Las parroquias de Santa Eulalia o Santaia de Chamín y San Pedro de Sorrizo, ambas en Arteixo, tenían una cierta unidad al ser la primera un anejo de la segunda y compartir escuela. Un día que el P. Blanco Rey --a quien sigo-- no concreta, salieron al encuentro del párroco, Segundo Suárez Rodríguez, en la corredoira da Ranqueira que comunicaba las dos parroquias, Luis Costa, de 22 años, y Rogelio García Rodríguez, @ Rogelio de Luis, de Monteagudo --que sería fusilado según vimos al comienzo de la guerra--, y le dicen:
Don Segundo, non queremos que veña aquí a Santaia para nada. Nin para decir misa nin para calquera outra cousa.
A lo que el cura, mirándolos, respondió:
Ídevos de aí para casiña, meus pobriños, ídevos de aí ¿Quen vos mandou? Vós non sodes os culpables.
Según el P. Blanco Rey los culpables eran Juan Fraga Bello, @ El Montañés, vecino de Monteagudo --que fue fusilado según vimos en compañía de Rogelio de Luis-- y el maestro de Sorrizo, José María Vázquez Blanco. El grupo de exaltados que funcionaba en torno al maestro organizó el 1º de mayo de 1936 una procesión burlesca con la que ofender los sentimientos religiosos de los católicos. Todo fuese por poner su grano de arena a la hora de provocar, que los calentasen y luego dar pena por toda la eternidad ¿O no? Ocupaba la presidencia en esta gansada el maestro, que como si se tratase del funcionista que portaba el ramo, enarbolaba una bandera comunista; otros usaban sábanas blancas colgadas de largos palos que hacían de pendones. Salen de A Lagoa, en donde estaba la escuela, y se dirigen a la iglesia parroquial de San Pedro de Sorrizo profiriendo blasfemias e insultos. Al llegar al templo, después de dar varias vueltas en torno al mismo se paran ante la puerta principal, la golpean, gritan, y el mismo maestro vocifera:
¡QUE SALGA SAN PEDRO Y LA VIRGEN DEL PILAR!
Lógicamente no salieron, pero este episodio tiene un cierto paralelismo con otros en los que los maestros se empeñaban en mostrar un mesianismo laicista que resulta tan intolerable como estridente en una supuesta democracia, vamos, digo yo. Al concluir la parodia ante el templo deciden volver al punto de partida pasando por el lugar de Cendemil, en donde se encontraba la casa rectoral. Precisamente ante ella, José López Rodríguez grita en tono desafiante:
QUE SALGA O DAS FALDRAS NEGRAS QUE LLE IMOS CORTAR OS COLLÓNS
El cura no respondió y la provocación no fue a más, pero al haber proferido en público una amenaza tan grave, al comenzar la guerra José López estaba destinado al paseo como cualquier otro hombre de acción que se considerase peligroso para el mantenimiento del orden público. Según el P. Blanco Rey le salvó la vida José López Barreiro, @ O Benitón, de quien era amigo. Lo de cortar al cura los testículos no era una exageración. Recuerdo que también al comenzar el conflicto y en zona roja, en diversas poblaciones los mataban, les amputaban los testículos y se los metían en la boca, colgando sus cuerpos en los ganchos de las carnicerías con aquel famoso cartel de Se vende carne de cerdo. Ninguna de esas atrocidades ocurrieron en Galicia porque aquí los militares les pararon los pies.
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