sábado, 23 de mayo de 2009

Siniestradas del Franquismo: la identificación en 1965 de los códices de Leonardo en la BN (actualizado a 26/05/2008)


Uno de esos episodios siniestros, truculentos, cutres, en los que se mezcla el oscurantismo franquista (¿aún hoy?) con un nacionalismo tonto, y al que parece que coadyuvaron los estudiantes de las famosas asambleas libres -socavadoras del régimen, of course- con manifas ante la Biblioteca Nacional, tiene por protagonistas a los dos códices de Leonardo da Vinci, Madrid I y II, que atesora esta institución.

El País de ayer nos anunciaba una nueva edición de los famosos códices, pero como veremos, cualquiera diría que aún hoy se acepta la posición oficial del régimen franquista en lo que a algún detalle interesante se refiere, y no lo que en realidad parece que sucedió. Me estoy refiriendo al descubrimiento de los dos manuscritos después de haberse considerado perdidos o robados durante más de cien años, asunto éste sobre el que el reportaje pasa de puntillas, como si quemase.

Con la muerte de Leonardo, sus papeles pasaron a uno de sus discípulos, Francesco Melzi, de este a un escultor de la corte de Felipe II, Pompeo Leoni, y de este a su vez a un noble estrafalario, Juan de Espina, del que se decía que vivía en Madrid, en un palacio destartalado, y era servido por autómatas de madera. A la muerte de Espina, sin descendencia, los códices pasaron al rey, a la Biblioteca Real.

En torno a 1830 se realiza el primer inventario de manuscritos de la hoy Biblioteca Nacional, y los códices en cuestión se asientan con una signatura equivocada. La que les correspondía era Aa 119 y Aa 120, pero se anotaron como Aa 19 y Aa 20. Inventarios posteriores no hicieron sino copiar las signaturas erróneas, con lo cual estos códices siguieron sin poder localizarse. Fue tal el interés de investigadores españoles y extranjeros, que el director por antonomasia de la BN, Marcelino Menéndez Pelayo, ordenó la búsqueda de los documentos, que resultó infructuosa y desde entonces se consideró que los famosos códices se habían robado en alguno de los trasiegos que sufrió la BN durante el siglo XIX.

En 1965 trabajaba en la BN un investigador americano, Jules Piccus, que había entablado amistad con el subdirector, José López de Toro, y debido a ello accedía personalmente al depósito de manuscritos en donde buscaba cancioneros españoles medievales. Aunque hoy pueda sorprender que un investigador acceda al depósito de un archivo (o biblioteca), me consta que por esas fechas no era del todo infrecuente que los investigadores se sirviesen ellos mismos, bien por falta de personal, bien porque eran asiduos, de toda confianza, y habiendo entablado amistad con el personal del archivo, se les permitía el acceso directo a la documentación.

Una mañana de primavera de 1965 estaba Jules Piccus buscando sus cancioneros en los depósitos cuando se topó, y lo que es más importante, identificó, sendos volúmenes como los dos códices de Leonardo que se daban por perdidos. De inmediato corrió a avisar a José López de Toro del descubrimiento, y con su permiso se llevó una copia microfilmada de los documentos. A finales de 1966 Piccus volvió a la BN y se encontró a Ladislao Reti, convocado por López de Toro, tal vez uno de los mayores especialistas en Leonardo de la época. El 13 de febrero de 1967 Piccus y Reti presentaron en la universidad del primero, la de Boston, el hallazgo. La noticia fue portada al día siguiente del New York Times, y durante meses Piccus fue entrevistado como una celebridad por prensa de todo el mundo.

El escándalo que se montó en España fue mayúsculo, incluso con manifas ante la BN en las que se incluían pancartas con el signo del dólar. Piccus, para no comprometer a López de Toro, declaró que había identificado esos documentos porque se los habían servido en su mesa de forma errónea, y no, como en realidad había sucedido, porque los había encontrado en los propios depósitos de la BN.

José López de Toro fue destituido de forma fulminante, al igual que el director de la BN, Miguel Bordonau y Mas, y el contrato que tenía Piccus para coeditar los códices, rescindido por parte española. Por si esto fuese poco, al bueno de Jules Piccus se le retiró el carné de investigador, falleciendo en 1997 sin haber vuelto a ver lo que se ha calificado como uno de los hallazgos bibliográficos más extraordinarios del siglo XX.

Os dejo el enlace a un magnífico reportaje de El Mundo correspondiente al 9 de marzo de 2003, que emplea como fuente a la viuda de Piccus, y cuyo contenido resumí en esta anotación.

MISTERIOS SIN RESOLVER

Y dejo también unas preguntas en el aire... En el reportaje publicado en El País de ayer, que al parecer sigue lo manifestado por el actual jefe de Manuscritos de la BN, y que pasa de puntillas sobre el hallazgo, leo que "el extravío, hasta 1964, de los manuscritos 8.937 y 8.936 de Leonardo (...)".

1.- ¿Hasta 1964? O bien hay una errata y en donde se anotó 1964 debía haberse escrito 1965... o bien se está siguiendo la tesis oficial de la época, según la cual los dos códices se habían identificado -antes de que Piccus lo hubiese hecho- por la propia institución, como lo demostraría el hecho de que hubiesen estado expuestos en el Día del Libro de 1965. Lo que no se dijo entonces es que se expusieron sin constancia de autor, entre los "fondos científicos" ¿Alguien se cree que unas obras de esta envergadura pueden figurar en una exposición institucional, por modesta que sea, sin identificar al autor si era cierto que en realidad se conocía?

2.- ¿Cuál será la posición actual de la BN?


ACTUALIZACIÓN [26/05/2008]

Rastreando bibliografía, me he encontrado con la versión oficial (1989), que excluye a Jules Piccus, al que ni se menciona:

André Corbeau escribió poco antes del hallazgo de los manuscritos, un trabajo aún hoy fundamental, titulado Les manuscrits de Leonard de Vinci. Contributions hispaniques a leur histoire. En él sugiere una nueva búsqueda y la revisión de las correspondencias entre signaturas antiguas y modernas: "...une remise en ordre des ces correspondances permetrait peut-être de retrouver ces deux manuscrits..." Finalmente, en el invierno de 1964 se encontraron los códices en los Depósitos de la Biblioteca Nacional, donde siempre habían estado.

Manuscritos de Leonardo da Vinci en la Biblioteca Nacional. Madrid : Ministerio de Educación y Ciencia, Dirección General de Archivos y Bibliotecas, 1989, p. 7.

Los que queráis ver la portada del New York Times (14/02/1967) en donde apareció la noticia, así como al bueno de Miguel Bordonau y Mas con una cierta cara de susto en otra portada, la del ABC (16/02/1967), pinchad aquí (pp. 75-77).




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