martes, 15 de enero de 2013

Así perseguían la corrupción

Al hilo de los dos documentos que reproducía en la anotación anterior, el asalto a la capilla de Feáns tuvo unas derivaciones que nos permiten conocer cómo perseguían la corrupción, incluso la que se producía en los juzgados por parte de al menos un funcionario.

Con ocasión de investigarse los hechos protagonizados por los revolucionarios en la zona de Feáns-Mesoiro, el juez militar permanente de la 8ª División Orgánica, Segundo Díaz Herrera, llamó a declarar a varias personas que le podían suministrar información sobre lo ocurrido. Algunas se ocuparon del asalto a la capilla de Feáns, y una de esas personas era Antonio Patiño Mantiñán, de 31 años, jornalero --los llamaban más que jornaleros, veigueiros o veigheiros-- vecino de Vioño y afiliado a la CONS, la Central Obrera Nacional Sindicalista, central de la que parece que fue expulsado junto con su hermano, por mal comportamiento. Antonio Patiño relató al juez que estaba enterado de que en el asunto del asalto y subsiguiente detención de varios vecinos de Feáns, hubo un soborno a un empleado de los juzgados. Era Manuel Pena Vila, hermano del socialista Enrique Pena Vila, pero que al no ser depurado a la altura de marzo de 1937, fuesen cuales fueren sus ideas, debía ser persona de orden. Cuenta el huido y socialista, Francisco Naya Mariñas, en testimonio que publica Carlos Fernández (p. 672-673), entre varias, para mí fantasías y bravuconadas, que un funcionario del Juzgado lo aviso: "Joder, Naya, que a las 12 del mediodía del 26 te van a ir a buscar a casa para "pasearte". Ya está todo dispuesto. Sólo se discute si te matarán en Herves, Vilaboa, Bastiagueiro o en el "Campo de la Rata" (...)". Me parece creíble que lo avisasen --casi me atrevería a decir que lo raro en La Coruña de 1936 (y posterior) era que los habitantes de un inmueble no supiesen que les iban a hacer un registro, porque casos de avisados, podría contar unos cuantos--, y recuerdo que en la misma obra de Carlos Fernández aparece un testimonio de Manuel Iglesias Corral en donde relata que la "checa" de Falange estaba frente a su casa, en la que había sido residencia de los Jesuitas; que allí se estaba intentando acusarlo redactando un informe con tintes de gran hostilidad "y mi buena fortuna --dice Iglesias Corral (ibid. p. 645)-- quiso que entraran allí los jueces Samuel Roberes y Spiegelberg y que conocieran el dictamen (...) y entonces Roberes les advirtió que no era justo. Que no era así y les dio noticia de que precisamente yo había sido la causa de que Felipe Sánchez Román no firmara el manifiesto del Frente Popular".

¿Qué hacían los jueces de instrucción del Distrito del Instituto y de la Audiencia en el cuartel de Falange? Si lo tuviese que jurar, por lo dicho y por otros indicios como la presencia de jueces y otros funcionarios judiciales en otras poblaciones, formando parte de tribunales de Falange, yo diría que formaban parte del tribunal de Orden Público, tribunal de Falange, tribunal invisible, o como se le quiera llamar. De ahí que pudiesen haber avisado a los funcionarios de los juzgados de quienes iban a pasear en los próximos días, y alguno de los funcionarios, que podría ser Manuel Pena Vila, a su vez pudo avisar a Naya Mariñas para que se escondiese.

Lo cierto es que en los pasillos de los juzgados Manuel Pena Vila recibió de los familiares de los presos, 120 pesetas, a razón de 15 por cada uno (otro se negó a pagar el soborno) para, unos dicen que ponerlos en libertad, y otros para mejorar su situación. En libertad por enero o febrero de 1937 salieron dos, uno por ser menor de edad y otro por su edad casi menor. Manuel Pena Vila fue condenado, y separado del servicio, aunque más tarde el hecho se consideró falta y se le revisó la condena.

