domingo, 13 de octubre de 2013

En Mondoñedo: vivas al fascio, a España y a la Guardia Civil

Aunque no suelo salir de mi partido judicial de La Coruña, hoy me voy a Mondoñedo para tratar de entender porqué los vecinos daban estos vivas tan sorprendentes antes de comenzar la guerra.

Como en otras partes, el Ayuntamiento de Mondoñedo estaba formado por una comisión gestora nombrada por el gobernador frentepopulista de Lugo. Tomaron diversos acuerdos de los de meter el dedo en el ojo para generar odio y buscar confrontación. Asumieron con ligeras modificaciones un escrito de la Agrupación Socialista y sindicatos afines, que junto a peticiones razonables como activar la consecución de un instituto y escuelas graduadas, se internaba por esos vericuetos de lo que hoy llamamos ir al choque de trenes: rescatar una capilla de titularidad municipal en el lugar de Alcántara, es de suponer que para dedicarla a cualquier menester menos el religioso a que estaba dedicada; cambiar nombres de calles, como la del Obispo Sarmiento por Pablo Iglesias, enalteciendo a los revolucionarios de Asturias que se levantaron contra el poder legítimo pretendían sustituir la calle la de la Concepción por Luis de Sirval u Oswaldo Codina por Mártires de Asturias, etc.
En la misma línea se encuentran otros acuerdos con los que la corporación pretendió incautar y secularizar todos los cementerios de Mondoñedo, eliminando cualquier cruz o signo religioso de sus puertas o tapias. Comenzaron la incautación por los de las parroquias de Viloalle y Oirán, y la gente del pueblo se lo impidió manifestándose de forma tumultuaria. El 15 de junio de 1936 llegó la comisión municipal escoltada por el sargento comandante del puesto de la Guardia Civil y dos números para incautarse del cementerio parroquial de Santa María de Viloalle cuando se encontró con una concentración en la que predominaban mujeres y chiquillos de 8 a 12 años, aunque también había algunos hombres, que se mantenían en una actitud expectante. El alcalde se dirigió al sacerdote para exigirle la entrega de la llave del cementerio y cuando este hizo ademán de darla, un grupo de esas mujeres le dio un empujón apoderándose de la llave.

En vista de que la incautación no era posible, la comisión municipal se dirigió a la parroquia de San Esteban de Oirán para realizar la misma diligencia. Llegaron y el sacerdote estaba celebrando misa, así que esperaron a que terminase. Cuando este salió le indicaron el objeto de su visita y al encaminarse hacia la casa rectoral para levantar acta de la incautación, un grupo de muchachos impidió al sacerdote que avanzase hacia su domicilio diciendo que allí no se firmaba nada, rogándole a la vez que se negase a la entrega de las llaves, llegando incluso a sujetarlo. En vista de lo anterior el alcalde suspendió la diligencia. En ese momento llegaron en una camioneta las vecinas y muchachos de Viloalle, que unidos a los de Oirán se dirigieron en manifestación hasta Mondoñedo siguiendo a los comisionados, cosa que obligó a la Guardia Civil a realizar una carga para dispersarlos.

Lo que me llama la atención es que, al llegar los del ayuntamiento a Viloalle, y nada más descender del vehículo, las mujeres y chiquillos comenzaron a insultar a los comisionados, en gallego por supuesto que se trataba de gentes del pueblo, y a dar gritos de viva el fascio, viva España y viva la Guardia Civil. No conozco las parroquias de Viloalle y Oirán, pero aún hoy me parece que son rurales, de agricultores que viven de su trabajo, gente del pueblo. A la altura de 1936 no sé yo que apostaría a que allí no llegaba la luz eléctrica, y por lo tanto la radio ¿Alguien se puede creer que esas mujeres y chiquillos eran fascistas, que sabían lo que era el fascismo? La respuesta se encuentra en un conocido artículo que Gaziel publicó en La Vanguardia por esas mismas fechas. Según este autor, los viajeros llegaban a España y se iban diciendo que "allí todo el mundo se vuelve fascista". No porque los modestos vecinos de Oirán y Viloalle se pusiesen a leer derecho político y después de sesudas reflexiones llegasen a la conclusión de que el mejor régimen era el fascista. Lo que ocurría era que no los dejaban vivir ¿Y cuál era el régimen que suprimiría de raíz la falta de libertad religiosa, los atentados, quemas de iglesias, incautación de casas rectorales o cementerios, las huelgas violentas y destructivas, las mil y una pejigueras diarias, los excesos y el sectarismo izquierdista que no los dejaba vivir? Habían oído que el fascismo, y así, hasta en pueblos de la Galicia más rural como Viloalle y Oirán, sus vecinos se agarraban al clavo ardiente de lo que creían fascismo.

Esta manifestación tumulturia tuvo como resultado una denuncia ante el juzgado de Mondoñedo. Este abrió un sumario, y si a la altura de 1938 estaba archivado en el propio juzgado mindoniense, todo apunta a que fue sobreseído. Lo que más dolió al parecer fue que el alcalde ingresó en el depósito o cárcel municipal a varias vecinas de las que se habían manifestado. Y pese a ser advertido que una de ellas estaba embarazada no accedió a la excarcelación, lo que le provocó un aborto con el que perdió a la criatura.

De que hasta en poblaciones como Mondoñedo no se podía vivir en libertad también da idea otro hecho. El 16 de julio de 1936 dos amigos falangistas regresaban de la fiesta del Carmen hacia la villa. En las proximidades del paseo del Cantón, tal vez algo contentos, dieron gritos de arriba España o viva España. Les salió al paso un grupo de izquierdistas que dieron un palizón de aúpa al falangista Vicente Sante Posada --muerto meses después en Asturias--, llegando a esgrimirse alguna navaja y arma corta de fuego.



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