jueves, 27 de diciembre de 2012

Violencia antirreligiosa en Orro

Sigo por Culleredo, sin salir del partido judicial de La Coruña. El topónimo Orro me parece uno de los más bonitos o sonoros de la comarca. Alguien me contó que en su significado etimológico equivale a hórreo. Es además un lugar presente en la cultura escrita desde la edad media, como lo evidencia un texto que se encuentra en los tumbos del Monasterio de Sobrado de los Monjes, que aún no fueron devueltos a Galicia pese a que aquí no hay ningún trolleo independentista, y siguen con la mentalidad madricentrista de siempre alojados en el Archivo Histórico Nacional. En un documento datado con bastante probabilidad en el año 971 en donde se relacionan los bienes donados por don Hermenegildo y doña Paterna al monasterio, se lee:

In ualle de faro bregancio: uilla de orria et ecclesia sancte eolalie iuxta faro.

En el valle de Faro Bregancio: la villa de Orro y la iglesia de Santa Eulalia junto a Faro. El valle de Faro Bregancio equivale, más o menos, al actual valle de Veiga. Allí está Orro y se discute si la iglesia de Santa Eulalia es la desaparecida de Santa Eulalia de Carollo; si Faro es La Coruña, el monte Xalo, o quien sabe si el castro de Sésamo. Lo cierto es que Orro está presente en un documento del siglo X.

Dejo esta digresión y entro en el trigo que nos interesa. De acuerdo con el Resumen de los desmanes... el 1 de junio de 1936 se produce la "incautación de la casa parroquial del Divino Salvador de Orro". Sobre este hecho me cuenta una señora muy amable que aquí algunos también querían ser políticos, y aprovechando que el cura de Orro no residía en su rectoral sino en la de San Martín de Sésamo (Culleredo), parroquia con la que binaba la misa, unos cuantos de esos que querían ser políticos entraron en la casa parroquial de Orro, la ocuparon y allí celebraban sus juntas y reuniones. Consumada la ilegalidad, parece que el gobernador civil miraba para otro lado. Pregunté si había venido la Guardia Civil o si la iglesia estuvo custodiada por fuerzas de este instituto y me dijeron que no.

Siguiendo el mismo Resumen de los desmanes... el 8 de junio de 1936 "impiden al párroco del Divino Salvador de Orro la celebración de la Santa Misa". De este hecho no pude encontrar a nadie que lo recordase para saber cómo sucedió. Ya aparecerán fuentes documentales que nos lo aclaren. Pudo ser a partir de esta fecha que no admitiesen al sacerdote, tal y como aparece en uno de los informes del Archivo Secreto Vaticano que exhumó Hernández Figueiredo:

Orro: 350 feligreses. No admiten al cura. Informe del arzobispo de Santiago al nuncio, cardenal Tedeschini. Santiago, 4 de julio de 1936.

Lo que si recuerda la gente es lo ocurrido con la campana de la iglesia, hecho que no aparece en el Resumen de los desmanes pero tal vez se pueda documentar en una causa abierta y sobreseída por daños en la iglesia parroquial del Divino Salvador de Orro. Según este documento, el 4 de julio de 1936 se causaron daños en el templo. Como el sumario se expurgó y la prensa no dice ni mu sobre atropellos antirreligiosos, me guío por la tradición oral. Cuentan que una mañana apareció tirada y rota la campana de esta iglesia. Se detuvo a cuatro vecinos que estuvieron retenidos unas pocas horas pues el cura en cuanto se enteró fue a buscarlos. No sé si apeló a que le faltaban unas ovejas de su rebaño, pero lo cierto es que la gente cuenta que fue el cura quien los liberó. La campana al parecer se soldó, nunca más volvió a sonar bien, así que tiempo después un vecino de nombre Arturo adquirió y donó la que se utiliza hoy.



martes, 25 de diciembre de 2012

Echar al cura de Culleredo

De acuerdo con el tantas veces citado Resumen de los desmanes y atropellos... el 22 de mayo de 1936, "al párroco de San Esteban de Culleredo intentan hacerle salir de la casa rectoral". Pese a que lo intenté, no me fue posible encontrar más información procedente de fuentes documentales, así que para aproximarnos a lo ocurrido seguiré la tradición oral.

Tuve la fortuna de entrevistarme con un abuelo amabilísimo, que pasa de los 90 años y me contó lo siguiente. En aquel tiempo no se usaba el coche, los autobuses o las bicis como ahora, así que los obreros del lugar de Tarrío, en donde se enclava la iglesia y casa rectoral de San Esteban de Culleredo, venían a La Coruña andando. Un día, que debió ser el 22 de mayo bajaban los obreros de Tarrío a La Coruña y cuando estaban llegando a Vilaboa, parroquia de Santa María de Rutis, sin salir del término municipal de Culleredo, en el lugar del Bosque se encontraron con unos obreros de Vilaboa que subían, según les dijeron, a echar al cura de San Esteban de Culleredo. Los de Tarrío les pararon los pies, que no se les ocurriese tal cosa. Adujeron que su cura por el momento no se había metido con ellos ni les había hecho ningún daño; que era un vecino más, y que los de Vilaboa no tenían que ir para nada a Tarrío; que se fuesen por donde habían venido, que si tenían que echar a su cura ya lo echarían ellos sin necesidad de que viniese gente de fuera a expulsarlo. Los de Vilaboa dieron media vuelta y los obreros de Tarrío siguieron camino hacia La Coruña.

La noticia corrió como la pólvora en la parroquia de San Esteban de Culleredo, que contaba con una taberna en el tantas veces mencionado lugar de Tarrío, local que según era habitual hacía las veces de taberna, tienda y casino en el que se reunían los vecinos. A esta taberna, la de Fafián, llegaron los obreros que habían parado los pies a los de Vilaboa, y se encontraron por allí al cura jugando la partida o tomando unos vinos. Al parecer se produjo una escena muy emotiva: el cura, que conocían por D. Celestino, no sabía cómo agradecer a sus vecinos obreros que hubiesen salido en su defensa para que no lo echasen de su casa, los invitó a unas rondas y no paraba de agradecerles el gesto.

Cuenta mi informante que a él una de las cosas que más le sorprendía en D. Celestino era que cuando tenía que salir de la parroquia, para ir a La Coruña por ejemplo, le llamaba mucho la atención que emprendiese camino vestido de seglar y cubierto con sombrero. Ya veremos cuando vuelva sobre el párroco de Santa María de Vigo (Cambre), que no era el único sacerdote que se vestía de paisano, se supone que para evitar agresiones. Si recordáis las impresiones de Juan Santos Ageitos, párroco de San Julián de Almeiras, comentaba que la presencia de los sacerdotes era tomada por parte de los obreros maleados por el marxismo o el comunismo libertario, como una provocación y hacía que prorrumpiesen en groseros insultos, impropios de gente civilizada y aún de gente salvaje. En algún sitio leí algo así como una circular, no recuerdo si procedente de Roma o del Arzobispado de Santiago, autorizando a los sacerdotes para que usasen ropa seglar, dispensándolos de vestir sotana, supongo que para evitar los insultos y las agresiones a las que alude Santos Ageitos.