Por si alguien considera que lo relatado es una depuración encubierta para sacarse de encima al hermano de un socialista, me temo que no actuaban así. Estoy convencido de que buscaban una España pura, sin corrupción --otra cosa es que lo lograsen--, y si se enteraban --en estos primeros tiempos-- de que alguno de los suyos delinquía, iban también a por él. Me contó hace tiempo un vecino de Monelos, más bien izquierdista, que al poco de estallar la guerra comprobó que se había unido a Falange en ese vecindario, lo mejor de cada casa. La generalización me temo que peca de propagandística, pero sin duda entraron en la organización o se hicieron próximos a ella, individuos de una catadura que podía ser normal entre anarquistas o socialistas, pero no entre miembros de Falange, de los falangistas de antes de comenzar la guerra, digo. Entre los que se unieron a la CONS aparecen los hermanos Gerónimo y Antonio Patiño Mantiñán, a los que se probó que estaban relacionados con la percepción de dinero que exigían o que recibían, por dar buenos informes para poner en libertad a los presos rojos. Aunque el jefe de milicias, Benito de Haro indicó al juez que ninguno de los dos pertenecían a Falange o sus milicias, un informe del entonces alcalde, Hernán Martín-Barbadillo, señala que según las averiguaciones realizadas por los agentes a sus órdenes, fueron expulsados de Falange por mal comportamiento ¿No serían en realidad expulsados de la CONS? Ambos parece que actuaron como confidentes de las fuerzas de orden público y de los jefes de investigación social, especie de policía de la organización falangista. Desde Comisaría se refieren a Gerónimo como un matón, que tenía amedrentado al barrio, que incluso contaba con antecedentes penales y policiales; una vez que estalló la guerra, Gerónimo Patiño participó como denunciante en la detención de Juan Boedo Pardo, @ O Galiñeiro, de San José, detención efectuada por una pareja de la Guardia Civil. Es sabido que O Galiñeiro apareció luego muerto en la denominada hoy Costa do Francés, en Carballo, por aquí. En este lugar, hoy un pinar pero entonces una pradera, aparecieron varios cuerpos, entre otros los de los Pinilla, padre e hijo. El padre era conserje del Colegio Notarial de La Coruña. El hijo al comenzar el gmn se unió a los revolucionarios, se puso un mono azul, al parecer iba con escopeta, no sé si pegó algún tiro, y lógicamente se le buscaba. El padre escondió al hijo en las instalaciones del Colegio, le hicieron un registro, se descubrió que protegía a un huido peligroso y el hecho les costó la vida a los dos. También allí aparecieron otros cadáveres, y me contó una señora de provecta edad, toda muerta de risa --era mayor como digo, y ellos estaban por el más allá, pero ella aún estaba aquí, por pocos años, o eso me pareció entrever como explicación a sus risas-- que cuando se produjo la ejecución venía un vecino subido a una cabalgadura, que pese a estar beodo, cogió tanto miedo que se tiró de la montura, fue esta por un lado y él salió corriendo por otro; y también se reía porque alguno, según ella, no debió quedar bien muerto, porque recordaba que uno de los ejecutados había arañado la tierra en donde había caído.

Lo cierto es que enterados en la Prevención de Seguridad --si era la de la calle del Orzán, aquí-- de los turbios manejos de Gerónimo Patiño, de la participación en ellos de su hermano Antonio, se les detuvo, fueron denunciados, condenados y expulsados seguramente de la CONS.

Mis notas sobre la estafa a los vecinos de Feáns por parte de Manuel Pena Vila; otras sobre estafa de Gerónimo Patiño y su hermano Antonio a los detenidos, exigiendo o percibiendo cantidades por ponerlos en libertad. Como a Gerónimo se le probó que había percibido 60 pesetas, el hecho se declaró delito; como su hermano Antonio sólo percibió 40, al ser inferior a 50 pesetas, el hecho fue declarado falta, cuyo resultado desconozco pero es de suponer que le costaría un día o unos pocos días de arresto.



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