viernes, 10 de julio de 2009

De errores y de cocer pan



No pretendo ir de perdonavidas ni nada por el estilo, pero para decirlo todo, yo creo que en cuestión de errores, en todas partes se cuece pan; el error, con independencia de la formación, es siempre posible en el que trabaja, y más probable cuanto más se trabaja, que la fatiga física o mental influyen; tampoco hay porque tener endiosada a una institución por grande o conocida que sea, que los trabajadores no somos dioses. Si el error además se da en una institución en la que el horario es amplio, tienen un volumen considerable de documentación descrita en la red, la gente dice que el trato es de los buenos, el volumen de usuarios es considerable... si ocurre todo eso, tampoco es para tanto guapetona, que este contexto influye, y algunos errores me parece que se pueden parangonar (con perdón) con pijadas.

Sí, ya sé que se cobra por responsabilidad, no por el volumen o la dificultad del trabajo realizado, pero uno no está del todo de acuerdo con esta situación y creo que tendría que pesar más en el sueldo, tanto el volumen de trabajo desarrollado, como su dificultad, tanto intelectual, como física; si además en el error no está en juego la salud, la hacienda o el futuro de nadie, psa, una chorrada de la pradera y a otra cosa. Dicho todo lo anterior sin menoscabo del afecto que me pueda inspirar una chica que me parece estupenda, que dice lo que piensa, que expresa sus emociones, en fin, que esa chica, que no te voy a decir quien es, oye, seguro que es buena gente.

Si me permitís, os voy a contar una de mis últimas meteduras de pata, gloriosas... Estaba yo tan ricamente hace poco en un archivo rastreando un legajo, y como tenía poco tiempo, leía los papeles por el aire a ver si me aparecía el de mi tema. Llega a las manos un papelillo cuyo respaldo decía: Francisco de los Cuebos pide trabajo en el archivo X. Como uno a veces es un lince, de inmediato lo identifiqué como Francisco de los Cobos... ¡en un papel de 1684! Sin ser un especialista ni mucho menos, el asunto me pareció que podía interesar, así que avisé a quien atendía la sala de esa santa casa. Me pregunto en qué año estábamos, y uno respondió sin inmutarse: 1684... Por delicadeza o por lo chusco del error se me dijo: vale, lo marcamos y lo miro después. Fue salir de esa casa, coger el coche y pensar en que había sido pena no leer bien el documento o copiarlo, porque era breve, se podía poner como curiosidad en el blog... y preguntarme a continuación cómo era posible encontrar a "Francisco de los Cobos" en 1684 ¡QUÉ METEDURA DE PATA Y QUÉ CORTE, OYE! :-)

Sólo se equivocan los que trabajan, que los que no lo hacen, no tienen ocasión.

Otra cosa son los pitorreos, la venta de amotos, o incluso la carga ideológica que se quiera dar a los centros, o que se quiera disfrazar bajo una supuesta imparcialidad, o sin disfrazarla. Estoy persuadido de que hay quien propugna, más o menos, que el gobierno que sea o los trabajadores, en función de su ideología, se dediquen a dar doctrina a los usuarios, o tal vez que se proporcione información claramente sesgada para salvar salva sea la parte al político fulanito, que me cae de_luxe, oye, o que coincide con mi ideología, etc. Si este es el camino, se pongan como se pongan [por ejemplo los de una cadena muy conocida de (poli)blogs progubernamentales :-)], conmigo que no cuenten. Se puede uno equivocar, y lamentablemente yo creo que todos nos equivocamos, pero en el trabajo, considero que uno no es de derechas ni de izquierdas, ni se puede proporcionar información sesgada para salvarle aquella parte al político tal, que me cae tupendo-tupendísimo; en el trabajo uno está para trabajar del modo más aséptico y pofesional que pueda, pretendiendo siempre no mezclar ideología personal con los intereses de los demás. Y de aquí, con mis muchos errores, pretendo no salir.



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