sábado, 22 de diciembre de 2012

Coacciones contra una procesión en Lañas

Según el P. Blanco Rey (pp. 1138-1145) el último domingo de mayo de 1936, día 31, se celebraba en la parroquia de Santa Marina de Lañas (Arteixo) la tradicional romería dedicada a la Virgen de la Victoria, me pregunto si en conmemoración del cerco que sufrió La Coruña en 1589 por tropas inglesas al mando de Drake y Norris, que se produjo precisamente entre el 5 y el 18 de mayo. Se celebraba una procesión a las seis de la tarde, pero allí se presentaron los Fabeiro: Venancio María Marán Bertoa y José Rodríguez Mañana, @ O Fabeiro, que como vimos, al mes serían nombrados portero y alguacil del Ayuntamiento al suspenderse de empleo y sueldo por dos meses al portero-alguacil titular, Petila. El caso es que se presentaron allí los Fabeiro y vociferando amenazaron con poner fuego a la imagen si salía del templo y que de ningún modo permitirían que se desarrollase la procesión. Todo ello invocando la autoridad delegada del alcalde Martís, que no los mandó para impedir la procesión burlesca en Sorrizo. El embudo de aquella pretendida democracia, que por un lado no era lo mismo que por el otro. El caso es que el párroco de Lañas se asusta y opta por suprimir la procesión. Uno de los vecinos, José Añón Carril, propietario de una tienda en el lugar da Hermida, preso de indignación, se dirige al domicilio del alcalde Martís y le pide explicaciones. Le pregunta si era él quien había enviado a los Fabeiros a impedir el desarrollo de la procesión, a lo que el alcalde responde de forma afirmativa. En vista de lo anterior, Añón le indicó que se estaba extralimitando y que se atuviese a las consecuencias. Sea por esto o por las razones que esgrimió, Martís autoriza que se celebre la procesión. Cuando el vecino preguntó al alcalde cómo ponía de manifiesto a los Fabeiro que se retirasen, Martís le escribió una nota en un papel. Llegado a Lañas José Añón Carril, comunicó a los Fabeiro que todo estaba solucionado, cosa que estos no creyeron. Fue entonces cuando les entregó el papel que le había dado Martís, y los Fabeiro se retiraron, pudiendo así desarrollarse la procesión con hora y pico de retraso.

En esta parroquia de Lañas se produjo uno de esos episodios que corren de boca en boca y son conocidos hasta por los más jóvenes de esa parroquia e inmediatas, cosa poco frecuente en mi experiencia. Cuando, como comenté, al comenzar la guerra la casa rectoral de Lañas se convirtió en algo parecido a un cuartelillo de Falange, una vecina de San Pedro de Armentón fue a ver a su párroco, D. Ramón Viña Carracedo, para decirle con las naturales lágrimas en los ojos que, entre otros vecinos, se habían llevado a su marido a la rectoral de Lañas y se temía lo peor. Aunque el párroco de Armentón no se trataba con el de Lañas emprendió camino hacia la casa rectoral de esta parroquia. Llegado a su destino llamó a la puerta, salió la criada --la misma que daba sonoras bofetadas a los detenidos-- que invitó a entrar a D. Ramón, quien se negó. Salió entonces un falangista que un poco sorprendido le preguntó: 

¿Qué es lo que quiere usted?

D. Ramón dijo con voz firme:

Llevarme conmigo a unas ovejas de mi rebaño, que me faltan y están aquí.

El falangista repuso:

Eso es imposible.

A lo que el cura contestó:

Entonces permaneceré aquí fuera mientras tanto mis ovejas no sean liberadas.

Cuenta el P. Blanco Rey que tras una acalorada discusión entre los ocupantes de la rectoral de Lañas, el párroco de Armentón salió de allí sin haber entrado en el edificio, pero habiendo conseguido la liberación de sus ovejas.



jueves, 20 de diciembre de 2012

Incautación de cementerios

Si en toda España la Ley de secularización de cementerios se consideró sectaria, en Galicia hay que considerarla estrafalaria; incluido el Reglamento de la misma, y menos mal que dispensó a los curas y religiosos en general de disponer en vida que querían enterrarse de acuerdo con sus ritos; o si se quiere, los dispensó de llevar consigo aquellos carnés de identidad católica. Concebida tanto la ley como el reglamento con una mentalidad madricentrista, no se tuvo en cuenta que en Galicia a diferencia de lo que ocurre en la mayor parte de la geografía nacional los cementerios parroquiales no suelen ser inmuebles exentos, alejados de los templos, sino que ocupan el atrio y espacio circundante a la iglesia, aunque creo que la tendencia actual es hacer cementerios parroquiales cercanos a la iglesia, pero sin ocupar el atrio y espacio que circunda al templo, que va quedando en desuso como lugar de enterramiento.

Contaba con cierta sorna un sacerdote, no recuerdo ahora si de Vilacoba (Abegondo) o de Vilachá (Monfero) el procedimiento que emplearon con él para incautarse del cementerio. Llegó la comisión municipal asistida de secretario, que levantó acta de la incautación. Una vez concluidas las diligencias legales, comentaron que iban a rodear el cementerio con una verja, una reja de hierro; y que le iban a poner una cancilla, con llave. El cura les dijo: ¿pero me daredes chave da cancela, non? Porque senón, a ver como entro na igrexa. Su iglesia respondía a la tipología normal en Galicia, con un cementerio parroquial que rodea por todas partes al templo, ante cuya puerta principal se solían enterrar los párrocos del mismo. Al final, ni colocaron la verja, ni la cancilla, ni nada.

El P. Blanco Rey --al que seguiré en esta anotación, pp. 1185-1196-- estudia la incautación de los cementerios parroquiales de Arteixo.

OSEIRO

El 1 de marzo de 1932 el alcalde Manuel Pardo Alvedro se dirigió al arzobispo de Santiago para solicitarle que prestase su aprobación a un proyecto municipal. Dada la escasa capacidad que tenía el cementerio de San Tirso de Oseiro, el ayuntamiento quería ampliarlo con sus fondos y pedía que la Iglesia autorizase la demolición de dos paredes por las que se haría la ampliación; en la seguridad de que el camposanto, tanto el existente como el que se ampliaría a expensas del municipio, seguiría siendo de propiedad eclesiástica "mientras no proceda por acatamiento de ley Soberana su expropiación". Según el P. Blanco Rey el Ayuntamiento se incautó de este cementerio el 16 de mayo de 1933. En este caso, salvando lo inaceptable que subyace en el sectarismo de la legislación, no llega a ser un acto estrafalario porque el cementerio de Oseiro se encontraba y se encuentra en un espacio exento, separado por unos cuantos centenares de metros de la iglesia parroquial.

MORÁS

El mismo alcalde, Pardo Alvedro, comunicó al párroco de San Esteban de Morás que en virtud de acuerdo municipal, a las 17 horas del 5 de mayo de 1934 se procedería a la incautación del cementerio de esta parroquia, como así ocurrió. El Ayuntamiento pretendía ampliar el camposanto "a medio de la prestación personal voluntaria, que fue negada"; y como los fondos del municipio no permitían efectuar esa ampliación, dificultad que también se encontraría al tener que abonar el justiprecio a la Iglesia, que estimaba su valor en doce mil pesetas, la Corporación en sesión de 6 de agosto de 1935 acuerda dejar sin efecto la incautación, sin perjuicio de intentarla de nuevo cuando los fondos del municipio así lo permitiesen.

INCAUTACIONES CON EL FRENTE POPULAR

La prisa e intensidad que imprimió Eduardo Martínez Palleiro, @ Martís, alcalde de Arteixo, de Izquierda Republicana, en lo que a incautación de cementerios se refiere, no se explica muy bien si no es por aquello buscar confrontación, de hacer una política maximalista que excluía al adversario. El 4 de junio de 1936 se incautó del cementerio de Santiago de Arteixo; de los de Santa María de Loureda y San Esteban de Morás el 8 de junio; de los de Santo Tomás de Monteagudo y San Pedro de Armentón el día 13 del mismo mes; el de San Esteban de Larín se incauto el 17 de junio; y el 18 de junio de 1936 se ejecutó la incautación de los cementerios de Santa María de Pastoriza y San Félix de Suevos.

Queda por conocer cuando se incautaron los cementerios de San Pedro de Armentón, San Julián de Barrañán, Santa Eulalia de Chamín, Santa Marina de Lañas y San Pedro de Sorrizo, pero el P. Blanco Rey asegura que siendo alcalde Martís se incautaron todos.

