sábado, 11 de abril de 2009

Regresión constitucional y archivos


No creo que a nadie se le escape que estamos viviendo un proceso de regresión constitucional auspiciado por varios medios de comunicación de la derecha extrema, que no voy a mencionar porque están en la mente de todos. Lo preocupante es que sus tesis, de forma más o menos velada o vergonzante, se comparten por ciudadanos que nunca votarían a Blas Piñar, pero si el candidato o candidata se endulza con una procedencia socialista más amable que en apariencia no apoya el franquismo, y está también apoyada por medios como El Mundo, la cosa cambia. Por cierto que este periódico en una campaña machacona quiso recoger medio millón de firmas en favor de la lengua común y quiero recordar que no llegó a las doscientas mil en toda España, lo que me lleva a pensar que el supuesto problema que plantean con las lenguas no existe y es puramente mediático [más o menos, como determinados rollitos político-folcklóricos precocinados en torno a la memoria histórica que no se cree ni el gato :-) ].

En mi opinión, la regresión constitucional se basa en un planteamiento cocinado por la ultraderecha y aireado por los medios que poseen una orientación más centralista, y yo lo sintetizaría en tres puntos:

a) Devolvamos las competencias a Madrid.
b) Acabemos con el estado de las autonomías.
c) y hablemos sólo castellano.

En este sentido, mucho me temo que en algunos archivos del Estado no son ajenos a este proceso de regresión, como lo apunta la falta de respeto, el desconocimiento o desprecio hacia la toponimia oficial en lo que a organización de los fondos se refiere; los líos que se montaron con los papeles de Salamanca, polémica perversa donde las haya porque en realidad se puso el grito en el cielo porque un santo amigo de lo ajeno se había vestido con ropas de muchos otros, y cuando esos otros quisieron tapar los jirones de sus ropajes, reclamar lo que es suyo, aquello de lo que fueron despojados a punta de pistola, se inventan principios archivísticos de nuevo cuño, como el famoso principio de unidad de archivos consolidados porque al parecer estábamos en el acabose, se estaba rompiendo la unidad de España y demás boberías que ya no se dicen porque no se las cree nadie.

Los ejemplos son múltiples, y me preocupa especialmente la situación en los archivos militares que parecen buscar cualquier resquicio para no enterarse de que vivimos en un estado de las autonomías y que la Administración, incluida la militar, debe actuar bajo los principios de descentralización y desconcentración. El expolio, -sí, expolio, un despojo realizado con injusticia grande- realizado hace bien poco en la Comunitat Valenciana y que afectó a los fondos judiciales militares es sólo la punta de lanza de ese añorado centralismo que se intenta colar como si los demás nos hubiésemos caído de un guindo, no nos estuviésemos enterando, y se pudiese enmascarar lo evidente.

En este sentido, aprovecho la ocasión para dar la enhorabuena a los amigos de esa regresión constitucional porque me acabo de topar con unas declaraciones de la nueva ministra de Cultura, que o bien es algo ingenua y no ha pisado las autonomías en donde se da ese supuesto conflicto lingüístico, o en el fondo le va lo de devolver las competencias a Madrid, acabemos con el estado de las autonomías, y hablemos sólo castellano. Aunque no llegó a firmarlo, apoyó en su día el manifiesto por la lengua común. Cuando se le preguntó si el castellano se encuentra marginado en algunas comunidades dijo: «Me temo que sí, aunque pueda sonar políticamente incorrecto».

Espero que su paso por el ministerio le permita manejar estudios serios y comprobar que, el castellano está tan en peligro en Galicia, que el porcentaje de gallego hablantes cayó del 61 al 39% en sólo doce años.

Y espero también, que se lea la Constitución o que recuerde aquello de que la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.




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