comida que les había recomendado.

Por último, el tercero de los entierros multitudinarios fue el de Arcadio Vilela Gárate (1946), como se ve en la imagen publicada por La Voz de Galicia el día 21 de mayo. La ciudad quedó consternada al saber que un comando de pistoleros comunistas, aprovechando la oscuridad de la noche, la superioridad del grupo, la ventaja ser mucho más jóvenes que su víctima, e incluso el hecho de encontrarse esta de espaldas, digo, que la ciudad se indignó al conocer que un comando de comunistas había dado muerte alevosa a Arcadio Vilela Gárate cuando subía las escaleras que lo llevaban a la redacción de El Ideal Gallego en Rubine. Contaba 63 años y para la época era un anciano sexagenario. Dejaba viuda y cuatro huérfanos: Arcadio, Mercedes, Pilar y María Victoria. Nuestra víctima era muy popular, algo que puso de manifiesto la multitud que acudió a su entierro en el que --si se me permite-- los mariachis de Stalin se volvieron a lucir y a llenar de gloria porque lejos de conseguir apoyos, resulta que el régimen salió reforzado, tanto por la consternación y rechazo general que produjo en la ciudad el asesinato de un padre de familia, como por la manifestación patriótica multitudinaria que se organizó al concluir el sepelio desde el cementerio hasta el Gobierno Civil en la que se reforzó la idea de que el 18 de julio se produjo, precisamente, para evitar atrocidades como la cometida por los comunistas con Arcadio Vilela.

Hoy en día se quiere poner el foco en que era falangista y hasta se fuerza la intensidad de la luz indicando que era destacado por haber sido secretario provincial de FET y de las JONS en La Coruña en 1939 pese a que su carné le fue expedido en fecha tan tardía como el 31 de diciembre de 1938, con la guerra casi concluida ¿Cuando se pregunta a alguien quién era Álvaro Cunqueiro o Enrique Mariñas, se responde que eran destacados falangistas? ¿Cuando se pregunta quién era Luciano Yordi de Carricarte se responde que un miembro de Caballeros de La Coruña? Es evidente que no, que la personalidad de los citados es mucho más rica y que la mencionada es sólo una faceta, ni la más importante, ni la más destacada. Con Arcadio Vilela ocurre otro tanto, como creo que resulta evidente por lo que veremos a continuación.

ARCADIO VILELA GÁRATE: DOS APUNTES

Los datos que siguen están obtenidos en su mayoría de hemerotecas digitales como la del Ministerio de Educación, Galiciana, o la de la Biblioteca Nacional. Arcadio Vilela Gárate fue secretario adjunto de la Sociedad Oceanográfica (del Golfo de Gascuña) en La Coruña en 1911, año en el que también es bibliotecario segundo de la Liga de Amigos; vocal en 1915 de la Sociedad de Tiro de Pichón y de la Comisión mixta administrativa del Teatro Principal, hoy Rosalía de Castro; también obtiene este año el título de profesor mercantil en la Escuela de Comercio de La Coruña; contrae matrimonio con Mercedes Ramudo en 1917, año en el que es elegido presidente de la Federación Gallega de Fútbol, pionero y decano del tenis en La Coruña, jugador de ajedrez, de hockey, practicaba la esgrima, la equitación, el remo o la natación; vocal de la junta de caballeros de la Cofradía del Pilar en 1928; vicepresidente en 1929 de la asociación benéfica El Portal de Belén; secretario de la Escuela de ciegos y niños pobres en 1930; directivo de la Asociación de la Prensa en 1939, etc. Como se ve estamos ante un miembro de una familia burguesa de la época que destaca por su afición al deporte --no me consta que practicase boxeo al que eran tan aficionados los revolucionarios--, destacando también en él las actividades cívicas, religiosas y sociales, sin que se le conozcan incursiones en la política. Desde mediados de los años 30 también se le conocía por ser periodista de El Ideal Gallego. Cuando lo asesinaron tenía gran actividad en una comisión que trataba de levantar un monumento a la Virgen del Carmen en la Peña de las Ánimas, en donde se construyó la Torre de control de tráfico marítimo.

No obstante lo anterior, en mi opinión no lo asesinaron por ser falangista de última hora, ni por odio a las personas religiosas, ni por envidia dada su posición algo acomodada, ni por ser de derechas, ni por los mil y un disparates con los se quiere justificar su asesinato que sólo dan idea de la degeneración moral de quienes los formulan. A mi juicio fue asesinado por ser un símbolo. Cierto que le tenían envidia y eso les llevaba al odio, máxime por ser persona religiosa y de derechas, y que todo lo anterior cristalizó como símbolo al ser, primero agredido y esto dar pie a que fuese ensalzado como el primer herido en La Coruña, por esta acción que relata El Ideal Gallego correspondiente al 24 de julio de 1936. Se refiere a la mañana del día 20, pocas horas antes de que las tropas saliesen a la calle:

AGRESIÓN A UN REDACTOR DE 
"EL IDEAL GALLEGO"

Los revolucionarios entraron en varias casas para registrarlas y cachear a sus inquilinos.

Una muchacha de la calle de Juana de Vega salió al balcón pidiendo auxilio. Subió a prestárselo el redactor de EL IDEAL GALLEGO don Arcadio Vilela, en unión de un marino y alguna otra persona, pero las turbas le agredieron a aquél en la cabeza con las culatas de sus pistolas, causándole una herida que, por fortuna no fue de consideración.

Por esta lesión recibió asistencia en la Casa de Socorro del Hospital. Como la agresión no tiene un pase, obras propagandísticas como Lo que han hecho en Galicia, que por cierto cita y usa como fuente Paul Preston en El holocausto español --lo que me llevó a mi a no fiarme de Preston, cuando menos por lo que a La Coruña se refiere-- digo que en Lo que han hecho en Galicia se da una versión disparatada para justificar la agresión:

Se advirtió entonces que algunos elementos caracterizadamente fascistas estaban discretamente al acecho de lo que pasaba merodeando por las calles céntricas, principalmente las de Castelar [Rúa Nueva] y Real. Uno de estos espías fue descubierto y al registrársele se le encontró encima un arma automática. Era un fascista notorio llamado Arcadio Vilela. El pueblo satisfizo su furor desarmándole y dándole varios golpes que le produjeron contusiones en la cabeza; protegido por los mismos directivos de la masa trabajadora fue arrancado de las garras del pueblo y conducido a lugar seguro. Este hombre había de ser luego uno de los más feroces verdugos de quienes le salvaron la vida en aquel trance.

Como se ve, todo se vuelven acusaciones genéricas y no se nos proporcionan los nombres de los supuestos salvadores, cosa típica de la propaganda que hace acusaciones que no es posible comprobar. Contamos con un testimonio de primera mano que desmiente en parte la hablilla del libelo anterior. Es Pepín, uno de los hermanos de la Lejía. En entrevista que le hizo Luis Lamela (Estampas de injusticia, p. 447):

P:-- ¿Tuvieron ustedes algún enfrentamiento personal con Arcadio Videla [sic]?