***

La imagen corresponde al atrio de Santiago de Sigrás (Cambre). Según un vecino, el cementerio se incautó en fecha que no pude averiguar; y se amplió en la parte, pequeña como se ve, que ocupa hoy césped.



lunes, 17 de diciembre de 2012

Hasta quisieron profanar una tumba

Ocurrió en la parroquia de Santa María de Loureda, dentro del término municipal de Arteixo, sin salir del partido judicial de La Coruña. Al tiempo de haberse comunicado por el alcalde Martís a los párrocos de Arteixo que concurriesen al ayuntamiento a presentarle los títulos de propiedad de los bienes que administraban, apareció en una pared de la casa rectoral de Loureda una pintada que decía: Viva el cumunismo (sic) con la hoz y el martillo.Lo que lleva a pensar en la posibilidad de que los comunistas --que por estos pagos como en el resto de España, antes de la guerra no eran nada-- tuviesen alguna implantación, y por lo que veremos, si se recuerda la carta amenazadora al cura de Viós (Abegondo) a la que aludí en otra anotación, la posibilidad de que fuesen comunistas quienes, al menos en parte, impulsaban desde El Comité Revolucionario los atropellos antireligiosos que se daban por esas fechas, al menos los de Arteixo, si es cierto que la bandera que portaba el maestro de Sorrizo era comunista.

De acuerdo con el Resumen de los desmanes y atropellos de carácter antirreligioso cometidos en esta diócesis desde el 16 de febrero hasta el 28 de julio de 1936, el 21 de mayo conminaron al párroco de Loureda a que abandonase la parroquia. El párroco, José Castro Castaño, era al parecer --sigo al P. Blanco Rey (pp. 1150-1156)-- amigo del marqués de Figueroa, entonces de Renovación Española, aunque se trataba de una persona que por su carácter tímido estaba alejada de luchas políticas y se dedicaba a su ministerio sacerdotal. Para el P. Blanco Rey el origen de la persecución al párroco de Santa María de Loureda se encuentra tan sólo en la perversidad del alcalde. Me parece muy probable, pero lo que más intriga es la influencia que pudo tener sobre un alcalde de Izquierda Republicana como Martís, El Comité Revolucionario que firmaba la carta al párroco del Divino Salvador de Viós (Abegondo) al que amenazaron con sus bandas de acción "al igual que se ha procedido contra otros curas de esta provincia"; o la posibilidad de que los atropellos estuviesen inspirados por un comité revolucionario, total o parcialmente comunista y de cuyas bandas de acción formaban parte individuos de Izquierda Republicana. Germán Álvarez de Sotomayor en sus Relatos apasionados de un tiempo de guerra, menciona de forma muy gráfica a aquellos burgueses de izquierdas, que cabalgaban a lomos de los revolucionarios, sin considerar que los revolucionarios también los arrollarían a ellos.

El 21 de mayo de 1936, jueves de la Ascensión, a la salida de la misa parroquial, se presentó al P. Castro Castaño, Manuel Rumbo Lafuente acompañado de unos cuantos mozalbetes del Frente Popular. El primero dijo al sacerdote:

Dalle lustre ós botíns que che queda pouco de estar aquí. Tes corenta e oito horas para salir da parroquia.

El cura respondió señalando que pondría esos hechos en conocimiento de su superior, y añadió: sepan todos que el que protesta es Manuel Rumbo. Este repuso: somos todos; algunos dijeron: yo no soy; otros callaron; las mujeres y otros feligreses se pusieron en contra de Rumbo con palabras de reproche.

Al domingo siguiente, 24 de mayo, a la media hora de haber salido de la misa parroquial, coacciona al párroco un tropel de individuos de nuevo capitaneados por Manuel Rumbo Lafuente, del lugar de Marciñado, carpintero de 60 años, casado, analfabeto, y que estuvo vinculado a la Sociedad de labradores agrarios 'La Defensa', de orientación abiertamente izquierdista. Llevaban, según el párroco, intención de echarlo y asaltar la casa rectoral. El día 21 no había reunido a muchos vecinos de Loureda, así que vino esta vez acompañado con refuerzos procedentes de la parroquia inmediata de Santiago de Arteixo, capital del municipio. Lo más llamativo, por si en Cambre o Culleredo no estuviese suficientemente clara la relación entre revolucionarios y burgueses de Izquierda Republicana, o la política revolucionaria que desarrollaban estos ayuntamientos, aquí nos encontramos a dos concejales de este partido y otros dos significados peones del mismo que poco después serían nombrados por la Corporación, portero y alguacil del ayuntamiento tras la sesión extraordinaria de 26 de junio de 1936 en la que se suspende de empleo y sueldo por dos meses al alguacil-portero municipal, José Suárez Calvete, @ Petila, del que no se sabe que participase en estas ilegalidades.  Los cuatro, tomando parte en el intento de atropello.

Acompañaban a Rumbo Lafuente su yerno, Venancio María Marán Bertoa, y José Mañana Rodríguez, @ Pepe o Fabeiro, al mes y pocos días, alguacil y portero municipal, respectivamente; también formaban parte de la comitiva el concejal Baldomero Maceiras Martínez, @ O Peludo, y su hermano Fortunato; el también concejal Manuel Abeleira Castro @ O Corgo, y Miguel García Rey, @ O Xastre da Baiuca, todos vecinos de la parroquia de Santiago de Arteixo. De Loureda participaron, entre otros, Manuel Aldado Rey, que estuvo vinculado a La Defensa; Antonio Calvete Arcas, @ O Inverno; José Iglesias Calvete, @ O Pechencho; los hermanos José y Jesús Díaz Rodríguez; Manuel Mañana González, @ Madrid do Foxo, presidente en estas fechas de La Defensa; Jesús García Díaz, @ O Cubano; Jesús García Canedo @ Ourense; José Calvete Souto, @ Che de Calvete; o José Golán Grela. Antonio Mallo Boedo, @ Romanó, más tarde se haría muy amigo del párroco. En esta ocasión emprende camino desde su domicilio en el lugar do Foxo pasando por la Rapa, y en Cancelo de Arriba se encuentra con los dos hijos varones de Juan Antonio, que por esas fechas habitaba aquí y les dice:

--Rapaces ¿vistes pasar por acolá, polas Viñas, a D. José Castro Castaño, que hai que botalo fóra da parroquia?

A lo que los muchachos respondieron con un non señor. Romanó, con entusiasmo y vehemencia exclamó:  

--A por él.

En este contexto, el día 21 o tal vez el 24, un grupo de exaltados se dirigen a la sepultura en la que estaba enterrada la madre del cura. En aquel tiempo las sepulturas solían delimitarse con unos varales entre los que se entrelazaban unas enredaderas. Parece que cuando menos quisieron derribar el entramado. Pastor Queijeiro Fariña, que observaba el asunto desde su casa, no sabe el P. Blanco Rey si con cierta complacencia, al percatarse de que iban a profanar una tumba tomó el revólver que le había proporcionado, por cierto, el alcalde, y se acercó al grupo para decirles que allá ellos con lo que hiciesen, pero profanar una tumba ¡eso sí que no! Que si lo hacían, se los llevaba por delante... La sepultura fue respetada.

El intento de echar al cura de su casa a la media hora de haber acabado la misa de aquel domingo 24 de mayo de 1936, se frustró por la presencia de tres parejas de la Guardia Civil, puesto de Arteixo, que disolvieron a los revolucionarios. La misma Benemérita estuvo vigilando la iglesia y casa rectoral de Santa María de Loureda hasta que comenzó la guerra, y pese a que había amenazas  de quemar la iglesia, no se atrevieron. El párroco de esta iglesia no se refiere como yo al "comienzo de la guerra", sino al momento en que "vino el movimiento militar salvador" ¿Cómo no iba a percibirlo él sino como una salvación? ¿Se le puede censurar por percibir como amigos a quienes defendían su integridad física, su derecho a vivir en SU casa, a ejercer libremente el culto católico que profesaba? Un poquito de porfavor...

