jueves, 30 de septiembre de 2010

Don Nazario, o la violencia que no se cuantifica


Leía hace poco a un autor, creo que ya lo cité, que me interesa, pero lo tengo por requeterrojísimo y no suelo coincidir con algunas de sus opiniones o enfoques. Leía a ese autor una nota en la que decía que estaba redactando un trabajo sobre violencia en Galicia durante la Segunda República, y que durante el gobierno del (funesto) Frente Popular, fue a menos. Sinceramente, no me lo creo. A mí no me encaja.

Hay una violencia que los autores de la supuesta historia oficial no cuantifican: la callejera, la que no sale en los periódicos, la que ocurría sin intervención de las fuerzas de orden público. Yo comprendo que no es sencillo el trabajo, tanto por la censura de prensa como por la desaparición de fuentes documentales, pero se puede intentar, y se puede recoger tradición oral no sólo de un bando. Todo ello, entiendo que nos haría ver que, lejos de aminorarse esa violencia, se incrementó durante el gobierno del (fuenesto) Frente Popular, como sabíamos hasta ahora ¿O no?

En el caso de Umbilicus mundi, nos dice sobre este período Ángel Ramos en su Diario de un general:

Todas las tardes, teníamos siempre luchas con tiros y cuchilladas.

Teníamos en la farmacia, un muchacho aprendiz, que fue un elemento valiosísimo de enlace, pues llevaba los partes y ordenes, atravesando sin temor las zonas de las luchas. Fue herido dos veces, siendo yo el que le curaba los golpes y heridas que recibía. Pero su bravura era sin igual, como la de un legionario, estando siempre dispuesto a las misiones más difíciles.


¿Que todas las tardes puede ser una exageración? Es posible, pero parece que los disturbios eran muy frecuentes. Lo que no creo que nadie pueda poner en duda es que el recuerdo que tenían muchos de los que vivieron el final de la república, se puede resumir en aquello de los tiros, puñaladas y coacciones. De estos disturbios callejeros, no es sencillo encontrar fuentes, como no sean orales, pero como los de derechas yo no sé si tienen la tiña, ya se les homenajeó y no sé que más mandangas, no se recogen. Es decir, no interesa conocer otra versión de lo que sucedió, sino que lo que interesa es localizar fuentes para legitimar un discurso ya escrito ¿Que no? Pues esa es la sensación que tengo, y si el sesgo no me hubiese mosqueado tanto, aseguro que no le hubiese cogido gusto al tema, que siempre lo aborrecí.

La imagen que acompaña a esta anotación corresponde a la Obra pía da Grela, hoy Centro Municipal de Empresas. Se trata de una fundación de un cadiceño, sí, cadiceño, el gallego que iba a Cádiz o San Fernando en el XVIII y volvía con aires de nuevo rico y hablando un refrito entre gallego y castellano que al parecer era cómico. Sus descendientes recibieron el título de marqueses de San Juan de Carballo, pero el fundador de la Obra pía da Grela fue quien la creó y dotó en su testamento como escuela para los vecinos de su parroquia. Él pensaba que la educación que no tuvo les evitaría el tener que emigrar.

En esta escuela el maestro era sacerdote, y tenía que ser descendiente del fundador. El último capellán de la Grela fue don Nazario, que no lo pasó bien durante el gobierno del (funesto) FP. Me contaba hace poco quien oyó relatar lo que diré de labios del propio don Nazario, que un día del 36 se encontraba en compañía de su hermana en la capilla-escuela cuando oyeron gritos de unos exaltados que iban a matar a don Nazario, que la gente se les uniese, etc. En la zona en la que hoy existe una fábrica de cervezas o una central de distribución eléctrica, por aquellas fechas se cultivaba trigo, que ya habían segado. Por lo tanto estamos en torno al día de San Juan, 24 de junio, que era cuando en esta zona umbiliqueña se segaba el trigo según mi informante. El bueno de don Nazario junto con su hermana escaparon, se escondieron y acostaron entre los haces atados de trigo y pasaron desapercibidos para la colección de animalitos a los que ahora incluirán sin el menor rubor entre los adalides de la libertad y la democracia. Salvaron la vida. De este hecho, para variar, nadie cuenta ni mu.

El intento de asesinato me resulta perfectamente creíble, ya no sólo por la confianza que me merece mi fuente, sino porque por esas fechas echaban a las hijas de la Caridad de los establecimientos municipales y provinciales de Beneficencia, porque se echó de la Fundación Juana de Vega de San Pedro de Nos a las monjas que regentaban la escuela, porque otros curas como los salesianos de Santa Eulalia de Liáns eran acosados, etc.

Espero que si me llega a leer el autor al que me refiero entienda porqué no me creo que hubiese menos violencia durante el período que él considera, aunque también espero su obra con impaciencia y puedo cambiar de opinión. De la violencia que consta en los papeles, tal vez haya menos, pero no toda está reflejada allí, creo yo.


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