R:-- No nos hicieron frente, nada de eso. Nosotros llevábamos un revólver. Eso lo inventó todo él. No tuvimos nada con él, nada.

Con independencia de que parece difícil refutar que Arcadio Vilela fue agredido en la cabeza --cosa que hasta reconoce el anónimo Lo que hicieron en Galicia--, Pepín no dice en absoluto que Vilela llevase un arma, sino que no les hicieron frente porque "nosotros llevábamos un revólver". Tampoco dice nada de que Vilela hubiese sido un verdugo --nótese el lenguaje amarillo de la publicación de la que se fía Preston-- con los que lo habrían salvado. No niego que entra dentro de lo posible que hubiesen circulado chismes más o menos parecidos, que pudieron confundir a Arcadio Vilela Gárate con su hijo Arcadio Vilela Ramudo, incorporado desde el principio como miliciano --que no era los mismo que Caballero de La Coruña aunque a estos también los llamasen milicianos--, apoyando a la Guardia Civil, y tampoco parece descartable la mera falsedad para contrarrestar la mitificación del primer herido del bando nacional.

Arcadio Vilela Gárate se debió incorporar desde el principio a Caballeros de La Coruña. Esta organización cívica se dedicó a prestar servicios de vigilancia y custodia de edificios oficiales, de expediciones postales, a mantener la seguridad en las calles, cuidar que los bares cerrasen a su hora, impedir el contrabando en los muelles, etc. Como la Guardia Civil, la de Asalto o los Carabineros se encontraban en su mayoría en el frente de guerra, fueron los Caballeros de La Coruña quienes los sustituyeron en diversas tareas. Era gente de cierta edad y así los niños los motejaban como los Mil Ancianos, haciendo un juego de palabras con milicianos. Arcadio Vilela Gárate se convirtió en un símbolo notorio al ser distinguido por el entonces comandante Teijeiro al abandonar este el mando de los Caballeros de La Coruña el 28 de julio de 1936. Teijeiro lo nombró cabo primero de este grupo cívico. Lo cuenta así La Voz de Galicia correspondiente al 29 de julio de 1936:

LOS "CABALLEROS DE LA CORUÑA"

Ha tomado el mando de la "Legión de Caballeros de La Coruña", el Teniente Coronel de la Guardia Civil, señor Haro [Benito de Haro Lumbreras].

En el acto de entregar a este el mando, el Comandante señor Teijeiro, que venía ejerciéndolo, nombró Cabo primero a don Arcadio Vilela Gárate, como homenaje por haber sido el primer individuo del Cuerpo herido durante los sucesos.

Transmutado el nombre anterior y unificadas todas estas organizaciones ciudadanas con la denominación Milicia Española, los que habían sido Caballeros de La Coruña siguieron dedicados a la custodia de edificios oficiales, vigilancia de calles, custodia de barcos de pesca para evitar secuestros y huidas a territorio enemigo (se dice que se pasaban las travesías vomitando por no haber embarcado nunca), etc. Durante una de esas labores de patrulla por las calles, en febrero de 1937, a Arcadio Vilela le pareció sospechoso un individuo. Lo debió conducir a Comisaría o al Cuartel de la Guardia Civil para que lo identificasen y resultó ser un extremista de Maniños, Celestino Rodríguez Galdós, hombre violento, afiliado al PCE y a la CNT y reclamado por las autoridades. Puesto a disposición de la justicia en Ferrol fue condenado a la última pena dados los gravísimos delitos que se le pudieron probar. Y esta es toda la actividad represiva, ya se ve que indirecta, que le conozco. Como creo haber leído unos cuantos papeles y no recuerdo que aparezcan más actividades de este tipo, si alguien pudiese señalar esa supuesta tarea de verdugo dando nombres y apellidos comprobables, me temo que ya lo habría hecho, y nadie lo hace porque estoy convencido de que --con cualquier otra excepción que confirme la regla-- no hay más que rascar. Sólo sectarismo que se quiere justificar con tres chismes de los libelos de la época, que en absoluto reflejan la verdad, empleados hoy por la misma propaganda y sobre los que se quiere colocar el foco.






viernes, 11 de septiembre de 2015

Los de la Lejía en los Salesianos

Comenzamos un nuevo curso y para abrir boca, como ocuparme en la primera entrada de las actividades criminales de los comunistas a mediados de los 40 no es plato de buen gusto, traigo al blog algo que supe durante estas vacaciones y resulta más llevadero.

Mi informante es una persona de unos 85 años, que si bien no fue testigo del hecho, lo conoce por tradición oral dada su vinculación a los Salesianos de La Coruña. Me contó que cierto día estando los alumnos ya dispersados --habrá que suponer entonces que fue con el Frente Popular en el poder-- se presentaron en el colegio "los cuatro" hermanos de la Lejía. En las instalaciones sólo había dos salesianos que temiendo cualquier atrocidad por parte de los lejieros llamaron a Pedro Barrié de la Maza, que envió su coche con el chófer. Barrié no debía mantener malas relaciones con los revolucionarios, sea porque les pagaba una extorsión para librarse de su ira, sea porque en el Banco Pastor trabajaba Francisco Mazariegos Martínez, de la UGT, y la entidad se plegaba a las exigencias del sindicato, o sea por lo que fuere. El caso es que llegó el coche de Pedro Barrié, los lejieros lo identificaron al igual que al chófer y parece ser que dijeron algo así como que este es uno de los nuestros, refiriéndose a Barrié. El chófer localizó a los salesianos, salió con ellos de las instalaciones y todos fueron respetados, también el coche en el que los condujo al bajo de la casa de Barrié, quiero suponer que la de María Pita.

En la próxima entrada, Dm, me ocuparé del asesinato de Arcadio Vilela Gárate.



sábado, 4 de julio de 2015

Secuestro de Pedro Abelenda

Pedro Abelenda era uno de aquellos millonarios que hubo durante el franquismo de los que hoy no se sabe prácticamente nada. Residía en esa vivienda unifamiliar de Ciudad Jardín. Hoy le llamamos chalé. En los 30 y 40 también se conocía a este tipo de inmuebles con la denominación hotel. Lo apodaban el millonario del wolfram, con lo cual entra dentro de lo posible que este fuese el origen de su fortuna. De todos modos la tradición oral no siempre responde a la verdad. Una señora, con toda su buena intención, sin duda, me comentó que la Guardia Civil supo que se quiso secuestrar a sus hijas y montó un dispositivo. Con la documentación que veremos me temo que a quien se quiso secuestrar fue al propio Pedro Abelenda. Este recibió en noviembre de 1945 una carta de uno de los animalitos de la época pretendiendo una extorsión. Por su peculiar ortografía y para que se perciba la extracción político social del autor, no me resisto a dejar de transcribirla:

Don Pedro Abelenda

Muy Sr. nuestro, después de saludarlo, respetuosamente, le comunicamos lo sigiente:

El comité de ayuda acordó solicitar de Vd. la cantidad de cuarenta mil pesetas, y en caso que las quiera entregar boluntariamente, colocará el papel, contra seña en la esquina de la farmacia de morgade, donde secoloca un ciego. esa contra seña, si Vd. dona ese dinero boluntariamente, tendrá que estar colocada el día 17 tan pronto como llegue el primer tren de la línia de Santiago.