UN DOCUMENTO

La tradición oral que recoge el P. Blanco Rey se completa con un interesante documento perteneciente al Archivo Parroquial de Sta. María de Loureda, que publica como ilustración a su trabajo y que transcribo a continuación. Se trata de la minuta de una comunicación que envió el párroco de Loureda al arcipreste de Faro --de acuerdo con el modelo en que se había solicitado a los párrocos que diesen cuenta de los desmanes ocurridos en su parroquia-- para que lo cursase a la Cancillería del Arzobispado, al objeto de formar con él el Resumen de los desmanes... que publicaría más tarde el Boletín Oficial del Arzobispado de Santiago:

Atropellos (1936)

Arciprestazgo de Faro. Parroquia de Sta. María de Loureda.

I.- Contra las personas.

Mayo 21.-- A la salida de la Misa parroquial por ser día festivo (Ascensión del Señor) se me presentó Manuel Rumbo de la Fuente acompañado de unos mozalbetes del Frente Popular diciéndome que en el término de 48 horas tenía que dejar la parroquia y le contesté que lo pondría en conocimiento de mi Superior y dije: Sepan todos que el que protesta es Manuel Rumbo, y dijo él: somos todos. Algunos dijeron: yo no soy. Otros callaron, y las mujeres se pusieron en contra de Rumbo con palabras, y lo mismo otros feligreses.

Mayo 24.-- Como el día festivo anterior le habían venido pocos de ésta, el citado Rumbo los trajo de la inmediata de Arteijo, y de ésta los mozalbetes que habían venido el día festivo anterior con intención de echarme y asaltar la casa, siendo esto media hora después de la salida de la Misa parroquial; pero 3 parejas de la Guardia civil que de orden superior se hallaban vigilando la iglesia y rectoral, disolvieron el grupo, cuya Guardia civil continuó vigilando hasta que vino el movimiento militar salvador.

Mayo 28.-- Puse personalmente en conocimiento del Sr. Arzobispo los hechos anteriores.

II.-- Contra los lugares sagrados.--

Junio 8.-- Incautación del cementerio parroquial por el Ayuntamiento de Arteijo, (habiendo devuelto las llaves el 30 de julio) y continuaban las amenazas de quemar la iglesia; pero como estaba vigilada por la Guardia civil de Arteijo no se atrevieron.

III.-- Contra las cosas.

Marzo 8.-- Recibimos todos los párrocos del distrito municipal un oficio del alcalde de Arteijo para que en el término de 15 días presentásemos los títulos de los bienes que poseíamos los párrocos por tener sospecha de que eran bienes comunales y habiendo enviado el citado oficio a nuestro Superior en 21 de marzo el Sr. Alcalde de Arteijo recibió un oficio del Sr. Administrador de propiedades de la Delegación de Hacienda de la Coruña, un oficio en que le decía que los bienes que poseen los párrocos no son de carácter comunal, sino que en virtud de la Ley de Congregaciones y confesiones religiosas de 2 de junio de 1933 han quedado bajo la salvaguardia del Estado y en poder de la Iglesia para su conservación y administración según oficio del Provisorato que obra en el Archivo parroquial de Arteijo.

Por aquellos días apareció un letrero en una pared de esta rectoral que decía "Viva el Cumunismo" [sic] y la hoz y el martillo y lo hemos borrado y no volvieron a reproducirlo.

Loureda 28 de septiembre de 1936

El Párroco

José Castro Castaño [rubricado]


viernes, 14 de diciembre de 2012

Parodia de una procesión en Sorrizo

Las parroquias de Santa Eulalia o Santaia de Chamín y San Pedro de Sorrizo, ambas en Arteixo, tenían una cierta unidad al ser la primera un anejo de la segunda y compartir escuela. Un día que el P. Blanco Rey --a quien sigo-- no concreta, salieron al encuentro del párroco, Segundo Suárez Rodríguez, en la corredoira da Ranqueira que comunicaba las dos parroquias, Luis Costa, de 22 años, y Rogelio García Rodríguez, @ Rogelio de Luis, de Monteagudo --que sería fusilado según vimos al comienzo de la guerra--, y le dicen:

Don Segundo, non queremos que veña aquí a Santaia para nada. Nin para decir misa nin para calquera outra cousa.

A lo que el cura, mirándolos, respondió:

Ídevos de aí para casiña, meus pobriños, ídevos de aí ¿Quen vos mandou? Vós non sodes os culpables.

Según el P. Blanco Rey los culpables eran Juan Fraga Bello, @ El Montañés, vecino de Monteagudo --que fue fusilado según vimos en compañía de Rogelio de Luis-- y el maestro de Sorrizo, José María Vázquez Blanco. El grupo de exaltados que funcionaba en torno al maestro organizó el 1º de mayo de 1936 una procesión burlesca con la que ofender los sentimientos religiosos de los católicos. Todo fuese por poner su grano de arena a la hora de provocar, que los calentasen y luego dar pena por toda la eternidad ¿O no? Ocupaba la presidencia en esta gansada el maestro, que como si se tratase del funcionista que portaba el ramo, enarbolaba una bandera comunista; otros usaban sábanas blancas colgadas de largos palos que hacían de pendones. Salen de A Lagoa, en donde estaba la escuela, y se dirigen a la iglesia parroquial de San Pedro de Sorrizo profiriendo blasfemias e insultos. Al llegar al templo, después de dar varias vueltas en torno al mismo se paran ante la puerta principal, la golpean, gritan, y el mismo maestro vocifera: 

¡QUE SALGA SAN PEDRO Y LA VIRGEN DEL PILAR!

Lógicamente no salieron, pero este episodio tiene un cierto paralelismo con otros en los que los maestros se empeñaban en mostrar un mesianismo laicista que resulta tan intolerable como estridente en una supuesta democracia, vamos, digo yo. Al concluir la parodia ante el templo deciden volver al punto de partida pasando por el lugar de Cendemil, en donde se encontraba la casa rectoral. Precisamente ante ella, José López Rodríguez grita en tono desafiante:

QUE SALGA O DAS FALDRAS NEGRAS QUE LLE IMOS CORTAR OS COLLÓNS

El cura no respondió y la provocación no fue a más, pero al haber proferido en público una amenaza tan grave, al comenzar la guerra José López estaba destinado al paseo como cualquier otro hombre de acción que se considerase peligroso para el mantenimiento del orden público. Según el P. Blanco Rey le salvó la vida José López Barreiro, @ O Benitón, de quien era amigo. Lo de cortar al cura los testículos no era una exageración. Recuerdo que también al comenzar el conflicto y en zona roja, en diversas poblaciones los mataban, les amputaban los testículos y se los metían en la boca, colgando sus cuerpos en los ganchos de las carnicerías con aquel famoso cartel de Se vende carne de cerdo. Ninguna de esas atrocidades ocurrieron en Galicia porque aquí los militares les pararon los pies.



miércoles, 12 de diciembre de 2012

A por los curas de Arteixo

Ya vimos en el caso de Cambre que toma posesión una corporación de Izquierda Republicana y comienzan los episodios de persecución religiosa, tanto legales como ilegales. En Arteixo el esquema es el mismo. El 25 de febrero de 1936, el delegado del gobernador civil, también Francisco Prego Campos, dicta una providencia por la que destituye al alcalde y concejales de elección popular nombrando una gestora de Izquierda Republicana, que elige alcalde en la persona de Eduardo Martínez Palleiro, @ Martís, por 19 votos contra uno en blanco... En la primera sesión ordinaria que celebra la nueva corporación el 3 de marzo siguiente, también entran con fuerza intentando comerse crudas a las derechas, sobre todo si eran curas párrocos. Deciden incautarse de todos los cementerios parroquiales, como efectivamente lo hicieron; el protestante quedó en manos particulares. Todos los párrocos de Arteixo reciben una comunicación como la que publica el P. Blanco Rey (al que sigo en los documentos p. 574-575 y ss.), dirigida al de San Esteban de Morás y firmada por el alcalde Eduardo Martínez Palleiro. En ella los invitó a que dentro del plazo de quince días concurriesen a la alcaldía para presentar los títulos de propiedad de templos, casas rectorales, huertos, en su caso tierras del iglesario, etcétera, dada la sospecha que se tenía sobre su carácter comunal:

Teniendo en cuenta la sospecha de que los bienes inmuebles que poseen o administran los Curas párrocos pudieran ser muy bien de carácter comunal, la Corporación municipal de mi presidencia, en sesión del día tres del corriente, acordó invitarlos para que, dentro del plazo de quince días siguientes al de notificación, concurran a la Alcaldía a justificar su derecho, con los títulos que de dichos bienes tuvieren.

