Según el P. Blanco Rey (pp. 1138-1145) el último domingo de mayo de 1936, día 31, se celebraba en la parroquia de Santa Marina de Lañas (Arteixo) la tradicional romería dedicada a la Virgen de la Victoria, me pregunto si en conmemoración del cerco que sufrió La Coruña en 1589 por tropas inglesas al mando de Drake y Norris, que se produjo precisamente entre el 5 y el 18 de mayo. Se celebraba una procesión a las seis de la tarde, pero allí se presentaron los Fabeiro: Venancio María Marán Bertoa y José Rodríguez Mañana, @ O Fabeiro, que como vimos, al mes serían nombrados portero y alguacil del Ayuntamiento al suspenderse de empleo y sueldo por dos meses al portero-alguacil titular, Petila. El caso es que se presentaron allí los Fabeiro y vociferando amenazaron con poner fuego a la imagen si salía del templo y que de ningún modo permitirían que se desarrollase la procesión. Todo ello invocando la autoridad delegada del alcalde Martís, que no los mandó para impedir la procesión burlesca en Sorrizo. El embudo de aquella pretendida democracia, que por un lado no era lo mismo que por el otro. El caso es que el párroco de Lañas se asusta y opta por suprimir la procesión. Uno de los vecinos, José Añón Carril, propietario de una tienda en el lugar da Hermida, preso de indignación, se dirige al domicilio del alcalde Martís y le pide explicaciones. Le pregunta si era él quien había enviado a los Fabeiros a impedir el desarrollo de la procesión, a lo que el alcalde responde de forma afirmativa. En vista de lo anterior, Añón le indicó que se estaba extralimitando y que se atuviese a las consecuencias. Sea por esto o por las razones que esgrimió, Martís autoriza que se celebre la procesión. Cuando el vecino preguntó al alcalde cómo ponía de manifiesto a los Fabeiro que se retirasen, Martís le escribió una nota en un papel. Llegado a Lañas José Añón Carril, comunicó a los Fabeiro que todo estaba solucionado, cosa que estos no creyeron. Fue entonces cuando les entregó el papel que le había dado Martís, y los Fabeiro se retiraron, pudiendo así desarrollarse la procesión con hora y pico de retraso.
En esta parroquia de Lañas se produjo uno de esos episodios que corren de boca en boca y son conocidos hasta por los más jóvenes de esa parroquia e inmediatas, cosa poco frecuente en mi experiencia. Cuando, como comenté, al comenzar la guerra la casa rectoral de Lañas se convirtió en algo parecido a un cuartelillo de Falange, una vecina de San Pedro de Armentón fue a ver a su párroco, D. Ramón Viña Carracedo, para decirle con las naturales lágrimas en los ojos que, entre otros vecinos, se habían llevado a su marido a la rectoral de Lañas y se temía lo peor. Aunque el párroco de Armentón no se trataba con el de Lañas emprendió camino hacia la casa rectoral de esta parroquia. Llegado a su destino llamó a la puerta, salió la criada --la misma que daba sonoras bofetadas a los detenidos-- que invitó a entrar a D. Ramón, quien se negó. Salió entonces un falangista que un poco sorprendido le preguntó:
¿Qué es lo que quiere usted?
¿Qué es lo que quiere usted?
D. Ramón dijo con voz firme:
Llevarme conmigo a unas ovejas de mi rebaño, que me faltan y están aquí.
El falangista repuso:
Eso es imposible.
A lo que el cura contestó:
Entonces permaneceré aquí fuera mientras tanto mis ovejas no sean liberadas.
Cuenta el P. Blanco Rey que tras una acalorada discusión entre los ocupantes de la rectoral de Lañas, el párroco de Armentón salió de allí sin haber entrado en el edificio, pero habiendo conseguido la liberación de sus ovejas.
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