Tanvién le rogamos, muy en carecidamente, que no dea conocimiento de este asunto, ni a la Policía ni a ninguna de sus familiares pues si estos se dan cuenta, nos entorpecen nuestra generosa labor, porlo tanto le repetimos que no se lo diga ni a su misma Señora. y en caso de que esto, ocurra, las responsabilidades será para Vd.

Nada más le molestamos deseando que esté bien en compañía de toda su familia.

el comité de ayuda [rubricado].

Esta esta carta rrompala que cuando le de amos las instruciones, para entregar el dinero, si es que lo entrega, le mandaremos un recibo acreditando Vd. entregó el dinero que se le solicita para ayuda.

¿Comité de ayuda a quién? Más parece la carta de un ingenuo que de un comunista. Cierto que los había muy ignorantes y muy fanáticos pero yo creo que en caso de una extorsión como la que se pretende en la carta, habrían confiado la redacción a alguien más acostumbrado a escribir, que también los tenían.

El caso es que Pedro Abelenda se fue a la Guardia Civil y le entregó la carta y su "contra seña", que es un papel de unos 5 cm en forma de estrella de cuatro puntas. La farmacia de Morgade era la que hace esquina entre San Andrés, plaza de Pontevedra y Juana de Vega. En esta imagen (ARG, Col. Fot., 321) se ve el edificio de la época.


Parece ser que la Policía y Guardia Civil, en el caso de delitos de terrorismo, tráfico de drogas, pederastia y otros, puede introducir topos que averigüen qué personas están predispuestas a cometer delitos, con lo cual están en condiciones de evitarlos cuando intentan cometerlos de verdad. Algo así creo que ocurrió en el intento de secuestro de Pedro Abelenda.

LOS SECUESTRADORES

Armando López Vila, vecino de La Coruña, de 37 años en 1946, plegador en la fábrica de telares La Primera Coruñesa (situada en donde hoy la Torre Dorada o de los Maestros en Juan Flórez), estaba conceptuado por la Policía como de mala conducta moral, escandaloso y camorrista. De hecho había sido condenado en sentencia de mayo de 1945 a seis meses y un día de presidio menor por cada uno de los delitos de hurto cuya comisión se le declaró probada.

Guillermo Suárez Alonso, vecino de Mera en Oleiros, de 39 años en 1946, panadero en la de Carro (calle de San Nicolás en el acceso a Marqués de Pontejos) estaba conceptuado como un destacado elemento anarcosindicalista, hombre de acción y peligroso en todos los conceptos habiendo tomado parte en actos de sabotaje y terrorismo. En julio de 1931 fue puesto a disposición del juzgado de instrucción por intervenir en actos de sabotaje a líneas telefónicas ocupándosele una pistola; en agosto siguiente fue denunciado por coacción; en noviembre ingresó en prisión por orden gubernativa; en febrero de 1933 el juzgado de instrucción solicitó su busca y captura e ingreso en prisión; también en febrero de 1933 se le hizo un registro en su domicilio interviniéndole documentos importantes y fórmulas para la fabricación de explosivos; en febrero de 1935 lo había condenado la Audiencia Provincial de La Coruña a cuatro años de presidio mayor por tenencia, por fabricación de explosivos; y como autor de otro delito de depósito de cuatro armas de fuego, a  la pena de tres años de prisión menor. Al iniciarse el Movimiento parece ser que anduvo con toda la chusma que hizo frente al Ejército, y huyó; en 1939 parece también que se fue a Francia habiéndose presentado en octubre de 1945 a las autoridades militares que lo dejaron en libertad sin cargos.

EL SECUESTRO

Un tal Emilio, que en mi opinión era un topo de la Guardia Civil, propuso a Armando López Vila, que lo conocía por haber hecho juntos el servicio militar, digo que propuso a Armando secuestrar a Pedro Abelenda, por cuyo rescate pedirían cuatrocientas mil pesetas de la época, todo un fortunón. El Armando por indicaciones del Emilio fue a Mera en donde se entrevistó con Guillermo Suárez Alonso, con el que se puso de acuerdo. Llegó este último a La Coruña en la vieja lancha de Mera sobre las 21 horas del domingo 19 de mayo de 1946, siendo recibido por el Armando y el Emilio. Se dirigieron a Ciudad Jardín adelantándose el Guillermo con objeto de hacer una exploración en las inmediaciones del chalé de Pedro Abelenda. Como advirtió que andaban por allí miembros de la Brigadilla de la Guardia Civil bajó hacia Riazor, avisó a los compañeros y todos desistieron del secuestro. El Guillermo se fue hacia los Cuatro Caminos, paró a tomar un vaso en O' Lionardo y luego tomó el tranvía de Sada refugiándose en su domicilio de Mera. El Emilio y el Armando bajaron por Rubine y entraron en el bar La Cepa (estaba aquí) en donde pidieron aguardiente. De repente se oyó un tiroteo coincidente con el asesinato de Arcadio Villela y  Avelino Pérez Pico, propietario de La Cepa, pidió a uno de sus clientes que cerrase la puerta. Al poco apareció por allí la Guardia Civil ordenando que se abriese. Detuvieron a los cinco clientes que había entonces en el bar. Tres vivían en Rubine, era un padre con dos de sus hijos que tenían una corresponsalía de novelas por entregas. Los otros dos eran el Emilio y el Armando. Cuando la Guardia Civil interroga al Emilio lo identifica como un tal Enrique Martínez Couto, de 25 años, vecino de los Castros. Cuando el juez militar ordena a la Guardia Civil la presentación de este individuo, resulta que era desconocido en la dirección que se anotó en el atestado de la Benemérita... Cuando el juez pide explicaciones a la Guardia Civil para conocer porqué lo dejaron en libertad, contestan que se dejó en libertad a todos aquellos que no ofrecían dudas sobre su nula relación con el secuestro... Todo esto me lleva a creer que tal vez el Emilio o Enrique era  un topo de la Guardia Civil.

CONSEJO DE GUERRA

El 1º de febrero de 1947 se reunió en la Sala de Justicia del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29, acuartelado en Atocha, el consejo de guerra ordinario de plaza para ver y fallar la causa instruida en procedimiento sumarísimo contra Armando López Vila, Guillermo Suárez Alonso y Eduardo González Pérez, sastre de Mera este último que propuso al segundo la venta de una pistola, aunque no tenía nada que ver con el secuestro. Presidió el teniente coronel de Infantería con destino en la Caja de Recluta nº 63, José Martínez Parada. Como vocales ejercieron los capitanes del Regimiento de Infantería Isabel la Católica nº 29 de guarnición en Atocha, Arturo Esteban Rodríguez; Anastasio Rollán García capitán de Artillería condestino en el Gobierno Militar; y José Luis Isabel Maestro, también capitán del Regimiento de Infantería mencionado. Ejerció funciones de vocal ponente el capitán auditor Eduardo Sanjurjo de Carricarte, alcalde de La Coruña en los 60. Informó como fiscal, el jurídico militar de la Región, comandante Rafael Vaamonde Mallo. Defendió al Guillermo y al Eduardo el capitán de Artillería Félix Estrada Gallardo. Como defensor del Armando informó el capitán de Infantería Rodrigo Bernal Morales.