Lo que comunico a efectos del referido acuerdo; debiendo firmar V. el duplicado de la presente.

Arteijo, 11 de marzo de 1936.

La pretensión resulta inaceptable cuando la ley de Confesiones y congregaciones religiosas, cierto que nacionalizaba los bienes de la Iglesia, pero --después de mencionar de forma explícita a las casas rectorales y templos de toda clase-- los dejaba en poder de la Iglesia Católica para su conservación, administración y utilización. Sólo el Estado, por motivos de necesidad pública y mediante una ley especial podía disponer de los bienes eclesiásticos para dedicarlos a otros fines. No resulta creíble que se adoptase un acuerdo de este tipo sin que el secretario informase a la Corporación sobre lo que disponía esta ley. La disputa se solventó al haber presentado una reclamación el arzobispo de Santiago en la Delegación de Hacienda. El administrador de propiedades y contribución territorial dio la razón al Arzobispado. El 21 de marzo comunicó al alcalde de Arteixo que los bienes administrados por los curas en ese municipio no eran comunales, y que estaban en poder de la Iglesia en virtud de lo dispuesto en la ley de Confesiones y congregaciones religiosas de 2 de junio de 1933.

En definitiva, se me antoja un atropello en toda regla de los que se hacían por fastidiar, por complacer a los extremistas para que en las elecciones votasen IR, aunque para ello hubiese que hacer papel mojado de la ya sectaria constitución de 1931 que garantizaba --es un decir-- la libertad de conciencia y el derecho a profesar y practicar libremente cualquier religión. El P. Blanco Rey considera responsable, sin descartar otras responsabilidades menores, al alcalde. Con lo que veremos en otras anotaciones, con el paralelismo que se produce con Cambre por las mismas fechas y tras el nombramiento de una corporación de IR, en donde también se dan episodios similares en los que se desaloja a los curas de sus viviendas o se intenta hacerlo, en mi opinión es muy probable que efectivamente, el alcalde moviese hilos entre bastidores, pero voy más allá. En la causa 885/1936 de la Auditoría de Guerra de la Octava División Orgánica, instruida contra Manuel Barros y ocho más, por el delito de rebelión militar, se encuentra una carta dirigida al cura de San Salvador de Viós en Abegondo, fechada en La Coruña el 21 de mayo de 1936. En ella se le advierte que se limite a decir misa mientras no cae el régimen capitalista, "cosa que no tardará mucho"; que "le queda terminantemente prohibido" hacer labor política, rifar corderos, o "malear" a los chicos con el catecismo o el mes de las flores. En caso contrario, "al igual que se ha procedido contra otros curas de esta provincia, habríamos de proceder contra usted haciendo justicia por mediación de nuestras bandas de acción.." La firma "El Comité Revolucionario". Se conserva el documento en el Archivo Intermedio Militar de Ferrol a donde lo envió el Tribunal Militar Territorial IV. Otra vez las bandas de acción. Los que registraron la casa de D. Juan Santos Ageitos, cura de Almeiras, le dijeron que tenían un plan y debían imponerlo por la acción. Quiero decir con lo anterior, que sobre los alcaldes parece que había una estructura superior, a nivel provincial por lo que se ve, un comité revolucionario que residía en La Coruña, dedicado a las labores de gimnasia revolucionaria, al que los alcaldes de partidos burgueses como IR dejaban intervenir en la vida pública haciendo justicia revolucionaria y otros bodrios ilegales, perdiendo la legitimidad que pudiesen tener, si es que tenía alguna una corporación municipal de izquierdas impuesta a un ayuntamiento que en las elecciones de febrero de 1936 había votado derechas.



lunes, 10 de diciembre de 2012

¿Tiros por Arteixo?

Antonio Díaz Rodríguez (y no Rodríguez Díaz) denunció en el puesto de la Guardia Civil de Arteixo que el 20 de mayo de 1936 los hermanos Pedro y Marcelino Iglesias Varela le habían hecho dos disparos, por fortuna sin hacer blanco. Instruido sumario para averiguar lo sucedido, la Audiencia Provincial sobreseyó al no haberse justificado debidamente la perpetración del delito que se perseguía.

Que un hecho hubiese ocurrido sin que se pudiese probar ante los tribunales es algo que entra dentro de lo posible, al igual que lo es una denuncia falsa. Como el sumario se expurgó y la prensa que consulté no dice ni mu (o me pasó desapercibida la noticia), difícilmente vamos a averiguar ahora lo que ocurrió en realidad.

Ya vimos que Pedro Iglesias Varela, @ O Paula, fue uno de los derechistas acusados del homicidio de Ramón Mañana Campelo, ocurrido en el colegio electoral instalado en la escuela del lugar de Freán, parroquia de Morás (Arteixo), el 16 de febrero de 1936. Vimos también que se benefició del lamentable decreto de amnistía que promulga el Frente Popular en cuanto llega al poder sin que nadie fuese castigado por este delito. Pedro Iglesias actuaba en esa ocasión como interventor de las derechas.

Por su parte, Antonio Díaz Rodríguez, de acuerdo con la tradición oral que recogí, falleció hace pocos años en una residencia de ancianos próxima a Ferrol, y parece llevó una vida algo irregular, dejémoslo ahí. De acuerdo con el P. Blanco Rey --aunque por prudencia no lo diga de forma muy explícita-- y de acuerdo también con la tradición oral, Antonio fue uno de los que participaron en el tiroteo de la casa rectoral de Santa Marina de Lañas (Arteixo), que según este autor ocurrió algo más tarde del 31 de mayo de 1936 mientras se encontraban en el interior el párroco y la sirvienta; ocasión en la que ésta pidió socorro a los vecinos sin que la auxiliasen y se vio obligada a poner colchones en las ventanas a modo de parapeto (p. 1140 y ss.). Una vez que estalla la guerra, se tomó satisfacción, y así cuando esa rectoral fue convertida en algo parecido a un cuartelillo de Falange por espacio de unos ocho días, la chica daba bofetadas a los animalitos que la habían tiroteado mientras esperaban en un pasillo, cosa que al parecer les dolía mucho más que cuando en una de las habitaciones los falangista procedieron a interrogarlos empleando el conocido método de sacudirles el polvo de la ropa... Que una mujer diese sonoras bofetadas a hombres, incluso casados y padres de familia resultaba muy duro para su hombría. Lo normal era que los hombres abofeteasen a las mujeres o que un hombre abofetease a otro, pero que lo hiciese una chica era humillante. Cosas de la mentalidad de la época.

Con lo anterior quiero decir que Pedro Iglesias era de derechas; su hermano Marcelino entra dentro de lo posible que también lo fuese. Antonio Díaz era de izquierdas, así que si los hermanos Iglesias Varela lo tirotearon, bien pudo ser por diferencias políticas. Lo que --visto lo que llevamos visto-- me parece francamente improbable es que los hermanos Iglesias tiroteasen a Antonio Díaz sin que este los hubiese provocado o agredido antes. Si Pedro Iglesias fue uno de los que mataron a Ramón Mañana en el interior de la escuela de Freán, parece que los hermanos Mañana entraron en el colegio electoral armados con un palo, una pistola y una navaja, montando bronca; produciéndose un tiroteo en el que resultó muerto Ramón, herido de balas su hermano Jesús, y herido de un corte en una pierna pierna Pedro Iglesias.

