lunes, 20 de agosto de 2012

Atentado en el fielato de San Cristóbal

El fielato de San Cristóbal creo que se encontraba en la plaza del Espino (hoy de Madrid) en esa casilla que veis en la parte inferior de la imagen, a la altura de la Fábrica de calzado de Ángel Senra que estaba por aquí. El 24 de abril de 1936 pasaba por allí el carrero Crisóstomo Goimil Varela, de 32 años, llevando en un carro de cuatro ruedas (tal vez una de las denominadas zorras) una lancha que venía de repararse en los talleres de Vilariño (que no tengo ni idea de dónde estaban). Un consumero le dio el alto haciéndole saber que debía pagar 25 cts. por pasar con la lancha la línea fiscal de la ciudad. El carrero repuso que no acostumbraban a pagar las lanchas que se reparaban en ese taller. Parece que uno de los aforadores también le dijo que debía pagar 40 cts. a mayores por no tener el carro matriculado. Discutieron de forma acalorada y los consumeros cogieron por las solapas y el cuello al Crisóstomo agrediéndolo de forma violenta, agresión de la que el carrero se defendió como pudo.

En un primer momento el carrero fue denunciado y encarcelado por atentado a los agentes de la autoridad porque se demostró que al menos uno de los aforadores portaba la gorra reglamentaria, prenda que lo investía de tal agente; pero como también se demostró que la agresión partió de los consumeros de forma inmotivada, perdieron estos su carácter de tales agentes de la autoridad y el carrero salió absuelto.

Mis notas.

Hace pocos días se detuvo a un fotoperiodista en el aeropuerto de Vigo y según los medios de comunicación --que sólo publicaron dos imágenes sensacionalistas, pero no otras-- el fiscal no llegó a un acuerdo con la defensa y sostiene una acusación por atentado a los agentes de la autoridad. La ocasión resultó magnífica para que los políticos hiciesen la pelotilla al gremio periodístico, a ver si les devuelven el favor ¿o no?; para que este gremio diese rienda suelta al corporativismo; y para volcar ese supuesto odio que los frikis de siempre tienen al Cuerpo Nacional de Policía, tanto por usar la palabra nacional, como porque lo hay en toda España y ellos buscan demonizar y erradicar de Galicia cualquier elemento que nos vincule al resto del país. Luego llegaría la soñada independencia que sería jauja para sus redes clientelares y de poder por el volumen de puestos de trabajo en los que enchufarse y dar trabajos a dedo a sus integrantes o parientes. Vamos, que en mi opinión la ideología en el supuesto odio al Cuerpo Nacional de Policía es lo de menos, y lo de más el glo-gló. Ya dirá la Justicia si hubo o no un atentado a los agentes de la autoridad, pero ese corporativismo y críticas se compadecen bien poco con la acusación de pederastas que se lanza por demasiados periodistas progres o medios, sobre la generalidad de los curas y sobre la Iglesia católica por protegerlos durante tantos años ¿Y qué hacen ahora los colegios y asociaciones de periodistas sino dar por supuesto que el atentado no ocurrió? ¿Y si la Justicia resuelve que sí ocurrió, no hacen ahora los grupos periodísticos lo mismo que hizo la Iglesia? No dudo que haya habido pederastas entre los curas, pero resulta que una y otra vez la Policía detiene a ciudadanos en todo el país por conservar vídeos pedófilos o por cometer delitos relacionados con la pedofilia, y falta la primera vez que se supiese que uno de los detenidos era cura, lo cual es bien extraño en un trabajo/ministerio sobre el que se deja caer una acusación de pederastia casi generalizada. Supongamos que en el caso del fotoperiosta la Justicia lo condena porque considera probado el atentado ¿quién va a poner a los pies de los caballos y generalizar la acusación al conjunto de los fotoperiodistas? Supongo que nadie en su sano juicio. Pues con los curillas sería esperable lo mismo, al menos si hablamos en serio y no se aprovecha la más mínima disculpa para menoscabar la libertad religiosa y de culto.

Por último, con motivo de la detención del fotoperiodista se disparató a gusto manifestando que la detención había sido fascista o que no se veía una detención así desde el franquismo, cuando al parecer si un policía resulta agredido --sea de forma fortuita o intencionada--, en cualquier Policía de nuestro entorno el protocolo de actuación incluye inmovilizar al agresor para que no continúe en su actitud  y denunciarlo para que el órgano judicial correspondiente resuelva lo procedente sobre el asunto. Traigo a colación este hecho para que se vea que las detenciones arbitrarias y las agresiones inmotivadas de los agentes de la autoridad no las inventó el franquismo según se traslada con cotidianeidad, sino que en la II República también se daban, como se sabe o se supone por cualquiera que no pretenda colar como historia lo que es pura propaganda.



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