Si bien con un voto particular discrepante del vocal Arturo Esteban Rodríguez, el consejo condenó a Eduardo González Pérez a seis meses y un día de prisión menor como autor de un delito de tenencia ilícita de armas. A Armando López Vila y Guillermo Suárez Alonso como autores de un delito de conspiración para el secuestro a la pena de quince años de extrañamiento.

Esta sentencia no se ejecutó como tal en los sentenciados a extrañamiento. Las circunstancias internacionales no permitían aplicar esta pena, que se sustituyó por confinamiento. Se les quiso confinar en nuestras posesiones de África pero en ellas no existía un servicio de libertad vigilada que pudiese controlar a los penados así que se les dio a elegir en qué punto de la península --excluida Galicia-- o islas querían cumplir el confinamiento. Ambos eligieron Las Palmas de Gran Canaria. Allí se pasaportó a Armando López Villa. Con Guillermo Suárez Alonso surgieron problemas porque padecía tuberculosis pulmonar y los médicos militares que lo examinaron junto con el auditor de la Región, que lo era Hernán de Martín-Barbadillo, desaconsejaron el traslado al no poder asegurarse que en Canarias pudiese llevar el régimen de vida y cuidados que tenía en su domicilio de Mera. Así las cosas acabó siendo indultado en 1951.





sábado, 6 de junio de 2015

Un artículo atribuido a Juan Canalejo

Sigo en modo pausa con respecto a la violencia comunista que hacía el chulo en la Galicia de los 40. Para ir adaptando el cuerpo a tratar de nuevo con ellos y soslayar la grima y asco que me producen, haremos un salto en el tiempo hasta el año 1934 que además de recuperar un posible artículo de Juan Canalejo nos va a dar idea del acercamiento que hubo entre anarquistas y falangistas coruñeses.

Arturo Sabio Larrosa era un furibundo comunista de Bilbao que llevaba viviendo en La Coruña desde los años 20. Tal vez llegó con los demás bilbaínos que construyeron el Banco Pastor, unos obreros que por su altura, robustez y exotismo en La Coruña de la época, tantas chicas dejaron encinta. El caso es que en junio de 1934 fue a la Prisión Provincial. Al salir habló con dos soldados que estaban de guardia para que se hiciesen comunistas, sobre introducción de armas en la prisión, y les entregó sendos ejemplares de la publicación extremista, órgano del Partido Comunista de España, Bandera Roja. En ella se exhortaba a los soldados a volver los fusiles contra sus jefes, lo que constituía el delito de inducción para cometer el de rebelión militar. Como consecuencia de lo anterior Arturo Sabio fue reducido a prisión y la justicia militar le incoo la causa nº 59 de 1934 que se conserva en la caja 1518 dentro del fondo de la Capitanía General de la 8ª Región Militar en el Archivo Intermedio Militar Noroeste de Ferrol. Durante el proceso de instrucción la Policía practicó un registro en el domicilio de Arturo Sabio incautándole diversas publicaciones extremistas, entre otras un ejemplar del semanario anarquista Solidaridad Obrera, que se une a la causa entre los folios 16 a 19. Al folio 19 vuelto de la causa, última página del nº 160 de Solidaridad Obrera correspondiente al 2 de junio de 1934 aparece un artículo titulado Un muerto más, profusamente subrayado y anotado al margen en el ejemplar unido a los autos. Junto al título que lo encabeza hay una llamada que se resuelve en nota al pie con letra que parece de Arturo Sabio:

Este artículo corresponde a Juan Canalejo, elemento atrozmente monárquico, defensor antes de la dictadura de Primo, y hoy del estado corporativo del fascismo. Este individuo, hace al parecer, de agente provocador, el artículo es un trabajo para filtrarse en las organizaciones obreras ¿Que causas han influido para que se publique?

Te voy a dar yo a ti atrozmente monárquico... Aunque coincido con el tópico cuando señala que un comunista nunca dice la verdad; que responden al prototipo de tíos más falsos que un duro de madera, de los que siempre van por detrás, y pese a que el artículo no aparece firmado, como quiera que la nota de Sabio es privada y para uso del que la escribió; como no hay porqué pensar que se iba a mentir a si mismo, tal vez se pueda atribuir el artículo sin que cause mayor violencia a Juan Canalejo, asesinado por los camaradas de Arturo Sabio en una de las primeras sacas que hicieron en las cárceles de Madrid al comenzar la guerra.

En cuanto a las causas de haberse publicado el artículo de un falangista en el anarquista Solidaridad Obrera, apunto una posibilidad. Con motivo de la huelga terrorista desarrollada por los anarquistas en diciembre de 1933, los de San Pedro de Nos quisieron tomar la casa cuartel de la Guardia Civil de Oleiros y por breves minutos proclamaron el comunismo libertario en ese municipio. Ya lo vimos. Durante el intento de asalto a la casa cuartel resultó muerto el anarquista Francisco Llerena. Cuenta Dionisio Pereira (Sindicalistas e rebeldes : anacos da historia do movemento obreiro na Galicia, Vigo : A Nosa Terra, 1998, pág. 56) que según le refirió José Antonio Durán, en una reunión convocada por la Federación Local Obrera para ver como iban a atender a la familia del fallecido se presentaron de improviso Juan Canalejo y Carlos Montero Díaz, vestidos de uniforme completo. Según Dionisio Pereira ambos eran conocidos por la contundencia con la que defendían sus ideales, y añade entre paréntesis que también se dice que eran conocidos por su nobleza. Pues bien, según Pereira allí se presentaron los dos falangistas indicando que traían consigo el resultado de la colecta realizada entre la Falange coruñesa en favor de la familia de Llerena, dejando a la militancia anarquista asombrada y confusa. Apunto a la posibilidad de que este gesto fuese el origen de ese rumor que dice que los falangistas coruñeses se llevaban mal con los socialistas y comunistas, especialmente con sus juventudes, pero mantenían buenas relaciones con los anarquistas; y que esas buenas relaciones permitiesen que Juan Canalejo escribiese el artículo que enlacé y podéis leer en Solidaridad Obrera en torno al asesinato por los porristas de los Azaña o Casaritos, del dependiente de comercio  de 23 años, Francisco Insua, en el mitin que dio Izquierda Republicana en la plaza de toros, reventado por los propios obreros anarquistas, hecho atribuido de forma inveraz a Juan Canalejo, como ya vimos.





miércoles, 8 de abril de 2015

Detención, juicio y ejecución de Alexandro Bóveda (y V)