Como mera especulación más o menos razonable, yo diría que si los hermanos Iglesias dispararon a Antonio Díaz, visto lo visto, algo apostaría a que la agresión no partió de los primeros, sino del segundo, pero me puedo equivocar. Para salir de dudas tendrá que aparecer alguna fuente que aclare lo sucedido. No será sencillo. El P. Blanco Rey conoce al dedillo la historia y la intrahistoria de su pueblo en Arteixo durante la segunda república y la guerra civil, y no se ocupa de este suceso.



jueves, 6 de diciembre de 2012

Un muerto a tiros en San Andrés

Esto ahora no pasa y con Franco tampoco, que yo sepa, vamos. Me resulta complicado trasladar la sensación de miedo que percibo en aquella sociedad, a veces detectada en detalles nimios como una firma empequeñecida en algún militar, que vuelve a adquirir sus dimensiones normales al comenzar la guerra. En este caso un conjunto de factores, el miedo, el ambiente de tensión y la ligereza en lo que a expedición de licencias de uso de armas cortas se refiere, ocasionaron un homicidio.

Benigno López, de 54 años, conserje del mercado de San Agustín llevaba --según se declaró probado en la sentencia-- unos cuatro meses siendo vigilado por varios individuos que al pasar junto a él proferían frases amenazadoras como que había que liquidarlo. Benigno comentó esta preocupación que sentía con dos compañeros de trabajo, pero estos le quitaron importancia y la preocupación interiorizada se convirtió en obsesión. El 25 de mayo de 1936, cuando el conserje se retiraba a su vivienda, uno de los que lo seguían le puso la mano en el hombro y dijo: despídete de la vida hasta, la eternidad. Entró en el portal y no ocurrió nada. A la mañana siguiente, es decir, el 26 de mayo de 1936, cuando salía de su domicilio en San Andrés sobre las nueve de la mañana, vio de nuevo a los individuos en la acera situada frente a su casa, que comenzaron a marchar al ritmo de Benigno, calzada por medio. Al llegar a Santa Catalina, a la altura de la farmacia Central --que se cambió o se está cambiando estos días-- uno de sus perseguidores cruzó de acera hacia la sombrerería Dandy --que cerro este año-- y Benigno, al verlo con una mano dentro de un bolsillo, creyó que llevaba un arma con la que lo iba a agredir. Sacó la pistola que usaba con la licencia y guía correspondientes y disparó dos tiros contra su perseguidor, que llegó al Hospital en estado preagónico y falleció. Benigno estaba atemorizado ante "los atentados que en aquel tiempo venían produciéndose". Lo entrecomillado aparece en la sentencia como hecho probado.

Manuel Casás, va más allá. Este popular alcalde había defendido a otro primer regidor, Alfredo Suárez Ferrín, junto con otros encausados que lamentablemente fueron condenados a muerte en consejo de guerra. Y recuerdo que según se dice fue llamado al orden por el tribunal militar, que podía pasar al banquillo de los acusados; y recuerdo también que se negó a firmar las notificaciones de las sentencias en las que se condenaba a muerte a sus patrocinados, como estos tampoco las firmaron. Los defendió en todo lo que estuvo a su alcance y los propios reos con sus familias le estaban muy reconocidos por lo que se había implicado. Manuel Casás, en la defensa de Benigno López, se refiere al clima de miedo que había en aquella sociedad de mayo de 1936 aludiendo al "ambiente de alarma que se advertía entre las gentes de esta ciudad, a causa de graves atracos y atentados a las personas que venían realizándose por aquel tiempo". Esta frase forma parte de su escrito de conclusiones definitivas, fechado en febrero de 1937.

El fallecido se llamaba José Mourelle Ferreiro, de 36 años, y era natural de Brión, sin oficio ni domicilio, conocido por la policía como timador y al que la sentencia califica de conocido maleante. Ni uno ni otro parecen tener significación política o social así que este homicidio en mi opinión está más relacionado con el ambiente de tensión que había en aquella sociedad con motivo de las mil y una pejigueras que ocurrían aquí y allá, un día sí y otro también, y que sobresaltaban a la población. Esto ahora no pasa, aunque se luche para agitar a la gente y manejarla con dogmatismo, crear tensión, buscar confrontación, pontificando, en los foros intentando crear guerras de llamaradas... A otro perro con ese hueso tan entretenido, que en general no entro a  esos trapos, vamos, que tururú :)

Mis notas.



lunes, 3 de diciembre de 2012

Tiros en Monteagudo

Nos vamos a la parroquia de Santo Tomás de Monteagudo, dentro del término municipal de Arteixo, sin salir del partido judicial de La Coruña. Serían como las tres de la madrugada del día 25 de mayo de 1936 cuando regresaban de estar con sus novias los jóvenes Jesús López Rodriguez y Rogelio Maneiro Freire, de 22 años, cuando al poco de despedirse y mientras Rogelio abría la puerta de su casa oyó un disparo. Se dio la vuelta para comprobar lo que sucedía y recibió un tiro de escopeta que le hizo caer al suelo debido a las lesiones que le ocasionó en el vientre, muslos, pierna izquierda y mano derecha. Su padre ya había visto sobre las diez y media a dos individuos que merodeaban por las proximidades de la vivienda familiar. Se trajo al herido a La Coruña ingresando en la Casa de Socorro del Hospital de donde pasó a ocupar una cama en este, obteniendo la curación a los 45 días. Instruido el correspondiente sumario, la Audiencia dictó un auto de sobreseimiento al no haberse averiguado quienes fueron los autores del hecho.

Lo cuenta así El Ideal Gallego correspondiente al 26 de mayo de 1936:

Dos desconocidos hacen un disparo de escopeta contra un joven en Arteijo

----------

Y le hieren de consideración en vientre y muslos

--------

En ocasión en que regresaba a su domicilio del lugar de Monteagudo, en Arteijo, a las tres de la madrugada de ayer, el joven de 22 años, Rogelio Maneiro Freire, jornalero, al estar abriendo la puerta de su casa, oyó un disparo, y para saber quien lo había realizado, se volvió, dando la espalda al edificio.

En aquel momento se hizo un nuevo disparo, y el joven Rogelio cayó al suelo, herido en el vientre, muslos, pierna izquierda y mano derecha, por una perdigonada.

Al ruido que produjeron los disparos, salió de la casa el padre de Rogelio, Manuel Maneiro Rodríguez, de 70 años, y acudieron varios vecinos, entre ellos Jesús López Rodríguez, que acababa de dejar a Rogelio a 25 metros de su casa, después de haber permanecido algún tiempo, en las primeras horas de la noche del domingo, con sus respectivas novias.

Acompañado de su padre, de su amigo Jesús López y de otros vecinos de Arteijo, Rogelio fue traído a La Coruña ayer mañana, ingresando, a las ocho, en la Casa de Socorro del Hospital, para que se le prestase la conveniente asistencia médica.

Una vez curado de urgencia, quedó ocupando una cama en el Hospital de Caridad, en cuyo centro se personó el Juzgado de instrucción de guardia para tomar declaración al herido y practicar las diligencias correspondientes.

Rogelio ignora quienes son sus agresores, así como las causas que les hayan movido a realizar el suceso. Dice que cuando regresaba a su domicilio encontró cerca del mismo a dos individuos, pero que no los conoció; individuos que ya habían sido vistos a las diez y media de la noche anterior por el padre del herido en las inmediaciones de su casa.

Para llegar al esclarecimiento del hecho, practica las oportunas diligencias la Guardia civil.

¿Quiénes fueron los autores? Para aproximarse a una respuesta hay que conocer un poco el ambiente social de esta parroquia. De acuerdo con el P. Blanco Rey, Monteagudo se convirtió en uno de los focos más revolucionarios y extremistas de Arteixo debido a la actividad que allí desplegó el maestro Severiano Campo Renedo, que regentó dicha escuela desde julio de 1926 a septiembre de 1933. Si en 1923, durante la Dictadura de Primo de Rivera, el maestro entonces de Soutullo se dirigía al gobernador civil para "saludarle y adherirse a la loable labor del Directorio Militar", al proclamarse la república desarrolla una actividad política exagerada, en detrimento de su labor escolar. Para ello adoctrinó a una serie de jóvenes, entre los que destaca Juan Fraga Bello. Esto llevará a que Monteagudo sea la parroquia más castigada de Arteixo al comenzar la guerra: dos fusilamientos, un muerto en la fortaleza de San Cristóbal, y otro que fue condenado a prisión saliendo en libertad a los ocho años. Juan Fraga Bello @ Xan o montañés, amigo personal del maestro, le suplió a éste un sus labores docentes en alguna ocasión cuando D. Severiano se ausentaba de la escuela, cosa que hacía al parecer con bastante frecuencia, si bien la sustituta habitual era su esposa que debía contar con el título de maestra. De las cartas que copio más abajo puede dar idea lo que podía enseñar Xan a los niños de aquella escuela. El maestro fundó en Monteagudo la asociación Alborada Campesina Republicana, de la que Juan Fraga Bello, militante de Izquierda Republicana, era vicepresidente. También era secretario del Sindicato agrario y oficios varios de Monteagudo, de estirpe anarquista y vinculado tanto al centro comarcal de Cabovilaño (Laracha), como al de La Coruña. De este sindicato se sabe que sus integrantes pusieron fuego a montes, como el de Picoto de Veiga, cortaban árboles frutales, maíz, etc. Como sabotaje quisieron incendiar la iglesia parroquial, pero acudieron los vecinos y echándole coraje, se lo impidieron (pp. 214-230). 

EL PÁRROCO

El párroco de Santo Tomás de Monteagudo se llamaba Eduardo Mato Toja, que fue nombrado por concurso en 1930. Era al parecer un excelente cantor organizando un coro que gustaba tanto al propio vecindario como a los de los alrededores. Muy amigo de la familia Puga, del pazo de Anzobre, así como de la maestra de esta localidad. Falangista convencido, gustaba usar camisa azul por debajo de la sotana. Fue regente de Nuestra Señora del Socorro de Caión (Laracha) cuando Franco la visita el 24 de junio de 1939, ocasión que dio pie al párroco para que interpretase durante la comida unas regueifas que decían:

Nunca tal cousa se viu
na nosa hermosa nación
que o noso Caudillo Franco
viñese a ver a Caión.

Es de suponer que no había entre la concurrencia ningún pijo de aquellos vallisoletanos que tenían siempre en la punta de la lengua aquel escupitajo que decía: ¡hábleme en cristiano! Y si lo había, no se debió atrever a decir nada, entre otras cosas porque Franco no tenía problemas con el gallego, lengua que hablaban la mayor parte de sus seguidores gallegos de ámbitos rurales y marineros; no diría lo mismo de algunos de sus subordinados, normalmente procedentes de tierras castellanas. En esa primera visita de Franco a Caión a comer sardinas con los dedos, que luego se repitió en cada veraneo, aún se recuerda que ordenó construir una carretera que comunicase este puerto con La Coruña, pues hasta entonces venían por mar o se servían de caminos de carro; regaló a los pescadores un camión en el que transportar el pescado e hizo que se dotase aquel puerto con una grúa. También recuerda el P. Blanco Rey que el anciano más venerable de Caión lo saludó con un estábamos perdidos si por vostede non fora ¡Viva España! (pp. 982-986), sin que ordenase fusilarlo como quieren dar a entender determinados perceptores de subvenciones que se dedican a la explotación infamante de los presupuestos públicos en base a un supuesto interés por la defensa del gallego.

Si hacemos caso a la tradición oral, cuando el maestro se marchó de Monteagudo tuvo un encontronazo con el párroco, al que llegó a disparar diciéndole: quédate ahora tú con todas... Si el cura no mantenía el celibato, parece por esta frase que el maestro no era monógamo.

COMIENZA LA GUERRA

El P. Blanco Rey califica, creo que con aciero, de torpeza la actitud de los exaltados de Monteagudo una vez comenzada la contienda. El 23 de julio, cuando ya estaba todo decidido en favor de los militares alzados, desarrollan varios actos violentos: colocan una bomba en la rectoral de Monteagudo que tira parte de una pared, ocasionan destrozos en la cosecha de los frutos del iglesario, cortan maíz, rompen el crucero de Monteagudo al igual que el de Anzobre. El 30 de julio se constituyeron en Monteagudo dos falangistas, que procedieron a la detención de Juan Fraga Bello de 27 años, ocupándole la pistola que usaba sin licencia ni guía. El 5 de agosto la Guardia Civil del puesto de Arteixo detiene a tres de los más significados compinches de Xan: José Ferreiro Mañana @ O Teixoeiro; José Borrazás Bello @ O Amaro; y Rogelio García Rodríguez @ Rogelio de Luis, todos como presuntos autores de la colocación de los explosivos en la vivienda del párroco.

Según declaración del vecino de Armentón, Severino Súarez Rodríguez, @ Severino de Chuca, de 46 años, en el juicio militar a que se sometió a los detenidos, había oído decir a Fraga Bello el día antes de su detención en una taberna de Anzobre, que él era el responsable de la colocación de la bomba en la vivienda del cura de Monteagudo, pero algunos se habían prestado voluntariamente, como José Ferreiro, que era el encargado de matar al cura, pero que cogió miedo por si este iba armado por lo que Fraga salió para asegurarle la retirada. Por suerte para Mato Toja, había madrugado más que ellos abandonando su domicilio antes de que lo fueran a matar.

Eliseo Sánchez Baldomir, de 18 años, relató ante el juez militar que el montañés había reunido al Sindicato el 22 de julio, en la "carrileira do monte da Coba", en donde propuso a quien había que hacer daño, diciendo "los que estén de acuerdo pasen a un lado, y los que no, al otro". Eliseo que era de los que no quería hacer daño a nadie, se puso junto al protagonista de esta anotación, Rogelio Maneiro Freire, y por ello recibió del montañés un disparo que le horadó el cuello de la camisa, lo que provocó la huida despavorida de varios de los asistentes.

Rogelio Maneiro Freire, herido de perdigonada en la noche del 25 de mayo, declaró al juez militar que Juan Fraga Bello captaba a sus adeptos engañándoles ya que apuntaba sus nombres en una libreta diciéndoles que era para ir a trabajar a Caión y que así "engañaba a sus convecinos a los que tenía asustados, al extremo de que muchos dormían fuera de sus casas por miedo a que el Fraga fuera a buscarlos". 

Llego a donde quería. Si Rogelio Maneiro se expresaba así sobre Xan o Montañés, me parece probable que mantuviese diferencias con él, diferencias que llevasen a que Fraga Bello encargase el atentado. En este sentido, como quiera que ni Rogelio ni su padre identificaron a los autores de los disparos, parece probable también que fuesen individuos reclutados de otros lugares, precisamente para no ser reconocidos. Lugares que bien podían ser los dominados por la comarcal anarquista de Cabovilaño en Laracha, o mejor, procedentes de La Coruña.