CONSEJO DE GUERRA, SENTENCIA Y EJECUCIÓN

El 13 de agosto de 1936 se reunió en el salón de actos del Palacio Provincial de Pontevedra el consejo de guerra ordinario de plaza que iba a ver y fallar la causa nº 356 de 1936 instruida en procedimiento sumarísimo contra Alejandro Bóveda Iglesias y Amando Guiance Pampín. Presidía el tribunal el teniente coronel del Regimiento de Artillería Ligera nº 15, Antonio Durán Salgado. Ejercían como vocales los capitanes de la Caja de Recluta nº 53 Arturo Carrillo Reguera y Ricardo Martínez Martínez; los del Regimiento de Artillería Ligera nº 15 Roberto Posada Barreras, Fernando Ponte Conde y el también capitán de la Plana Mayor de la Octava Brigada de Artillería, Manuel Nandín Sobrino. Ejerció funciones de vocal ponente el auditor de segunda Juan de Villavicencio y Pereira, ignorado por el hagiógrafo de Bóveda pese a su importancia, pues se supone que es quien redacta la sentencia y el vocal cuyo criterio jurídico tenía mayor peso. El Ministerio Fiscal estuvo representado por el auditor de segunda movilizado, Ramón Rivero de Aguilar. De la defensa de los reos se encargó el capitán de la Caja de Recluta nº 53 Manuel López de Roda y Arquer.

Ante el Consejo depusieron diversos testigos comenzando por el comisario jefe de Pontevedra, cuya declaración --contra lo manifestado por Álvarez Gallego-- es tan favorable al fiscal que llega a decir respondiendo a la defensa:

Que las palabras que oyó al rendirse el Gobernador son las mismas que constan en su declaración y a preguntas de un Vocal, dice que dichas palabras fue a Bóveda a quien se las oyó y no a Pampín.

Palabras que en su declaración son las que siguen: "esto no puede ser hay que matarlo, es una traición".

Según el agente Cástor Prieto, era voz generalizada de la gente que bajaba del Gobierno Civil que las armas eran entregadas por Bóveda. Los demás testigos refuerzan en general la idea de que Bóveda fue directivo y participó en el reparto de armas. Es decir, de mártir nada de nada. Un mártir es aquel que muere sin tocar armas, sin haber ejercido violencia ni la pretensión de cargarse al gobernador civil; y está claro que contra lo que cuenta el mito nacionalista, Bóveda fue uno de los cabecillas que prepararon la rebelión contra el Ejército en Pontevedra, en donde se repartieron armas, que insisto, una vez más, no eran para hacer cosquillas sino para causar bajas a los alzados. En Cataluña les cuentan que las montañas que aparecen tras la Mona Lisa son las de Montserrat, y parece que a muchos les cuela; lo mismo que la plaza Mayor de Salamanca es obra de un Catalán; que el Lazarillo de Tormes se escribió primero en catalán, o que Companys fue un mártir cuando durante su mandato hubo una carnicería espantosa, y pese a ello hasta Marhuenda le coloca la falsa etiqueta de mártir. Todo esto cuela en Cataluña porque llevan tropecientos años de lavado de cerebro nacionalista, de continua, excluyente y machacona afirmación de catalanidad. Como en Galicia el nacionalismo nunca fue nada, hoy más que nunca está de capa caída, la figura de Bóveda sólo produce indiferencia, e invito a quien lo dude a que se vaya a cualquier aquelarre nacionalista el día que conmemoran su fusilamiento y que cuente el (ridículo) volumen de asistentes.

En uno de los relatos míticos del hagiógrafo de Bóveda se dice que este depuso ante el consejo de guerra cuando fue autorizado por el presidente. Por supuesto reproduce el discurso con todo lujo de detalles, quiero recordar que a lo largo de página y media. Ese supuesto discurso de Bóveda es una soflama encendida que resulta cómica para quien sepa lo que es, no ya la celebración de un consejo de guerra, sino la vista oral de un juicio ordinario. Según este relato mítico, profusamente distribuido, Bóveda diría que su patria natural era Galicia, que la amaba por encima de todo, etc. Por si no se recordase lo que le pasó al alcalde de Ferrol y como lo cortó el coronel Cánovas cuando intentó algo parecido, recuerdo que hace poco intentaron lo propio dos peritos que actuaban en favor de delincuentes de Resistencia Galega, y el presidente del tribunal (Audiencia Nacional) le retiró la palabra al que deponía y dio por concluida de forma abrupta la prueba pericial; como también se retiró el uso de la palabra a Xosé Manuel Beiras parece que también por tratar de cortocicuitar el pensamiento racional con otra soflama. Vamos, que el discurso apasionado y demagógico de Bóveda que reproduce Álvarez Gallego y reproducen con profusión los turiferarios nacionalistas no es creíble porque el tono resulta de una altivez intolerable y el presidente lo hubiese cortado de inmediato. Sí resulta creíble lo que aparece en el acta de celebración del consejo de guerra, aunque no quede muy nacionalista:

El procesado Bóveda solicitó que no se le considerase como traidor a la Patria, pues profesó siempre ideas autonomistas, jamás pensó en la desmembración de España y si así se condujo políticamente fue por creer que servía los intereses gallegos sin merma para la Patria y siempre bajo los auspicios del orden y de la paz.

Una vez que se retiró el tribunal a deliberar en sesión secreta dictó sentencia condenando al Alexandro Bóveda a sufrir la pena de muerte y al Amando Guiance Pampín, dada su menor responsabilidad, a cadena perpetua, ambos por un delito de traición. Siendo las cinco horas del día 17 de agosto de 1936 se ejecutó la pena de muerte, por fusilamiento, en la persona del reo Alexandro Bóveda en el km 1 de la carretera de Campañó. Podría seguir con aspectos morbosos en los que se mete el hagiógrafo sobre el alojamiento de las balas o lo que parecen meras ensoñaciones para mitificar al delincuente que diría a los de Asalto, ¡venga muchachos, tirad al pecho! Podría seguir con el invento de que el entonces instructor del procedimiento, José Vila Fano --al que designa como teniente cuando era comandante--, fue a Asturias y a las pocas semanas lo trajeron cadáver enterrándose en el cementerio de Pontevedra. En 1972 lo vemos ascendido a general de división... En fin, historia nacionalista, de la que dice la gente que es (toda) inventada.

Aunque Amando Guiance Pampín fue condenado a sufrir cadena perpetua (30 años) y el tribunal solicitó que se le rebajase a 20 años, no consiguió este primer indulto, pero como cualquier otro que no había cometido delitos de los que repugnan a las conciencias honradas, sea cual fuere la ideología de estas, pongamos por caso incendios, profanaciones, latrocinios, violaciones, etc., como cualquier otro condenado por traición, rebelión o auxilio a la rebelión, etc., salió de prisión en los 40. En concreto fue puesto en prisión atenuada en su domicilio el 23 de julio de 1940. La Comisión Central de Examen de Penas le redujo la impuesta a cuatro años, pero como resolvió en diciembre de 1942, hasta marzo de 1943 no se comunicó a la Policía y Guardia Civil que cesasen en la vigilancia del penado, así que hasta este mes no fue totalmente libre.