Como quiera que durante el juicio se probó que Fraga Bello fue el autor material de la colocación de los explosivos en la casa del cura; y Rogelio García Rodríguez declaró que el día 24 de julio vino a pie a La Coruña en compañía de Juan Fraga y José Ferreiro, ocasión en la que aprovechó para arrojar varios cartuchos de dinamita en los bordes de la carretera, encendiéndolos previamente, fueron condenados a sufrir la pena de muerte Rogelio y Xan, mientras José Borrazás Bello y José Ferreiro Mañana resultan castigados a reclusión perpetua. Juan Fraga y Rogelio García fueron pasados por las armas a las seis horas del día dos de octubre de 1936. Mientras Rogelio pidió un sacerdote, Juan Fraga murió dando vivas al comunismo y a la revolución. Por su parte José Borrazás Bello a los pocos días de encontrarse en la Prisión Provincial de La Coruña, preso de obcecación, intentó salir de su celda y agredió a dos funcionarios de prisiones, lo que le valió una condena por atentado, a añadir a la reclusión perpetua que sufría. Os dejo mis notas sobre este proceso. Lamentablemente falleció de tuberculosis en la enfermería de la fortaleza de San Cristóbal (Navarra), el 29 de diciembre de 1939. Respecto a José Ferreiro Mañana, @ O Teixoeiro la reclusión perpetua le fue conmutada en virtud de las disposiciones de amnistía, saliendo de prisión el 5 de agosto de 1944 (pp. 1156-1177).

TRES DOCUMENTOS

Por último, os dejo con la transcripción que hago de tres documentos cuya imagen publica el P. Blanco Rey como ilustración de su trabajo.

1) Declaración del párroco de Santo Tomás de Monteagudo, Eduardo Mato Toja realizada el 8 de agosto de 1936 en la causa 277/1936 de la Auditoría de Guerra de la Octava División Orgánica. La incluyo porque no se ajusta al perfil habitual de los curas de la zona que solían callarse o mentir para proteger a quienes los habían perseguido. Mato Toja ni se calla, ni miente. Me cuentan que la esposa de Rogelio de Luis, a la que al parecer no trataba con aquel respeto que se tiene hoy hacia las mujeres, sino que según era habitual en la clase obrera --y no sólo en la obrera-- la mujer se consideraba una posesión del marido, y si le levantaban la mano tenía que callar, digo que la mujer de Rogelio de Luis fue a hablar con D. Eduardo para que intercediese por su esposo. El cura, que lo exculpa en su declaración o le otorga un papel secundario, le respondió: tú sabes que no se puede hacer nada, pero no temas que si por mí es no os va a faltar de nada. Efectivamente, D. Eduardo contrató como sacristán a uno de los hijos del Rogelio de Luis y llamaba a la esposa y a otros hijos para encomendarles pequeños trabajos que les pagaba, o les adquiría los libros que necesitasen. De hecho, una de las hijas no consentía que se hablase mal de Mato Toja, que para ellos había sido como un padre. Eduardo Mato Toja dice tener 33 años en su declaración y ser natural de Ponteceso:

Que conoce a Juan Fraga Bello, el cual es un individuo de pésimos antecedentes, de ideas anarquistas y que a juicio del declarante tiene atemorizados a los mozos de aquella parroquia a los cuales inculca sus ideas.

Que tiene entendido el declarante que un día después de declarado el estado de guerra dicho individuo reunió a unos cuantos mozos del pueblo asignándoles a cada uno el cometido que habían de desempeñar para oponerse al movimiento que las fuerzas del Ejército habían iniciado, en cuya reunión se acordó el colocar en casa del declarante y en otras varias, diversos barrenos, así como practicar registros a fin de incautarse de las armas. Que a juicio del declarante los que le secundaron fueron forzados por el Fraga Bello, que era el único que disponían de armas y según informes recogidos por el dicente en la reunión que tuvieron, el Fraga Bello al oponerse el mozo Rogelio Maneiro a secundar esta actitud, el Fraga amenazó a este llegando a disparar contra el mozo Eliseo Sánchez por oponerse también a los deseos de él.

Que los desperfectos causados en la casa del declarante que es Rectoral, los calcula en unas dos mil quinientas pesetas.

Que el día dos del actual regresando el declarante de decir misa se encontró con los paisanos José Ferreiro Mañana, José Borrazás Bello y Rogelio García Rodríguez, que iban acompañados de Ramón Domato, los cuales acercándose al declarante le dijeron que iban a pedirle perdón los tres primeros, y al interrogarles el declarante en que le habían ofendido, dijeron que ellos obligados por Juan Fraga Bello le habían ocasionados los desperfectos en la Casa Rectoral, que estaban dispuestos a reparar inmediatamente a la vez que le rogaron respondiera por ellos, manifestándoles el declarante que como Sacerdote y ante Dios los perdonaba pero no podía oponerse a lo que la Justicia sobre el particular persiguiese, añadiendo dichos individuos que si supieran que antes de llevar a cabo el atentado a su casa podían matar a Bello sin que les pasara nada, lo hubieran hecho, dando a demostrar con ello a juicio del declarante, que habían obrado bajo la influencia del referido Juan Fraga Bello.

2) Carta de Juan Fraga Bello, fechada el 27 de julio de 1936, desde la Prisión Provincial --aunque él la fecha en Monteagudo-- a sus compañeros. No creo necesario advertir que si el cura no era célibe, como tal vez ocurría y se sabía, se me antoja increíble que hiciese las proposiciones, tal y como las relata Xan o Montañés, de forma muy poco elaborada para alguien con el nivel cultural de Mato Toja, además a quien que era un furibundo anticlerical:

una Carta es Crita  7=27==36
Fecha Monteagudo

por no áconsintir que me maten a martirios en la Carzel y que no hajan cincuenta mil diciperes de un Cuerpo umano como puede ser Cualesquiere des graciado eses de sotana y toda su pandilla poreso mismo pongo fin a mi Vida Con esta Arma de fuego Carta que los Vandidos me querian que la en tregara para ellos a cerme lo mismo pues asi no quisi que hajan aora lo que quieran Como se quieren gisarme nada me duele a ora Voy a la gloria aun que ellos me dijan queno Vien Se puede;  Recordar el Curita de, Monteagudo, D Eduardo Domato Cuando medijo la hija de Ebeleira de anzobre que daba Cien pesetas por dormir Con ella una noche en la Cama Y me dicé ami Cusquistala para Casar Yo, Vos Caso de gratis pero me tengo que Servir de ella que se sirva de la puta madre que lo parió Compañeros novos dejeis hir Con esas y deias no vos fieis néses traidores en eses Vandidos.

Sin mas pongo fin a mi Vida.

Viva el Comonismo libertario a delante Siempre.

Vuestro compañero

Juan Fraga Bello [rubricado]

3) Carta de Juan Fraga Bello, que fecha también en Monteagudo el 20 de julio de 1936, aunque se entiende que está escrita en la Prisión Provincial de La Coruña sobre las once horas del uno de octubre de 1936. Él y gran parte de la sociedad esperaba otro tipo de revolución, pero los militares les pararon los pies:

La Revulución Española el 20 de Julio de 1936

Revulución Facista

Re cordarbos compañeros ovreros y Campesinos --por los afusilamientos que hay en España de familias hónrradas nada más que por luchar por nuestra libertad y por nuestro Vien estar nos han de acer así eses Vandidos eses burgueses eses traidores que son de lo mas malo desgraciados a ber se luchades Cada Vez mas perder vuestros sentimientos nunca y perder vuestros y deales y Vuestros queaceres nó perder Vuerstra bergúenza por la lucha si nobos Ynteresa que bos llamen a tención eses fanáticós eses cáfres eses malbados que son los que a caban Vuestra sangre los que bos quitan la bida. Rendirbos nunca de ellos eso nó compañeros me parece que tengo Coraje Pero ya no puedo escribir mas que me quedan siete oras de bida bos pido perdón a todos y si quereis perdonarme todos a mi tener Vien en Cuenta esta, Rebulucion

Se me fuera posible haria unos libros pero ya beis lo que me pasa Monteagudo A 20 de Julio de 1936

Vuestro compañero y el Comonismo libertario

Juan Fraga Bello [rubricado].


Con razón decía un fiscal jurídico militar en una causa que ahora no recuerdo, que si se admitía la existencia de clases, no eran los obreros quienes debían ocupar los puestos de mando en aquella sociedad, se me ocurre que por ejemplo, por razones de forma y fondo que aparece en las cartas de Fraga Bello.