Como se aproxima el Día das letras galegas, para todo aquel que quiera salir de los mitos nacionalistas sobre Bóveda, si Filgueira Valverde fue o como hemos visto no fue llamado a deponer como testigo ante el consejo de guerra, aquí os dejo la causa 356 de 1936, del Registro de la Auditoría de Guerra de la Octava División Orgánica, contra Alejandro Bóveda Iglesias y Amando Guiance Pampín por delito de traición.



martes, 31 de marzo de 2015

Detención, juicio y ejecución de Alexandro Bóveda (IV)

¿FILGUEIRA TESTIGO?

Decía en otra anotación de esta serie que el "cargo" más serio que se hizo a Filgueira Valverde fue no acudir al jucio oral en el que se vio la causa instruida contra el Alexandro Bóveda. El hagiógrafo Álvarez Gallego repite en tres ocasiones que se le llamó y no se dignó acudir pese a estar citado. Tururú, mendaz, un despropósito como tantos otros de los contenidos en ese libelo que creen a pies juntillas los nacionalistas. Para que se vea lo poco fiable que es Vida, paixón e morte de Alexandre Bóveda (1972), hay que tener en cuenta el tono lírico y épico que Álvarez Gallego da a su obra para construir el mito, que como cualquier otro encierra muy poco de verdad. Algo parecido a aquella boutade de Castelao cuando afirmó que no enterraban hombres sino semillas de nuestra redención. No hay más que ver la composición sociológica de la sociedad gallega, o la indiferencia hacia el nacionalismo, Castelao o Bóveda por parte del pueblo gallego, que no los hace pasar de personajillos nacionalistas o nombres de calle, para entender que Castelao distó mucho de ser profeta.

Álvarez Gallego afirma que escribió su libro de un tirón, y pese a ello reproduce conversaciones largas, repletas de detalles, charlas mantenidas por Bóveda en las que el autor no estuvo presente y a más de 30 años de distancia de haber ocurrido... Pese a ello ofrece datos, pelos y señales. El autor se empeña en convencer al lector de que se detuvo a los compañeros de Bóveda "por republicanos" cuando el mismo nos cuenta que formaban parte del grupo que organizó la rebelión en Pontevedra. Desarrolla relatos que se asemejan a mentirijillas infantiles. Según uno de estos relatos el 25 de julio los presos en la cárcel de Pontevedra celebraron el Día de Galicia cantando a voz en grito el himno gallego. Como consecuencia de lo anterior una noche sacaron a Bóveda de la cárcel para pasearlo pero cuando paró el coche y los guardias civiles le dijeron que se alejara, se negó e inició un discurso sentimentaloide que el hagiógrafo reproduce con todo lujo de detalles con el que los convenció y no lo pasearon, entregándolo en la prisión del partido de Pontecaldelas... ¿Quién se puede creer algo así, incluso que un guardia del 36, que respondía al prototipo de tipo duro, se iba a dejar convencer por la demagogia cuando le daban una orden, que les enseñaban a cumplir sin rechistar?


El mismo hagiógrafo se empeña en afirmar que el juez, comandante José Vila Fano, sólo sometió a un interrogatorio a Bóveda, interrogatorio que por cierto reproduce de forma textual, con todo lujo de detalles pese a no haber estado presente, insisto que 30 años después de haberse producido... y que nada tiene que ver con el interrogatorio real que aparecen en la causa porque contra lo que afirma Álvarez Gallego, no sólo  le recibió la primera declaración el 3 de agosto, sino que una vez que le notifica el auto de procesamiento le recibe declaración indagatoria el día 6.

Álvarez Gallego no conoce el procedimiento de la justicia militar, se lía o no lo entiende y llama al miembro honorario del Cuerpo Jurídico Militar, Ramón Rivero de Aguilar, que ejerció funciones de fiscal ante el consejo de guerra, digo que lo llama de forma confusa auditor --otra cosa sería que en ese contexto le llamase jurídico--, y quienes auditaron la parte principal de este proceso fueron Tomás Garicano Goñi y José María Salvador y Merino, en ningún caso Rivero de Aguilar. Es tan indocumentado que hace capitán general al jefe de la media Brigada de La Coruña, general de brigada RogelioCaridad Pita --al que llama Pita Caridad-- cuya muerte endosa al mismo Rivero de Aguilar, que no intervino para nada en este proceso del que fue fiscal, incluso informando ante el consejo de guerra, Hernán de Martín-Barbadillo y Paúl, y auditor el de la División Eugenio Pereiro Courtier (Cf. causa 413/36 contra Enrique de Salcedo Molinuevo y Rogelio Caridad Pita por traición). También endosa a Rivero de Aguilar la muerte del gobernador civil de La Coruña y su mujer, el primero fusilado sin formación de causa y la segunda paseada. Endosa igualmente a Rivero de Aguilar la muerte de José Miñones, causa auditada por Pereiro Courtier y en la que fue fiscal, incluso ante el consejo de guerra, Hernán de Martín-Barbadillo (Cf. pieza separada de la causa 207/36 contra José Miñones Bernárdez por traición). También le achaca la muerte del secretario del ayuntamiento de La Coruña, Joaquín Martín Martínez, causa en la que tampoco intervino para nada Rivero de Aguilar (Cf. causa 207/36); la del alcalde de Ferrol, en la que tampoco intervino Rivero siendo notorio que ejerció funciones de fiscal incluso en la vista oral Martín-Barbadillo, etc. Y no será porque Ramón Rivero de Aguilar no fuese un activo fiscal honorario, pero es que Álvarez Gallego echa la lengua a pacer y no da una.

Por añadir algo más se empeña en enfrentar al fiscal Rivero de Aguilar con el comisario jefe de Pontevedra Florencio Enguita, del que se tomaría nota en el acta del juicio oral para dar parte sobre él. Ni la declaración del comisario puede ser más favorable al fiscal según el acta del juicio oral, ni por ello tuvo que haber enfrentamiento alguno, ni menos consta que se tomase nota de ninguna queja por parte del fiscal.

Llega al extremo de la mendacidad al afirmar que el Consejo de Guerra condenó a muerte a Guiance Pampín, pero debido a influencia de su familia, se le conmutó esta  pena por reclusión perpetua. Cualquiera que se lea la sentencia comprueba que el Consejo condenó a Amando Guiance a cadena perpetua (30 años), que la misma sentencia considera excesiva la pena impuesta y el tribunal pide que se le conmute por 20 años de reclusión menor.

Podría seguir con un nutrido etcétera de disparates, pero creo que los expuestos son suficientes. Me faltaba por indicar porqué Xerardo Álvarez Gallego se aparta de la verdad cuando señala que Filgueira Valverde se negó a acudir como testigo al consejo de guerra que vio y falló la causa contra Bóveda, pese a estar citado. Que no... Si Filgueira estuviese citado su citación aparecería en la diligencia de lectura de cargos del Alexandro Bóveda, y no aparece. Bóveda solicita que en descargo de los que se le hicieron se recibiese declaración en la fase de plenario a varias personas; en dos casos más (Virgós y García Vidal) se deja a voluntad del instructor que les tomase declaración durante la fase de plenario o que se les llamase al acto del juicio oral. Todas las pruebas solicitadas por Bóveda se aceptan por el instructor; consta en autos que se practican, y como el juez llama a todos aquellos interesados por el reo o formalmente su abogado, entre los que no está Filgueira Valverde, habrá que concluir que forma parte de las mentirijillas que pretende colar Álvarez Gallego la especie consistente en que se hubiese citado para comparecer ante el consejo de guerra a Filgueira Valverde.



martes, 24 de marzo de 2015

Detención, juicio y ejecución de Alexandro Bóveda (III)

ACTIVIDADES DELICTIVAS

Los cargos que se hicieron contra el Alexandro Bóveda, como veremos resultan incontestables por abrumadores. Insisto, una vez más, que el nombre oficial de este individuo es Alejandro Bóveda Iglesias, el de pila que usaba era Alexandro --o Xandro con la familia-- pero en ningún caso Alexandre que es producto como tantos otros de la calenturienta inventiva de su hagiógrafo nacionalista, que tiene redaños para publicar facsímiles de varias cartas en las que nuestro protagonista firma como Alexandro o Xandro, y se empeña en llamarle Alexandre. Decía que los cargos que se hicieron al Bóveda resultan incontestables: se le acusa de formar parte del comité que, una vez que tuvo noticias del alzamiento de nuestras tropas de África, preparó la rebelión en el Gobierno Civil de Pontevedra repartiendo armas. Como estas no se usaron para hacer cosquillas a los alzados, sino que les ocasionaron bajas, pocas, pero bajas en definitiva, se comportó desde el punto de vista jurídico como un perfecto traidor al poner impedimentos al avance del Ejército. Como esta oposición la realizó desde un cargo directivo, el consejo de guerra pudo apreciarle la agravante de perversidad del delincuente, lo que a su vez permitió establecer la pena a imponer en su grado máximo.

Para que se vea lo que inventó o calló el hagiógrafo nacionalista del Alexandro Bóveda, dejo unos fragmentos de declaraciones en las que se le alude y permiten documentar lo que acabo de decir.
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Tengo  el honor de poner en conocimiento de V. que el día 20 del actual, durante las horas de la tarde en que con toda actividad se estaban concentrando armas recogidas por los elementos de las organizaciones marxistas en las armerías de la Capital y de las poblaciones de la provincia, y se armaba a dichos elementos, peligrosos todos ellos por su actuación y significación societaria, en el edificio y oficinas del Gobierno civil, preferentemente y como punto de distribución en el despacho del Gobernador civil, todo ello con ánimo de hacer frente a la posible acometida de las fuerzas del Ejército en todas estas actividades y como elemento dirigente figuraba D. Alejandro Bóveda, empleado de Hacienda, el cual en un momento en que un grupo de jóvenes subía la escalera del edificio, alguno de ellos portando al hombro cajas conteniendo armas recogidas en las armerías, desde el rellano central de la escalera increpó a los que subían diciendo que se mantuviesen abajo y como los portadores de las cajas, que se encontraban a la altura del [Bó]veda, contuviesen su ascensión, este se dirigió a ellos manifestándoles que ellos desde luego subían. Se apreciaba en su actitud que en las dependencias donde se concentraba el mando, el Sr. Bóveda ejercía una acción dirigente importante.
Oficio del agente de policía Ramón Pérez Cienfuegos, de 26 de julio de 1936 al comisario jefe de Pontevedra.

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Que mucha de la gente armada que estuvo en el Gobierno durante todo el día, no se encontraba cuando lo ocuparon las Fuerzas del Ejército porque momentos antes en varios camiones salieron dichos paisanos armados y que precisamente iban la mayoría con armas largas, desde las que fueron mandadas requisar por el Gobernador y repartidas por Bóveda y el Capitán de Asalto e iban a cortar el paso a las Fuerzas de la Base Naval de Marín que suponían venían hacia Pontevedra.

Declaración judicial del agente de Vigilancia Cástor Prieto Rodríguez en Pontevedra a 1 de agosto de 1936.

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Que el Sr. Bóveda le preguntó de que armamento tenía y disponía a lo que contestó que tenía armamento pero que mientras no viniese el Capitán él no disponía de nada (...) Que cree por haberlo visto que el que dirigía todo era el Sr. Bóveda o por lo menos que asumía las principales funciones.

Declaración judicial del sargento de Seguridad Antonio Dorado García en Pontevedra a 1 de agosto de 1936.

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El que declara en unión de otro agente y por creer que era su deber subió a defender al Gobernador, entre ellos estaban Jacobo Zbarsky que con una pistola en la mano amenazaba al Gobernador. Cuando fue requerido por el deponente para que dejara dicha actitud no hizo el menor caso. Entre los que estaban en actitud amenazadora, conoció a Bóveda, Adrio Barreiro, Novás, José Pintos, Pampín, Ramiro Paz, Caamaño y algunos otros que no recuerda y a otros que no conoce por sus nombres. Que todos estos eran los que parecían llevar la dirección de todo.

Que a Zbarsky por estar a su lado lo vio hacer un disparo al hidro que en aquel momento volaba muy bajo sobre dicho Gobierno lo que provocó los disparos del mismo (...) Como nombres de una serie de los que dirigían a las masas, armaban y daban órdenes, están Alejandro Bóveda, José Pintos, Paulo Novás, Ramiro Paz, Víctor Casas, Germán Adio, Mañá, José Adrio Barreiro, Amancio Caamaño, Amando Guiance Pampín, Manuel Martínez Vázquez, Andrés Rey Rey, Emilio Villar, César Poza Juncal, Ricardo Pomar Molla (este se distinguió en el reparto de armas y requisa de coches) Antonio Salvador Caja, Luis Poza Pastrana, Ramón Sainz de Inestrilla, José Acuña Damas, Francisco Tilbe Rodríguez y figurando igualmente entre los anteriores nombrados Abraam Zbarsky y Clemente Martínez Gendra, además de los dos delegados de Trabajo Royo y Mucientes. Como Jefe de las Milicias colocadas en entrada de la Alameda estaba Francisco Fernández Blanco, designado para el cargo por Alejandro Bóveda.

Declaración judicial del inspector de Vigilancia Antonio Iglesias Garcés, en Pontevedra a 2 de agosto de 1936.
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Que en uno de los momentos en que se asomó a la puerta principal del gobierno civil, el día veinte de julio último, vio un grupo enorme de gente al que se dirigió arengándolo Alejandro Bóveda y ordenó a Francisco Bernárdez Blanco, que al mando de un Grupo de Milicias se colocase en la Rotonda de la Alameda, en actitud de defensa, contra las Fuerzas del Ejército (...) Por las varias veces que el declarante subió al despacho del Gobernador, estaba entre los que recuerda, Alejandro Bóveda, José Pintos, Paulo Novás, Ramiro Paz, Víctor Casas, Germán Adrio, José Adrio Barreiro, Amancio Caamaño, Amando Guiance Pampín, Manuel Martínez Vázquez, Andrés Rey Rey, Emilio Villar, César Poza Juncal, Ricardo Pomar Molla, Antonio Salvador Caja, Luis Poza Pastrana, Ramón Sainz de Inestrilla, José Acuña Damas, Francisco Tilbe Rodríguez, Abraham Zbarsky, Clemente Martínez Genda, además de los dos delegados de Trabajo, Royo y Mucientes Juan González Corbacho [sic].

Declaración judicial de Heliodoro Pérez Martín, vigilante conductor del Cuerpo de Investigación y Vigilancia, en Pontevedra a 2 de agosto de 1936.

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En los días dieciocho, diecinueve y veinte, vio entre otros que no recuerda a Bóveda, Adrio Barreiro, Pampín, Caamaño, Zbarsky padre e hijo, Poza hijo el más joven, Salvador Caja, Ramiro Paz y el Capitán Sr. Rico, los cuales unos más que otros, destacándose desde luego Bóveda aparecían en opinión del deponente como dirigentes del movimiento inusitado que se notó esos días en el Gobierno Civil.

Declaración judicial del portero del Gobierno Civil, Odilio Conde González, en Pontevedra a 4 de agosto de 1936.

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En los días dieciocho, diecinueve y veinte y aún en días anteriores el Despacho del Gobernador y un salón anejo a esa Dependencia se convirtieron --en una opinión del exponente-- en una especie de agencia para facilitar el armamento del pueblo, organizarlo y prepararlo para lo que todos hemos visto. Esa agencia la formaban, El Gobernador, Bóveda, el ruso Zbarsky y su hijo, Troncoso (está en Arbitrios) Adrio Barreiro, el representante del partido comunista cuyo nombre nunca pudo saber, Ramiro Paz, Víctor Casas, Caamaño, Salvador Caja, Inestrilla, Acuña factor del ferrocarril, Mucientes, de la Inspección de trabajo, Paulo Novás que estuvo en la mañana del veinte poco tiempo, y otros más que no puede el exponente recordar, de todos ellos el principal dirigente era Bóveda, el cual llegó hasta a arrestar por si y ante si, por no acatar a su Autoridad a un tal Puente, en una de las habitaciones del Gobierno Civil y en la mañana del día veinte (...) El gobernador Civil firmaba órdenes sobre licencias de armas, requisas de ferreterías, aprovisionamiento de dinamita, etc. y hasta ha visto en el día veinte la firma del Bóveda en alguna disposición u orden aunque no puede precisar para que objeto. Hace constar que una especie de brazo ejecutor del Bóveda (manejaba el teléfono, cursaba órdenes, etc.) era el segundo hijo del Médico Poza.

Declaración judicial del portero del Gobierno Civil, Ricardo Rial Dotras, en Pontevedra a 4 de agosto de 1936.

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En los días dieciocho, diecinueve y veinte, vio el declarante, al Gobernador, que con Bóveda, el Capitán Rico, Pampín, Adrio, un Suboficial de Artillería que después supo el dicente era el llamado "hijo del Ruso" y Ramiro Paz, entre otros que no puede recordar dirigían al parecer todo el movimiento de armamento y organización de la masa de paisanos que invadía el palacio de la Diputación, destacándose Bóveda en la aludida dirección.

Declaración judicial del portero del Gobierno Civil Juan Rivas Solano, en Pontevedra a 4 de agosto de 1936.

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El día veinte vio al lado del Gobernador entre otros a Bóveda, y a Pampín, al Sr. Pérez Prego, Presidente de la Diputación, como elementos directivos del frente Popular. Le consta que Bóveda era uno de los elementos del Frente Popular más influyentes.

Declaración de Amancio Caamaño Cimadevila, exmilitante de Izquierda Republicana, en Pontevedra a 4 de agosto de 1936

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Que los que recuerda que los [sic] que estaban en el despacho del Gobernador eran Pérez Prego, Bóveda, Telmo Bermúdez, Pampín y otros que no recuerda.

Declaración judicial de Paulo Novás Souto, secretario de Izquierda Republicana, en Pontevedra a 5 de agosto de 1936.

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Que en la noche del sábado al domingo diecinueve, la pasó en el Gobierno Civil, en el que con el Gobernador estaban Bóveda, Adrio Barreiro, Guiance Pampín, el Delegado de Trabajo, Caamaño, Luis Poza, Paulo Novás y no recuerda si Ramiro Paz. Juntos pasaron toda la noche hablando de los acontecimientos políticos que se anunciaban en España.

Declaración judicial de Víctor Casas Rey, presidente de la organización local del Partido Galleguista, en Pontevedra a 2 de agosto de 1936.

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Que a los alrededores del gobernador y en su despacho y entre otros que no recuerda estaban Bóveda, Pampín, y el Capitán Rico.

Declaración judicial de Ramiro Paz Carvajal, socialista, en Pontevedra a 5 de agosto de 1936.

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Que estuvo en el Gobierno Civil en la mañana del lunes día veinte de julio. Que allí y por no obedecer una orden de recogida de armas fue arrestado estando presente el Gobernador por Bóveda, quien le mandó ir a una de las habitaciones del Gobierno Civil encerrándole personalmente en ella; de la que logró salir al encontrar la puerta abierta a las doce de aquella mañana, escapándose seguidamente.

Declaración judicial de Manuel Puente Iglesias, agente ejecutivo de la Diputación, en Pontevedra a 5 de agosto de 1936.

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Que recuerda entre los que estaban en el despacho del Gobernador a Bóveda de quien desde luego no recibió orden alguna.

Declaración judicial de Luis Poza Pastrana, secretario del grupo local del Partido Galleguista, en Pontevedra a 5 de agosto de 1936.

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Que entró con alguna frecuencia en el despacho del Gobernador llamado por este para que atendiera el teléfono. Que en dicho despacho hubo gente durante toda la noche y que en opinión del dicente estaban reunidos en espera de las incidencias que pudieran ocurrir con motivo de un levantamiento de las tropas de África. Entre los que recuerda que estuviesen allí, figuran Bóveda, Pampín, Luis Poza, Edelmiro Dios, José Adrio Barreiro, el Capitán Rico, Paulo Novás, Víctor Casas, Antonio Salvador Caja, José Acuña, y que estuvo un rato solamente (...) Que vio como Bóveda, Luis Poza, Antonio Salvador Caja, y más tarde a Inestrilla y Mucientes, escribiendo a máquina unos oficios que llevaban a la firma al Gobernador y que una vez firmados eran repartidos en el ante despacho del Gobernador a varias personas de las cuales conoce algunas de vista. Que cree que los oficios eran órdenes de incautación de coches, gasolina, armas y municiones.

Declaración judicial de Enrique Pérez Fontán, funcionario del Gobierno Civil, en Pontevedra a 6 de agosto de 1936.

Todo lo cual, para poner de manifiesto la mendacidad o los inventos de la historia nacionalista, me parece que por hoy es bastante.